01 Vacaciones en Roma

PRIMERA PARTE

Es curioso como el cielo parece ser diferente cuando se viaja a otro país a pesar de que, en teoría, debería ser el mismo sin importar el lugar en que uno se encuentre.

En ese preciso momento, el cielo que Kusanagui Goodu estaba contemplando a través de las ventanas del aeropuerto no tenía ese familiar fondo opaco de su país natal, sino que era de un azul casi eléctrico, propio de los países del mediterráneo occidental.

Cuando volvió a mirar al frente, contemplo a una inmensa multitud de personas, todas de distintas nacionalidades, moviéndose por todas partes y en diferentes direcciones.

Algo así raramente podría verse en Japón.

Supongo que era de esperarse teniendo en cuenta que estoy en el aeropuerto Fiumicino[1]”

Este gigantesco aeródromo, también conocido como el Aeropuerto Leonardo-da-Vinci, era el punto de llegada más importante de la nación italiana, en Roma: La Ciudad Eterna. Y recibía a un promedio anual de 43 millones de visitantes.

- Sería mucho más placentero de ver si no me hubiesen obligado a volver aquí. ¡Ni siquiera ha pasado medio año! – Murmuró Godou de mal humor mientras observaba al enorme flujo de personas que iban y venían hacia diferentes destinos.

Para llegar a este punto, Kusanagi Godou había tenido que tomar un intempestivo vuelo que duró más de doce horas. Todo ese tiempo estando sentado, más el desfase horario que inevitablemente sentía, hacían que se sintiese psicológicamente débil. Para empeorar las cosas, en cuanto llegó, descubrió que no había nadie esperándolo.

- No es la primera ni la segunda vez que tengo que venir hasta aquí por su culpa. Pero a esa mujer parece que no le importan los problemas que otros tengamos que sufrir… -

Godou reprimió las ganas de bostezar y se forzó a seguir mirando entre la multitud en busca de esa cara familiar. No debería ser muy difícil encontrarla.

Su cabellera rubia y resplandeciente se lucía como la deslumbrante corona de una reina. La increíble belleza que poseía era muy superior a la de cualquier chica que Godou hubiese conocido en toda su vida. Además, ella tenía una personalidad magnética que atraería las miradas de la multitud con más intensidad que con una celebridad...

Si, si ella estuviera cerca, inmediatamente la reconocería. Pero era evidente que Erica Blandelli no iba a aparecer pronto, porque hasta el momento solamente podía ver grupos de turistas, empresarios y familias que venían de viaje. Ningún signo de ella.

Existe la creencia popular de que los italianos tienen la mala costumbre de llegar tarde a sus compromisos, pero Erica Blandelli había llevado la tardanza a un nivel completamente nuevo. Y esto no tenía nada que ver con su origen étnico, sino con su propia pereza.

Por lo menos esa era la conclusión a la que Godou había llegado después de conocerla durante unos meses.

Además, esa persona no solamente era perezosa, no. Erica Blandelli era una mujer increíblemente egoísta, que siempre buscaba una manera de jugar con los demás para que se moviesen según su propia conveniencia.

Un excelente ejemplo de ello sería lo que ocurrió con el propio Godou veinticuatro horas atrás, cuando recibió una llamada repentina.

****

- ¡Hola! Oye, me ayudaría mucho que pudieses venir conmigo lo antes posible. Esa es la situación. Así que prepárate para tomar un vuelo a primera hora. Voy a estar esperándote en el aeropuerto. -

Esa había sido su frase inicial.

Era finales de mayo, durante una tarde de fin de semana.

La llamada llegó aproximadamente a las 4:00 PM del viernes.

- ¡¿Se puede saber qué quieres decir con “Esa es la situación”?! ¡¿De verdad me has llamado para pedirme que viaje al otro lado del mundo así nada más?! No sé que problemas tengas, pero no tengo el deber de peregrinar cada vez que a ti se te antoja. ¡Así que busca a alguien más a quien molestar! –

¡¿Por qué esta mujer me llama así, tan repentinamente?!

