04 Un enemigo de tierras lejanas

PRIMERA PARTE

De todos los santuarios sintoístas, este tiene que ser el más desconocido de la historia. Por lo menos yo jamás había escuchado hablar de este.” Pensó Kusanagi Godou cuando escuchó el lugar donde se reunirían. Y en efecto, apenas se bajó del bus ya sentía que se había perdido.

Afortunadamente, como en cada estación había uno de esos mapas grandes con un punto colorido y el famoso letrero “¡ESTAS AQUÍ!”, que lo ayudaron a orientarse y encontrar la ruta más corta para llegar a su destino.

*****

- Es raro. No entiendo por qué tenemos que reunirnos en un santuario. ¿No hay mejores lugares para una conversación? Restaurantes, centros comerciales… De hecho, ya que estudiamos en la misma academia, ¿por qué no simplemente nos encontramos en la cafetería? -

- Ahora que lo dices… recuerdo que alguien me dijo que Mariya-Sempai estaba trabajando como Sacerdotisa en un santuario. Y no lo hacía por dinero, sino para ganar experiencia en el “mundo real”. Quizá por eso ella se siente más cómoda en un santuario. –

- ¿Quiere ganar experiencia en el mundo real y eligió ser “Sacerdotisa”? –

- ¡No lo digas como si fuera algo estúpido! –

- Que conste que fuiste tú la que pronunció la palabra “estúpido”, hermanita. –

La noche anterior, los hermanos habían seguido considerando la extraña petición de su misteriosa compañera de clases. Y las preocupaciones de Godou solo se incrementaron cuando escuchó el lugar de la reunión.

- ¡Lo que sea! Vamos a decidir lo que harás mañana, Oni-chan. ¿Cuándo piensas visitarla? Creo que lo mejor sería que fuésemos inmediatamente después de clases. –

- ¿Por qué dices “fuésemos” tan alegremente? Por favor no te pongas a organizar mi agenda y tampoco des por hecho que te llevaré. –

- Eso es porque eres un joven grosero e insensible, Oni-chan. ¡No puedo dejarte conocer a solas a una ingenua y pura señorita! Por eso voy a ir contigo. –

- ¡Por supuesto que no lo harás, Shizuka! Ella pidió reunirse conmigo en privado y sería inapropiado que simplemente vinieses sin avisar. Además, yo no soy ningún niño de primaria al que tengas que estar vigilando. –

- ¡¿Ah?!... ¿Cuál es el problema con que te acompañe? ¡Seguramente quieres ir solo para poder comportarte groseramente con Mariya-sempai! –

Godou necesitó una larga y dolorosa conversación para finalmente convencer a su inflexible hermanita de no acompañarlo.

*****

En cuanto terminaron las clases, Godou regresó rápidamente a su casa y se puso un atuendo ligeramente formal para mostrar respeto al Santuario, luego tomó el autobús que lo dejase más cerca del lugar de la reunión. Por supuesto que llevaba consigo el Gorgoneion en una bolsita de papel.

¿Tal vez esta cosa es aún más peligrosa de lo que pensaba?” Se dijo Godou sintiéndose un poco incómodo. Luego de haber dormido pudo meditar un poco y llegó a la conclusión de que quizá Mariya Yuri lo estaba citando fuera de la escuela para que otros estudiantes no corriesen peligro si algo malo sucedía…

Una parte de él quería decirse que estaba siendo demasiado paranoico, pero el presentimiento ominoso que sentía desde que regresó de Italia no remitía en lo más mínimo.

¡Nunca debí dejar que Erica me diese esta maldita cosa! ¡Lo hubiera arrojado al mar o algo así, en lugar de traerlo conmigo!” Se dijo Godou sintiendo un enorme pesar mientras tomaba el arduo camino que lo llevaría hasta la entrada del Santuario Nanao.

Luego de subir los doscientos escalones de piedra Godou estaba un poco cansado, pero finalmente atravesó una segunda Puerta Torii y entró en los terrenos sagrados.

Una joven vestida con un atuendo de sacerdotisa estaba esperándolo. Era realmente hermosa y sus ropas lucían tan bien en ella, que Godou sintió que estaba en presencia de la realeza. Entonces la joven realizó una elegante reverencia tan perfectamente ejecutada y con tanta naturalidad, que le hizo comprender de inmediato por qué su hermana estaba tan impresionada con ella.

- Le doy la bienvenida, su Señoría. Mi nombre es Mariya Yuri. Con respecto a la llamada telefónica que hice la noche anterior a su honorable persona, creo sinceramente que debo pedirle disculpas por la incomodad que ocasioné. -

Los cabellos marrones de la joven ondeaban con cada movimiento y por eso Godou se distrajo un poco. Mariya Yuri era una auténtica belleza. Godou sentía que todos los rumores que había escuchado simplemente no le hacían justicia a esta joven. Definitivamente parecía una princesa venida de otra era.

De todas las personas que había conocido, Erica Blandelli superaba de forma indiscutible a todas las mujeres si uno estaba juzgando únicamente por aspecto. Sin embargo, esta joven doncella podría tener una hermosura equivalente, aunque de una naturaleza muy distinta.

Si Erica era como un girasol deslumbrante o una rosa glamorosa, Mariya Yuri sería como una flor de Sakura en pleno florecimiento, mucho más delicada, pero igualmente capaz de atraer el afecto de todos a su alrededor.

- Buenos días… Disculpa que sea directo, pero ¿eres también como esos magos que conocí en Europa? –

- En efecto… Aunque preferiría que no nos emparejase con ellos, podría decirse que somos iguales a grandes rasgos. Soy una Miko perteneciente a la Orden de Musahino, protectores de Kanto. Ellos me asignaron a servir en este templo y, aunque no es más que un conocimiento superficial, también sé algo de magia. –

Quien lo diría, realmente trabaja en este templo y no es ningún pasatiempo como yo pensaba.” Pensó Godou con ironía, pero se guardó muy bien de mencionarlo y en su lugar asintió con la cabeza, aceptando su explicación. Entonces miró a su alrededor y cayó en cuenta de que todo estaba bastante silencioso, así que preguntó:

- Eh… ¿Mariya-san? ¿Acaso no hay nadie más por aquí? –

Si fuese posible, él realmente preferiría que hubiese otras personas presentes. Realmente se sentía bastante incómodo estando a solas con una doncella tan hermosa y refinada.

- Su Señoría es muy perceptivo. Actualmente soy la única en este lugar; de tal modo que cualquier ofensa a su honorable persona recaerá únicamente en mí y a nadie más podrá culpársele. Ruego a Su Señoría que perdone cualquier falta en mi humilde servicio y que calme su terrorífica ira únicamente en mi cuerpo… -

- … ¿Ah? ¿Mariya-san? No entendí bien eso último que dijiste. ¿Podrías aclararlo? –

- Mi único deseo es que mi muerte pueda apaciguar su tiránica ira. Le ruego que por favor no torture o ejecute a los desafortunados ciudadanos a placer. La demostración de un mínimo de compasión y tolerancia también es parangón para un Noble Señor; pero si siente que estas personas lo han ofendido en modo alguno, estoy dispuesta sufrir el castigo por todos ellos. – Declaró Yuri de una manera muy respetuosa.

… Ah, ya entiendo, está interpretando una obra teatral. Seguramente esas son las líneas de alguna tragedia en la que un fiel ministro está dispuesto a morir con tal de convencer a su tiránico y atolondrado emperador. Tal vez le gusten muchísimo los Dramas de Época[1]. Debe ser eso.” Pensó Kusanagi Godou al principio, pero entonces vio la profunda seriedad en el rostro de la hermosa sacerdotisa y sintió que la situación se estaba desarrollando en la peor dirección posible.

- Por favor espera un momento. Hay muchas cosas que quiero corregir en lo has dicho, pero primero quiero dejar claro lo más importante. No sé con quién crees que estás hablando… ¡pero yo no soy ni Calígula[2], ni Dong Zhou[3] y definitivamente no soy Oda Nobunaga[4]! ¡No pienso, ni quiero, ni voy a matar a nadie! –

- … ¿Lo que quiere decirme es que el mero acto de matar no es suficiente para satisfacerlo? –

La hermosa Hime-miko volvió a decir algo bastante impactante con una expresión muy seria y convencida.

¡¿Por qué?!¡¿Cómo fue que mi declaración anterior la llevó a esa conclusión?!

Esta chica se veía tan serena e inteligente, pero parecía que no podía entender ni una sola de las palabras de Godou. Quizá su manera de pensar no era como la de los demás por ser una dama de clase alta y pertenecer a la nobleza.

- Eso no es lo que quise decir. Por favor escúchame con atención, yo soy una persona civilizada. No siento ningún placer en realizar cualquier tipo de actos crueles, despiadados o “tiránicos”, para usar tus propias palabras. No sé si ahora me he explicado con claridad. –

- … Si, lo comprendo perfectamente. Si usted desea violarme o jugar con mi cuerpo, yo estoy completamente dispuesta a obedecer los deseos de Su Señoría, con tal de que muestre misericordia sobre los inocentes. Lo que usted quería expresar es que no me permitirá una muerte rápida, ¿no es así? -

- ¡No comprendiste nada! ¡Por favor escucha! ¡Yo no tengo ningún fetiche enfermizo ni disfruto torturando mujeres!

Godou finalmente entendió que algo estaba muy mal. Para empezar, aún si María Yuri era una hechicera, eso no explicaba cómo es que conocía su identidad. Muy pocas personas lo sabían. Incluso los grandes magos que conoció en Roma no estuvieron convencidos hasta que se enfrentó a Erica en un duelo y demostró sus poderes.

