02 ¡Duelo con la Diávolo Rosso!

PRIMERA PARTE

La noche fue haciéndose cada vez más oscura, permitiendo que el brillo de las estrellas triunfase sobre las nubes del cielo.

Arianna no los acompañaría esta vez, pues su señora insistió en que el encuentro podría ser demasiado peligroso para la joven “asistente”. De modo que Erica y Godou se dirigieron solos hacia una colina aislada, desde donde se podía ver la silueta del Legendario Anfiteatro Flavio, más conocido como el Coliseo Romano.

La Ciudad Eterna había sido fundada por los divinos gemelos Rómulo y Remo en el 753 a.C. según la tradición. Se encontraba cerca de un río lo bastante rico como para alimentar a una floreciente población, pero cuyas aguas se desbordaban cuando llovía, y en esos tiempos todavía no existían formas para controlar las inundaciones.

Por ese motivo la solución original fue construir todas las estructuras sobre 7 colinas en uno de los márgenes del río, las cuales estaban a salvo de la inundación anual.

Tiempo después, los romanos construyeron la Cloaca Máxima, una de los más impresionantes logros de la ingeniería mundial, para detener por completo las inundaciones, llevarse las aguas sucias y mantener limpia la ciudad. Esto hizo que Roma creciese a un ritmo sin precedentes, convirtiéndose en el símbolo por excelencia de lo que significa la palabra Civilización. Sin embargo, todavía el día hoy se le sigue llamando “La ciudad de las 7 colinas” y cada uno de estos montes posee su propia noble historia.

En ese momento Godou se encontraba pisando el Monte Palatino, donde Rómulo proclamó la fundación de la ciudad, donde las familias más poderosas e importantes de la Roma Republicana tuvieron sus residencias, donde el Primer Emperador estableció la cede de su gobierno absoluto, así como casi todos los emperadores subsecuentes. El Monte Palatino llegó a ser tan importante que la palabra Palacio viene en realidad de este famoso lugar… Pero hoy en día simplemente es conocido como “ese sitio lleno de ruinas que está cerca del Coliseo Romano” y permanecía en silencio e ignorado por todos aquellos que no fuesen asiduos conocedores de la tradición histórica.

- En realidad sigue siendo bastante hermoso si prestas atención, pero el Coliseo atrae casi todas las miradas, por eso aquí siempre habrá más tranquilidad en comparación a otros sitios de la Urbe. – Comentó Erica como si se diese cuenta de lo que Godou estaba pensando.

Tal vez fuese porque era medianoche, pero había algo místico en la atmósfera del Palatino. Si en ese momento apareciese el espíritu de un antiguo aristócrata romano, a Godou no le sorprendería demasiado.

- Tengo que admitir, que incluso en Japón es muy difícil encontrar un solo edificio que mantenga su forma original después de que han pasado más 1,500 años, a pesar de todos los saqueos, guerras y desastres naturales. ¡Y aquí hay tantos de ellos en un solo lugar! No puedo dejar de reconocer que los antiguos romanos eran constructores inigualables. -

Las calzadas y caminos estaban perfectamente intactas y casi todas eran funcionales.

Los drenajes que se llevaban el agua eran los originales y apenas necesitaban mantenimiento.

Muchas de las enormes columnas de mármol y granito se mantenían casi perfectamente erguidas, apenas horadadas por el viento o la lluvia.

Y en algunos lugares, las paredes de ladrillos eran tan soberbias y resistentes, que se entendía fácilmente el por qué casi todos atribuían la invención del concreto y el cemento a los antiguos romanos.

Mientras caminaban lentamente en medio de las ruinas, Godou admiraba el entorno suspirando con admiración. Si fuera posible, le hubiese gustado venir de día, pero este recorrido silencioso, tan similar a una “prueba de valor” también era bastante emocionante.

- ¿Quieres oír una canción de Roma? – Preguntó Erica de repente.

- ¿Actual? –

- No, una muy antigua. De la época imperial. – Aclaró Erica risueña: - Pero mi familia la recuerda. –

- ¡Si, por favor! –

Erica miró hacia el cielo por un momento, pero luego comenzó a cantar muy suavemente con una voz que no tenía nada que envidiar a la de una musa:

FIRME NUNC ME SPONDEO, FIDELIS TIBI MANEO, BELLA PRIORUM CARA PATRIA.

¡NUNC ET SEMPER FLORENS GLORIA!

¡PULCHRAS TERRAE PATRIAE! ¡FORTES TERRAE PRO HOMINES!

¡ROMAE NOSTER AETERNE!

VIS CAVIRE DOMUM NAVIUM

FRUSTA IPSA IMPETUR… ¡SUNT SINE SPE!

DOMUS DULCES PORTULA

¡FRAUDI OB SAT!

TUBAE MILITARIS VOX… ¡LEGIONES PROCAT MOX!

ET IN TOTA PATRIA

¡CANTUS VICTORIAE RESONAT

¡ET IN TOTA PATRIA, CANTUS NOSTRAE RESONAT!

TEMPUS EST IN GAUDIUM

¡SUPERBIAE ROMA AETERNA!

Godou escuchó fascinado como el sonido melodioso de Erica parecía difundirse a su alrededor y entre los monumentos circundantes, como si los estuviese dotando de vida o despertando sus espíritus ancestrales de un largo sueño.

Porque, aunque Erica Blandelli había recitado en latín antiguo, Kusanagi Godou no tuvo ningún problema para comprender la letra de la canción y lo había emocionado.

“FIRMEMENTE COMPROMETO, MI ABSOLUTA FIDELIDAD, A LA HERMOSA PATRIA DE MIS ANTEPASADOS. ¡QUE SIEMPRE FLORECERÁ CON GLORIA!

¡PORQUE ES LA TIERRA MÁS BELLA! ¡LA TIERRA DE LOS HOMBRES VALEROSOS!

¡ES NUESTRA ROMA ETERNA!

TODO EL PODER DE LAS ARMADAS ENEMIGAS… NOS AMENAZA EN VANO.

NO TIENEN ESPERANZA DE VENCERNOS.

¡NO TE DEJES ENGAÑAR!

MUY PRONTO LAS TROMPETAS DE GUERRA… ¡LLAMARÁN A NUESTRAS LEGIONES!

Y EN TODA NUESTRA PATRIA…

¡SE ESCUCHARÁ UN CANTICO DE VICTORIA!

¡EN TODA NUESTRA PATRIA, NUESTRA CANCIÓN RESONARÁ!

EL TIEMPO DE LA GLORIA Y LA ALEGRÍA HABRÁ LLEGADO…

¡A NUESTRA ROMA ETERNA!”

Por un momento Godou creyó ver como si detrás de Erica brillase el espejismo de un pueblo antiguo, orgulloso y luchador, que avanzaba bajo un amanecer veloz. Creyó ver muros defensivos en el fin de la tierra. Disciplinados ejércitos invencibles que enfrentaban a millones de enemigos bárbaros, sin miedo ni temor. Sintió como si estuviese ahí, frente a quienes convirtieron pantanos en ciudades, dominaron océanos, conquistaron islas y sometieron continentes. Vio lo bueno y también lo malo, el sufrimiento y la recompensa, la gloria del inicio y el esplendor del final.

Y le pareció hermoso.

Era un sueño tan magnífico y terrible… que incluso él se sintió conmovido, Godou casi deja que una lágrima cayera de uno de sus ojos. Intentó disimularlo, pero estaba seguro de que la inteligente Erica se había dado cuenta, así que la miró. Pero contrario a lo que esperaba, la hermosa joven simplemente lo miraba con una sonrisa amable y le preguntó: - ¿Te gustó la canción? -

- Fue magnífico, Erica. – Respondió Godou sinceramente: - Realmente te lo agradezco… Tienes una voz maravillosa. –

- Te hice venir hasta aquí, pero con todos los acontecimientos jamás pudiste disfrutar un poco de la ciudad de Roma. – Comentó Erica encogiéndose de hombros: - Espero que esto sirva como una pequeña compensación. –

- Aunque la mayor parte de esos “acontecimientos” fueron planeados deliberadamente por ti… Bueno, es cierto que con esto esa deuda se ha reducido considerablemente. – Dijo Godou sonriendo y suspirando.

Ambos continuaron caminando en esa hermosa noche, rodeados por el antiguo esplendor del imperio antiguo. No había ningún alumbrado público, antorchas o algún tipo de iluminación cerca de ellos, pero continuaron caminando con paso firme y natural, pues ambos poseían una visión nocturna sobrehumana, la cual no tenía nada que envidiar a la de un búho… Una habilidad que Godou realmente apreciaría más, si no fuese porque la adquirió a través de sufrir muchas circunstancias de vida o muerte, todas una detrás de otra, desde la primavera pasada.

- Me alegra que te guste. Pero lo cierto es que por toda Europa puedes encontrar miles de edificios hermosos de tiempos antiguos, como los castillos medievales, las iglesias y las grandes ciudades. Siempre pensé que Japón tendría un gran número de ellos. –

- Esos ejemplos son de otros tiempos y culturas… Pero también es cierto que mi país tiene el inconveniente de sufrir muchos temblores, terremotos y tormentas. – Explicó Godou suspirando: - Por ese motivo las construcciones más antiguas se diseñaron con materiales fáciles de reemplazar, pero no tan duraderos. Y tuvieron que ser reemplazados muchas veces. Sólo en tiempos modernos Japón se a convertido en un país verdaderamente pionero en el desarrollo de materiales constructivos, así que es muy difícil encontrar edificios ancestrales puros, que no hayan sido modificados muchas veces. ¡Y menos aún que estén abiertos el público general para recibir turistas! –

Las opiniones de Erica sobre la arqueología se parecían a las típicas que tendría una persona que, al tener todo en abundancia, no sabe lo que tienen que sufrir aquellos que simplemente no lo tienen. Europa prácticamente gritaba “culturalmente invaluable” en todas partes. Muchas de las calles que se usaban habitualmente eran las mismas que construyeron los antiguos romanos y lo mismo se aplicaba a los acueductos o las cloacas. Lo más impresionante es que estas construcciones eran tan buenas, que habían seguido funcionando perfectamente durante miles de años, sin apenas modificaciones.

Cuando Godou recordaba que cada cierto tiempo se tenían que hacer obras para parchar las carreteras de asfalto en su tierra natal y en el resto del mundo… No podía evitar sentir un poco de envidia por esta gente que caminaba tranquilamente todos los días, usando esos mismos caminos de piedra casi perfectos, que eran muy superiores en calidad a los de la mayoría del mundo. Muchos romanos actuales vivían completamente ajenos al concepto del tráfico infernal que se formaba una vez al año en Japón cuando una vía importante tenía que cerrarse por “Mantenimiento”.

- Godou, te acabo de cantar una hermosa canción a la luz de las estrellas y estamos pasando nuestro primer tiempo solos en meses. ¿Podrías dejar de hablar sobre tonterías turísticas y comenzar a decir cosas más románticas? – Dijo Erica de repente. Luego se movió tan rápido como un lince para aferrarse a su brazo, y acercó sus labios muy cerca del oído de Godou para susurrarle: - ¡Este es el momento en el que toda tu atención debería estar en profundizar nuestra relación!

Si, así era Erica. Tal vez fuese su sangre italiana o algo propio de su personalidad dominante; pero lo cierto era que, cuando se trataba de demostrar afecto, era extremadamente agresiva y apasionada, hasta el punto en que cualquier joven saludable de preparatoria sentiría que el corazón le daba un vuelco, se ruborizaría hasta las orejas o como mínimo se pondría extremadamente nervioso.

Y Kusanagi Godou, que era fiel al rasgo japones de ser bastante pudoroso, lo sentía todavía más.

- ¡Ya te lo dije muchas veces! ¡Deja de hacer bromas como esta! ¡Incluso si realmente quisiera que fuésemos novios, es necesario hacer las cosas de forma apropiada, socialmente aceptable y con tranquilidad! – Exclamó Godou intentando apartarla sin éxito.

- Pero yo no estoy bromeando. ¡Y no hay nada de malo en que dos amantes confirmen su mutuo amor después de pasar tanto tiempo distanciados! - Respondió Érica ignorando completamente la réplica de Godou y acercando su cuerpo todavía más, hasta que sus mejillas se tocaron, mientras que ella le susurraba palabras tan dulces como la miel.

Cualquier hombre se habría rendido de inmediato ante semejante belleza… Pero Kusanagi Godou sentía cosas de forma instintiva y de algún modo tenía el presentimiento de que, si se rendía al ritmo de esta mujer en esas condiciones, algo muy malo sucedería. De modo que, contra todo lo que naturalmente deseaba, trató desesperadamente de retroceder usando todas sus fuerzas.

- No… ¡Nosotros no somos amantes! ¡Ni siquiera he recibido el consentimiento de tu familia! ¡Eso sería una terrible falta de respeto! –

- ¡Eso no es problema! ¡Si quieres mañana mismo te llevaré para presentártelos a todos! ¡Entonces podremos formalizar el compromiso y casarnos pasado mañana! –

- ¡Un compromiso matrimonial no se forma tan rápidamente! ¡Eso sería terriblemente irresponsable! -

- Lo único que quiero es que aceptes rápidamente. ¿O acaso hay algo de mí que encuentres insatisfactorio? Objetivamente creo que mi apariencia, intelecto, carácter, edad y hasta los atributos de mi cuerpo son más que excelentes… O ¿acaso tienes algún fetiche en especial? Escuché rumores sobre jóvenes japoneses con “inclinaciones” muy extravagantes. –

- ¡No digas esas tonterías! Bueno, no niego que hay algunos depravados por ahí, sobre todo en la televisión… ¡Pero yo soy un joven perfectamente normal y correcto! ¡No tengo ningún fetiche raro! –

Continuaron su marcha mientras Erica no cesaba en sus intentos de aferrarse más a Godou, quien a su vez se resistía frenéticamente.

Lo cierto era que, una vez que uno se acostumbraba a su forma terca y obstinada de ser, Erica era no solamente hermosa sino también bastante adorable. Lo único que tendría que preocuparle a Godou era evitar ser manipulado constantemente por ella, pero jamás podría llegar a odiarla.

Sin embargo, todavía no se sentía capaz de aceptar el estilo agresivo de romance de esta hermosa belleza italiana.

- Godou, tu me gustas. Y sé perfectamente que sientes lo mismo hacia mí. ¿O acaso estoy equivocada? Creo que te deberías dejar de imaginar problemas donde no los hay. Somos perfectamente compatibles, tenemos objetivos similares y después del matrimonio nos llevaremos perfectamente. Incluso podríamos convertirnos en la pareja de esposos más famosa de todo el mundo. –

- ¡Y ese es precisamente el problema! Un matrimonio no es lo mismo que un noviazgo, donde los sentimientos son lo más importante. ¡El matrimonio es un contrato para formar una familia! ¡Implica muchas responsabilidades y deberes que están más allá del amor! ¡Quieres que construyamos una vida juntos, pero ni siquiera pides mi opinión! ¡Decides todo por tu cuenta y nunca has considerado si estamos listos para eso! –

O si, Godou podía imaginarlo perfectamente. El día en que finalmente dijera “Si, te amo Erica” sería inmediatamente secuestrado por algún medio misterioso, luego despertaría dentro de alguna iglesia desconocida, en plena ceremonia de bodas. Entonces su vida seguiría un rumbo sin ningún tipo de control, donde una Erica que todavía no sabía el significado de “moderación” tomaría todas las decisiones importantes por él y sólo le informaría cuanto todo estuviese en movimiento. Más o menos como había sucedido ese mismo día, teniendo que viajar intempestivamente hasta Italia.

No es que no le gustara Erica, tal vez incluso hubiese amor verdadero ahí, pero era cierto que, ni él ni ella, pese a todas sus habilidades sobrehumanas, eran personas lo bastante maduras como para intentar algo así.