Godou literalmente acababa de echarse sobre la cama luego de un ajetreado día de clases, cuando el teléfono había sonado e interrumpido su tan merecido descanso. Por ese motivo respondió tan fríamente.

- ¡Pero te extraño mucho! ¡¿Acaso tengo que explicártelo?! Y tú también debes estar extrañándome demasiado, después de no haberos visto durante tanto tiempo. ¿No te parece perfecto que ahora tengamos que encontrarnos nuevamente? -

- No, yo no te extraño en lo más mínimo. Por favor deja de etiquetar mis sentimientos a tu antojo. Además, es ridículo. ¡Nos hemos visto hace menos de dos semanas! ¡Ni siquiera ha pasado la mitad de un mes! Tu vives en Milán y yo en Tokio, nadie con sentido común esperaría que nos viésemos más seguido. -

Los reclamos de Godou podían sonar indiferentes y hasta despectivos, pero él ya conocía la intolerable conducta de esa mujer. ¡No iba a permitir que lo hiciera bailar a su ritmo!

- Si, si, es natural que estés deprimido por no haber podido verme en casi medio mes, pobre Godou. Cuando uno tiene que vivir lejos de su ser amado, inevitablemente debe soportar la carga de la ansiedad y la preocupación. Entiendo perfectamente como te sientes. -

- No me estas escuchando. ¿verdad? -

- En cuanto a ese asunto, no debes perder la esperanza. Ya estoy haciendo muchos arreglos para solucionar nuestra situación. Cree en mí. Pero ahora debemos hablar del vuelo de mañana. -

Erica simplemente continuó parloteando, sin tener la más mínima consideración por las palabras de Godou. Tal vez cabría esperar eso de una mujer con más de dieciséis años de experiencia en tener una conducta egoísta. Las necesidades de otros no eran problema suyo.

- Es suficiente Erica, no pienso seguir siendo parte de esta conversación. Si decides comenzar hablar con seriedad, explicando todo claramente y con cuidado, voy a escucharte. Pero si sigues desvariando a propósito, pienso colgar en este momento. -

- Justo como esperaba de ti. Has rechazado la invitación a pesar de que soy yo quien te la hace. Creo que eres el único hombre que no mordería el anzuelo… Bueno, realmente nunca he salido con ningún otro chico, pero seguramente tengo razón. -

La respuesta de Erica estaba llena de alegría. Godou bufo irritado, y hubiera aquerido decirle que no fuese tan arrogante… Pero había buenos motivos para que lo fuese. Erica era tan hermosa como una diosa y tenía una naturaleza tan perversa como la de un demonio. Seguramente el número de chicos que había rechazado era bastante alto.

- Entonces voy a recapitular. Kusanagi Godou, tienes que venir de inmediato a Italia porque necesito tu ayuda. Tengo un asunto entre manos que seguramente me costará resolver sólo con mi propio poder, así que por favor considera lo que te pido con seriedad. Yo, Erica Blandelli, juro por mi honor que mis palabras son ciertas. -

De repente se puso seria al respecto.” Pensó Godou.

Por otra parte, ella había mencionado su “honor”, algo que a Erica le importaba más que cualquier otra cosa. Así que seguramente no estaba mintiendo.

- … Ya que me queda. – Susurró Godou con un suspiro.

Si bien era cierto que Erica disfrutaba jugando con los demás, no le importaba los sentimientos de otros y era increíblemente caprichosa; también era cierto que ella lo había ayudado mucho en su momento. Y si hoy estaba vivo se debía en gran parte a sus esfuerzos.

Puesto que le estaba pidiendo auxilio con urgencia, Godou no tenía más remedio que aceptar.

- … Muy bien, tú ganas. Voy a hacer lo que me pides, así que por favor no te olvides de recogerme en el aeropuerto. -

- Tu respuesta me hace muy feliz. Esta damisela saluda tu espíritu caballeresco. –

- Al menos dime que es lo que necesitas de mí. No creo tener que decirlo, pero si estas involucrada en algo que sea ilegal o dudoso… -

- Puedes estar tranquilo. Lo único que debes hacer es comportarte como un rey, y luchar como un rey. En cuanto al resto, puedes confiar en que me ocuparé de todo… Aunque… Si, supongo que es genial que no tuviese necesidad de usar mi carta de triunfo para traerte aquí. Me sentiría mal por ti si hubiese tenido que hacerlo. -

- ¿Carta de triunfo? – Preguntó Godou frunciendo al ceño al escuchar unas palabras tan peligrosas.