- Espera, por favor dime primero cómo supiste que yo era un Campione. –

- Eso es gracias a mis poderes. Esta sirvienta posee ojos clarividentes que pueden leer algunos secretos del mundo espiritual. – Respondió Yuri con seguridad: - Una vez, hace mucho tiempo, tuve el privilegio de conocer a uno de sus pares, el Marqués Voban. Es por eso que nunca fallaría en reconocer a un Campione… la terrible encarnación de un Rakshasa Raja –

Ahora entiendo. Esta chica tuvo la mala fortuna de conocer al legendario Rey Demonio de Europa del Este. Si la mitad de lo que me han contado sobre él es cierto, no me extraña que quedase traumatizada.” Pensó Godou suspirando e intentó calmar a la sacerdotisa: - Yo también he escuchado ese nombre antes. Ese sujeto tiene una actitud bastante tiránica y anacrónica. Además, me han dicho que es un anciano bastante terco y temperamental. Mira, no tienes nada que temer. Creo que él es el único Campione que actúa de ese modo, así que por favor créeme cuando te digo que no pienso hacerte ningún daño. –

La verdad era que hasta ese momento Godou solo había conocido a otro Campione y su impresión de él era que se trataba de un estúpido sin remedio. A primera vista, parecía un perfecto caballero europeo de mente abierta, pero era capaz de sonreír alegremente… mientras trataba de rebanarte con su espada.

Bueno, es cierto que él también es un anormal… Pero al menos es muy bueno en su trato con la gente.

- Su Señoría es muy humilde. Yo ya estoy bien informada acerca de sus hazañas en Sicilia, Milán y Roma. Todos esos eventos devastadores y cataclísmicos solo podrían ser el resultado de las acciones de un furioso Campione ejerciendo su poder sobre los mortales. Verdaderamente horrible… -

- No, no, no, no. No es así. ¡Definitivamente no fue así! Es cierto que pasaron cosas, pero no es que haya hecho eso por haberme enojado. De todos modos, Mariya-san, ¿podrías por favor dejar de hablarme tan formalmente? Digo, somos compañeros del mismo grado, así que está bien si hablamos normalmente. –

Y es que ser tratado un modo excesivamente solemne por una chica de su edad, era bastante incómodo para Kusanagi Godou. Sin embargo, esta sencilla sugerencia provocó que la expresión de Mariya Yuri se volviese confusa.

- Me encuentro terriblemente avergonzada porque entiendo sus palabras, pero desconozco su significado. Disculpe mi ignorancia, pero… ¿Podría explicarme a qué se refiere con “hablar normalmente”? –

¿Qué dijo? ¿Acaso en el mundo de las señoritas con ascendencia no existe el concepto conversación casual?” Pensó Godou imaginado lo diferente que era el mundo en que ambos vivían.

- Me refiero a que abandones los formalismos y en su lugar te dirijas a mí de un modo más coloquial, cotidiano, conversacional, habitual, frecuente. – Dijo Godou con cuidado, tratando de explicarse lo mejor posible para no volver a confundirla: - Por ejemplo, yo te llamaré Mariya y tú puedes dirigirte a mí usando mi nombre, mi apellido o lo que prefieras. Si quieres puedes ponerme un apodo tonto. Cualquier cosa esta bien. –

- ¡¿Cómo podría?!... Disculpe por oponerme a su imperial decreto, pero el estado de Su Señoría y el mío son tan diferentes como el cielo y la tierra. Además, nunca he abordado a un hombre directamente por su nombre. –

Yuri se negó sonrojándose.

Por su parte Godou comenzaba a pensar que esta chica provenía de un país distinto o quizá de otra dimensión.

- ¿Mi “Estado”? ¿Quién usa esa palabra hoy en día? Olvídalo, si no te sientes cómoda con eso, entonces no pienso obligarte. Pero por favor al menos baja el grado de formalidad al mínimo. No sabes lo incómodo que es cuando me llamas “Su Señoría”. –

- Entendido… voy a intentarlo… ¿Kusanagi-san? –

Viendo que Yuri estaba pronunciando cada una de sus palabras con extremo cuidado, Godou se apresuró a asentir con la cabeza para confirmarle su aprobación.

Por lo menos es un principio.

- Tengo algo que solicitarle a usted, Kusanagi…san. ¿Podría por favor mostrarme el objeto que trajo de Roma para poder examinarlo? – Dijo de pronto Yuri recuperando su actitud solemne.

- Si, claro. No tengo problema en enseñártelo. ¿Pero cómo supieron que yo lo tenía? –

- Kusanagi-san es demasiado humilde. Alguien que podría ser un Campione repentinamente viajó a Europa, el lugar de origen de todos los magos del mundo y donde residieron las deidades más poderosas. Para los magos japoneses, más que interesados, sería correcto decir que están muy preocupados por cualquier cosa que haya podido traer de esas tierras extranjeras, más aún si se trata de una reliquia de la era mitológica. Es natural que lo hayamos averiguado. –

- ¿Dices que están preocupados?... Espera, ¿me han estado vigilando? ¿Desde cuándo? ¿Quiénes son? – Pregunto Godou preocupado, pues nunca sospechó que hubiese alguien espiándolo o registrando sus idas y venidas.

- No sé si lo han seguido, pero al menos puedo confirmarle que ningún agente japonés fue enviado a Roma. Para empezar sus defensas son prácticamente inexpugnables y sería imposible infiltrarnos sin que los poderosos hechiceros que protegen la Ciudad Eterna se den cuenta. Pero los propios italianos hicieron público un informe de inteligencia en el que te reconocían como Campione y este mismo informe fue luego confirmado por los magos anglosajones de Greenwich. Entonces se hizo una petición formal al Servicio de Inteligencia Italiano solicitándoles un resumen de tus actividades en Roma y estos admitieron que te entregaron una reliquia sagrada. –

- ¿Y quién realizó esa solicitud formal? –

- Fue el Comité de Compilación Histórica… ¿No los conoce? –

¡Vaya! Ese es un nombre terriblemente largo y aburrido, deberían cambiarlo.” Pensó Godou irónicamente, pero entonces le pareció que había escuchado sobre ellos en alguna parte y comenzó a forzar la memoria. Finalmente recordó a Erica mencionando en cierta ocasión que los magos en Japón eran controlados directamente por el gobierno, mediante una especie de oficina que era secreta para el ciudadano promedio.

- Ahora que lo dices… Creo que he escuchado de ese Comité. Alguien me dijo que eran una rama gubernamental o algo así. –

- Son un Servicio Secreto que controla y manipula toda la información obtenida o relacionada con los magos o los asuntos sobrenaturales. Está integrado por miembros del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología, la Biblioteca Nacional, la Agencia de la Casa Imperial, la Agencia de Asuntos Religiosos, el Departamento de la Policía Metropolitana, las Fuerzas de Autodefensa, entre otras organizaciones influyentes.

Las sacerdotisas como yo, con habilidades espirituales o representantes de los dioses, estamos obligadas a ayudarlos o servir como refuerzos en sus misiones. Es lo mismo para cualquier persona que manifieste algún poder sobrenatural, ya sea magia, adivinación, hechicería, etcétera. El Comité controla a un enorme número de personas con todo tipo de poderes mágicos.

El control de lo sobrenatural también implica controlar la psicología de los ciudadanos, por eso el Comité se ocupa de definir todo aquello que pueda ser “Historia Apropiada” de Japón y oculta todo aquello que no lo sea. –

Si, Erica me lo explicó. Básicamente deciden qué cosas pueden saber las personas comunes y cuáles no conviene que sepan sobre su propia historia, los dioses y los magos. Por eso se llaman Comité de Compilación Histórica. Por supuesto que también se ocupan de manipular la información para que todos los japoneses tengan la actitud que el gobierno desea sobre estos temas. Al final es cuestión de poder.

- Fue por orden del Comité que me he reunido hoy con usted, Kusanagi-san. Mi primera misión era confirmar si usted era realmente un Campione. También me seleccionaron porque estudiamos en la misma academia y porque soy buena amiga de su hermana, Shizuka. –

- Básicamente eres una víctima obligada por el gobierno. ¿Eh? – Susurró Godou para sí mismo mientras sentía una fuerte simpatía por Yuri. Parecía que la situación de los magos japoneses era mucho más tensa y complicada que la de los magos europeos, que no estaban presionados por ninguna autoridad estatal y tenían poder suficiente como para mantenerse independientes. Era bien triste comparar la actitud tan seria y formal de Mariya Yuri con la solemne pero cordial que tenían los Grandes Maestres.

Pobre chica, básicamente la metieron en una jaula con un animal desconocido y le pidieron que confirmase si se trata de un león o de un gato… Supongo que debería hacer lo posible para llevarme bien con este Comité de Compilación Histórica (En serio, es demasiado largo el nombre) o muchos de mis compatriotas relacionados con la magia tendrán dolores de cabeza.

Una vez que decidió esto, Godou sacó el Gorgoneion de la bolsa.

Su apariencia no había cambiado: Un simple disco tallado en una roca oscura que tenía un grabado apenas distinguible de una mujer con cabellos de serpiente… ¡Pero en el momento en que Yuri lo miró se quedó paralizada de miedo y fue incapaz de decir nada por varios minutos!

- Entonces… ¿Esta cosa es muy peligrosa? –

- Me temo que sí. Tiene grabado un sello muy, muy antiguo; y pertenece a una poderosísima divinidad. Una diosa serpiente, la marca de un antiguo dragón… No, es probable que sea más antiguo incluso que todos los dragones. El sello de la Madre Tierra que trae al mismo tiempo tanto la vida como la muerte. –

Yuri dijo todo esto mientras cerraba los ojos como si estuviese en un estado de profunda meditación.