Kusanagi Godou todavía era un adolescente. No había llegado ni siquiera a aprender cómo mantener a la familia que le había tocado por nacimiento, así que no se sentía listo para forjar una nueva.

Y había otro problema que le preocupaba… Aunque Erica constantemente proclamaba a los cuatro vientos que lo amaba y que quería ser la amante de Godou, no era imposible que detrás de ello existiese algún tipo de plan que él mismo todavía no conocía.

No podía negar esa posibilidad.

- … Ya déjalo, Erica. – Dijo de pronto Godou con sinceridad: - No necesitas aferrarte a mí para que escuche lo que dices. Yo te aprecio y también te debo mucho. Es cierto que me causas más de un dolor de cabeza, pero siempre te he considerado como una amiga invaluable. Te prometo que siempre te ayudaré si está en mi poder hacerlo, mientras me expliques lo que necesitas con un mínimo de claridad. Así que, por favor, no hagas cosas que realmente quieras hacer. –

No es que fuese motivo de orgullo, pero Kusanagi Godou siempre había asumido, y desde una temprana edad, que no era un hombre atractivo ni popular con las mujeres. Tampoco era feo, pero su personalidad no era divertida o interesante. También era muy malo leyendo las expresiones o interpretando las emociones de la gente de su edad.

Su hermana menor constantemente le decía que era una persona demasiado obtusa y también frases como: “¿Sabes Oni-Chan? ¡Si fueses más lento caminarías para atrás!”

Así que Godou estaba seguro de que, si una chica tan espectacular y fascinante como lo era Erica Blandelli, de repente proclamaba tener sentimientos intensos de amor por él… eso tenía que ser gato encerrado. Y es que, con su belleza, inteligencia, carisma e incluso su Alta Alcurnia; Erica podría tener a cualquier hombre que quisiera y en el momento que quisiera. Realmente solo había un motivo racional por el cual una mujer así querría estar con un hombre tan simplón, como Kusanagi Godou estaba seguro que era.

- Si el motivo por el cual estás tratando de seducirme… Se debe a algo que tu orden te ha pedido que hagas... No tienes que hacerlo.

Yo te aprecio mucho y definitivamente seré tu fuerza si lo necesitas. Pero no quiero que te obligues a hacer o decir cosas que no deseas. Porque incluso si alguien quiere forzarte… yo usaré todo lo que tengo para protegerte. Incluso si se trata de una deidad… ¡Oye, ¿me estás escuchando! –

Erica respondió suspirando, pero sin dejar de pegarse a Godou: - Si, claro que te estoy escuchando… Pero realmente eres increíblemente lento. Una hermosa flor aparece ante ti e incluso te pide que la recojas, pero tú te dedicas a elucubrar. No entiendo como funciona tu proceso de pensamiento. -

En ese momento Godou se dio cuenta de que la expresión risueña de Erica había desaparecido para ser reemplazada por una mirada bastante decidida. Era muy extraño que ella adoptase una actitud de seriedad y eso lo dejó sin palabras por un momento.

- Voy a aprovechar este momento para dejártelo claro. – Dijo Erica entonces y finalmente soltó el brazo de Godou, para luego pararse en frente suyo: - Ningún superior me ha pedido nada de esto. Pero incluso si toda la orden, los Grandes Maestres, los magos del mundo entero e incluso mi familia me quisiera obligar a tener un amante… ¡No hay forma, motivo, razón o circunstancia que me obligue a entregarle mi amor a un hombre que YO no ame! ¡Eso nunca sucederá! ¡Aunque me muera o cause la muerte de alguien más! ¡Y tampoco haría algo tan patético como mentir sobre mis sentimientos, como una de esas estúpidas mujeres fatales! ¡¿Quién crees que soy?! –

- ¡Erica, discúlpame! ¡No quise ofenderte! Yo solo... – Exclamó Godou asustado de que, en su intento por protegerla, la hubiese insultado sin querer.

Pero Erica sonrió y se inclinó rápidamente para besarlo.

No fue un beso en la mejilla, sino un suave encuentro de sus labios.

- Ese es tu castigo por haber sido tan frío conmigo. – Dijo Erica volviendo a sonreír alegremente: - Pero descuida, no me has ofendido. De hecho, creo que te subestimas demasiado. Tienes muchos puntos buenos Godou, y este es uno de ellos, aunque en esta ocasión ha jugado en tu contra. Me refiero al hecho de que, si bien puedes llegar a ser imprudente por los demás, jamás has sido un tonto… Olvídalo por ahora. Estoy dispuesta a ser paciente y avanzar lentamente hasta que finalmente entiendas cuánto te amo. ¡Y entonces más vale que te prepares para ese día! –

La sonrisa de Erica se llenó de verdadera alegría y era tan hermosa en ese momento que Godou quedó fascinado. Si el momento se hubiese prolongado, quizá su voluntad hubiese cedido finalmente, ahí mismo, pero el último resquicio de su razón le ayudó a cambiar de tema rápidamente.

- Por cierto, sobre Anna-san. –

- Si, Arianna es generosa y honesta. ¿No te pareció chica adorable? – Respondió Erica con un tono alegremente despreocupado, que provocó que Godou se estremeciese por un instante.

- Primero que nada, es inapropiado dirigirse a una persona mayor que tu “adorable”, al menos por respeto. Pero no te estoy hablando de su carácter. No hablemos de llevarme a mí… ¡¿Quién en su sano juicio dejaría que una persona como ella se acercase a cualquier vehículo motorizado?! –

- Ahora que lo dices, creo que te mereces una medalla por haber tenido el valor de viajar con ella. – Dijo Erica sonriendo de un modo frívolo: - Realmente eres un héroe entre todos los hombres. Un modelo de gallardía para todas las generaciones. –

Así que no piensas asumir ninguna responsabilidad, ¿eh?” Pensó Godou irritado e inmediatamente le espetó: - Si vas a escaparte con ese tipo de excusa, lo que al menos podrías hacer es mirarme a los ojos. Cualquiera se daría cuenta de que lo planeaste a propósito y que sólo querías divertirte a mi costa. ¡¿Pero que hubiera pasado si realmente me hubiese muerto?! –

- Decir que lo hice “a propósito” sería pasarse un poco. Yo simplemente le mencione a Arianna que tal vez te gustaría pasearte por las calles de Roma y hacer un poco de turismo antes de nuestra reunión. Arianna es una niña tan tierna, que se puso inmediatamente feliz de poder llevarte de paseo. ¡Realmente es una gran persona! –

Así continuaron conversando mientras caminaban.

****

Tras varios minutos llegaron a un lugar bastante amplio. Alguna vez fue nada menos que el Circo Máximo, el hipódromo más famoso y legendario de la historia, donde por siglos se realizaron las carreras de caballos más espectaculares y peligrosas de la historia humana, frente a las multitudes emocionadas de la ciudad más grande del mundo.

Lamentablemente, debido a los saqueos que ocurrieron tras la caída de Roma, ahora no era más que un campo grande y oblongo, sin muros o apenas rastros de lo que alguna vez fue esta legendaria pista de competición.

Y frente a uno de los márgenes de este enorme campo ahora vacío; a pesar de haber sufrido daños irreparables debido al devenir de los siglos; se alzaba el impresionante Palacio Imperial de Roma, la DOMUS AUGUSTANA. Aquí fue donde alguna vez vivieron los gobernantes supremos que alguna vez ostentaron el título de “Emperador del Mundo”.

- Hemos llegado. Este será nuestro campo de batalla, los restos del palacio que construyó Cayo Octavio César, luego de cambiar su nombre a Augusto, cuando se convirtió en el Primer Emperador de Roma. -

Godou abrió mucho los ojos frente a estas imponentes murallas, arcos, bóvedas y columnas gigantescas. Muchas estaban desperdigas por el suelo, pero aun así eran un testimonio clarísimo que cuan esplendorosa había sido en su tiempo. Pero después de examinar el entorno un poco más, otra cosa llamó su atención.

Se trataba de un grupo de personas esperando de pie en el suelo de césped frente al antiguo palacio.

Dos de ellos se veían como ancianos venerables, muy probablemente los Grandes Maestres de los Arcontes de Rómulo y los Prosélitos de Orfeo, que Erica le había mencionado en el restaurante. En ese momento no entendió por completo la compleja explicación de la hermosa muchacha, pero parecían ser quienes lideraban, de forma directa o indirecta, a casi todos los magos de Europa y sus territorios aliados.

Junto a ellos se encontraba un hombre barbudo, bastante atractivo y de porte severo, que claramente parecía ser un rey o algún tipo de noble a juzgar por lo bien que lucía las prendas elegantes que vestía, pese a ser tan atlético.

Ese es el Paladín Comandante de los Tercios Imperiales, supongo. Ya es el líder de una fuerza de magos militares similar a la de Érica, y al igual que ella, también tiene el título de Gran Caballero. Aunque nunca lo diré en voz alta, creo que él es más poderoso que Erica y a grandes rasgos, al menos eso es lo que me dicen mis instintos.

- Te saludo y doy la bienvenida, noble Kusanagi Godou. – Dijo el Paladín Comandante dando un paso al frente con una sonrisa, para después realizar una elegante reverencia: - Tu llegada es para nosotros un honor del más alto grado. Pues eres el Joven heroico que es capaz de imperar sobre todos los poderes mundanos. –

El saludo fue extremadamente cortés, demasiado para el humor normal de Godou, que no estaba acostumbrado a recibir semejantes honores. Lo cierto es que el Paladín se veía tan digno, señorial y noble; que era él quien sentía que le debía respeto. También a los ancianos detrás suyo, que lo miraban con porte regio.

- Gracias por saludarme de este modo, aunque siento que no lo merezco. Mi nombre es en efecto Kusanagi Godou. También es cierto que, debido a una serie de eventos completamente fuera de mi control, logré obtener una contextura diferente a la de otras personas. Pero realmente considero que eso es todo. No he realizado ningún acto heroico, más allá de mi propia supervivencia, como para recibir tantos honores de personas como ustedes. Si bien no conozco mucho sobre los magos europeos, tengo entendido que es gracias a sus muchos esfuerzos, venerables señores, que muchas personas hoy en día pueden vivir en paz y felicidad. Por favor sólo trátenme como a un joven normal y más bien dejen que sea yo quien les presente mis respetos. –

- … Dicen que la verdadera humildad es el principal signo de las personas auténticamente extraordinarias. – Dijo de pronto uno de los ancianos con una sonrisa amable: - Que siendo tan joven tengas tan claro este principio ya te honra de sobremanera. Pero no creas, joven monarca, ni tan sólo por un instante, que no mereces nuestro reconocimiento. Pues lejos de ser ordinario, eres probamente uno de los seres más excepcionales entre los que caminan por el mundo. No solamente has entendido perfectamente el saludo del Paladín Comandante, que pronunció en Etrusco Antiguo[1], sino que incluso lo contestaste en el mismo idioma y sin un solo error. Eso de por sí ya es prueba suficiente de lo grandes que son tus poderes. -

- No hay mayor verdad. – Dijo el segundo anciano, que parecía más severo, pero tenía una mirada de curiosidad erudita, que parecía llena de interés: - Lo que acabas de hacer se llama MILLE LINGUIS[2] una poderosa y antigua magia que solamente los mejores magos pueden alcanzar tras muchos años de estudio intenso. E incluso así necesita una adecuada preparación para poder ejecutarla. Pero usted… acaba de utilizarla de un modo tan simple como si respirara. ¡Verdaderamente indescriptible! –

Godou obtuvo el efecto contrario y recibió elogios tras elogios de los ancianos.

La verdad era que, desde que se convirtió en un Campione, adquirió la capacidad de entender y pronunciar prácticamente todos los idiomas, hasta el punto en que ya ni se daba cuenta cuando le hablaba a un extranjero. Si pasaba más de 3 días en un solo lugar, podía llega incluso a memorizar todos los modismos coloquiales o jergas, de modo que cualquiera podría creer que había nacido en ese mismo sitio.

Al principio creyó que esto era extremadamente conveniente, pero ahora también se daba cuenta de que podía jugar en su contra. Después de todo, estas inteligentes personas habían usado un método tan simple como hablarle en una lengua muerta para confirmar que no era una persona normal.

Tengo que tener cuidado de eso en el futuro.

Justo cuando Godou comenzaba a preguntarse qué debería decir a continuación, Erica alzó la voz a su lado y dijo: - Entonces, puesto que todos los presentes estamos aquí, quizá deberíamos comenzar con el evento principal. Noble Paladín comandante… ¿Puede usted ser el arbitro de este combate? –

- Acepto humildemente, Diávola Rossa. Ahora mismo levantaré una barrera con todos mis poderes, para evitar a testigos imprudentes y limitar cualquier daño dentro del campo. Venerables Maestres, les ruego que retrocedan. Ustedes son grandes, pero este será un duelo entre un Campione y el Gran Caballero de la Cruz de Cobre Negra. ¡Así que cualquier precaución es poca! –

Los ancianos asintieron solemnemente. Luego sus contornos parecieron difuminarse y de pronto desaparecieron, como si nunca hubiesen estado ahí.

- ¡¿Se fueron?! ¡¿cómo?! ¡Qué increíble! – Exclamó Godou sorprendido… ¡Era la legendaria magia de teletrasportación! ¡El ideal para cualquier joven que disfrutara las historias de fantasía!

- Considerando lo que tú puedes hacer, eso no puede ser considerado “increíble”. Solo se han trasladado a la plataforma más elevada del palacio para poder ver bien y están escondidos detrás de varias barreras mágicas. – Dijo Erica sonriendo: - No te distraigas con ellos y más bien concéntrate en el escenario en que estamos, pues ahora es sólo para nosotros dos. –

Luego de esas palabras, Erica Blandelli comenzó a caminar para alejarse a una distancia de 5 metros y desde ahí se dirigió al Paladín Comandante.

- Por favor, de la señal de inicio. –

- Les deseo a ambos la mejor de las suertes… ¡Que empiece el duelo!

Naturalmente Godou no sentía ni el más mínimo entusiasmo o espíritu de lucha en ese momento, así que se cuerpo se movió de mala gana cuando hizo frente a su contrincante.

Erica no llevaba el elegante vestido de hace unos instantes, sino que había usado magia para cambiarlo instantáneamente por una simple camisa de manga larga y pantalones negros delgados, que le daban una mayor libertad de movimiento. Además, llevaba puesto algo parecido a una capa de color rojo, con un patrón negro bordado en la superficie.

Una vez le preguntó al respecto y Erica le dijo orgullosamente que se trataba de su estandarte, el símbolo por excelencia de que poseía el título de Gran Caballero de su orden y que solamente a ella le permitían usar.

- ¡Oh, Leonatus de Acero, Guardián del Conquistador Macedonio que sometió al mundo entero[3]! ¡Escucha el juramento de Erica Blandelli y suma tu poder a mis esfuerzos! –

De repente Érica comenzó a ejecutar su magia para invocar a su arma preferida. Al oírla, uno creería que se trataba de una hermosa poesía, pero en realidad era utilizar una serie de palabras o “conjuros” de tal modo que desatasen fuerzas mágicas a voluntad.

- ¡Yo soy la valiente sucesora de los príncipes helenos y romanos, la descendiente de los Caballeros Negros! ¡Mi mayor gloria será enfrentar el peor de los destinos, defendiendo las cenizas de mis antepasados y los templos de sus dioses! Oh, Gran Rey, descendiente del Divino Aquiles y Heracles victorioso, yo te suplico: ¡Pon fuerza en mis manos para ser la “más digna”! –

Y así una espada apreció de la nada en la mano de Erica, que hasta hace unos momentos estaba completamente vacía.