- Verás Godou. Creo sinceramente que tienes la responsabilidad moral de aceptar todas las peticiones que yo te haga. ¿No estás de acuerdo? –

- ¿Responsabilidad moral? Erica, a parte de nuestra amistad no recuerdo haber contraído ningún otro tipo de obligación contigo. –

- ¡¿En serio dices eso?! – Exclamó Erica y acto seguido susurró. Era el susurro de un demonio que disfrutaba con el sufrimiento de otros.

En el momento en que la escuchó hablar de ese modo, Godou casi cortó la llamada por acto reflejo, pero no pudo hacerlo antes de ella dijese:

- … ¿A pesar de que ya tomaste mi pureza? ¿Ya olvidaste nuestra apasionada noche de amor en Sicilia? ¡Qué hombre tan cruel eres! –

- ¡Alto ahí! ¡De nuevo estas tergiversando lo que ocurrió! Es cierto que pasaron muchas cosas fuera de nuestro control… ¡Pero todo fue de mutuo acuerdo y no pudimos evitarlo! ¡No es que yo quisiera participar…! –

- ¡Que hombre tan insensible! ¡Yo me entregué a ti, en cuerpo y alma, desde el fondo de mi corazón! Pero al día siguiente ya me tratabas con indiferencia… Eres igual a todos esos miserables que creen que no hay motivo para continuar regando el árbol una vez que han obtenido la fruta. ¿verdad? – Respondió Erica empleando un tono de mujer profundamente despechada, pero había un ligero aire de alegría en su melódica voz, el cual revelaba que en realidad estaba divirtiéndose de lo lindo a costa suya.

“¡Malvada demonio!” Le gritó Godou en silencio.

- ¡Suficiente! ¡Estas haciendo malabares mentales y manipulando los hechos para que suenen extraños! ¡Ya deja de implicar que estamos en algún tipo de relación prohibida! ¡Si otros te escuchan hablar así, seguramente lo malinterpretarán! –

- ¡Pero estamos en una relación prohibida! Dime si acaso miento al decir que nuestros labios se encontraron una y otra vez en la oscuridad, mientras empujabas tu cuerpo sobre el mío… –

- ¡Sigues diciendo ambigüedades! ¡Así no sucedieron las cosas! –

- Entonces parece que es necesario un arbitraje. ¿Qué piensas Godou? ¿Deberíamos contarle a tu hermanita todo lo que sucedió entre nosotros? ¿Puedes imaginar lo que sucedería? –

En este punto Godou se dio cuenta de que ya había perdido.

Si bien todo lo que dijo Erica era bastante exagerado, también era cierto que todos esos eventos sucedieron en realidad. Y si su hermana Shizuka llegaba enterarse algún día, a ella que tanto le encantaba fiscalizar cada uno de sus actos…

No quiero ni siquiera imaginar ese desarrollo.

Seguro que Erica estaba regocijándose en ese mismo momento. Godou podía imaginarse muy claramente a esa hermosa mujer exhibiendo una sonrisa de triunfo.

- ¿De verdad eres capaz de extorsionarme así con lo que sucedió? ¿No tienes sangre en la cara? –

- ¡No tienes nada de que preocuparte! ¡Mientras seas sincero conmigo, no tengo intención de revelarle ninguna información molesta a tu hermana pequeña! ¡Si quieres lo juraré por mi honor! –

- ¡Cuánto honor puede tener una persona que recurre al chantaje, la amenaza y la coacción con tanta facilidad como tú! –

Y así fue como terminó viajando a Italia de un modo tan repentino.