- Aunque es sólo mi intuición… creo que este objeto proviene del norte de África. Cerca del Antiguo Egipto, pero no en Egipto. No estoy muy segura de por qué, pero mi corazón me dice que eso es lo más probable. –

- Intuición, ¿eh? Una amiga mía llamó a esto el Gorgoneion, ¿el nombre te suena? –

- No; lo siento, pero casi no sé nada acerca de los dioses de Europa o África. Lo que dije anteriormente es producto de mi habilidad de clarividencia. Uso mis sentidos espirituales para “intuir” la verdadera naturaleza de algo y luego interpreto las señales que percibo. Pero esto siempre es un aproximado. –

Ella dice que es un aproximado, pero sus palabras hasta ahora son muy parecidas a lo que Erica sabía sobre esta cosa maldita. Además, mencionó algo completamente nuevo cuando dijo que su origen estaba en África.” Pensó Godou impresionado. Claro que también existía la posibilidad de que Yuri estuviera mintiéndole y en realidad ella hubiese investigado al Gorgoneion de antemano, pero su expresión era tan sincera que hasta dudar se sentía mal.

Ahora que lo pienso esta cosa está relacionada con Medusa, las Gorgonas… El héroe Perseo tenía el casco de la invisibilidad de Hades, las sandalias aladas de Hermes, el escudo que reflejaba como un espejo. ¿Y qué más? Bueno, realmente no importa. Luego obtuvo la cabeza de Medusa con la que podía petrificar a sus enemigos.

¡Espera! Ahora recuerdo que Perseo salvó a una princesa que estaba encadenada para ser devorada por un monstruo. El héroe convirtió en piedra al monstruo con la cabeza de la gorgona. ¿No se terminó casando después con la princesa? ¡Si! Creo que se llamaba Andrómeda y era una princesa de Etiopía, no la actual sino la mitológica, un reino que estaba al sur de Egipto[5]… creo. Tendría sentido entonces que exista una relación entre esta cosa y África.

- Kusanagi-san, me gustaría hacerle una pregunta. –

- ¿Eh?... Si, claro, pregunta lo que quieras. –

Era la primera vez en mucho tiempo que Godou se atrevía a hacer una reflexión profunda sobre un tema relacionado con los dioses y la mitología, pero justo cuando estaba analizando sus conclusiones fue devuelto bruscamente a la realidad por Yuri.

- Es evidente que esta reliquia es una herramienta divina que mantiene sellados los poderes de un Dios Rebelde; como Campione es imposible que no se diera cuenta de esta verdad, ¿no es cierto? –

- Bueno, sí. Supongo que tienes razón… Digo, sentí que esta cosa era un poco problemática… - Admitió Godou con una sonrisa avergonzada.

- ¡Entonces ¿por qué lo trajo aquí?! ¡¿Acaso quiere atraer a un dios maligno a nuestra ciudad de Tokio?! ¡¿Alguna vez ha pensado en las consecuencias que sus acciones traerán a los ciudadanos inocentes de nuestro país?!

De repente una voz aguda pero cargada de energía salió como de la nada. Godou sintió el mismo impacto que cuando estaba en el jardín de infantes y la maestra lo descubría en medio de una travesura.

Inconscientemente retrocedió y sólo entonces se dio cuenta de que María Yuri era quien le estaba hablando, pero parecía ser diferente. Si hasta ese momento sus principales características eran su natural elegancia y elocuencia, ahora de pronto revelaba una osadía que la hacían parecer mucho más seductora e imponente.

- Bueno, yo… ¡También estaba preocupado! Pero no debería haber ningún problema. Digo… la diosa que quiere esta cosa sigue en Italia y seguramente ni siquiera conoce el nombre de Japón o su ubicación. ¡Hay varios océanos entre nosotros! –

- ¿“No debería haber ningún problema”? ¡¿Se da cuenta de lo irresponsable que suena?! ¡¿De la locura que ha dicho?! Los dioses no pueden ser detenidos ni por el paso de eones, ¿de verdad piensa que algo tan insignificante como la distancia o los océanos serán algún impedimento para una deidad tan antigua y poderosa? ¡Por favor no cree problemas innecesarios para nosotros! Después de escucharlo ahora me doy cuenta de que el contenido de su informe era cierto y que usted no tiene el menor respeto por las demás personas y sus respectivas propiedades. –

Yuri prácticamente atravesó a Godou con una mirada escalofriante y este retrocedió dos pasos más por la impresión.

La situación era bastante mala.

Parecía que cualquier intento suyo por discutir con esta chica terminaría empeorando las cosas.

Todos sus instintos le decían que la personalidad de esta sacerdotisa era de algún modo la antítesis de la suya. En cierto sentido esta chica era un “Jefe Final” al mismo nivel que Erica Blandelli, aunque su naturaleza fuese completamente distinta.

Lo peor era que Mariya Yuri parecía haberse vuelto consciente de que podía lastimarlo con sus palabras. ¡Ahora su “pregunta” se había convertido en un ataque brutal!

- Un gran poder también implica una gran responsabilidad. ¿Tiene idea de cuantos pueden sufrir por su desconsiderada forma de ser? ¿Cómo cree que sus recientes acciones pueden calificarse? Se dejó manipular por las simples caricias de su amante y ahora trajo ese peligroso objeto hasta su tierra natal, sin importarle la seguridad de sus compatriotas. ¡¿Puede haber una conducta más irresponsable?!

- Espera... ¿Amante? ¿Qué? ¿A quién te refieres? –

- No sirve de nada que pretenda hacerse el tonto. ¡Este informe del gobierno lo expone muy claramente! – Exclamo Yuri indignada mientras sacaba un gran folder: - Erica Blandelli, una miembro de la Orden de la Cruz de Cobre Negra, 16 años de edad. Altura: 1,64 centímetros. Medidas: 86-57-88. Amante de Kusanagi Godou. –

Al escuchar esto a Godou le pareció que una mano helada le agarraba el corazón por la espalda y se sintió abrumado por un sentimiento de desesperación.

- ¡Espera! ¡Espera! ¡Espera!... ¡Todo eso es mentira! ¡Esa información sobre mí no es cierta! ¡Son hechos infundados! ¡Informes falsos! ¡Falacias de Autoridad en el mejor de los casos! ¡Al menos escucha mi versión por favor! –

- ¿Me está pidiendo que le crea a usted en lugar de a los informes de inteligencia de una República, un Reino y un Imperio? ¡¿En serio pretende engañarme cuando todos los hechos están claramente expuestos aquí? ¡Es usted un tirano que usa su poder para hacer lo que se le antoja con mujeres inocentes, que son sacrificadas para saciar su lujuria a cambio de favores infames, sin que le importen las consecuencias! ¡¿Acaso no conoce el significado de la palabra “vergüenza”?!

- ¡¿Cuándo he “hecho lo que se me antoja” con nadie?! ¡Es todo lo contrario! ¡Ella es la única que hace lo que se le da la gana conmigo y dice egoístamente a los cuatro vientos que somos amantes, a pesar de nunca consentí semejante relación! ¡Tienes que creerme!

- ¡¿Oh?! O sea que no solamente eres capaz de jugar con una mujer, sino que incluso afirmas que la culpa es de ellas por seducirte. ¡Ahora entiendo hasta qué punto es usted despreciable! ¡Una desgracia para todos los hombres!... ¡Deje sus inútiles intentos por engañarme ahora mismo!

El rostro de Yuri se había iluminado con una sonrisa, pero esta no llegaba a sus ojos.

Esta mujer es una Ráksasa[6]” Pensó Godou en ese momento. Si las Ráksasa hembras realmente existiesen, seguramente sonreirían igual que Yuri. No podía creer que una sonrisa pudiera ser tan hermosa y al mismo tiempo trasmitir tanta frialdad.

Inconscientemente Godou volvió a retroceder y esta vez incluso desvió la mirada hacia atrás de forma involuntaria, como si buscase inconscientemente una ruta de escape… Fue entonces cuando la vio.

Era una silueta muy familiar que estaba caminando hacia él con pasos rápidos y seguros.

Espera, espera, espera… ¿Por qué tú estás aquí?

- Te voy a pedir que dejes de intimidar a Godou ahora mismo. La única persona en el mundo que puede amarlo, corregirlo, consolarlo o tratarlo como un juguete, soy yo, la Diávola Rossa. Tal es mi derecho y no pienso compartirlo con nadie. ¿Entendiste? No me culpes si luego te hago sufrir por estar jugando con la propiedad privada de otros. –

Unas palabras que no deberían ser dichas, por una persona que no tendría que estar ahí en ese momento. A quien Godou miró estupefacto era precisamente la mujer de quien estaban hablando hace unos momentos, Erica Blandelli.

[1] Un cierto tipo de representaciones ambientadas en la antigüedad, que son muy populares en China y Japón.

[2] Calígula fue un emperador romano que se volvió loco y fue famoso por matar de forma indiscriminada a muchas personas, incluyendo miembros de su familia. Aterrorizó a Roma durante su reinado hasta que fue asesinado.

[3] Político de la Dinastía Han Posterior, mató a todos los que se oponían a su ascenso al poder, eventualmente incluso al emperador. Fue conocido por la cruel tortura a la que sometía a sus víctimas. Por ejemplo, remojaba a un soldado en aceite y les prendía fuego a sus pies, para poder ver sus expresiones faciales al mismo tiempo que disfrutaba banquetes.

[4] El último unificador de Japón después de su Período Sengoku, mató a su hermano para asumir el trono, y se le conoce por asesinar a cualquier persona que se puso en su camino e incluso incendiar el Templo Budista más importante de Japón en su tiempo.