- ¡A cargar, Cuore di Leone[4]! ¡Es el momento de luchar! –

La espada era estoque elegante, fino, perfectamente proporcionado. Su forma era recta, mucho más larga que cualquier Katana, aunque su hoja de doble filo tenía la característica de ser delgada y parecía ser ligera. Uno podría imaginar que se doblaría fácilmente como una rama de sauce. Además, toda aquella arma parecía reflejar con tal belleza hasta la luz de las estrellas, como si fuese más una obra de arte que un arma.

Pero Godou lo sabía muy bien. Cuore di Leone era una espada increíblemente poderosa, que fácilmente podía rebanar el concreto con la misma facilidad con el que un soplete cortaría a un trozo de mantequilla. Para empezar, como ocurría con cualquier arma mágica, la forma y la apariencia pocas veces significaban algo, pues podían transformarse según la voluntad de sus amos.

Pero antes de que pudiese seguir pensando al respecto… ¡Erica cerró la distancia entre ellos!

- ¡Oye! ¡Espera un minuto! –

Cuore di Leone destelló como un relámpago mientras la punta se dirigía directamente hacia dónde estaba el corazón de Godou. Esté apenas alcanzó a arrojarse a un lado para evitar se atravesado de lado a lado.

Pero Erica no detuvo su ofensiva ni le dio tiempo para respirar. En menos de un segundo su espada volvió a retroceder y esta vez la barrió horizontalmente hacia Godou, como si tratase de rebanarle el cuello. El pobre apenas acababa de salvarse de un golpe mortal, pero ya estaba sintiendo que la mano de la parca se aferraba a su espalda, provocando que un escalofrío incontrolable comenzase a sacudirlo.

Sus instintos de activaron. Godou contorsionó el cuerpo para evitar el terrible (aunque bellamente ejecutado) ataque de Erica. Sabía que en ese punto no había forma de que pudiese contrarrestarla de algún modo, así que no le quedó más remedio que dejarse caer en el suelo y rodar para alejarse un poco.

- ¡¿Realmente estas tramando de matarme?! ¡Cómo se te ocurre atacar de repente con una espada de verdad! –

- Esto es un duelo, es completamente normal que use una espada real. –

- ¡Busca de nuevo la palabra “normal” en el diccionario! ¡Para empezar estoy desarmado y nunca dijiste que esto fuese un combate a muerte! ¡Guarda de una vez esa espada! ¡¿Crees que quiero terminar como un paquete de tofu en cuadraditos! –

- El tofu es ese queso hecho a base de soya, ¿verdad? Lo probé en un restaurante chino. No te preocupes, tu cuerpo es mucho más resistente que eso. ¿No recuerdas cuando sobreviviste luego de recibir un corte de la espada demoníaca del Rey Salvatore? Tenía el poder de un dios de la guerra detrás suyo, pero no llegó a destruirte por completo. Desde entonces he tenido mucha curiosidad sobre lo que pasaría si te atravieso el corazón con la mía. ¿Llegaré a cortarte o solamente rebotará? –

- … Erica… - Dijo Godou mirándola estupefacto mientras se incorporaba: - ¿Por qué de pronto siento que, en lugar de un duelo, sólo estás aprovechando para hacer experimentos conmigo? ¡No soy una rata de laboratorio! –

- No digas tonterías. Claro que es un duelo. Pero ya que es una oportunidad única para mí, tampoco quiero dejar pasar la oportunidad para probar unas cuantas cosas. –

¡Maldita!

Erica volvió a agitar su muñeca y Cure di Leone arremetió como un látigo hacia el cuello de Godou… directamente hacia su arteria carótida. La velocidad de la espada era tal, que era prácticamente imposible seguir el movimiento con la mirada, pues superaba cualquier forma de percepción.

Por lo menos Godou no podía.

Así que cerró los ojos y se entregó completamente en su propia intuición. Algo en su interior despertó, haciendo que metiese el cuello y bajase la cabeza, evitando por poco a la punta letal.

- ¡Que impresionante!... No habrá más de diez personas que puedan evadir tres golpes seguidos de mi arma sin bloquear… ¡Ah! ¡Pero técnicamente ya no eres un humano, así que supongo que no debería sorprenderme demasiado! –

- ¡No, lo realmente increíble es que una persona, la cual se pasa diciendo a los cuatro vientos que “es mi amante” o que “me ama”, no tenga ni el menor reparo en tratar de amputar mi cuello! –

- Pero eso es sólo porque mi amor y mi oponente son ahora la misma persona. Si no me esforzara te estaría faltando el respeto. ¿Cómo podría decir que te amo si te deshonro? Además, realmente no voy a matarte… Aunque es cierto que podrían ocurrir algunos accidentes. –

Erica volvió a colocarse en guardia, adoptando una postura elegante con la espada en posición vertical, mientras que su rostro mostraba la más dulce de las expresiones.

Hermosa y peligrosa, como una rosa venenosa.

A pesar de todo, su actitud coqueta era increíblemente seductora en ese momento.

- Pido disculpas por la interrupción. Pero, aunque personalmente me solidarizo el romance entre dos amantes destinados, realmente debo pedirles que se detengan. – Dijo de pronto la voz del Paladín Comandante: - Esto un duelo. Un evento casi sagrado. Por favor no lo olviden. –

Al escucharlo, Godou no pudo evitar exclamar con frustración e incredulidad: - ¡¿De verdad alguien puede ver esto y pensar que estamos coqueteando?! ¡¿Acaso no has visto que casi me matan 3 veces?! –

Parecía que todos los presentes eran el tipo de persona que consideraban que arriesgar la vida era algo normal y apenas digno de mención.

Eso incluía a Erica, por supuesto.

- ¡Bien dicho! ¡Vamos a disfrutar todo nuestro amor esta noche, Godou! ¡Demuestra tus habilidades, lucha, vence y finalmente conquista! –

Era una curiosa situación. En japón lo correcto era usar siempre horríficos junto con el apellido a la hora de conversar. Por eso, a parte de sus propios padres, no había casi nadie que emplease su primer nombre directamente para dirigirse a él.

En realidad, sólo una persona lo hacía y esa era Erica Blandelli.

Ella siempre pronunciaba cada sílaba con cuidado. A veces susurraba su nombre con una ternura desbordante, como la miel silvestre. Otras, con una voz alta y majestuosa, segura de sí misma, como si estuviese proclamando cuanto deseaba estar a su lado.

… Sin embargo, al mismo tiempo que lo llamaba tan cariñosamente, no tenía ningún problema en intentar apuñalarlo de un modo implacable.

Nuevamente Erica balanceó su espada, esta vez empleó tres ataques con un solo movimiento. El primero fue un corte en diagonal, el siguiente un corte ascendente, y el último un barrido vertical hacia abajo, directamente sobre la cabeza de Godou.

Bastaría que uno solo de esos ataques le atinase para que fuese un hombre muerto. Pero confiando en su instinto, Godou volvió a arreglárselas para saltar hacia atrás y volvió a escapar, aunque de un modo bastante indigno.

- No hay forma de que obtengas la victoria cuando lo único que haces es esquivar, Godou. Y más importante aún, me estoy aburriendo. –

- ¡¿Tú te aburres?! – Exclamó Godou indignado: - ¡Yo soy el que está rodando por el suelo! ¡Además, sabes perfectamente que todavía no entiendo cómo funcionan mis poderes y no puedo usarlos sin cumplir las condiciones! ¡Tampoco puedo controlar lo que ocurrirá si los desato sin pensar! ¡Podría ponernos a todos en peligro! –

- Todavía sigues con ese discurso pacifista… Bueno, entonces voy a ejercer un poco más de presión usando algo más peligroso que una espada. ¡Si no quieres perder, más te vale tomarte este duelo en serio! –

Repentinamente Erica saltó hacia atrás varios metros de un modo sobrehumano, hasta que sus pies tocaron una de las antiguas paredes que eran parte del Palacio Imperial.

- ¡Elévense, Sandalias de Hermes[5]! –

Luego de ese conjuro, Erica comenzó a correr verticalmente por las superficies de ladrillo como si la gravedad no existiera, produciendo apenas sonido cada vez que daba un paso.

- ¡Cuore di Leone, te entrego esta misión! ¡Asume la forma del reto de Nemea[6] y destroza a mi enemigo! ¡Puedes conquistar a voluntad, aniquilar y obtener el triunfo! Te dejo el campo de batalla a ti. –

Erica se detuvo de pronto después de recitar su conjuro y acarició su espada con mucha ternura, para finalmente dar un beso sobre la hoja.

Luego arrojó su arma, que cayó justo en frente de Godou y se incrustó en el campo de hierba.

- … Muy bien ¿Qué estás haciendo? –

Godou miró desconcertado a la espada mágica, que había quedado incrustada a unos tres metros. Si Erica hubiese querido atravesarlo, podría habérsela arrojado directamente con mucha facilidad, pero por algún motivo simplemente…

Ah, lo suponía. Seguro se va a trasformar en algo.” Pensó Godou suspirando y tuvo razón. Porque la Espada comenzó a retorcerse, incrementando su masa y su tamaño de un modo absurdo en menos de unos segundos. Gradualmente tomó la forma de un inmenso león metálico plateado, que parecía una escultura surrealista.

Para ser exactos, era un león gigantesco, mucho más grande que un autobús.

Y, además, no era una escultura. Porque de repente el monstruo metálico soltó un rugido espantosamente atronador y comenzó a moverse hacia él como una terrible bestia de la Era del Hielo.

- ¡¿En serio?! – Gritó Godou al mismo tiempo aterrorizado y asombrado por la criatura, cuya cabeza estaba a casi tres metros de altura, sin contar con la melena.

Si él fuese un tractor o alguna clase de maquinaria pesada, podría haber sentido que quizá podría oponer alguna clase de resistencia. Pero Godou, que medía un metro ochenta y pesaba setenta kilos, sentía que lo habían metido en una competencia de pesos pesados siendo él una mini mosca.

La bestia de metal levantó sus patas delanteras armadas con garras afiladas y se preparó para saltar sobre Godou. Sus movimientos eran increíblemente rápidos a pesar de ser tan grande y estar hecho de metal.

En cierto sentido parecía como si un rascacielos se estuviese derrumbando en su dirección, directamente sobre su cabeza.

Godou entonces se recuperó de la impresión y comenzó a escapar frenéticamente.

Cuando el León cayó sobre el suelo, desató una nube de polvo y escombros bastante grande. Prueba del inmenso peso de su cuerpo, así como el terrible filo de sus garras. Si Godou llegaba a ser golpeado, no quedaría nada de él, a excepción quizá de una macha sanguinolenta en el pavimento romano.

[1] Una lengua más antigua que el latín, de los pueblos pre romanos.

[2] Mil Lenguas en latín

[3] Es una referencia tanto al Casco de Alejandro Magno con forma de León y también a uno de sus Diádocos o sucesores, llamado Leonato, que luchó junto a su rey con gran valor.

[4] Corazón de León en italiano.

[5] Dios Heraldo del olimpo que podía correr por los cielos con sus sandalias aladas.

[6] Referencia al León de Nemea que Heracles (Hércules) derrotó.

SEGUNDA PARTE

En medio de la noche, un frenético Kusanagi Godou estaba evadiendo a duras penas los ataques de un león gigante hecho de metal que lo perseguía con entusiasmo.

La bestia golpeaba rápidamente, acosándolo con sus patas delanteras armadas con garras tan afiladas como cuchillas; o intentaba morderlo sin ninguna vacilación usando sus enormes colmillos, atrapando de vez en cuando alguna de las enormes piedras en su camino, las cuales destrozaba tan fácilmente como pedazos de pan. El León incluso llegó a intentar embestir al joven directamente con su cuerpo o rodar sobre él como si estuviese tratando de aplastar a una alimaña.

- Hasta el momento podemos reparar fácilmente todos los daños al sitio histórico con magia de reconstrucción. Eso es algo muy positivo. – Comentó el Paladín Comandante con tono práctico, pero luego se volvió hacia Erica, quien se había parado a su lado en algún momento. Entonces le dijo: - Pero me parece que Su Majestad no está muy motivado para continuar este duelo.

Si él simplemente continúa esquivando, no hay forma de que podamos estimar cuales son los verdaderos alcances de sus poderes.

Aunque a juzgar por tu expresión, noble Erica Blandelli, ya sabías que esto iba suceder desde un principio. –

En efecto, la respuesta de Erica al comentario del Paladín Comandante fue una sonrisa resplandeciente y llena de significados.

- Mi señor y rey Kusanagi Godou, es muy diferente a todos los otros monarcas. Para empezar, él jamás demuestra la predisposición de iniciar una batalla o dominar a otros por medio de la fuerza… Por lo menos al principio. –

- ¿Oh? ¿Eso significa?... –

- Aunque mi rey intente negarlo, él es un Campione. Un matador de dioses. Alguien que fue capaz de superar una deidad en combate y reclamar para sí mismo el poder supremo que sólo los inmortales pueden esgrimir.

Claro que a él le gusta engañarse a sí mismo. Podría negarlo con toda su voluntad y durante toda su vida, si lo desea. Pero nunca será capaz de esconder la verdad. Ahora mismo está temblando, pero no es porque esté nervioso por miedo de la batalla… Sino por lo mucho que realmente la desea. Kusanagi Godou es en realidad un genio en el arte del combate. Y, sobre todo, es alguien que hará cualquier cosa con tal de obtener la victoria. –

- Mmm… Aún no lo tengo claro, pero es cierto que la forma en la que evade exitosamente hasta el momento, a pesar de claramente no poseer una verdadera técnica marcial detrás, sólo puede explicarse si la persona posee una sobrenatural habilidad de supervivencia. – Respondió el Paladín Comandante de los Tercios Imperiales, pero su voz tenía todavía un ligero rastro de desconfianza.

Sin embargo, el Paladín pronto descubrió que Erica ya no estaba mirándolo. En su lugar la hermosa mujer observaba con una mirada de ensueño al chico que estaba corriendo desesperadamente de un lado a otro. Y un rubor delicado se había sumado a la belleza de sus mejillas.

- Está a punto de suceder. Mi rey ha comprendido que no tiene una forma directa para escapar… Por cierto, ¿han revisado atentamente el informe que envió el Servicio de Inteligencia Italiana? –

- Lo hemos leído, aunque personalmente lo encuentro difícil es creer. –

- Esta vez esos investigadores se merecen una recompensa por haber podido redactar un informe semejante en tan poco tiempo. Sobre todo, porque alrededor del 60 % de la información es correcta. –

- ¿Dices que el contenido es real? ¿Kusanagi Godou tiene un poder que le permite adaptarse perfectamente para vencer a cualquier enemigo y sobrepasar toda situación adversa?… -

- ¡Así es! ¡Y todos lo verán ahora! ¡Que los poderosos del mundo entero contemplen el poder invencible del Campione y desesperen! – Respondió Erica para fraseando las palabras del sabio Agripa, que una vez informó al emperador Marco Aurelio sobre el poder del matador de dioses.

Y en efecto, cuando el Paladín Comandante volvió a mirar el combate, descubrió que la situación había cambiado por completo.

- ¡Yo soy el más fuerte entre los fuertes! ¡Poderoso sobre los poderosos! ¡En verdad soy aquel que obtiene todas y cada una de las victorias! No importa quien sea mi oponente: bestias, hombres o demonios… ¡Los aniquilaré sin dudarlo!

Repentinamente los movimientos de Kusanagi Godou cambiaron y dejó de huir para mirar de frente al inmenso león. Entonces avanzó hacia él con ambas manos extendidas mientras gritaba esas palabras poderosas, que hicieron eco en todo el lugar.

De algún modo consiguió sujetar las patas de la bestia… y luego la levantó.

Ni siquiera tuvo que soltarlo, simplemente alzó al gigantesco león que debía pesar varias toneladas como si fuese un globo o un trozo de tela. Después comenzó a agitarlo con mucha facilidad por encima de su cabeza. Era una visión tragicómica que parecía pertenecer al mundo onírico.