Godou tuvo que preparar un equipaje a ultimo momento, sacar sus fondos de emergencia, limpiar bien su habitación y dejar comida preparada para sus familiares, pues no estaría todo el fin de semana.

Cuando estaba terminando, escuchó el sonido un sobre cayendo en el buzón y al revisarlo descubrió que contenía un boleto de avión para ir la ciudad de Roma. Sin embargo, Godou no vio ni rastros del cartero que lo envió y cuando examinó el envoltorio, descubrió que no había estampillas u otras pruebas de que hubiesen empleado el servicio de correos para enviarlo.

El remitente… era Erica Blandelli.

Quizá la chica había usado magia para hacerlo aparecer o tal vez había una sucursal en Tokio de la hermandad secreta de caballeros magos a los que ella pertenecía. El caso es que el boleto había sido comprado directamente en Milán, Italia. No había duda posible al respecto.

****

- ¿Disculpe, joven señor? –

Godou estaba distraído y recordando los acontecimientos pasados, mientras miraba a la multitud en busca de Erica, cuando de pronto alguien se dirigió a él en japonés.

El tono de la voz era melodioso y agradable. Su pronunciación perfecta.

- Busco a un joven con cabello negro, ojos oscuros, con alrededor de un metro ochenta de alto. Me dijeron que, aunque es atractivo, hay muchos defectos en su rostro que reducen su carisma en 20 puntos… Usted es Godou Kusanagi-san, ¿verdad? –

Quien le estaba hablando era una joven mujer de cabello negro que parecía ser dos o tres años mayor que Godou.

- Es un placer conocerlo. – Continuó la señorita: - Mi nombre es Arianna Araldei Hayama y he venido aquí a recogerlo por orden de la Señorita Erica. –

- El gusto es mío. – Respondió Godou mecánicamente, pues las palabras de la joven lo habían confundido un poco, aunque se recuperó rápidamente: - … Discúlpeme, pero esa descripción ligeramente insultante con la que se ha referido a mí, se la dio Erica, ¿no es cierto? -

- Así es. Pero por sus palabras deduzco que usted realmente es Kusanagi Godou-san. ¡Me alegro de haberlo encontrado! –

La joven llamada Ariana no parecía tener mala voluntad. Medía aproximadamente un metro sesenta de altura y era dueña de una sonrisa precisa. Sus facciones eran muy parecidas a la de una japonesa normal, pero además tenía un cierto aire elegante que la hacía lucir mucho más encantadora.

En general se veía bastante inofensiva, hasta el punto en que era difícil creer que estuviese relacionado de algún modo con Erica.

O quizá solo PARECE inofensiva… No sería la primera vez que conozco a alguien del lado de Erica, que uno jura incapaz de mata runa mosca, pero que en realidad es una bestia agazapada esperando el momento de atacar.

- Quizá ya lo adivinó al escuchar mi apellido, pero mi abuelo nación en Japón. Por eso me entregaron la responsabilidad de asistirlo durante su visita. Y por favor, sólo llámeme Anna. Todos mis amigos hacen lo mismo. –

- Muy bien, entonces también llámame Godou, por favor. No es que todos mis amigos lo hagan, pero Erica siempre usa mi nombre. –

- Así lo hare, Godou-san. – Respondió Anna con una sonrisa despreocupada que la hizo ver semejante a un lirio blanco, balanceándose por una brisa ligera.

Era una joven verdaderamente adorable.

Sin embargo, Godou se dio cuenta de que la joven se había referido a Erica como “señorita”, y lo hizo empleando un tono bastante formal. Eso era suficiente para deducir que también ella era miembro de ese grupo secreto de personas que se referían a sí mismos como magos y caballeros.

- Disculpa si sueno algo impertinente por preguntar… Pero no te vez como uno de los asociados de Erica. Más bien pareces una persona bastante normal. –

- … Ah, ¿usted cree? Bueno, muchos me han dicho eso. Lo cierto es que no tengo grandes habilidades y por eso sigo siendo una aprendiz. Por suerte, la Señorita Erica me tomó bajo su tutela e incluso me hizo su subordinada directa. –

Ella afirmó ser una aprendiz y Godou podía aceptarlo fácilmente debido a que, sin importar cuanto la viese, no había nada en Anna que pareciese sobrenatural o extraordinario. Aunque eso solo revelaba más dudas que respuestas.