[5] Aquí el autor tiene una confusión porque no está claro dónde estaba realmente el reino de Etiopía en la mitología, sólo se sabe que estaba al este, por donde salía el sol. El autor asume que este país y el actual eran el mismo y eso es un error. En la Odisea, el reino de Etiopía está al sur de Egipto, pero en el Mito de Perseo parece ser un reino fenicio que estaba en lo que actualmente es Jaffa, en Israel.

[6] En el marco del hinduismo y el budismo, un Ráksasa es un tipo de ser demoníaco.

SEGUNDA PARTE

Vestida con un traje hermosísimo principalmente rojo, con sus dorados cabellos ondulando al viento y una apariencia deslumbrante que cautivaría el corazón del hombre más indiferente; Erica Blandelli parecía ser la mismísima personificación de la belleza exuberante, propia de las legendarias reinas guerreras del occidente. Sin embargo, eso no era todo lo que atraía las miradas de cualquiera que fijase sus ojos en ella. También estaba esa elegancia natural en cada uno de sus movimientos, en cada gesto y en cada parte de su cuerpo, que inmediatamente hacía que todos reconociesen en ella a una persona de la más alta categoría.

Por supuesto que una mujer tan naturalmente cautivante, que atraía la atención de cualquiera, nunca mostraría una actitud dócil enfrentando a otra, sobre todo una mujer como Mariya Yuri que parecía ser una manifestación del sentido del refinamiento y la dignidad.

Ambas mujeres eran hermosísimas, pero también eran polos opuestos. Y en el momento en que se encontraron, fue como si automáticamente apareciese un extraño sentido de equilibrio entre ambas. Solo que Erica llevaba la iniciativa, mostrando una sonrisa deslumbrante, la cual no ocultaba del todo una profunda agresividad hacia Mariya Yuri por haberse atrevido a darle sermones al hombre que amaba.

- ¿Qué pasa, Godou? ¿Por qué te vez como alguien petrificado por Medusa? – Preguntó Erica de pronto, empleando un tono dulce que contrataba muchísimo con la mirada que le había dado a Mariya Yuri.

- Porque alguien que tendría que estar al otro lado del mundo de repente apareció casualmente. Pero ya que has hecho el viaje desde Milán hasta Tokio, me imagino que no es solamente para saludar, ¿no es cierto? Dime de una vez por qué has venido. –

- ¿Por qué? Hay un límite para lo obtuso que puede ser un hombre, Godou. Cuando una mujer emprende un viaje inesperado desde un país lejano, sólo puede ser porque desea ver al hombre que ama ¿no? - Respondió Erica acercándose a él.

Llevaba puesto un Top negro, sin mangas, con un suéter de color rojo y unos vaqueros azules que realzaban la figura de sus piernas, ya de por si maravillosas.

¿Cómo lo lograba? Sus prendas sólo podían calificadas como “modernas” o “apenas conservadoras” en el mejor de los casos; pero de algún modo Erica conseguía que se viesen como la indumentaria de una auténtica reina y no se sentían incongruentes o fuera de lugar, ni siquiera en el templo sintoísta en donde se encontraban.

Parecía que, independientemente del lugar, Erica Blandelli estaba destinada a ser la estrella principal de cualquier evento.

- Acércate Godou. - Dijo Erica mientras entrelazaba su mano con la del joven, para luego llevarlo amorosamente junto a ella: - Cuándo sea y dónde sea, tú eres el único hombre que tiene derecho a estar a mi lado. -

- ¿Qué… ¡¿Qué están haciendo?! ¡Como puedes llegar así de repente e inmediatamente ponerte a intimar de un modo tan descarado!... – Exclamó Yuri escandalizada.

- ¿De cosas dices? Ya conoces muy bien cuál es la relación entre Godou y yo, ¿no es verdad? – Respondió Erica con ligereza: - Interrumpir la reunión de una pareja de amantes es algo que sólo haría una mujer insensible. -

- ¡Oye, deja de provocar malentendidos intencionales…! – Intentó protestar Godou, pero de repente sintió un terrible escalofrío en su espalda.

Y es que la sonrisa que Yuri puso en ese momento era tan hermosa, pero al mismo tiempo trasmitía tal sentimiento de frialdad, que dejaría sin palabras a cualquiera.

- Este es un santuario donde las personas vienen a buscar la bendición de los dioses con auténtica devoción y temor reverencial desde tiempos inmemoriales. Ahora les pido a ambos que respeten este lugar absteniéndose de cualquier comportamiento vergonzoso o acto profanador. ¡¿Me he explicado con claridad?! –

- E… Es… Es cierto, Erica. Por favor escucha lo que Mariya-san está diciendo. ¡Ni siquiera tú serías capaz de hacer bromas en un lugar sagrado, ¿verdad?! –

Pero las buenas costumbres que se esperan de los jóvenes japoneses fueron arrojadas como polvo al viento con una simple sonrisa de Erica.

- Yo no estoy bromeando. Además, ya que estamos en un templo, bien podríamos proclamar nuestro amor a todo el mundo, como un adelanto de lo que será nuestra ceremonia de bodas. ¿Qué piensas? –

- ¡Esto no es una boda! ¡Ya deja de hablar sin pensar en las consecuencias! –

Por cierto, toda esta conversación se estaba dando en japonés. Y la pronunciación de Erica era bastante impecable, superando incluso a algunos de los propios conciudadanos de Godou. Eso era demasiado excelente para ser natural, pero lo más probable es que Erica hubiese utilizado algún tipo de magia para aprender el idioma en un corto período de tiempo, del mismo modo en que Godou había aprendido el italiano con Mile Linguis.

Era gracias a esto que Yuri también era capaz de entender la conversación de ambos y responderles.

Y hablando de Yuri…

Los ojos de la Hime Miko se veían aterradores, fríos como el hielo y emitían una clara intención asesina. Hablando específicamente, su mirada estaba fija en el brazo izquierdo de Godou, es decir, la parte de su cuerpo que estaba siendo abrazada fuertemente por la hermosa doncella italiana, quién no tenía reparos en permitir que sus pechos se frotasen suavemente a su alrededor.

- Godou-san, ahora voy a pedirle que se retire inmediatamente de este Santuario. Ya he comprendido la verdadera profundidad de su lujuriosa depravación y no tengo nada más que decirle. –

- ¡Por favor espere un momento, Mariya-san! Le ruego que me dé un minuto para calmar a esta chica. – Exclamo Godou avergonzado y luego se volvió hacia Erica con una expresión bastante severa: - Suficiente de juegos y mentiras, Erica. Si sigues haciéndote la tonta, de verdad me voy a enfadar. –

- Ah, finalmente dejaste esa expresión de cachorrito arrepentido y te pusiste serio. Me gustas mucho más cuando demuestras tu verdadero carácter. – Respondió Erica sonriendo y dejando su brazo.

Los más frustrante es que seguramente Erica vino a ayudarle con la mejor de las intenciones, pero su naturaleza maliciosa le impedía dejar de aprovechar hasta la más mínima oportunidad para burlarse de él.

Supongo que esperar lo contrario rayaría en lo imposible.” Pensó Godou suspirando. Por eso decidió no quejarse al respecto y en su lugar fue directamente al tema de interés: - Justo estábamos hablando del Gorgoneion que TÚ me diste cuando repente apareciste. ¿Es por eso que estás aquí? –

- ¡Que niño tan inteligente! Casi te sacas veinte puntos en el examen… pero en realidad no vine directamente a Japón, sino que estaba persiguiendo a una cierta persona de interés. –

- Ah… ¿Y quién es esa “cierta persona de interés”? – Preguntó Godou tímidamente, aunque intuía de quién se trataba, sólo que tenía la ingenua esperanza de que fuese cualquier otra cosa.

- ¿En serio tienes que preguntármelo? – Respondió Erica con una sonrisa, destruyendo cualquier ilusión o intento suyo por evadir la realidad: - Pero si insistes en que yo misma te lo diga… -

El rostro de Yuri se tornó lívido en ese mismo momento y su palidez hizo que Godou entendiese que la sacerdotisa acababa de tener el peor tipo de precognición.

- ¡Obviamente es un dios rebelde! –

- ¡Un dios rebelde ha llegado a nuestra tierra! –

Erica y Yuri hablaron al mismo tiempo, la primera con ligereza y la segunda con un suspiro.

Ahora que sus malos presentimientos habían sido confirmados, Godou no podía seguir negando la realidad y su estado de ánimo empeoró.

- ¡Pero si no le dije de dónde venía o a dónde me dirigía! ¿Cómo me persiguió desde Roma? – Pregunto Godou estupefacto.

Pero Erica simplemente se encogió de hombros como si estuviese diciendo “Bueno, para empezar los seres humanos nunca comprenderán los métodos de los dioses”.

- Siendo honesta, probablemente fue culpa mía. Mejor dicho, fui demasiado optimista. Para un dios, algo como cruzar varios océanos y continentes debe ser mucho más sencillo que respirar… ¡Pero bueno, no hay que llorar sobre la leche derramada! Ya que la deidad está aquí, lo mejor es concentrarnos en encontrar una forma de expulsarla. –

- “Fui demasiado optimista” … ¡Si, como no! ¡Sabías que esto pasaría! ¡Sabías que vendría aquí y aun así no me lo advertiste! –

Por primera vez Erica no le respondió con una burla o con un sarcasmo, sino que lo miró un poco apenada, como si quisiera disculparse por su travesura; pero también con algo de premura: “Si, si, está bien, ya sé que es mi culpa…

Eso es lo que decía su expresión, aunque su congoja duró muy poco, porque inmediatamente adoptó su expresión seria y comenzó dar instrucciones.