- ¡¿Que?!.... ¡¿Qué es esa fuerza monstruosa?! –

- En los mitos, el Titán Atlas era tan poderoso que podía sostener todo el peso de los cielos sobre la tierra. Y así lo hizo, hasta que se terminó convirtiendo en los montes de la Cordillera del Cáucaso, que es una de las fronteras del mundo griego con Asia, de donde proviene el Señor de la Guerra Veretragna, el dios que mi rey derrotó.

Por eso, entre todos sus poderes, existe una fuerza física capaz de igualar la de ciertos dioses como los Titanes o incluso la del propio Hércules. Cuando es necesario, Kusanagi Godou puede ser tan fuerte como esos dioses. –

Erica explicó todo esto con una mirada orgullosa, mientras se divertía mirando al atónito Paladín Comandante, quien rara vez perdía la compostura.

No era para menos. En ese momento Kusanagi Godou había arrojado al león hacia el cielo por unos momentos, solamente para acomodarlo mejor sobre su cabeza. Ahora la bestia metálica estaba firmemente sujeta por la espalda y no podía soltarse por más que movía desesperadamente sus patas, las cuales ya no tocaban el suelo.

Si, las palabras “fuerza monstruosa” era más que apropiadas para describirlo.

- Luego de leer nuestro informe, los magos anglosajones bautizaron a su autoridad como “El Señor de la Guerra de Persia”. Querían hacer referencia a la habilidad del dios Veretragna para alternar entre diez formas diferentes, con las que entra en todas las batallas y siempre emerge victorioso. Creo que esos nórdicos tuvieron un excelente acierto, porque por lo visto este joven Campione también es capaz de alternar sus poderes a voluntad… - Dijo la voz de uno de los ancianos.

El Gran Maestre de los Arcontes de Rómulo se había materializado en algún momento al lado de Erica y el Paladín Comandante.

- ¡Gracias por acompañarnos, Venerable! – Dijo Erica sonriendo: - Pero ¿dónde está su eminente colega? –

- Ja, ja. Ya sabes cómo son los ortodoxos de Europa Oriental. ¡Siempre rigurosos con las formalidades! Estará registrándolo todo minuciosamente, desde un lugar seguro, como un ratón de biblioteca. En cambio, yo no pienso perderme la oportunidad de ver con mis propios ojos al más joven Campione de nuestra era. ¡Permítanme acompañarlos! – Respondió el Gran Maestre con una sonrisa, dejando de lado todas las reversas. A pesar de su edad, era un poderoso mago romano, de sangre caliente. Y realmente no le agradaba tener que participar en los debates bizantinos de su colega, por más que lo respetara: - Yo siempre pensé que su Majestad Salvatore era una completa anomalía en la historia, por haberse convertido en Campione a una edad tan pronta. Pero este rey de aquí, es incluso más joven y sin embargo más maduro. ¡Realmente prometedor!

Dime algo, Erica Blandelli. ¿Kusanagi Godou tiene otros poderes en su repertorio? –

- También quisiera saber si es cierto que tiene algún tipo de limitación. ¿Es cierto que no puede usarlos si primero no cumple ciertas condiciones? –

Tanto el Gran Maestre como el Paladín Comandante preguntaron al mismo tiempo.

Frente a sus miradas inquisitivas, Erica sonrió con satisfacción y respondió adecuadamente.

- Cuando se encuentra con un enemigo que posee una fuerza muscular muy superior a la suya, Kusanagi Godou puede utilizar una de las diez manifestaciones de Verethragna: El Toro con Cuernos de Oro. Este le proporciona la fuerza divina.

El dios de la guerra persa tiene diez formas en total y si bien es muy pronto para saber si realmente puede utilizarlas todas, por lo menos ya se ha confirmado que efectivamente puede usar unas cuantas. –

Un Viento Impetuoso, el Toro con Cuernos de Oro, el Caballo Blanco, el Jabalí Gigantesco, el Camello, el Joven Efebo, el Ave Rapaz, el Carnero, la Cabra y el Guerrero de la Espada Dorada. Cada una de esas formas escondía un terrible poder con características relacionadas a la victoria en la batalla.

De entre todos esos atributos, el Toro y el Camello eran aquellos que podían ser fácilmente relacionados con la tierra. Por lo tanto, las habilidades que le otorgaban a su maestro estarían relacionadas con el cuerpo físico y la resistencia. Después de todo, los persas eran principalmente un pueblo de las estepas, donde la sequía, el hambre y hasta la propia dureza de la tierra intentaba matarlos constantemente. Animales como el Toro, que podía someter al árido suelo con su fuerza, arándolo para permitir las cosechas; y el Camello, que era el único capaz de sobrevivir sin cansarse por viajar a pesar de las terribles condiciones climatológicas; terminaron siendo naturalmente asociados con poderes divinos, dignos de adoración y reverencia.

Ahora, como confirmando las creencias de los antiguos aqueménidas, Kusanagi Godou aparecía ante ellos como una deidad invencible. Y era terrible verlo en ese momento. Los rugidos del León, que anteriormente parecían provocarle pánico, ahora revelaban no ser más que una fuente de irritación para el joven Campione.

- ¡Ya cállate! – Grito Godou enfadado y arrojó al león contra el suelo, desatando un estruendo espantoso, seguido por una nube de polvo. Antes de que la bestia pudiese hacer nada más, Kusanagi Godou estaba encima de ella, aplastándola firmemente con uno de sus pies, mientras le arrancaba de cuajo ambas patas delanteras, con la misma facilidad con la que alguien cortaría un trozo delgado de papel. Luego comenzó a patearlo en el piso unas cinco veces y cuando terminó, el cuerpo de la criatura se había convertido en un motón de chatarra arrugada que parecía semejante a una letra V.

Entonces Godou se levantó con una mirada insatisfecha y miró directamente en dirección hacia los magos, a pesar de que deberían estar fuera de su rango de visión. Después el joven habló, pero no con el tono respetuoso o educado de siempre, sino con la autoridad de un gobernante: - ¡Ven aquí ahora mismo, Erica! ¡O tendré que ir a buscarte! ¡Ye he destruido tu juguete y no pienso perder más de mi tiempo entreteniéndolos! ¡Esto se acaba ahora! –

- ¡Vaya, finalmente se puso serio! – Exclamó impresionado el Paladín Comandante, con una mirada llena de admiración.

- A pesar de que siempre habla sobre ser “civilizado” y “apropiado”, siempre termina buscando ganar a toda costa una vez que entra en el calor de la batalla… Bueno, mi amante me está llamando, así que, si me disculpan. –

Erica se despidió y luego volvió a usar la magia de Hermes para saltar bellamente, hasta caer a diez metros de Kusanagi Godou. Y era tan hermosa en ese momento, con sus cabellos dorados reflejando la luz de la luna, que el joven suspiró involuntariamente y dejó ir un poco de la irritación que había reunido.

- … Erica, sabes que la diferencia entre un hombre civilizado y un simple troglodita provine principalmente de la forma en que resuelven sus problemas. Así que en virtud de todo aquello que es justo y digno…. ¡¿No podrías controlar tus instintos violentos?! ¿O por lo menos refrenar un poco esa necesidad que pareces tener por crearle problemas a todos los demás? Haz el esfuerzo de ponerte en los zapatos de aquellos que estamos cerca de ti. ¿Qué opinas de ello? –

Erica respondió a todas las quejas de Godou con una sonrisa despreocupada:

- ¿Qué? ¿Aún sigues con ese discurso? Yo no creo que esté causando ningún problema, sobre todo porque tú siempre empiezas diciendo que deseas evitar las peleas, pero bien que te encanta darlo todo cuando ya entras en el conflicto. En realidad, amas combatir. ¿Por qué mejor no eres un poco más honesto contigo mismo?

Tú eres mi rey y yo soy tu caballero. Tenemos el deber de representar un intenso y exquisito duelo. ¡Así que vamos a luchar con tondo nuestro amor! ¡Hagamos de este combate el clímax de nuestro romance! –

- ¿Ese mundo en el que vives, tiene nombre? ¡Porque en el mío, los amantes no andan apostando sus vidas en duelos como este! ¡Mejor busca “romance” en el diccionario! –

La respuesta de Godou tenía tanta violencia contenida, como pasión había en la declaración de la hermosa doncella de cabellos dorados.

Por cierto, el León de Metal había sido reducido a escombros, así que en teoría Erica estaba desarmada. Pero por supuesto, eso no podía ser cierto.

- Oh, Gran Rey, descendiente del Divino Aquiles y Heracles victorioso, yo te suplico: ¡Pon fuerza en mis manos para ser la “más digna”! ¡Cuore di Leone regresa a mis manos! –

Erica simplemente extendió una de sus manos hacia los trozos metálicos, que inmediatamente comenzaron a moverse como si tuvieran vida propia. Luego se redujeron de tamaño, se combinaron y finalmente volvieron formar la espada que eran originalmente. La cual regresó volando inmediatamente a la mano de su dueña.

- Genial, su espada ni siquiera está un poco dañada. ¡Todos los magos hacen cosas tan absurdas! Ahora me siento como un tonto por esmerarme tanto para romperlo. – Murmuró Godou enfadado, aunque realmente no estaba sorprendido.

¿Erica Blandelli llegaría al campo de batalla desarmada? ¡Ya! ¡Eso es imposible!” Pensaba para sí mismo. “Por suerte, el poder del Toro todavía esta activado. Imagino que aún puedo utilizarlo por otros diez minutos. Más vale que me alcance para ganar, porque no quiero tener que usar otra Autoridad.

El poder de Godou, que los magos anglosajones bautizaron como “El Señor de la Guerra Persa”, le daba poderes verdaderamente inimaginables, pero sólo bajo ciertas circunstancias, algunas de las cuales eran bastante específicas.

Por ejemplo, invocando al Toro, era capaz de ejercer una fuerza física divina. Sin embargo, el mes pasado, Godou fue atacado repentinamente por un sujeto que pesaba unos 138 Kilos y que a todas luces era un soldado veterano, entrenado en todo tipo de artes marciales.

Y a pesar de que este enemigo era claramente más fuerte que él en todos los aspectos, la encarnación del Toro no se manifestó y terminó sufriendo dolorosamente antes de poder salir del problema.

De ese modo comprendió que, para activar la fuerza divina, su oponente tenía que poseer un poder físico muy superior al de los humanos: como por ejemplo el de una locomotora que se precipitase hacia él a toda velocidad o la carga de un tigre mágico devorador de hombres que pesara más de tres toneladas… Esos habían sido caso en los que pudo invocar al Toro.

Las otras Autoridades requerían diferentes condiciones. Una de ellas en particular sólo se activaba después de que Godou hubiese sufrido una herida fatal.

También poseía poderes que solamente podía utilizar en contra de “grandes criminales que hayan traído sufrimiento a la gente” y cuyos efectos eran devastadores, hasta el punto en que realmente parecían una manifestación de la Voluntad del Cielo sobre los malvados del mundo. Pero era muy difícil entender exactamente qué tipo de persona cumpliría esta condición. ¿Tenía que haber sido malvado? ¿Tener el potencial de serlo? Realmente no lo entendía ni estaba claro.

Godou todavía no sabía cuántos poderes tenía en realidad, pero incluso los que ya había confirmado necesitaban que primero cumpliese un montón de condiciones complicadas. De modo que suspiró y cerró los ojos un instante.

Dentro de su mente podía verlo: Un Toro Gigantesco con Cuernos Dorados, la prueba de que su autoridad se había manifestado. Del cuerpo de la criatura parecía emanar un viento, que le cantaba un verso directamente al corazón.

- ¡Yo soy el más fuerte entre los fuertes! ¡Poderoso sobre los poderosos! ¡En verdad soy aquel que obtiene todas y cada una de las victorias! No importa quien sea mi oponente: bestias, hombres o demonios… ¡Los aniquilaré sin dudarlo! – Repitió Godou mientras contemplaba al Toro divino que le devolvía la mirada en su interior.

Este no era un simple conjuro, sino un himno sagrado para invocar el poder del dios de la guerra Verethragna en la batalla. En pocas palabras, una forma de manifestar la fuerza del dios y al mismo tiempo el combustible para mantenerlo encendido.

Si, aún tenía unos diez minutos antes de que la fuerza divina desapareciera.

El problema era que, luego de haberla usado una vez, la autoridad del Toro no podría volver a usarse hasta que pasara todo un día. Tal vez fuese porque Verethragna era el guardián del dios solar Mitra o por cualquier otro motivo. El caso es que todos sus poderes hasta el momento estaban limitados a un solo uso durante 24 horas. Y si de pronto decidía utilizar otro poder, el que ya tuviese activo desaparecía automáticamente. No podía utilizar dos autoridades al mismo tiempo.

Aunque sus Autoridades eran ridículamente poderosas, también eran extremadamente complicadas de utilizar.

Terminaremos con esto rápidamente y dejemos atrás todo este problema.

- Tengo que decírtelo, Godou. A pesar de que sigues charlando sobre ser un “hombre civilizado”, es evidente por tu expresión que ya estás completamente preparado para la lucha, en cuerpo y alma… ¡Es por eso que sólo tú estás calificado para ser mi amante! –

Erica lo señaló con un dedo mientras lo elogiaba con un tono que a Godou le pareció más molesto que otra cosa. Después, la joven le arrojó algo y de repente una enorme lanza apareció clavada a los pies de Godou. Probablemente era otra manifestación de Cuore di Leone que se había materializado con magia.

- ¿Ahora quieres que use esto? –

- Por supuesto. La honorable Erica Blandelli nunca se enfrentaría a alguien completamente desarmado. Y ahora que finalmente estás comprometido con este duelo, no deberías tener ningún problema utilizando esa lanza. ¿Verdad? –

- Así que vas a fingir que nunca me atacaste con tu espada ni con ese León gigante. –

- Eso era sólo el calentamiento. –

- Quien entenderá tu forma de pensar… - Reclamó Godou suspirando y recogió la Lanza.

Había visto a Erica usarla en una oportunidad. Se supone que tenía un núcleo mágico integrado en el astil, para hacerla mucho más poderosa que cualquier arma ordinaria. De hecho, era muy pesada, tanto que ni siquiera veinte hombres sumando sus esfuerzos podrían levantarla. Pero gracias a sus poderes mágicos, Erica Blandelli nunca había tenido problemas para blandir esta lanza con una facilidad absurda.

Tales eran las ventajas del fortalecimiento mágico que tenían los Caballeros Mágicos. Erica podía lucir muy delgada y hasta frágil, pero su fuerza física superaba por mucho a la de Godou, por eso siempre podía atraparlo y aferrarse a él, sin que pudiese hacer nada para evitarlo.

Claro que eso era en circunstancias normales. Ahora mismo Godou era mucho más fuerte de lo que Erica jamás podría ser, así que la Lanza le parecía mucho menos pesada que un mondadientes. Sin embargo, no conocía la técnica del lancero, así que optó por cambiar el agarre y sujetar el arma como si fuese un bate de beisbol. Al hacerlo, su fuerza provocó una ráfaga de viento terrible a su alrededor.

Erica cargó alegremente contra él, como si fuese una sombra cuyos movimientos eran imposibles de ver. Su técnica al avanzar era tan perfecta, que casi no oponía resistencia al viento. Era mucho más peligrosa que cualquier depredadora.

Cuore di Leone llegó silenciosamente y cuando Godou vio el peligro, la hoja plateada ya estaba a centímetros de su rostro.

- ¡Maldición, Erica! ¿No puedes controlarte un poco? ¡Estas luchando con un novato aquí! –

Era una buena comparación. Los ataques de Erica tenían el mismo efecto que el de un campeón mundial de boxeo golpeando con todas sus fuerzas a un niño que jamás en su vida había lanzado un puñetazo. Solo que, en lugar de un puño, se trataba de la punta de una espada mortal.