- Lo más importante determinar la identidad de esa deidad rebelde para hacernos una idea de cuáles son sus poderes. Luego tenemos que averiguar dónde se encuentra exactamente. – Dijo Erica y se volvió hacia Yuri: - Por lo que alcancé a escuchar, parece que tienes una percepción espiritual muy desarrollada que es perfecta para resolver todos nuestros problemas. Por favor, haz un auspicio para averiguar el nombre que necesitamos. –

- ¿Un auspicio? ¿Te refieres a un oráculo? ¿Es posible hacer algo así? – Exclamó Godou sorprendido.

- Creo que tenemos buenas posibilidades. Actualmente tenemos aquí al Gorgoneion, que encierra gran parte de los poderes de la deidad. También tenemos a una persona que conoció personalmente a la diosa, Godou.

Si quien realiza el auspicio es una Sibila[1] adecuada, debería funcionar. -

Saber el nombre y los poderes de un dios al que estaba por enfrentar podía representar toda la diferencia entre la vida y la muerte. Aunque Godou tenía una experiencia limitada en asuntos arcanos, había aprendido cuán importante podía ser tener esa información antes de iniciar una pelea con una deidad.

De modo que Godou se volvió hacia la Hime Miko y realizó una profunda reverencia, mientras le pedía usando las palabras más sinceras posibles:

- …. Lo siento, Mariya-san, pero Erica tiene razón. Sé muy bien que este desastre es culpa nuestra. También entiendo que es increíblemente descarado por nuestra parte solicitar tu ayuda. Pero aun así debo pedírtelo. Por favor ¿podrías intentarlo? –

Yuri estaba tan sorprendida que abrió la boca para soltar una fuerte réplica. Pero al final no dijo lo que pensaba y en su lugar se limitó a suspirar profundamente.

- No es que tenga otra opción, ¿verdad. Entonces tendré que intentarlo. Por favor, entrégueme ese disco de piedra. Y, Godou-san, le pediré quer extienda su mano. Ahora quiero que recuerdes el momento en que conociste a esa diosa rebelde y me digas tu primera impresión acerca de ella. ¿Qué fue lo primero que pensaste al verla? –

Yuri sostuvo al Gorgoneion en su mano izquierda, mientras sujetaba la mano de Godou con la derecha. Entonces cerró los ojos, adoptó una actitud solemne y comenzó a recitar un antiguo cántico mágico.

La situación se había vuelto extremadamente grave y Godou estaba tan nervioso que tenía dificultades para recordar, pero también cerró los ojos mientras empleaba toda su concentración.

- Creo que es… la noche. Si, la oscuridad de la noche. No un negro absoluto, sino uno lleno de matices, como el cielo nocturno. No tengo idea de qué diosa es, pero creo que es una deidad de la noche. –

La madre tierra, una serpiente, las gorgonas, medusa. Esas eran las palabras clave que estaban relacionadas con la identidad de la deidad y que Godou conocía, pero ninguna de ellas llamó su atención o despertó sus instintos. Pero cuando recordó la mirada de esa pequeña niña, la palabra “noche” llegó a su mente con una asombrosa claridad.

- La noche eterna… ojos como la obsidiana que pertenecen a una joven diosa de cabellos plateados… no, en realidad no es joven ni pretende serlo. Ella ha sido despojada de su edad. Fue destronada de su posición divina… Ella está atrapada en ese cuerpo joven, por siempre y para siempre. Nunca podrá volver a reinar… Por eso se volvió “Rebelde”.

De la nada, la Hime Miko comenzó a murmurar detalles sobre la deidad que nadie había mencionado. Tal era el poder de su percepción espiritual y Godou se quedó profundamente impresionado por este poder que superaba claramente lo que era “cognoscible”.

- Ella es la diosa madre con tres rostros. La cruel tirana del inframundo. La más celosa e iracunda. La hermosa fabricante de arañas y serpientes. La diosa que siembra ideas en las profundidades más secretas de la mente humana… Y otorga victoria en las batallas para aquellos que son tramposos, ladrones o astutos. Entonces el nombre de la diosa rebelde es… ¿Eh? – De repente Yuri interrumpió sus susurros y soltó una exclamación involuntaria.

Al oírla, Godou y Erica se miraron entre sí, reprimiendo un escalofrío. Porque ¿qué tipo de deidad tan espantosa podría haber sorprendido a esta sacerdotisa?

- ¡¿Qué has visto?! ¡¿Quién es?! ¡¿Acaso has escuchado su nombre?! –

- S, sí… claro que he escuchado de ella. Pero debe haber un error. Porque, bueno… ¡Todo el mundo la conoce! Es la señora de la Guerra de Grecia. Además, es famosa por ser enemiga de las gorgonas y de todo tipo de serpientes. ¡Su nombre no parece corresponder con su descripción! –

- Así que es una divinidad famosa, tanto que incluso una miko japonesa la conoce… bueno, ¡dinos el nombre! –

Erica la interrogó sin ningún miramiento.

Su penetrante mirada no contenía el menor rastro de su habitual alegría.

- Ella es Atenea. La diosa con quien Kusanagi-san se reunió, la diosa que ha llegado a Japón. ¡Su nombre es Atenea! Pero, digo, eso tendría que ser imposible… ¿verdad? –

Palas Atenea, la de los ojos grises.

La portadora de la égida dorada.

La diosa de la sabiduría y la estrategia militar.

Pero a pesar de ser reconocida por su intelecto, poseía una fuerza que era capaz de superar en ocasiones a su hermano Ares, el Dios de la Guerra de Grecia, y herirlo con su lanza invencible.

Además, todos sabían que, cuando el semidiós Perseo se enfrentó a la gorgona Medusa, que podía convertir a todos sus enemigos en piedra con su sola mirada; tuvo éxito únicamente porque tenía la protección de Atenea. Por eso el héroe le entrego luego la cabeza de Medusa como ofrenda y la consagró a ella.

En verdad no parecía que esta diosa tuviese una profunda relación de semejanza con las serpientes y gorgonas, sino todo lo contrario.

Pero a Kusanagi Godou esta interrogante no le preocupaba. Lo único que hacía en ese momento era maldecir a su mala suerte por tener que enfrentarse a una deidad tan terriblemente peligrosa.

Pudo ser una sirena, una ninfa o un fauno… ¡Pero no! ¡Tenía que ser la diosa de guerra!

[1] Nombre que le daban los romanos a las mujeres que hacían de Oráculos.

TERCERA PARTE

La brillante hija de Zeus y Metis. Quién nació de la cabeza de Zeus, porque su padre, temiendo que su madre diese a luz un hijo varón que lo superase en poder, devoró a su madre cuando el bebé todavía estaba en su vientre. Pero Palas Atenea consiguió nacer de un dolor de cabeza del rey de los dioses.

Como únicamente conoció el amor de su padre, Atenea despreciaba naturalmente a todas las mujeres, salvo a aquellas como Electra, que buscaba vengarse por el asesinato de su progenitor.

En cierta ocasión la tejedora Aracne, engreída por su habilidad se jactó de ser mejor tejiendo que Atenea, quien había inventado el arte del hilado. Así que la diosa la retó a un concurso, pero no pudo ganarle. Además, la tejedora se llevó la victoria con un telar en el que se burlaba de los amores de los dioses. Dolida y amargada, la diosa trasformó a Aracne en un araña gigantesca y horrible, para que tejiese por toda la eternidad.

Muchas veces fue adversaria del hermano mayor de su padre, el dios Poseidón, señor de océanos y terremotos. La diosa logró arrebatarle el derecho de poner nombre a la ciudad de Atenas e intercedió en múltiples ocasiones en favor el héroe Odiseo, que se había ganado la enemistad del dios del mar.

También conspiró junto con Hera para destruir la ciudad de Troya, solo para vengarse del príncipe Paris, por haber escogido a Afrodita por encima de ella, cuando competían por el título de la “más hermosa”.

Fue ella quien sembró la idea del Caballo de Troya en la mente del astuto Odiseo.

Todos los mitos griegos encerraban parte de la verdad, pero también servían para ocultar otras. Para mantener atrapada su verdadera identidad.

Lo que verdaderamente odiaba era el Sol.

Esos brillantes rayos, su brillo deslumbrante que proclamaba su supremacía desde las alturas… Eso era lo que más irritaba a la Reina de la Noche.

Sin embargo, era sólo irritante. No eran una verdadera amenaza mientras no fuesen esgrimidos por el poder de un inmortal.

Además, incluso el poder destructivo de los rayos solares encierra en su interior el poder de la vida, lo cual era esencial en el ciclo que culminará con la muerte. Así que soportar gentilmente este brillo, también podría ser apropiado para una reina.

- No. – Exclamó la niña, negando su razonamiento anterior: - Esa forma de pensar es completamente errada. Esta reina sólo está obligada a soportar la luz porque todavía no he recuperado mis poderes, porque todavía soy la “Rebelde Atenea”.

Pero cuando tenga el Gorgoneion, recuperaré lo que me fue quitado. Las memorias de la madre tierra, la autoridad de la reina del inframundo y la sabiduría de la más antigua anciana.

Entonces restauraré este cuerpo destrozado a su verdadera y gloriosa forma. Nuevamente desafiaré el poder de mi Padre, Zeus el tonante, el señor de los cielos, el que se atrevió a poner orden en el caos de la oscuridad y que ahora controla el sol a placer por encima del mundo que antes me pertenecía.

La batalla será terrible, pero mientras recupere mi trono… ¡Que importa si el mundo entero es destruido! ¡La oscuridad volverá a imperar! ¡Tendré de nuevo lo que era mío!

Solo un poco más… -

Si, todo lo que la niña necesitaba era recuperar a la Antigua Serpiente, el Gorgoneion, para recuperar su verdadera identidad, para volver a ser la auténtica “Atenea”.

Entonces podría cubrir al mundo entero con una segunda Gran Oscuridad y dominaría toda forma de vida, mortal o inmortal.

¿Dónde está? ¿Dónde está? Caminé sobre las olas y atravesé los vientos, siguiendo el rastro de la antigua serpiente. ¿Dónde te han escondido mis enemigos? ¿Dónde me espera aquello que siempre fue mío? ¿En el Este? ¿Fue ese joven quién se lo llevó consigo a su hogar? ¿Quizá creyó que el tiempo o la distancia podrían detenerme?

Ella sonrió superficialmente, pues acababa de confirmar la ubicación de su presa.

El Gorgoneion está muy cerca de uno de “ellos”. Nuestros ancestrales enemigos. ¡El eterno adversario! Al final tenía razón y fue él quien se robó a la Serpiente.

La última vez que se enfrentó con un Campione, sucedió hacía mucho tiempo. Tanto que ni siquiera recordaba su rostro. Tal vez fue hace siglos, no, más bien miles de años.

Pero a pesar de ello, cuando supo que se encontraría con su enemigo mortal, un brillo asesino despertó en la mirada de la niña, revelando su identidad como diosa de la guerra. Y finalmente este brillo se trasformó en un estallido de auténtico poder divino que se desató como un torbellino alrededor de su cuerpo.

Era casi tan grande, como su sed de sangre.

*****

- Gracias por traernos, Anna-san. – Dijo Godou con una sonrisa amable que le costó casi toda su fuerza mental. Acababa de salir del asiento trasero del coche de la muerte, sus rodillas temblaban por los nervios y el aire fresco del exterior llenó su atribulado corazón de tal alegría, que necesitó hacer grandes esfuerzos para no ponerse a saltar ahí mismo y celebrar estar vivo a pesar del riesgo de tropezar o caerse al suelo.

“Creía que nunca más tendría que subirme a este demencial automóvil suicida.” Pensó Godou resignándose a su funesto destino, pues nunca esperó tener que volver a encontrarse con “EL HORROR” tan pronto.

La expresión de su rostro tenía que ser terrible.

Incluso Erica, que acababa de salir detrás suyo, también se veía bastante pálida y lucía una mirada incómoda en su rostro, lo cual era un espectáculo muy poco común en una persona tan segura de sí misma como era ella.

- Las gracias no se merecen. Para mí es un placer poder estar al servicio de Godou-san y la Señorita Érica. – Respondió Arianna desde el asiento del conductor con una floreciente sonrisa. Era realmente increíble que fuese capaz de mostrar una expresión tan dulce y tranquila, apenas unos segundos después de haber conducido como una maníaca.

Definitivamente ella era alguien anormal.

*****

Después de descubrir que Atenea era la diosa rebelde, Godou literalmente salió corriendo del Santuario Nanao. Su objetivo era interceptar a la deidad en el menor tiempo posible o podrían producirse eventos catastróficos. No estaba preocupado por la dirección, pues sabía que Erica rápidamente lo alcanzaría y lo más seguro era que ella ya supiese la ubicación de Atenea.

Aunque antes de salir, tuvo que detenerse un segundo porque Yuri le gritó una advertencia.

- ¡¿Cómo se le ocurre llevar la única cosa que Atenea realmente está buscando?! ¡¿Qué tienes en la cabeza?! Por todos los dioses, por lo menos deja esa piedra aquí conmigo, aunque sea de momento. Aaaah… ¡Ya no sé qué hacer con usted!

Solo entonces Godou se dio cuenta de estaba aferrando el Gorgoneion en su mano sin querer. Y es que recién tomaba conciencia de hasta qué punto había sido ingenuo al traerse esta reliquia consigo. Tampoco podía dejar de sentirse muy mal por Yuri, que ahora estaba tratando de ayudarlo.

La Hime Miko le arrancó el Gorgoneion de la mano con un gesto exasperado, pero Godou sabía que tenía razón, así que no protestó y volvió a correr.

Al llegar a la carretera, Erica sacó su teléfono celular y llamó a Arianna para que los recogiese.

Supongo que debí esperar eso.” Pensó Godou reprimiendo el sentimiento de angustia. “Por supuesto que traería a alguien que ya supiese hablar japonés como acompañante.

Su espíritu sufrió un grave revés cuando vio llegar a la sirvienta conduciendo una camioneta 4x4 y sin ningún tipo de respeto por el tránsito. Era un milagro que no hubiese ningún muerto o que no tuviese a todo un escuadrón de la policía de tránsito detrás suyo.

-… No tenemos tiempo. Si dependiese de mí, tampoco me metería en esta máquina mortal, pero es la forma más rápida de llegar hasta donde está Atenea. –

- Supongo, siempre y cuando lleguemos vivos. ¿Pero cómo es posible que Anna-san tenga una Licencia Internacional? O cualquier otra forma de licencia. ¡Tiene que haber algo muy mal con los italianos para que la hayan dejado subirse legalmente a un vehículo motorizado! –

- Pues lamento decirte que aparentemente Arianna obtuvo su licencia en Japón. –

- ¡…! –

Lo cierto es que ambos tenían muchas ganas de asignar las culpas respectivas a sus naciones, pero lamentablemente no tenían tiempo y tampoco valía la pena llorar sobre la leche derramada.

Así, mientras Godou y Erica se consolaban con ese viejo aforismo, consiguieron armarse de valor para entrar al asiento trasero, dónde se colocaron el cinturón de seguridad sabiendo que su vida dependía de ello. Instantes después, el vehículo se precipitó hacia las calles como un relámpago que cae del cielo.

El viaje infernal duró alrededor de una hora, tal vez incluso menos, pero sus cuerpos fueron sometidos a una terrible tensión que les hizo perder la noción del tiempo.

Lo más increíble de todo era que el vehículo de Arianna era un modelo automático, el cual debería graduar la velocidad, pero de algún modo inexplicable viajar en esta camioneta se sintió igual que cuando condujo el modelo mecánico.

Finalmente entraron en un óvalo, a más de 120 kilómetros por hora, pero consiguieron salir de ahí con sus vidas, aunque tal vez le provocasen un infarto terminal a más de un peatón. Fue entonces que el vehículo se detuvo y Godou soltó una lágrima de alegría.

- Ah, que deliciosa brisa. Ha pasado mucho tiempo desde que estoy frente al mar. - Dijo Godou con la mirada perdida y contemplando una playa que no conocía, mientras su cerebro intentaba olvidar los pormenores del trayecto, cual si fuese víctima de un trauma de guerra. Quizá habían salido de los límites de la ciudad de Narashino o de la prefectura. ¡¿Qué importancia tenía?!

- Godou, vuelve a la realidad. Atenea se encuentra cerca. Arianna, espéranos aquí y recuerda retirarte a la menor señal de peligro. – Dijo Erica mientras examinaba un artefacto muy similar a un reloj de bolsillo antiguo hecho de oro, pero que tenía extraños símbolos en lugar de números. Erica enrolló la cadena en uno de sus dedos y extendió la palma, de modo que el artefacto quedó colgando como un péndulo.

Parecía ser un artefacto mágico para investigar. Godou recordaba haberla visto usándolo anteriormente y quizá así fue como la maga terminó encontrándolo tan fácilmente a pesar de encontrarse en el Santuario Nanao.

- Como ordene, señorita Erica. ¡Por favor tenga cuidado! - Dijo Anna y se inclinó profundamente en su dirección.

Erica comenzó a correr hacia la costa mientras que Godou se mantenía detrás suyo. La hermosa hechicera debía haber encontrado a Atenea, porque en ningún momento mostró un atisbo de duda con respecto a la dirección.

Para entonces eran más de las 5 de la tarde. Godou y Erica continuaron corriendo hasta que tuvieron que detenerse debido a unos matorrales decorativos. Un poco más allá se encontraba el muro de contención que prevenía que las personas se metiesen en la playa sin pasar por algún control, aunque aun así no bloqueaba la asombrosa vista de los rompeolas que tronaban ante el ataque inclemente del mar.

- ¿Tu sirvienta siempre conduce de ese modo? – Preguntó Godou mientras buscaba como abrirse paso entre las plantas.

- ¡Por supuesto! Aunque lo verdaderamente asombroso es que hasta el día de hoy jamás ha tenido un auténtico accidente de tráfico o herido a algún transeúnte. Por eso no estoy muy segura si calificarla como una terrible conductora o un auténtico genio al volante. -

- … Supongo que tienes razón. ¡Me faltan palabras para definirla! Sin embargo, no me negarás que es una cabeza hueca. Cuesta creer que alguien pueda ser tan “singular” y sin embargo no tener idea de ello. -

- Bueno, no es que sea tan mala. De hecho, Arianna es bastante inteligente, dedicada, trabajadora e incluso tiene un gran sentido del humor. Muchos dirían que es una mujer perfecta. Solamente tiene cuatro pequeños defectos sin importancia. –

- … ¿Inteligente? ¿Ella? – Preguntó Godou con total honestidad, porque sabía que la persona en cuestión no podía oírlo: - ¿Y a qué te refieres con “un gran sentido del humor”? -

Y es que cada vez que alguna variante de la palabra “diversión” salía de la boca de Erica, casi siempre implicaba que alguien más sufría dolorosamente.

- Solo por curiosidad. ¿Puedes decirme cuáles son esos cuatro “defectos sin importancia de los que hablas”? – Preguntó Godou levantando una ceja.