Godou no sabía nada de artes marciales. Su vista no estaba entrenada para responder a este tipo de reacciones. Así que solamente dependía de su instinto para sobrevivir. Sin embargo, de algún modo que nadie podía explicar, eso le bastaba. Porque no sólo logró hacerse a un lado justo a tiempo, sino que reaccionó golpeando horizontalmente con la lanza. No llegó a golpear a Erica, pero su movimiento desató un auténtico vendaval que la forzó a retroceder.

- ¡Novato, dices! Pero esa estocada es uno de mis mejores movimientos. ¡Ningún novato sería capaz de esquivarla y contraatacar! –

- Eso fue pura suerte. ¡Y tu estás apuntando a lugares que serían 100 % letales si me atinaras una vez! –

Sin embargo, los cierto era que cada vez le resultaba un poco más fácil reaccionar a los ataques de Erica. Esto era algo que le sucedía desde que se convirtió en Campione: Cada vez que se encontraba en un campo de batalla, sus instintos le permitían reaccionar mejor con cada segundo que pasaba, volviéndolo más efectivo para el combate.

Godou amaba jugar al béisbol desde que estuvo en la primaria. Cuando llegó a secundaria fue nombrado receptor y cuarto bateador. Era tan bueno, que lo recomendaron espacialmente para ser parte de equipos semiprofesionales. En ese momento se encontraba en su mejor momento físico y podía captar casi cualquier bola que arrojaran. Luego tuvo que dejarlo por la lesión. Su condición empeoró y perdió los reflejos.

Pero ahora que era un Campione, de algún modo le parecía que estaba regresando a aquellas épocas, en las que podía ver mejor que nunca. Su concentración iba en aumento por momentos, hasta el punto en que sentía que podría batear cualquier disparo de una máquina profesional a 190 Kilómetros por hora de forma ininterrumpida, sin fallar ni una sola.

… De hecho, era perfectamente posible que lo lograse.

Porque cada vez que se empelaba a fondo, su cuerpo automáticamente se configuraba para funcionar de forma óptima, ayudándole a lograr su objetivo. Tal era la característica de un invencible Campione.

Curiosamente y a pesar de disfrutarlo tanto, Godou nunca pensó en volver a participar como miembro de un equipo de beisbol ni tampoco consideró entrar en cualquier otro deporte. No podía dejar de pensar en lo injusto que sería ponerse a competir contra personas normales, que daban todo de sí para esforzarse en ser mejores. Él en cambio, sólo necesitaba decidir hacer algo, para superar a todos inmediatamente.

- ¡Muy bien, Erica! ¡Has estado haciendo todo lo que te ha venido en gana! ¡Pero ahora voy a atacar! Y te lo advierto… no puedo controlar mi fuerza. ¡Así que más vale que lo esquives! – Grito Godou y entonces volvió a blandir la lanza.

Desde el principio no quería participar en este ridículo duelo, pero sabía que, si sólo se defendía sin atacar, esto jamás terminaría. Su oponente inevitablemente lo aplastaría. Pero tenía miedo de matar a Erica, así que por si acaso sostuvo la lanza de forma invertida, presentando el pomo en lugar de la punta, cuando realizó el golpe.

Por supuesto que ella saltó hacia un costado, evitando al mismo tiempo el arma y la violenta corriente de aire que provocó. Después dio un par de saltos muy ágiles para colocarse en posición y luego cargó hacia adelante, apuntando su espada para lanzar una terrible estocada al pecho de Godou.

¡Era un terrible contraataque!

Pero Godou ya sospechaba cuál sería la reacción de Erica y deliberadamente esperó sin esquivar. Una parte de ello fue porque sabía que realmente no tendría tiempo para alejarse, pero también porque quería usar la lanza para golpear horizontalmente.

Justo antes de que Cuore di Leone tocase su pecho, Godou giró la muñeca con un poco de fuerza y la madera mágica se dobló tanto, que por un momento pareció ser un látigo. Era un movimiento de azote imposible de realizar con un arma semejante, a no ser que uno poseyese el poder de un dios.

Por primera vez desde que empezó la batalla, Erica abrió los ojos alarmada e inmediatamente saltó hacia atrás con toda su agilidad, evitando apenas que los escombros del suelo la golpearan. Aun así, el viento la obligó a retroceder aún más.

Todo ocurrió en menos de un instante.

- ¡Vaya!... ¡Tus reflejos son tan agudos como siempre! – Exclamó Erica sonriendo a pesar de que su contrataque había fracasado.

Había que darle crédito. El ataque de Godou llevaba detrás suyo un poder imposible de superar, pero Erica consiguió salir aparentemente ilesa. Mucho tuvo que ver el hecho de que Godou realmente no quería lastimarla, pero aún así era una hazaña que solo podría lograr alguien que ha perfeccionado al máximo tanto la defensa como el ataque.

Entonces… ¿cómo la derroto?” Pensó Godou para sí mismo. “El método está ahí, solo tengo que ver con mucha atención.

Godou no quería darse cuenta, pero ya estaba completamente enfocado en obtener la victoria. El deseo por ganar era como una obsesión que llegaba muy sutilmente a su corazón, pero que una vez se afianzaba no lo podía soltar. De hecho, disfrutaba todavía más cuando las posibilidades estaban en su contra, porque podía presionarse aún más para obtener el triunfo, podía obligarse a sí mismo para ser más rápido, más fuerte, mas certero. Le encantaba la sensación de su mente trabajando a toda su capacidad, para aprender cada movimiento, expresión y reacción de sus enemigos.

Mientras hubiese siquiera una posibilidad de ganar, Godou pensaba a ferrarse a ella con todas sus fuerzas. Encontraría las debilidades de su oponente, buscaría las grietas en su defensa y no dejaría de analizarlo hasta que finalmente descubriera los errores en su estrategia. Entonces finalmente se abriría el camino hacia el triunfo.

No importa quien sea mi oponente: bestias, hombres o demonios… ¡Los aniquilaré sin dudarlo!

Finalmente, todos los pensamientos de Kusanagi Godou se enfocaron completamente en ganar este duelo. No fue un cambio repentino, sino la consecuencia natural de su forma de ser. Al enfrentarse prolongadamente contra un oponente tan prodigioso como Erica, poderosísima tanto en la magia como en las habilidades con la espada, no le resultaba difícil sumergirse completamente en la euforia de la guerra.

Ay, Erica, Erica. Realmente no tienes debilidades.” Se dijo Godou sonriendo: “E incluso si hay algún defecto, no puedo verlo todavía. Además, conociéndola como sólo yo la conozco, puedo saber perfectamente que no es tan maliciosa como se muestra exteriormente. En realidad, tiene un corazón muy noble y no está mintiendo cuando dice creer firmemente que estaría insultándome si no me ataca con todas sus fuerzas. Así que nunca se contendrá.

Su ataque favorito siempre ha sido y será la Carga Frontal, usando toda la fuerza de su espíritu y sin detenerse. Ella siempre buscará abrumar a su oponente a punta de pura voluntad. Es una leona. Una auténtica conquistadora. El único motivo por el cual no está atacando ahora mismo, es porque quiere que yo demuestre todo mi poder.

Entonces… ¿Qué hacemos ahora?

- ¡Astucia! ¡Está escrito en toda tu cara! La inteligencia de un zorro y la ferocidad del León. ¡Ese es el Godou que amo! ¡Dame todo lo que tienes! ¡Yo aceptaré el reto! – Grito Erica sonriendo al darse cuenta del brillo en los ojos del joven.

Y el Campione le devolvió la sonrisa por primera vez.

Si, él sonrió.

A pesar de todas sus quejas anteriores…. ¡Ese duelo era extremadamente emocionante y divertido en ese momento! El solo hecho de que hubiese alguien frente a él, que pudiese manejar sus ataques y estuviese dispuesta a enfrentarlo, lo llenaba de felicidad. No se daba cuenta de que estaba sonriendo, pero lo hizo.

Entonces, el Caballo no servirá… pero puedo usar al Jabalí” Pensó Godou y su sonrisa se profundizó aún más para volverse una feroz.

- ¡Tú has violado el juramento y esparcido crímenes sobre la tierra! El rey ha hablado. ¡El criminal será castigado! ¡Yo lo denuncio! ¡Yo lo deshonro! Su columna será aplastada; sus huesos rotos; sus tendones desgarrados; sus cabellos arrancados de su cráneo; su sangre será derramada y revuelta, hasta convertirse en espuma sanguinolenta. ¡Me convertiré en aquel que entierra los colmillos en la carne del malvado! ¡El decreto real se cumplirá! ¡Serás juzgado!

El grito de Godou originalmente era un fragmento de los textos sagrados persas, como maldición para los criminales que habían cometido la peor de las profanaciones. Pero en ese momento era un encantamiento que fluía de su boca como una sentencia divina.

Y luego lo terminó:

- ¡El Jabalí te destrozará! ¡El Jabalí te exterminará!

En la mente de Godou, la imagen del Toro con Cuernos de Oro desapareció, para ser reemplazada por la de un monstruo aterrador de ojos espantosos. Los conjuros que emanaban de él eran muy diferentes, mucho más agresivos que cualquier otra cosa.

Un poder divino inconmensurable comenzó a emanar desde el cuerpo del joven, que ya no era posible de definir como un ser humano.

Este era el Campione: - ¡Escuchen mi alarde de victoria sobre las deidades, escuchen como proclamo mi supremacía!

Este era el Victorioso: - ¡Este es mi desafío a todos los poderes del mundo que se atrevan a cuestionar mi poder asesino de dioses!

- ¡Oh, dioses Etéreos, todos entre ustedes que han escuchado estas palabras mías, ahora enfurézcanse por la muerte de sus hermanos!

- ¡Oh, dioses Ctónicos, si han sentido el temblor de esta proclamación, esperen inútilmente el día en que mi sacrilegio regrese contra mí!

- ¡Oh, dioses Marinos, si han sentido el desafío de mis palabras, enlútense con canto fúnebre ante su propia impotencia!

- Porque yo soy el enemigo de todos los dioses! ¡Soy el destructor de todos los obstáculos! ¡Soy el usurpador de la fuerza divina!

Godou comenzó recitar como si estuviese poseído por un espíritu divino que era al mismo tiempo suyo y a la vez otro. La esencia del dios de la Guerra, capaz de destruir a cualquiera de las deidades que lo retasen, se había combinado en la persona de Kusanagi Godou, para crear a un terrible rey que podía desafiar a todos aquellos que intentasen interponerse en su camino.

El eco de su conjuro se trasformó en un estruendo que remeció los mismísimos cimientos de la tierra.

- ¡Es un terremoto! ¡¿Cuál es la causa?! –

- ¡El Rey acaba de pronunciar el nombre del Jabalí! ¡La quinta encarnación del Dios de la Guerra de Persia! Una bestia monstruosa que puede destruirlo todo con sus colmillos afilados y arrasar con cualquier objeto en su camino… -

El palacio del Emperador Augusto temblaba. Al mismo tiempo también lo hacían el Gran Maestre de los Arcontes de Rómulo y el Paladín Comandante de los Tercios Imperiales. Pero no solamente por el fenómeno sobrenatural, sino por el miedo.

Porque el encantamiento de Godou era el himno para convocar a la bestia divina conocida como “El Portador de la Ruina”. Quizá fuese por eso que la mismísima bóveda celeste parecía estar sacudiéndose. De repente fue como si los cielos mismos estuviesen retumbando y el panorama se llenó de nubes tempestuosas.

En el fondo, estos grandes señores rogaban que fuese su imaginación.

- No… ¡No puedo creerlo!... ¡¿De verdad eres capaz de utilizar al Jabalí contra un oponente tan débil como yo! ¡Eso es demasiado! ¡¿No sabes lo que pasará si cometes un error?! No sólo el Coliseo o el Foro… ¡Toda Roma podría ser destruida! – Exclamó Erica completamente asustada por primera vez en toda la noche.

Al verla tan preocupada, Godou sintió una gran sensación satisfacción que no correspondía con su usual forma de ser.

- ¡Tu querías que demostrase mi fuerza! ¡Ahora la conocerás! ¡No hay forma de que te derrote en una competencia de habilidad, así que simplemente voy a arrasarlo todo con el ataque más poderoso que puedo desatar en este momento! –

En ese momento apareció una especie de distorsión por encima de Godou. Era como si una inmensa grieta se hubiese abierto en medio del cielo, para revelar la entrada hacia un mundo diferente, fuera del alcance de cualquier mortal. Tal vez fuese el legendario TOPOS URANOS, el mundo de las idas que rebeló Platón. Era imposible saberlo. Pero un camino se había abierto hacia ese lugar misterioso, conectándolo con nuestra realidad.

La grieta se hizo cada vez más grande, porque un enorme ser de más de 20 metros de altura la estaba ensanchando al abrirse paso. En ese momento solo podía verse la silueta de su nariz, el cuello… y dos gigantescos colmillos afiladísimos.

En tan solo unos instantes “eso” habría completado su entrada al mundo de los mortales. Aún no era posible distinguirlo con claridad, pero era evidente que se trataba de un Jabalí espantoso de piel oscura.

Y tanto Godou como Erica sabían bien cuán poderosa era esta criatura.

Su origen era una manifestación de Verethragna cuando era la deidad asistente de Mitra, señor de la luz dorada, y deseaba castigar a aquellos mortales o inmortales que hubiesen osado desafiar a la majestad de la realeza. Godou no sabía muy bien el motivo, pero la condición para utilizar esta habilidad era la más sencilla de todas.

Lo único que necesitaba hacer era designar a un “objetivo grande” y luego tomar la firme decisión de destruirlo. Eso era todo. La Bestia siempre se manifestaba inmediatamente después. Todavía no sabía las medidas exactas que debía tener el objetivo, porque Godou nunca usaba esta autoridad si podía evitarlo, pero parecía funcionar con cualquier cosa que superase las diez toneladas de peso.

Y el poder de este Jabalí no estaba limitado únicamente a su tamaño, sino a toda la ruina que arrastraba a su paso.

- ¡Así que “civilizado”, “digno”, “justo”! ¡¿Vez que todo ese discurso no eran más que trivialidades?! – Gritó Erica sin poder contenerse más y entonces levantó su espada hacia el cielo para desatar la magia más poderosa que era capaz de realizar.

- Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves. –

Godou ya había escuchado esas palabras en cierta ocasión. Eran una elegía al más grande de todos los héroes del periodo mítico. Aquel a quien le dieron a escoger entre una vida larga y feliz, o una breve existencia de gloria infinita en el combate.

Aquiles ni siquiera lo pensó, eligió una vida corta y la fama eterna.

- ¡Ea! ¡Que cada hombre embista al otro y sienta el anhelo por pelear! ¡Difícil es que yo sola, aunque sea valiente, persiga a tantos guerreros y con todos luche! En lo que puedo hacer con mis manos, mis pies o mi fuerza, no me muestro remisa. ¡Entraré por todos lados en las hileras de las falanges enemigas, y me figuro que no se alegrarán los adversarios que a mi espada se acerquen! –

Los poderes de Erica comenzaron a manifestarse como un violento tornado de energía a su alrededor, que elevó la temperatura del ambiente. El lamento, la furia y la dignidad de los guerreros parecían tan reales en ese momento, que incluso Godou sintió el estremecimiento.

… Sabía que al final recurriría a esto. Erica nunca se contienen en sus ataques y por eso su estrategia fundamental es fácil de predecir. Porque es tan simple como efectiva. No importa si alguien llega a darse cuenta, siempre y cuando puede aplastar a su oponente en el enfrentamiento directo. ¡La Carga Frontal de un Caballero!” Pensó Godou sonriendo para si mismo, mientras miraba atentamente el césped a sus pies, confirmando una ultima vez a su objetivo.