- Bueno, primero están sus habilidades únicas de conducción. Pero claro, esas ya las conoces. –

- Por supuesto. –

- En segundo lugar, por algún motivo que nadie entiende, parece que Arianna no puede dominar ningún tipo de artes mágicas o de combate. ¿Puedes creerlo? –

- Y aun así eligió vivir como una hechicera. Eso no le suma puntos a esa supuesta inteligencia que dices que posee. -

- En tercer lugar, está la curiosidad de que, si bien todas sus otras comidas están preparadas exquisitamente, por algún motivo sus sopas y guisos son increíblemente malos, hasta el punto en que sólo el olor es suficiente para hacer llorar al niño más obediente. –

- … -

- En cuarto y último lugar… ¿Cómo debería decirlo? Bueno, de alguna manera parece que cada tres días ocurre un gran accidente a su alrededor. Si, eso sería todo. –

¡No importa como lo digas, esos no son defectos que una doncella debería tener! ¡Menos aún alguien se supone está entrenando para ser un caballero mago!” Se dijo Godou reprimiendo un grito de exasperación: “No hay un motivo lógico para que Érica la mantenga a su lado… Seguramente lo hace porque la considera divertida o interesante. ¡Esta chica siempre prefiere dar rienda suelta a sus caprichos que hacer lo que es práctico!

Ambos continuaron conversando sobre temas triviales mientras buscaban un modo de abrirse paso. Finalmente, después de diez minutos, se encontraron con la niña de pelo plateado.

Ninguno tenía idea de cómo se las había arreglado para llegar hasta Japón con tanta facilidad. Pero ahí estaba ella, vistiendo una chaqueta de lana fina, una minifalda con calcetines hasta la rodilla y por encima de sus cabellos brillantes como la plata llevaba un gorro de lana tejida a mano.

Si, esta pequeña diosa se ve tan resplandeciente. Pero de algún modo la única palabra que viene mi mente cuando la contemplo es <<oscuridad>>.

- Finalmente nos encontramos de nuevo, Campione. Me alegra que nuestra reunión se produzca sin demora o adversidad. – Dijo la niña con un tono de voz dulce y tierno, aunque el contenido de su saludo parecía atemporal.

Godou respondió con un tono cargado de tristeza y una pisca de frialdad: - Me gustaría darte la bienvenida, pero realmente estoy cansado de todos ustedes llegando de la nada y perturbando la tranquilidad de mi vida diaria sin causa ni motivo. ¿Acaso no tienen nada mejor que hacer que ser la piedra en el zapato de los mortales? –

- Durante mi existencia divina esta ha visto todo tipo de prodigios singulares, pero creo que es la primera vez que me encuentro con un hijo de Epimeteo, el llamado Rey Demonio universalmente, que pretende ilustrarme sobre la moral. Realmente eres un Campione bastante único. – Respondió la niña entrecerrando los ojos.

Aunque no demostraba ninguna forma de agresividad, había algo en ella que trasmitía una intensa sensación de peligro. Godou lo sabía demasiado bien, pues había comprobado muchas veces cuán impredecibles y rápidas para la ira podían ser las deidades.

- Cumplamos pues con las formalidades antes del combate. Ante tus ojos se encuentra Atenea la de los ojos grises, señora de la sabiduría y la guerra. –

Al final ella misma les dijo su nombre y lo hizo con la misma dignidad que una Emperatriz. Su fama excedía por mucho a la Grecia Clásica, pues no había diosa más importante en todo el Mediterráneo Occidental y quizá incluso en el mundo entero.

Si tan sólo hubiera pronunciado otro nombre…” Pensó Godou irónicamente imaginando una realidad que pudo haber sido, pero no fue.

- Ahora pronuncia tu nombre, Campione del Oriente. Esta quiere saber quién es su oponente antes de que nos enfrentemos en glorioso combate por la reliquia de la Antigua Serpiente. ¡Dime tu nombre para poder pronunciarlo en el crisol de este enfrentamiento cuando te quite la vida o pierda la mía! –

Las palabras de Atenea eran portentosas, pero su expresión estaba desprovista de cualquier sentimiento y su voz no transmitía emoción.

- ¿De verdad tenemos que ser enemigos? – Preguntó Godou apesadumbrado porque imaginaba cuál sería la respuesta, aunque de todos modos quería intentar encontrar otra solución.

- Has tomado el Gorgoneion con la intensión de ocultarlo. Estos… conjuradores te forzaron a hacerlo ¿verdad? Pues quien tome a la Antigua Serpiente y pretenda conservarla es y siempre será el enemigo de esta. Nuestra lucha es inevitable. – Respondió Atenea con tono resuelto. Pero, aunque claramente estaba refiriéndose a los magos, en ningún momento le dirigió ni siquiera una mirada a Erica Blandelli.

La diosa de la guerra tenía a su disposición millones de años de conocimientos y lo que no sabía podía aprenderlo por medios desconocidos para los humanos. Pero, aunque tenía alguna idea sobre la existencia de organizaciones mágicas, nunca se había propuesto a aprender acerca de ellas y tampoco le importaba conocerlas.

Para Atenea, los simples mortales eran tan comunes como las piedras en el suelo y muy rara vez eran dignos de su atención. Sólo Godou tenía importancia ante sus ojos. Sólo un Campione, el matador de dioses.

- Esta espera que pronuncies tu nombre. –

- Mi nombre es Kusanagi Godou y a mi lado se encuentra Érica Blandelli. Aunque seas una diosa, sigue siendo grosero que ignores a los demás por completo. – Dijo finalmente Godou.

- Kusanagi Godou, que nombre tan singular. Un apelativo masculino de esta tierra desconocida ¿verdad? Esta no lo olvidará. – Respondió Atenea haciendo caso omiso de cualquier mención hacia Érica.

La hermosa hechicera no se inmutó en lo más mínimo y más bien se hizo a un lado, como queriendo dar a entender que no tenía intención de interponerse entre Godou y la diosa. Aunque sus oídos pudieron percibir que estaba susurrando encantamientos y, conociéndola como la conocía, Godou estaba seguro de que Erica no se llevarían bien con esta diosa.

De hecho, había un brillo en su mirada que parecía estar diciéndole: “¡Dejen la conversación y comiencen a luchar ya!”

Por supuesto que Godou ignoró completamente su mirada y en lugar de eso observó los alrededores para confirmar que no hubiese personas cerca. Por fortuna no vio a nadie, ni siquiera podía escuchar a alguien conversando, riendo o caminando. Y eso a pesar de que estaban en una playa pública a la que cualquiera tenía acceso.

Solo ellos tres estaban aquí. ¿Tendría algo que ver con Atenea? Quizá ella no quería atención innecesaria. Lo cierto es que el simple pensamiento de un dios era suficiente para afectar el comportamiento de todos los humanos.

Era seguro decir que, mientras Atenea estuviese aquí, la gente no vendría. Pero si la diosa tuviese el capricho, bien podría pensar en el suicidio de los mortales y entonces una gran cantidad de ciudadanos se mataría sin motivo alguno. Tal era la influencia que tenían los dioses sobre este mundo… ¡Y ni siquiera habría usado su autoridad divina!

Por ese motivo las potencias originales que tuvieron algún papel en la creación habían llegado a un acuerdo mutuo y absoluto: Los dioses no descenderían del plano divino, salvo circunstancias muy concretas, para no perturbar la libre existencia de los seres mortales cuyo destino dependía de sus elecciones. Sólo si los mortales los buscaban, entonces ellos podrían otorgarles su favor o negárselos.

Sin embargo, había algunos dioses que desafiaban esta prohibición y actuaban en contra de los deseos de sus propios pares. Por este motivo se les llamaba “Deidades Rebeldes”.

- Kusanagi Godou, esta quiere preguntarte. ¿En dónde se encuentra el Gorgoneion? –

- Por favor ¿De verdad crees que te lo voy a decir? –

- No, pero quería confirmar que no llevabas contigo. Una parte de esta quiere chocar armas contigo y así saciar el hambre de gloria que desde hace mucho esta no disfruta. Pero la otra parte, que es diosa de la sabiduría, te hará una advertencia. –

Los oscuros y abismales ojos de la diosa Atenea mostraron un destello de diversión. En ese momento Godou sintió que le recordaban a algo que ya había visto en algún lugar, pero no podía recordarlo con exactitud.

- Tu realmente eres un Campione diferente de los otros. Puedo sentir que el poder divino que obtuviste al usurparlo de uno de mis pares es insignificante comparado con el mío. Pero el don de la sabiduría me dice que de algún modo eres un enemigo muy peligroso y esta pude sufrir heridas sorprendentemente serias al enfrentarte… Eres como una trampa en el camino que hace que esta se sienta amenazada. –

Una lechuza.” Pensó Godou repentinamente: “Eso es lo que me recordaban sus ojos. Son similares a las de un ave nocturna. Sin embargo, su forma es humana. Pero, aun así, algo dentro de mí me dice que ambas, la lechuza y ella, son lo mismo.

- Esta te dará la oportunidad de vivir, Campione. ¿Qué destino elegirás, marcial o intelectual? Esta es Atenea, diosa de la Sabiduría y la Guerra. Todavía puedes rendirte y apartarte del camino. ¿Qué eliges? –

- Oh, si fuese posible me encantaría resolver esto pacíficamente… Pero tengo que negarme. - Respondió Godou tristemente: - Nunca quise que esa cosa llegara a mis manos, pero ahora no puedo entregarte el Gorgoneion ni dejar que lo consigas, porque las consecuencias de ello podrían ser espantosas para la humanidad. -

Uno no puede medir el poder de un dios.

De hecho, uno no puede describir el poder de un dios.