- ¡Como no es posible que haya fieles alianzas entre los leones y los hombres, ni que estén de acuerdo los lobos y los corderos, tampoco puede haber entre nosotros ni amistad ni pactos, hasta que caiga uno de los dos y sacie de sangre a Ares, infatigable combatiente! -

La temperatura se elevó al máximo y el césped alrededor de Erica se convirtió en ceniza. Un viento que llevaba consigo la furia de mil ejércitos voló hacia la grieta dimensional del Jabalí, oponiéndose a su llegada. Cuore di Leone se había convertido en una lanza, parecida a la de Godou, pero que llevaba consigo el poder suficiente como para lastimar incluso a una deidad.

Era la Lanza de Aquiles.

En ese momento fue que Godou entro en acción y con un rápido movimiento arrojó su propia arma al suelo, para recoger una piedra en su lugar. La más elemental de todas las armas.

Luego la arrojó con todas sus fuerzas contra el rostro de Erica.

Naturalmente semejante ataque no era ningún tipo de peligro para una maga tan poderosa. Erica desvió la piedra fácilmente con un rápido movimiento de su arma, pero en ese momento ella se encontraba conjurando la magia más compleja que conocía. Y sin importar cuan talentosa fuera, en esas circunstancias, hasta el más mínimo error se podía convertir en una oportunidad que el enemigo puede aprovechar.

Godou nunca tuvo la intención de desatar realmente al poder del Jabalí.

Se traba de un simple ardid, una distracción que era imposible de ignorar. Una simple finta para que Erica perdiese por un instante su precisión milimétrica de defensa y ataque.

Tal vez fuese una especie de efecto secundario por el uso de su Autoridad, pero cuando Godou invocaba al Jabalí, incluso parcialmente, su propio cuerpo también adquiría temporalmente la capacidad de embestir. Era sólo una habilidad de cargar hacia adelante con mucha rapidez, algo no necesariamente letal, sobre todo porque la fuerza divina del Toro ya había desaparecido de su cuerpo.

De modo que Godou se lanzó a la carrera para taclear a Erica Blandelli.

No era un movimiento elegante, ni algo que le apeteciese hacer fuera de un partido de Rugby o una carrera rápida en medio de la calle. Definitivamente no lo usaría contra un enemigo que portaba una lanza, porque fácilmente acabaría derrotado.

Pero Erica acababa de perder su postura mientras luchaba por mantener su magia para evitar la llegada de la bestia divina. Así que cuando Godou cargó corriendo hasta ella, no consiguió defenderse correctamente y la punta de su lanza apenas le arañó la piel de uno de sus brazos. El corte fue muy ligero, apenas lo lastimó.

Si hubiese sido más lento no habría funcionado, pero Godou consiguió sujetarla fuertemente por los hombros y arrojarla contra el suelo.

Por suerte el jabalí es más rápido que ella.” Pensó Godou dejando escapar un suspiro mientras se acomodaba para inmovilizar a Erica firmemente.

- ¡¿Qué? -

Godou la había derribado por completo y ahora estaba sentado encima de ella, usando todo su peso corporal para evitar que se moviera.

Sobre todo, estaba vigilando la mano de Erica, donde lleva a Cuore di Leone, que al verse interrumpido el hechizo, volvía a adquirir la forma de una espada.

TERCERA PARTE

Ambos se miraron intensamente durante un momento.

- ¿Sabes algo? Realmente no me molesta, pero preferiría que la próxima vez que estemos así, sea a solas y sobre una cama. –

- ¡Ey!… ¡Ahora no te pongas a bromear! Ya fue suficiente ¿o no? ¡Declara que este duelo ha terminado con mi victoria! – Replicó Godou con frialdad.

- ¿En serio te parece bien ganar así? ¿Con este método tan burdo? ¡No tuvo nada de elegante y apenas cuenta como “inesperado”! – Respondió Erica entornando los ojos.

Ah, quién la entiende.” Pensó Godou suspirando, aunque en realidad él si comprendía. Su plan de distraer a Erica con el Jabalí y atracarla mientras trataba desesperadamente de proteger la ciudad, había sido muy peligroso, irresponsable y, sobre todo, bastante sucio. Sin embargo, al final funcionó.

Mientras pueda ganar ¿qué importa lo demás?” Se dijo Godou regocijándose.

Pero desde el instante en que sometió a Erica en el suelo, todo el fervor combativo en su interior comenzó a bajar. Y al hacerlo, sus pensamientos también se enfriaron. Por eso al responder, intentó elucubrar un argumento más razonable.

- O sea que, según tú, no solamente tengo que ganar un combate a muerte, ¿sino que también debo hacerlo de forma artística y elegante? ¡No soy un torero! Además, contigo como oponente, ¿quién en su sano juicio se preocuparía por la elegancia del resultado? Salir vivo de esto ya ha sido suficiente. –

- Ahh… Es por ese modo de pensar, que nunca has podido obtener una victoria hermosa. Bueno, olvídenoslo. Has logrado llegar hasta dónde estás precisamente porque nunca te detienes ante nada cuando se trata de ganar… ¡Muy bien! ¡Admito mi derrota! Fue mi culpa por dejarme engañar y caer en una trampa tan estúpida. Pero esta será la última vez, ¿me escuchas? ¡Es la ultima vez que me harás caer con un truco semejante! – Respondió Erica con una expresión malhumorada, como la de una niña haciendo una rabieta.

- Muy bien, lo entiendo. No hagas pucheros como si estuvieras en primaria sólo porque perdiste esta vez. – Respondió Godou sonriendo involuntariamente al ver a Erica de ese modo, porque le pareció que nunca antes había sido tan adorable.

Pero acto seguido tuvo que cambiar de opinión.

Repentinamente la expresión de Erica se trasformó y una sonrisa malvada nació en su semblante. Era la misma sonrisa de diablilla que siempre mostraba cuando encontraba una nueva e interesante manera para burlarse de Godou.

- Dime algo, Godou. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nos abrazamos con tanta fuerza? ¿Recuerdas la última vez? –

- Oh, no. No otra de tus incómodas y sugestivas maniobras. ¡Levantémonos ahora mismo!… - Exclamó Godou dándose cuenta del peligro demasiado tarde y rápidamente la soltó e intentó alejarse.

Pero Erica inmediatamente aprovechó para rodear su cuello con ambos brazos y le dijo con una voz increíblemente dulce: - Esto es perfecto. Déjame darte el beso que te mereces por la victoria. ¡Ahora es cuando le toca al hombre demostrar su virilidad! –

De repente la mirada de Godou fue completamente capturada por el brillo de unos labios color cereza, que susurraban palabras de amor y se veían increíblemente deliciosos y cargados de deseo.

- ¡Detén esto! ¡No estás pensando con claridad! –

- ¡Tienes razón! ¡El hombre que amo me ha sometido a traición y finalmente me arrojó contra el suelo! ¡Adelante, reclama el premio que te corresponde! –

Normalmente Godou habría sido capaz de resistir… Pero lo cierto era Erica se veía extremadamente apetecible en ese momento. Su figura era tan esbelta como la rama de un ciprés, pero las partes que debían sobresalir lo hacían de un modo francamente majestuoso. Erica era dorada como la espiga del trigo, dulce como la miel silvestre, su espalda se curveaba de un modo maravilloso y la belleza de su mirada era una promesa imposible de resistir.

Y ahora, esta maravillosa mujer estaba presionando su cuerpo contra el de Godou, haciéndolo consciente de su suavidad, su calor y tentándolo con deseo.

Era criminalmente adorable.

¡No! ¡Si cedo ahora ella me controlará para siempre!

Había comenzado una nueva batalla, completamente diferente a la anterior, pero mucho más peligrosa. Era un combate entre el autodominio de Godou y su deseo. Bastaba un instante vacilación para que perdiese y se embarcase en una dirección de la que nunca podría volver. Erica jamás lo dejaría escapar luego de haber cedido.

De inmediato trató de cerrar los ojos, pero el aroma del perfume mezclado con el sudor de esa mujer era demasiado excitante. También era más consciente que nunca del tacto delicado y cálido de ese cuerpo femenino que lo abrazaba. Pero él continuó recordándose a si mismo que no debía perder el control.

- ¡Erica! Este tipo de cosas solo pueden hacerlas quienes estén en una adecuada relación, así que debemos parar aquí. ¡Hay personas alrededor nuestro, por todos los dioses! –

- Pero yo quiero hacer esto, así que ¿cuál es el problema? Solo tienes que pedirlo una sola vez y responderé como se debe. Si tanto te molesta que otros estén presentes, simplemente nos iremos a un lugar más privado. –

La sonrisa de Erica se volvía cada vez más pronunciada y al mismo tiempo seductora. Quizá porque era demasiado consciente de cuánto afectaban a Godou sus acciones. Lo peor de todo es que, a pesar de saber que todo lo que hacía Erica era a propósito, el fuerte atractivo que emanaba de ella no se reducía en lo más mínimo.

¡Tengo que escapar de esta endemoniada mujer ahora mismo o será demasiado tarde!” Decidió Godou en ese momento y reforzó su determinación golpeando el suelo con su mano. Un gesto bastante varonil.

Fue entonces cuando notó que la tierra seguía temblando.

Si, el temblor continuaba. Quizá un grado tres en la escala de Richter.

- Noble Kusanagi Godou, realmente ha sido un honor el haber sido testigo de su fuerza divina. ¡Usted verdaderamente es un ser supremo destinado a imperar en el mundo! –

- Incluso es capaz de comandar los poderes del Avatar de la Ruina y otorgar el castigo celestial. ¡Digno de auténtico temor reverencial! –

- Por lo tanto, tal y como ya hemos acordado con la Dama Erica Blandelli, nosotros quienes representamos a todos los Magos Europeos lo reconocemos como un Campione, el matador de dioses y monarca absoluto sobre todos los mortales. ¡El mundo entero conocerá su grandeza! –

Los Grandes Maestres y el Paladín Comandante se habían materializado en algún momento a una cierta distancia. Ahora avanzaban de un modo bastante ceremonial, respetuoso y digno, pero había un pequeño brillo nervioso que parecían no poder disimular del todo.

- Rey Kusanagi, si fuera posible, quisiéramos pedirle que pusiese fin a esta horrenda vibración. Los cimientos de Roma no aguantarán más a este paso y la barrera que pusimos está a punto de romperse. –

- Además, si esa bestia divina llegase a salir… Temo que los resultados sean bastante graves. –

Al oír sus tonos suplicantes, Godou asintió inmediatamente y se puso de pie. Como ya había ganado, realmente no tenía sentido que el Jabalí siguiese tratando de manifestarse. De hecho, se sintió un poco enojado consigo mismo por haberse distraído tanto como para ignorar la situación. Por eso decidió terminar con el problema inmediatamente y cerró los ojos para concentrarse mientras pensaba: “Suficiente, regresa de una vez.”

De ese modo el Jabalí se daría media vuelta y regresaría a su dimensión, donde podría volver a dormir o hacer cualquier cosa que las bestias divinas hicieran en el Mundo de las Ideas. Por lo menos eso era que Godou esperaba.

Pero el Jabalí no desapareció.

¡¿Oe qué?! O sea que tú me despiertas, me traes hasta aquí, ¿y ahora quieres que largue? ¡Oh no! ¡Querías una distracción! ¡Tendrás una distracción!

El monstruo gigantesco estaba solo parcialmente materializado, pero sacudió la cabeza y de algún modo envió una especie de pensamiento en respuesta.

- Quien lo diría. – Dijo Godou en voz alta mientras sentía que el alma se le escapaba del cuerpo e inconscientemente trataba de desentenderse de la realidad.

- ¿Qué dijo, Su Majestad Kusanagi? – Preguntó el Paladín Comandante.

- No quiere volver. – Respondió Godou con la mirada en blanco.

-…-

- Dice que no quiere volver. – Repitió Godou y luego comenzó a mirarlos a todos como si quisiese que le dijeran qué hacer.

- ¡Pero eso sería terrible! ¡Una bestia divina arrasando las calles de Roma causaría millones de muertes!

- ¡Den la alarma! ¡Ordenen a todas nuestras fuerzas para que organicen una evacuación de inmediato, mientras encontramos un modo de arreglar esto! –

Los Grandes Mestres reaccionaron inmediatamente y comenzaron a ejecutar poderosas magias para comunicarse con todos las personas bajo sus órdenes, tanto en el gobierno como en el mundo mágico. El Paladín Comandante también comenzó a hablar con alguien en voz alta, pero su mirada resplandecía como si no estuviese en ese lugar y más bien estuviese proyectando su conciencia frente a sus subordinados.

Mientras tanto, la cabeza del Jabalí finalmente se materializó y comenzó a abrirse paso hacia el mundo de los mortales. Una vez que el resto de cuerpo saliese, comenzaría la devastación.

- La última vez que lo invocaste… ¿No regresó de inmediato luego de que destruyó el objetivo que le pediste? – Preguntó Erica en tono filosófico.

- Si, recuerdo que no estaba muy contento y pareció protestar, pero obedeció tranquilamente y regresó. – Respondió Godou con la esperanza de que la inteligente muchacha le diese una solución.

- Pero esta sería la primera vez que le pides regresar sin destruir algo primero. ¿Tal vez ese es el problema? – Dedujo Erica.

- Es posible. El Jabalí siempre ha sido muy difícil de controlar y nunca parece obedecer ordenes concretas. Solamente las más simples. –

- Según sus palabras… - Dijo entonces el Gran Maestre de los Arcontes de Rómulo con un rostro serio: - La aparición de la bestia está condicionada a la destrucción. Si intentamos detenerla por la fuerza, destruirá todo lo que se interponga en su camino. En cambio, si la dejamos acabar rápidamente con el objeto de su odio, será posible hacerla regresar más rápido. –

- Tampoco me gusta. – Respondió el Paladín Comandante: - Pero ni con el poder de todos los magos podremos evitar su aparición. Dejemos que la criatura destruya su objetivo y concentrémonos en apartar a todos de su paso. De ese modo limitaremos el número de víctimas. –

- Si, supongo que esa es la solución. Pero… - Murmuró Godou con una mirada sin vida, porque sabía exactamente cuál era el objetivo del Jabalí y sin querer le lanzó una mirada rápida, llena de arrepentimiento. Fue solo un gesto, pero Erica Blandelli se dio cuenta al tiro y rápidamente supo lo que ocurría.

- Godou, sé que tú nunca querrías lastimarme realmente. Además, creo que un ser humano no sirve para ser objetivo de la encarnación del Jabalí. ¿No es verdad? –

- Si… tiene que ser algo grande. – Respondió Godou sin atreverse a mirarla.

- Algo grande… -

- Algo muy grande… -

- “Muy grande” … dices. –

Inmediatamente todos se dieron cuenta de que la voz de Godou se hacía cada vez más nerviosa y evasiva debido a lo mucho que deseaba evitar ser interrogado. Pero Erica no iba a perder semejante oportunidad para divertirse a costa suya e inmediatamente lo señaló.

- Estamos en el Circo Máximo, que está vacío y llano. El Palacio de Augusto era el lugar desde donde los Grandes Maestres observaban nuestro duelo, así que podemos descartarlo. Creo que lo único muy grande que podría haber llamado la atención por aquí en medio de nuestra batalla sería… “Eso”. Si, “eso” sería lo único. Pero no quiero creerlo.

Alguien que siempre vive pregonando las virtudes del pacifismo, la dignidad y los beneficios de vivir de forma civilizada; nunca, jamás, por ningún motivo, haría algo tan salvaje como para hacer su objetivo a una de las siete maravillas del mundo. ¿No es cierto? Digo, es un patrimonio invaluable de la humanidad, que ha formado parte de nuestras tradiciones históricas y sagradas desde la era del Primer Imperio Romano.

Seguramente me equivoco. ¿Verdad, Godou? ¡Vamos! ¡Dilo! ¡Diles a todos que me equivoco! –

Erica por supuesto que había dado en el blanco.

¡Como le gusta hacer leña del árbol caído a esta maldita demonio! ¡Estoy seguro de que está disfrutando de lo lindo con mi sufrimiento!” Se dijo Godou, pero sentía la boca demasiado seca como para articular una respuesta.

- ¿Cuándo hablan “eso? ¿A qué se refieren exactamente? – Preguntó el Gran Maestre de los Prosélitos de Orfeo con un tono mucho más agudo de lo que cabría esperar en un sujeto tan severo.

- No, esperen. – Dijo el Paladín Comandante y señaló en una dirección particular: - ¿Están hablando de “eso”? –

En cierta ocasión el pueblo judío se rebeló contra el dominio romano con una ferocidad sin precedentes. Para castigar su osadía, el invencible general Flavio Vespasiano movilizó sus legiones y dirigió una cruenta reconquista del pueblo rebelde, que terminó en la conquista de Jerusalén y la destrucción del templo que hoy en día solamente se conoce como “El muro de los Lamentos”. Tan amado, temido y admirado fue Flavio Vespasiano, que el pueblo lo proclamó Emperador de Roma luego del reinado del demente Nerón.

Para demostrar cuánto amaba a su pueblo, Flavio Vespasiano ordenó utilizar todo el dinero que había obtenido del saqueo de Jerusalén en construirles un nuevo Anfiteatro, un lugar donde podrían observar los más espectaculares combates. Y lo construyó justo donde el loco Nerón tenía originalmente sus terrenos privados.

El Anfiteatro Flavio tenía una capacidad para albergar a unos 50,000 espectadores, un complejo sistema de cobertura que brindaba sombra fresca en todo momento y controlaba la iluminación, cientos puertas secretas para que hombres, bestias y máquinas pudiesen salir sorpresivamente como por arte de magia.

Ahí los romanos hacían combatir hasta la muerte a todos aquellos prisioneros de guerra que se atreviesen a desafiar su poder, a los criminales, traidores o los presos políticos. Incluso había combatientes profesionales, llamados Gladiadores, que participaban voluntariamente para ganar fortuna arriesgando su vida.

Los espectadores también presenciaban ejecuciones públicas, violaciones masivas de las mujeres de sus enemigos, animales salvajes comiéndose a los condenados, etcétera. El pueblo no solamente se divertía viendo a sus enemigos morir, sino que ellos mismos podían perdonar o ejecutar a los participantes, mediante la aclamación o sus gritos de “Vida” o “Muerte” después de una batalla. Entonces, por un segundo, eran casi tan poderosos como su propio Emperador.

Para decorar el lugar, Vespasiano ordenó que modificaran una estatua colosal que se había hecho el Emperador Nerón para parecerse al dios del sol y luego lo usasen como adorno cerca del Anfiteatro. La estatua se cayó hace mucho, pero las personas lo siguieron asociando al edificio, por eso termino siendo conocido como El Coliseo Romano.

La orgía de muerte y depravación en el Coliseo se terminó finalmente con la caída del Imperio y el edificio entero estuvo a punto de ser destruido muchas veces para ser utilizado como fuente de material constructivo. Sin embargo, fue protegido gracias la Iglesia Católica Romana, que decidió conservarlo en memoria de todas las innumerables víctimas inocentes que murieron horriblemente en ese lugar, entre ellos muchos de sus mártires, cuyo sacrificio nunca fue olvidado.

Gracias a esta protección, El Coliseo permaneció en el mundo como testimonio de la habilidad, la degradación y también el poder que llegaron a alcanzar los Antiguos Romanos. Su arquitectura alimentó la imaginación de millones de artistas y arquitectos, hasta el punto en que hoy en día no existe un solo estadio deportivo en el mundo entero que no tenga alguna influencia del Coliseo Romano.

Finalmente, en el año 2007 fue nombrado por el mundo entero como una de las 7 Maravillas que uno tiene que ver antes de morir.

- E… Bueno, es que… Estaba ahí. – Confesó Godou mientras deseaba que la tierra se lo tragase: - Terminé muy metido en el combate. “Eso” me llamó la atención… ¡Creí que no llegaría a suceder! –

En ese momento el Jabalí finalmente completó su materialización. Una vez que los colmillos, la cabeza y las patas delanteras se volvieron sólidas, ya no había nada que pudiese evitar su carga.

Luego se escuchó un rugido tan terrible, que evidente no podía pertenecer a este mundo.

- ¡…! –

- ¡…! –

La tierra dejó de temblar por la invocación, pero empezó a hacerlo con cada golpe de las pezuñas de la bestia al correr salvajemente, las cuales se escuchaban como el sonido del final de los tiempos. Toda Roma comenzó a temblar.

Sobre todo, El Coliseo Romano, que se reflejó por ultima vez en los ojos rojos de la criatura, antes de que cerrase la distancia en menos de un parpadeo y diera inicio a una espantosa devastación.

- No… -

- Cielos –

- Esto necesitará mucha magia –

- No escatimemos en gastos. Llamen a todos los magos, oficiales, los medios, al presidente y al ejército. Necesitamos barreras, restauración y modificación masiva de memoria. No podremos hacerlo todo en un solo día, tendremos que inventar una excusa creíble y luego preparar una ilusión mientras regeneramos los daños… -

Todos entraron en un estado de evasión de la realidad, excepto por el Gran Maestre de los Arcontes de Rómulo, que fue el único con el suficiente carácter para sobreponerse y comenzar con un plan de solución.

****

Tres días después el mundo contempló el siguiente titular y se llenó de asombro.

¡ATENTADO TERRORISTA EN ROMA!

¡GRUPO RADICAL ATACÓ EL COLISEO ROMANO CON MISILES Y LUEGO COMETEN SUICIDIO! ¡LAS NACIONES UNIDAS SUMAN ESFUERZOS PARA LIMITAR EL ALCANCE DE LOS DAÑOS ANTES DE QUE SEAN IRREPARABLES! ¡EMPRESAS PRIVADAS ITALIANAS AFIRMAN QUE SE OCUPARAN DE LA RESTAURACIÓN, PERO EL INVALUABLE PATRIMONIO ARTÍSTICO NO PODRÁ SER VISITADO HASTA NUEVO AVISO!

CUARTA PARTE

- ¿En serio partirás ahora mismo, Godou-san? Es una verdadera lastima porque acabamos de conocernos. –

- Deberías quedarte unos días más. Incluso un par de semanas. ¿Por qué no aprovechas para relajarte y así podremos pasar tiempo juntos, amorosamente acurrucados? ¿Tal vez en Venecia o Trípoli? –

Tanto Arianna como Erica le estaban hablando, pero Godou continuó empacando sus cosas sin mirarlas. Sus respuestas también fueron diferentes para cada una.

- Gracias por tu amabilidad, Anna-san. Si alguna vez viajas a Japón, por favor no dejes de ponerte en contacto conmigo y haré todo lo posible por devolverte toda la hospitalidad que me has demostrado.

Erica, deja de decir tonterías. Incluso si tuviese el valor de ausentarme tanto tiempo de la escuela sin permiso, jamás sería en otro continente. Además, después de todo lo que ha pasado, no tengo ganas de acurrucarme contigo ni en Venecia ni en ninguna parte. ¡Solo quiero desaparecer! –

En ese momento se encontraban en la habitación de un hotel de lujo que Erica había reservado. Godou llegó aquí después de ver el colapso del Coliseo Romano y no dijo nada ni tampoco preguntó. Simplemente se dejó caer como un tronco sobre uno de los muebles y abrazó la dulce liberación de la inconciencia hasta el amanecer.

Horas atrás…

… Saber que por su culpa una de las Siete Maravillas del Mundo había sido completamente destruida le carcomía la conciencia. Godou suplicó, grito y ordenó sin cansancio al Jabalí durante un tiempo que le pareció eterno, pero al final la Bestia Divina sólo se retiro cuando apenas quedaban unos escombros del invaluable edificio.

- De cualquier forma, en Milán ya sacrificaron su Castillo Sforzesco. Si Roma no perdía algo parecido al Coliseo Romano, se estaría quedando atrás en la lista de ciudades que han tenido el honor de recibir la visita del Campione Kusanagi Godou. –

Debo haber hecho algo muy malo en mi ultima vida, para merecer el haber tenido que involucrarme con esta mujer o mejor dicho este demonio.” Pensó Godou suprimiendo las ganas de gritar, porque las palabras despreocupadas de Erica eran como un dardo bastante doloroso en su espalda. “Lo peor de todo, es que ella es la culpable real de todo lo ocurrido. Sí. Pero seguro que hallará la manera de volver esto en mi contra para manipularme de algún modo. Ya la puedo imaginar volviéndome a llamar. Ese día probablemente no está muy lejos.

Mientras Godou sufría en silencio, la expresión de los Grandes Maestres se volvió aún más severa.

- ¿Entonces el colapso reciente del Castello Sforzesco se debió a usted, rey Kusanagi? –

- Me preguntaba cómo era posible que incluso las defensas mágicas que colocamos para fortalecer su estructura interna de repente fueron destruidas. Verdaderamente usted es poderoso, majestad Kusanagi –

Viendo que sus anteriores “metidas de pata” estaban siendo descubiertas en ese mismo momento, Godou solamente pudo bajar la cabeza debido a la vergüenza. Erica en cambio estaba disfrutando de lo lindo y sonreía risueña mientras le echaba más leña al fuego.

- Eso no es nada, venerables. Deberían haber visto como terminó Porta Felice cuando visitamos Palermo; o el puerto de Cagliari en Cerdeña. El poderío del rey quedó completamente demostrado. Y en Siena dejaste un inmenso cráter en lo que era la Piazza del Campo. ¿Verdad Godou? –

- ¡Basta! ¡Me vas a matar, Erica! – Masculló Godou desesperado: - ¡Deja de hablar como si no tuviese nada que ver contigo! ¡Tu me obligaste a ir a todos esos lugares! ¡Al menos la mitad de la culpa es tuya! -

- Los monumentos se arreglarán al final. – Le respondió Erica sin darle importancia: - A las familias de magos en esos sitios solo les costó unos cuantos miles de millones y algunos tesoros invaluables. Nada que valga la atención de un rey como tú. –

- … Oh no – Exclamó Godou casi gimiendo mientras se imaginaba todas las molestias que sus acciones terminaron causándole a terceros. Erica no pudo aguantar más y comenzó a soltar una carcajada.

Mientras tanto, los Grandes Mestres se arrodillaron en frente de Godou con la misma reverencia que le tendría un Señor Feudal a su Monarca y dijeron:

- Ahora comprendemos que, sin importar su carácter o voluntad, un Campione siempre será un Campione. Los poderosos del mundo entero sólo podemos contemplarlos y desesperar. Rogamos que sea misericordioso. –

- Los Arcontes de Rómulo y los Prosélitos de Orfeo juramos guardar su suprema dignidad y suplicamos que nos vea a nosotros, junto con la Ciudad de Roma, como dignos de recibir su merced y su gracia. –

Los Grandes Maestres no lo hicieron responsable de los daños y lo despidieron con la mayor de las atenciones. También le aseguraron que todo lo ocurrido sería solucionado por su magia de restauración y que al final El Coliseo volvería a levantarse igual que antes, sin que nadie notase la diferencia.

Pero el pánico en la voz del Paladín Comandante cuando gritaba en viva voz para convocar a los equipos de rescatistas era muy difícil de ignorar. Incluso si realmente la magia podía reparar los daños, era evidente que costaría una cantidad astronómica de recursos invaluables.

Godou tampoco podía olvidar las expresiones aterrorizadas de los ciudadanos romanos que se dieron cuenta de lo que ocurría en plena noche. Gracias a las barreras mágicas, ninguna persona ordinaria pudo ver al Jabalí, pero por supuesto que todos notaron el terremoto y luego la ausencia de la más grande atracción turística en la ciudad de Roma. Godou vio a varios miles de ellos en su camino hacia el hotel y al final su sentido común terminó sufriendo un terrible revés debido al remordimiento.

Tiempo presente…

… Por eso, a primera hora, su único pensamiento era dejar Italia y hacerlo cuanto antes.

Acababa de salir de la ducha, completamente vestido, cuando Arianna llegó trayéndoles el desayuno y también el titular de esa mañana.

- ¡Godou-san, esto es increíble! ¡Hay un total de veinte páginas dedicadas por completo al atentado terrorista en El Coliseo! ¡La ultima vez que una noticia mereció tanta atención, fue cuando Italia ganó la Copa Mundial de Futbol! – Exclamó Arianna con una sonrisa angelical.

- Hay que reconocer la habilidad de los Grandes Maestres. – Comentó Erica alegremente mientras leía el artículo: - Se inventaron una excusa bastante creíble en nada de tiempo e incluso prepararon evidencia sobre una plataforma de misiles para los supuestos radicales. ¡Eh! Lograron que varios grupos de la Franja de Gaza se hiciesen responsables. ¡Que meticulosos! –

¡Genial! Sólo mátenme ya. ¿Les parece?” Pensó Godou sintiéndose aún más culpable. “En cualquier caso, se acerca la hora de mi vuelo y quiero estar en el aire antes de que pase algo más…Espero poder convencerlas de llevarme tranquilamente al aeropuerto.

- ¿De verdad quieres irte, así como así? Luego de todos los problemas que pasé para traerte. ¡Casi podría creer que no quieres pasar tiempo conmigo! –

- Pasar tiempo es una cosa. Dejar mi casa, familia y obligaciones sin previo aviso para irme de vacaciones, es otra. Además, si me sigo demorando, mi hermana podría sospechar que le he mentido y no me siento lo bastante fuerte como para lidiar con ello. Aprecio que quieras pasar tiempo conmigo, pero tendremos que dejarlo para otra ocasión. –

En ese momento era domingo por la mañana en Italia, pero en su tierra natal todavía eran las doce de la noche en sábado. Si se daba prisa en tomar su vuelo podría estar en Tokio alrededor del mediodía y nadie se daría cuenta de que había abandonado el país.

- Ah… Realmente eres un cabezota. Bueno, entonces te llevaré al aeropuerto yo misma. Pero antes tengo de darte algo. –

Erica de repente recogió una maleta que estaba a poyada cerca de sus pies y sacó de su interior un pequeño objeto de piedra con el tamaño aproximado de un puño.

El material tenía forma de disco y era tan negro como la obsidiana. Eso dificultaba bastante distinguir cuál era la figura tallada en su superficie, la cual también estaba desgastada por el tiempo; pero parecía ser un rostro humanoide visto de frente, con serpientes en lugar de cabellos.

Era evidente que se trataba de un objeto bastante antiguo.

- ¿Qué es esto? Y más importante… ¿Por qué quieres que me lo lleve? –

- Te lo mencioné antes, esto es el Gorgoneion. – Explicó Erica sonriendo: - Básicamente es como un grimorio mágico. La efigie es una representación de la Diosa Madre y contiene en su interior todas las instrucciones para ayudar a una deidad a convertirse en una Diosa Rebelde de la Tierra. –

- Tenía entendido que los Grimorios eran libros mágicos para enseñar hechizos y encantamientos. – Dijo Godou negando con la cabeza: - Esta cosa es una piedra. Ni siquiera tiene palabras grabadas en la superficie. Solo un garabato que no se distingue bien. ¿Cómo puede contener instrucciones? –

- Olvida el papel. Esta cosa viene de tiempos muy anteriores a la escritura. Pero su propósito y concepto es el mismo que el de un Grimorio, solo que este en particular es infinitamente más poderoso. Además, solamente una Diosa Antigua podría extraer todo el conocimiento contenido en su interior. En cambio, los mortales apenas podemos arañar la superficie. –

- Esta imagen… Me recuerdo a algo… ¿No es ese monstruo llamado Medusa? Creo que Hércules o alguien así la derrotó. – Preguntó Godou con escepticismo mientras miraba de cerca la imagen tallada en el disco de piedra.