Incluso si ahora se veía como una pequeña niña, el poderío contenido dentro del cuerpo de Atenea era simplemente insondable. Tan solo hablar con ella o incluso darle un vistazo podría dejar terribles daños irreparables en la mente de una persona normal. ¡Y eso que la mayoría de sus poderes se encontraban sellados en ese momento! Godou no quería imaginar que sucedería si Atenea obtenía la reliquia.

- Hago una contrapropuesta: Solo olvídate del Gorgoneion y regresa por donde viniste. Es mejor que cualquier resultado que venga de un enfrentamiento entre nosotros. – Propuso Godou desesperadamente. Tal vez, frente a una diosa tan inteligente, pudieran encontrar un camino que no llevase al derramamiento de sangre.

Pero Atenea simplemente dio un paso en su dirección y entonces el instinto de Godou para sentir el peligro se disparó por los cielos.

- Dices bien. Las batallas entre dioses y Campioni[1] solo pueden traer una profunda pena para ambos bandos y el mejor resultado no pasará de ser una estéril victoria. Sin embargo, hay otra forma de resolver este asunto. –

Hasta ese momento Atenea había estado a una distancia de al menos 5 metros, pero de la nada apareció en frente de Godou como si siempre hubiese estado ahí. ¡Un desplazamiento instantáneo!

- Esta te pide disculpas ahora, Kusanagi Godou. En verdad eres un hombre increíblemente compasivo y bondadoso, para ser un Campione. Sin embargo, es innegable que eres un gran guerrero; y lo que es aún más triste, también eres un rey, los estudiantes del hijo astuto del titán Cronos. En tu defensa, esta dirá que algún día podrías haber surgido en este mundo como un gran héroe y conquistador. Pero lamentablemente, ese día jamás llegará… Esta lo siente por ti. –

Godou había sentido venir el ataque e inmediatamente golpeó el suelo con sus pies para impulsarse hacia atrás, mientras que todos sus sentidos se enfocaban en el combate. Pero aún más rápido que su pensamiento fue el actuar de Atenea, cuyos ojos repentinamente resplandecieron cuando se fijaron en los suyos.

Entonces un poder misterioso lo mantuvo en su lugar y le impidió moverse. Era como si su voluntad se hubiese desconectado por completo de su propio cuerpo. Godou ni siquiera tuvo tiempo de asimilar lo que le estaba sucediendo, cuando Atenea rodeó su cuello con sus brazos, se puso de puntas y, con sus labios de color rojo cereza, besó profundamente sus labios.

- ¡¿….?! – Godou estaba demasiado sorprendido como para responder y aunque no lo hubiese estado, seguía paralizado por el poder la mirada de la diosa.

- Lo que busco es el Gorgoneion. Descansa ahora, Kusanagi Godou. Tu aliento, tu vida y tu propio destino han sido capturados por la diosa Atenea. Ahora desciende a través de las oscuras hendiduras de la tierra, hacia los fríos y vacíos corredores de la muerte. -

Esas palabras resonaron en la mente de Godou en el momento en que Atenea le dio el beso. Se trataba de un encantamiento, frío y mortal, que comenzaba a filtrarse dentro del cuerpo de Godou.

Mierda… es una maldición mortal.” Se dio cuenta Godou al sentir cómo sus extremidades se enfriaban y la llama de su vida comenzaba a desaparecer. “¡¿Por qué?! ¿Cómo es posible que la diosa de la guerra también pueda usar maldiciones?

Ya sea que estuviesen en su mejor momento o en situaciones desventajosas, todos los dioses que había conocido eran muy escrupulosos manteniendo sus características. Por ejemplo, los dioses del fuego o las montañas podían hacer estallar volcanes, pero no provocaban maremotos, inundaciones o huracanes.

¿Acaso Atenea es algún tipo de diosa de ultratumba?

- Como ocurrió con el Caballo de Troya, todas tus defensas resultaron inútiles en un momento de descuido… ¿Eh? A pesar de que esta te ha dado el regalo del Sueño Eterno tu mirada sigue siendo desafiante. –

En ese momento Godou estaba luchando por mantenerse de pie, pero sus ojos seguían capturados por la mirada de la diosa.

Atenea, diosa de la sabiduría y la guerra, estrechamente vinculada con la serpiente, quien a su vez es la moradora de las tinieblas.” Se obligaba a pensar Godou, buscando una manera de escapar de su predicamento: “Ahora recuerdo que una vez leí algo al respecto, cuando estaba aburrido. En el occidente, la lechuza es el símbolo de la sabiduría. El ave mensajera y símbolo por excelencia de la diosa Minerva, que es la forma latina de la deidad griega Atenea, la portadora de la égida. Entonces está relacionada con serpientes y con aves nocturnas… Pero ¿quién es en realidad?

- Si, aún hay desafío en tu mirada. ¡Que persistente! ¿O acaso se trata de tu voluntad de vivir? Pero es una lástima. Da igual cuánta determinación tengas, si no tienes la voluntad de luchar todo carece de sentido. De nada sirve tener determinación en el campo de batalla si uno no está dispuesto a utilizar la fuerza para respaldarla. – Dijo la voz de Atenea en su mente, como si encontrase divertida la resistencia inútil de Godou.

… Y lo cierto era que su visión se estaba haciendo cada vez más borrosa.

Pero cuando la muerte estaba a punto de recibirlo con las fauces abiertas, escuchó la voz de la hermosa hechicera, que sonaba como si viniese desde un lugar muy lejano.

- ¡Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes! - Gritó Erica Blandelli invocando el poder el conjuro más grande en todo su repertorio: - ¡Difícil es que yo sola, aunque sea valiente, persiga a tantos guerreros y contra todos yo luche! ¡En lo que puedo hacer con mis manos, mis pies o mi fuerza, no me muestro remisa! ¡Entraré por todos lados en las hileras de las falanges enemigas, y me figuro que no se alegrarán mis adversarios que a mi lanza se acerquen! –

¡Que magnifica mujer!” Pensó Godou sonriendo a pesar suyo.

Erica era poderosa y estaba por encima de muchos. Pero al final no era más que una simple mortal, sin defensa alguna contra la terrible presencia de una divinidad. La presión a la que su corazón y mente se veían sometidas únicamente por mirar directamente a un dios era tan fuerte, que la mayoría enloquecería de miedo. Pero Erica estaba enfrentándose con una. ¡Nada menos que con una diosa de la guerra!

- ¡Como no es posible que haya fieles alianzas entre los leones y los hombres, ni que estén de acuerdo los lobos y los corderos, tampoco puede haber entre nosotros ni amistad ni pactos, hasta que caiga uno de los dos y sacie de sangre a Ares, infatigable combatiente! -

Érica Blandelli era intrépida, pero también muy inteligente. Tenía que tener claro que jamás podría tener esperanza de vencer a un dios. Y sin embargo había aceptado sin dudar enfrentarse al más terrible de los destinos, únicamente para salvarle la vida.

Pues entonces no puedo morir aquí. ¡nunca permitiré que ella arriesgue su vida por nada!

“¡Yo soy el más fuerte entre los fuertes! ¡Poderoso sobre los poderosos! ¡En verdad soy aquel que ostenta todas y cada una de las victorias!”

“¡En las cuatro partes del mundo, solo yo soy incomparable! ¡El cielo y la tierra duran por siempre, pero sólo mi voluntad es invencible! ¡¿Qué son los grandes guerreros comparados conmigo excepto escalones de cadáveres en el camino de mi supremacía!”

“¡Todos mis adversarios tiemblan ante mí!¡Todos mis enemigos huyen a mi paso! No importa quién me desafíe, hombre bestia o demonio… ¡Los aniquilaré sin dudarlo!”

Erica dio un salto hacia adelante con la velocidad del viento, mientras su espada brillaba buscando el cuello de Atenea. La diosa dio un paso atrás para esquivar ágilmente. Y lo último que vio Godou fue el momento en que ambas mujeres estaban a punto de chocar.

Su visión se volvió oscura, pero Godou se obligó a recitar el himno victorioso del dios de la Guerra de Persia. Y en ese momento vio claramente dentro de su mente a la octava forma de Veretragna… El Carnero.

[1] Campione es el singular en italiano y Campioni es el plural.

El Carnero

NOTA DEL TRADUCTOR

Hola a todos, soy acabcor de Perú, hoy es 02 de febrero de 2022

Este capítulo tuvo la dificultad del lenguaje formal utilizado por Yuri. Lo bueno es que el japonés, a diferencia del chino, es un lenguaje más silábico en su pronunciación, así que muchas palabras son más compatibles con el castellano. Además, nuestro lenguaje es tan fabuloso, que tenemos muchas definiciones precisas y quizá solo el francés nos supere en cuanto a precisión.

En el original también sufren de cierta falta de conocimiento histórico, como fue el caso de Alejandro Magno o la ubicación del país de Libia mitológica.

Hay un momento en que quieren hacer referencia a un emperador cruel, pero parece que solamente conocen a Nerón, el cual estaba loco, pero su crueldad no era ni de lejos la más espantosa que hubo en Roma.

Luego hice algunas correcciones porque el autor confunde algunos términos que son propios del cristianismo con los mitológicos. También hice algunas precisiones, como mencionar la relación de Atenea con la lechuza y no del búho, como colocaba el original.

La escena en que Atenea besa al protagonista lo hace ver bastante tonto, por eso agregué el detalle de que la mirada paralizante no le deja moverse. Ya se estableció que Atenea tiene algún tipo de relación con Medusa.

Hay algunas referencias bastante obvias a la mitología que nos hacen deducir rápidamente la identidad de la diosa. Pero recuerden que esta obra es japonesa y la información que para nosotros los occidentales es “sentido común” pude no serlo para ellos.

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