- Medusa era una de las 3 gorgonas supremas y la única entre ellas que era capaz de morir. Cabello en forma de serpientes con vida, garras de bronce, alas de oro, cuerpo de mujer, colmillos de jabalí… Todo un conjunto de monstruosidades en uno. La Gorgona Medusa fue finalmente derrotada por el semidiós Perseo, quien obtuvo su poder al quitarle la cabeza. – Explicó Erica: - Pero las tres Gorgonas en realidad hacen referencia a otras deidades femeninas, mucho más antiguas, el Triunvirato[1] de la Noche: Deméter (suelo), Perséfone (Inframundo) y finalmente Hécate (magia).

Finalmente, todas ellas terminaron combinándose en la última, que es representada como una diosa con tres rostros.

Sin embargo, esta sería su forma debilitada. Su verdadera esencia es la de una diosa extremadamente poderosa, que reinaba en el Mundo Antiguo antes de ser derrotada por los… –

- Me encantó tu explicación a pesar de que fue un poco complicado de entender, pero voy a interrumpirte justo ahí. – Exclamó Godou de repente: - Esta cosa es básicamente la propiedad de una diosa antigua y también algo bastante peligroso. ¿No es cierto? –

- Así es. –

- Y simplemente me lo entregas así, sin más explicaciones… -

- Creo que intenté contarte todos los detalles ayer en el restaurante, pero tú no quisiste escuchar. –

- ¡No me dijiste que era una bomba de tiempo! –

- También te dije que llegaría el momento en que tú mismo me pedirías que te lo contara todo. ¿Verdad que tuve razón? –

- Ca… - Godou se quedó sin palabras por un momento, pero luego reclamó: - No, no tienes razón. Y te diré por qué. No será necesario que me expliques nada de esto, porque no tengo intención de guardar esta cosa y menos aún de llevármelo a mi tierra. –

Un misterioso objeto tallado con poderes terribles, cuyo propietario era una diosa, la cual ya lo estaba buscando… si semejante Monstruo apareciese sobre Tokio por culpa suya, Godou sentía que le saldría una ulcera en el estómago por la preocupación.

- Bueno, si esa es tu respuesta no se puede hacer nada. – Dijo Erica sonriendo dulcemente y luego inclinó adorablemente la cabeza a un lado mientras susurraba como si estuviese hablando consigo misma: - Tarde o temprano la Diosa Rebelde descubrirá que tenemos el Gorgoneion aquí y desatará un terrible cataclismo sobre todos los habitantes de Roma. Entonces se perderán millones de vidas inocentes… Si tan solo pudiésemos pedir la ayuda de un Campione, pero no hay ninguno disponible porque no sé quién lastimó gravemente al Rey Salvatore y hasta ahora nadie puede encontrarlo. –

El monólogo de Erica continuó de la siguiente manera, aumentando gradualmente el nivel de patetismo, hasta que finalmente llegó a convertirse en algo que bien podría ser un éxito de taquilla en el género de Tragedia. Por supuesto que cada palabra era como un misil teledirigido directamente contra el corazón de Godou, quien no pudo evitar estremecerse.

- Arianna, si la malvada deidad aparece, juró por mi honor que te protegeré … Pero sin importar cuánto luchemos los mortales, jamás podremos obtener la victoria contra un Dios Rebelde. ¡Debes dejarme y sobrevivir! –

- ¡No, mi señora! ¡Si este ha de ser nuestro final, entonces moriremos juntas! ¡Cuando llegue el momento, lucharé a su lado! ¡Se que no hay mucho que pueda hacer, pero por lo menos no seré una carga! – Exclamó Arianna con una expresión desdichada, sin darse cuenta por completo de que su señora estaba haciéndose la tonta.

- ¡Eres tan valiente, mi leal Arianna! ¡Cuán cruel puede ser este funesto destino, pero al menos estaremos juntas al final! ¡Ah, pero esa pobre gente indefensa! ¡Cuando pienso sufrimiento y destrucción que tendrán que soportar, siendo inocentes de todo mal! ¡Quemaré hasta mi último rastro de vida, aunque sea para permitirles despedirse de sus seres amados! –

Por supuesto que Godou se daba cuenta del brillo inteligente que había en la mirada de Erica cada vez que lo miraba de reojo, para evaluar su reacción. Era evidente que ella estaba jugando con él, pero el nivel de descaro exhibido en esta ocasión lo dejaron sin palabras durante un buen rato.

¡Que retorcida y malvada!

- ¡Guau! Has alcanzado un grado de malicia que jamás hubiese creído posible. – Dijo Godou sonriendo a pesar suyo: - Muy bien, me lo llevaré conmigo. –

- ¡No tienes que hacerlo Godou! ¡Se que estás muy ocupado y no tienes tiempo para lidiar con los problemas de los insignificantes mortales! ¡Solamente espero que me recuerdes con cariño y… -

- ¡Esta bien, me lo llevaré! Mejor dicho ¡Quiero llevármelo! ¡Me encanta la idea! ¡En serio! ¡Me emociona guardar este maldito objeto que podría causar millones de muertes! – Exclamó Godou sarcásticamente para cortar de una vez con el teatro: - Pero si un desastre termina desatándose sobre Tokio, será responsabilidad tuya Erica, no mía. Todo será culpa tuya. ¿Entendiste? –

- ¡Tranquilo! Algo como una ciudad siendo arrasada por el capricho de un Rey ya es considerado algo común por los magos de Europa. Si llega a pasar algo en Tokio, seguro lo tomarán como que han crecido a un nivel internacional. –

- ¡Córtala ya con esas estupideces! – Exclamó Godou con expresión furiosa, pero se dio por vencido y guardó el disco de piedra en su bolsillo.

Al ver esto, Érica sonrió con malicia.

Esta mujer es sin duda un demonio. Si, ella es el origen de toda mi mala suerte.” Pensó Godou mientras confirmaba la opinión que ya tenía de ella.

****

Se ha ido…

El tallado que representa a la Serpiente Antigua, que contiene la sabiduría del Triunvirato, ha caído en manos enemigas.

Sus instintos sobrenaturales le informaron sobre lo que terminó sucediendo mientras posaba sus delicados pies sobre los escombros de lo que hasta ayer había sido El Coliseo Romano

Todavía podía sentir algunos restos de la sabiduría del Gorgoneion a su alrededor, sobre la destrucción que provocó aquel que era su enemigo desde el principio de los tiempos. Pues el poder que causó la terrible desolación en la que se encontraba fue definitivamente el resultado de la Autoridad de un Campione.

En esos momentos había miles de esas pequeñas personas, los discípulos de Hermes, coomo se llamaban a sí mismos como magos, trabajando desesperadamente en las reparaciones alrededor suyo. Todos ellos seguramente eran personajes célebres, pero ninguno se dio cuenta de su presencia.

Por supuesto que no. NADIE podía encontrarla si ella no lo deseaba.

Le bastaba pensar “no quiero escuchar ahora ningún parloteo de los mortales” para que hasta la más poderosa de las magias de detección resultasen completamente inútiles. De hecho, solamente él habría podido verla, como en efecto lo hizo cuando lo conoció.

En ese momento recordó al Campione venido de tierras lejanas con el que se reunió hacía tan solo unos días. El asesino de dioses que mintió sobre querer enfrentarla.

Así que al final resultó como debía ser. Los hijos de Hermes no se pusieron de acuerdo en lo que debían hacer con el Gorgoneion y por eso se lo entregaron al Campione. Pero ahora, seguramente el asesino de dioses se lo llevará fuera de esta tierra y entonces el Sello de Zeus Olímpico[1], que hasta ahora me impedía encontrarlo, dejará de interponerse en mi camino.

Justo como ella hizo hacía miles de años, el joven Campione había venido desde lejos atravesando el mar. ¿Por qué debería tener miedo de hacer lo mismo, si con eso recuperaba lo que le pertenecía por derecho?

Ella y la Serpiente Antigua tenían un lazo inseparable y esa conexión inevitablemente la llevaría en su dirección.

- ¡Lo que deseo es el Gorgoneion! ¡La égida tallada que yo poseía! ¡El trono anhelado que sólo yo merezco!¡La Serpiente Antigua que sometió a todos bajo su sombra! –

Ella era una diosa con muchos nombres. Medusa, Esteno, Euríale, eran simplemente algunos entre los que tuvo.

Sin embargo, al final, todos sus títulos y honores significaban lo mismo: La Reina del Inframundo, la Diosa Madre que dominó sobre la oscuridad, tres deidades en una sola entidad, El Triunvirato de la Noche que imperó sobre el Mediterráneo.

- ¡Lo que deseo es el Gorgoneion! La Serpiente Antigua que nuevamente abrirá mi camino hacia el trono de la oscuridad y me dará el poder para rebelarme. ¡Toda la sabiduría del cielo y la tierra me pertenecerán a mí! –

La diosa rebelde sonrió y finalmente dio un pequeño paso en dirección hacia el Este. No tenía prisa. Sería el primero de muchos que daría pacientemente antes de llegar esa tierra lejana donde se encontraba su objetivo.

[1] Alianza de Tres que funciona como uno.

[2] Padre de los dioses, señor del rayo, el poder y la política.

La Luz de ROMA.mp4

NOTA DEL TRADUCTOR

Hola a todos, soy acabcor de Perú. ¡Que tal capítulo! Campione terminó siendo todo un desafío porque cada episodio es mucho más largo en comparación a lo que estoy acostumbrado. Este me tuvo en vela durante 3 días seguidos y además he estado enfermo, así que me costó bastante.

A pesar de que dije que no cambiaría tanto como en otras novelas, al final no pude con mi genio e introduje muchas modificaciones. Las primeras fueron para enriquecer las descripciones de la ciudad de roma, su historia y el entorno. También he retocado la información sobre las diosas mencionadas y las gorgonas, para que correspondan más al mito que conocemos. Luego agregué varias conclusiones propias que tiene que ver con la evolución del concepto de deidades paganas. Por suerte, soy bastante versado en esos temas, si me permiten decirlo.

Otro aspecto muy importante que se cambió fue la magia en sí, sobre todo los conjuros. Las palabras de poder de Kusanagi Godou fueron enfatizadas con mejores versiones para que quedase bien claro cuál es el origen de cada poder, sin que por ello dejase de haber un poco de poseía de por medio.

Pero el más importante cambio quizá pasó desapercibido y fue la magia de Erica Blandelli.

En el original hay demasiadas referencias al Rey Ricardo Corazón de León. Se que el nombre de la espada de Erica significa eso… Pero nada más. Ricardo no es un rey mitológico, sino uno bastante conocido; tampoco es italiano sino inglés. No tiene nada que ver ni con Erica ni con el entorno. Yo personalmente creo que es un caso raro de “vagancia” del autor por no investigar un poco más antes de colocar un nombre.

Eso es algo que me molestaba desde la primera vez que leí la novela y decidí aprovechar para cambiarlo. Por eso preferí hacer referencias a Alejandro Magno, que llevaba un famoso casco con forma de León, a su general Leonato (el significado de su nombre es evidente) y héroe Heracles junto con el León de Nemea. Me pareció que este tipo de personajes se identificaban mucho más con alguien orgulloso y un poco altanero, como es Erica Blandelli.

Otro cambio fundamental que introduje está en la magia más poderosa de Erica. En el original Erica y su rival (que viene más adelante) usan pasajes famosos del Nuevo y el Antiguo Testamento de la Biblia para ejecutar sus magias. La idea es que en realidad esconden magia prohibida en su interior, aunque nadie lo sepa. Como concepto por sí sólo no es demasiado malo, pero yo decidí que tenía que cambiarlo.

¿Por qué? Porque soy católico, por eso. Un católico pésimo y mediocre, es cierto, soy el primero en admitirlo. Tal vez incluso me iré al infierno por mis pecados. Pero al menos quiero intentarlo. Cuando alguien habla de forma irrespetuosa sobre mi fe o mis creencias sagradas, me ofende. No voy a disculparme por ello. Años atrás, cuando leí Campione, no estaba totalmente comprometido con ninguna fe, pero aun así me dolió el modo tan burdo en que utilizaron escrituras sagradas sumamente importantes en esta novela.

Pero, además, el cristianismo es literalmente la menos indicada entre las religiones para este tipo de cosas relacionadas con poderes mágicos, porque los temas centrales son la humildad y el amor. No sirve para cosas como el Control, Poder o la Gloria en los humanos.

Por supuesto que tenía que ofrecer una alternativa y por eso mis estimados lectores estuve quemándome las pestañas durante mucho tiempo. Finalmente, tras analizar a los personajes de Erica Blandelli y su futura rival, llegué a la conclusión de que la diferencia entre ambas era algo fundamental que debía ser reflejado en sus propios poderes.

Al estudiar la mitología, no hay héroes más diferentes y al mismo tiempo complementarios, que Aquiles y Odiseo. Uno es la cólera y el otro es la astucia. Ambos son los protagonistas de poemas épicos, pero que también eran religiosos, pues para los griegos no se trataba de “mitos” sino de verdadera historia sagrada que en realidad había sucedido.

Así que bbrí mi viejo libro de la Ilíada y comencé a escoger pacientemente entre todos los versos algunos que le fueran bien a un personaje como Erica. Costó un poco, porque no es cuestión de usar frases al azar, sino que debían corresponder a la magia que usaría nuestra hermosa hechicera.

Amigos, como no podía ser de otro modo, terminé recordando lo mucho que amaba leer la Ilíada y perdí mucho tiempo recitando mis pasajes favoritos y volviendo a enamorarme de la maravillosa historia que encierran. Pero también conseguí los versos para Erica y para su futura rival.

Creo que el resultado es mucho mejor que el original, porque los nuevos versos se sienten mucho más épicos y también mágicos.

Además, la canción que Erica recita es en realidad de la película “Dragon´s Blade” protagonizada por Jackie Chan, donde una legión romana termina llegando cerca de China. No es la mejor película, pero es divertida, aunque trágica de ver. La canción en sí está mal escrita, lo que es una lástima porque sonaba muy bonito, pero es evidente que el director no supo contratar un buen traductor de latín. A mí me dio pena, así que comencé a retocar un poco la letra y la tenía guardada por ahí sin usarla. Ahora me sentí tan inspirado por haber leído la Ilíada, que no pude evitar ponerla para hacer una leve referencia a otros autores de fantasía como Tolkien, que siempre andaba inventando canciones y colocándolas en su libro para hacer todo un poco más real.

Finalmente vino la parte de la propia pelea en sí. Yo la he modificado porque hay partes que no se entienden, así que reescribí los acontecimientos basándome sobre todo en lo que vi en el Anime junto con otros detalles propios para hacerlo más fluido.

Los diálogos de Godou se retocaron para darle un toque más sarcástico. Su personaje ya era diferente al de los regulares y se alejaba del concepto que coloquialmente nosotros llamaríamos como “princeso”, pero yo estoy intentando alejarlo un poco más. Espero que quedase bien.

Campione tiene mucho más que ver con el sentimiento que trasmiten lo versos que con la acción en sí misma. Si todo sale bien, debería entenderse y ser apasionante de leer.

Pero por favor déjenme saber sus opiniones en los comentarios. ¿Les pareció bien? ¿Fue emocionante? ¿Divertido? ¿Aburrido? Ustedes son los jueces al final.

Si les gustó esta adaptación por favor no dejen de comentar, compártanlo con otros para hacernos más conocidos. Y si es posible por favor ayúdenme aportando, aunque sea unos dolaritos, en mi Cuenta Patreon para que pueda seguir adelante con estos trabajos.