- Su “subordinada directa” dices… ¿No es eso muy duro para una chica como tú? Erica suele meterse en circunstancias bastante peligrosas. -

- Ah, no, yo sólo me ocupo de su rutina diaria, por lo que no corro ningún peligro. Y la señorita Erica es muy poderosa, así que siempre me protege. –

¿Su rutina diaria? ¿Por qué tengo el presentimiento de que Erica la está usando como su sirvienta personal más hacerla su primer asistente? Además, esa mujer es increíblemente perezosa. ¡Así que no me sorprendería que incluso le delegase a esta pobre joven las tareas que se supone que ella misma tendría que hacer!

Antes de darse cuenta, Godou comenzó a sentir lastima por Anna y decidió que debería ser un poco considerado con esta joven, que sin duda también era victima de los caprichos de Erica Blandelli.

- Y hablando del diablo… Digo… ¿Por qué Erica no ha venido? Ella fue la que me pidió que viajase hasta aquí. -

- La Señorita Erica se encuentra en ese momento en una reunión muy importante. Dijo que, en cuanto termine, se encontrará con usted. Hasta entonces yo me ocuparé de atenderlo. -

¡Por favor deja que me encargue de todo!... Era lo que Anna parecía estar diciendole. Y la verdad era que hasta ese momento ella parecía bastante confiable.

- Ya veo. Y dime, ¿tienes idea del motivo por el cual Erica me ha pedido que venga? Sus explicaciones fueron muy poco claras y me gustaría tener una idea de lo que se espera de mí. -

- Lo siento mucho. La Señorita no me dijo nada al respecto. Sólo me dejó claro que Godou-san era un invitado de honor y que debía escoltarlo por el momento… -

- “Invitado de honor” dices. Entonces… ¿Ella no te ha dicho quién soy yo? –

- No lo especificó. Pero dejó muy claro que usted era una persona muy importante. Usualmente la Señorita no me dice los detalles cuando el invitado es extremadamente ilustre. ¿Quizá ese es el caso de Godou-san? –

- No creo que la palabra “Ilustre” aplique conmigo. De hecho, prefiero aclararlo ahora: Yo no soy más que un simple estudiante al que obligaron a venir hasta aquí. Así que no es necesario entrar en ceremonias o protocolos conmigo. –

Lo cierto era que su verdadera identidad era extremadamente difícil de explicar, tanto que él mismo no lo creía a veces. Por eso prefirió guardárselo.

- ¡Muy bien, pues! Sería incómodo continuar hablando en este lugar tan abarrotado de gente. ¿Qué opina de salir a las calles y hacer un poco de turismo? ¿Es la primera vez que visita Roma, Godou-san? –

- He visitado Roma anteriormente, pero en cada ocasión Erica me había llamado y nunca tuve tiempo para descansar, sin importar a dónde fuéramos. -

- Pues me alegra decirle que esta vez tenemos tiempo para visitar los alrededores. Además, la Señorita Erica me ha pedido que sea su guía por la ciudad. El coche ya está esperándonos. –

- Oh, así que preparaste un chofer… ¡Un momento! No estará conduciendo uno de esos vehículos ultra lujosos de marca Ferrari o BMW, ¿verdad? Si es así debo disculparme, pero realmente no me gusta viajar de un modo que llame tanto la atención. –

Cada vez que a Erica se le daba por escoger un coche, siempre conseguía obtener un carro que gritaba “soy importante y me sobra el dinero”. Una vez se atrevió a preguntarle por qué no usaba medios de trasporte más convencionales y ella le confesó que nunca en su vida se había subido a un autobús o a un tranvía. Anna parecía ser una persona mucho más normal, pero…

- Tampoco elegiría utilizar un vehículo tan notorio. Además, yo misma me ocuparé de la conducción en esta oportunidad. Así que no se preocupe. – Respondió Anna con una sonrisa amable que despejó el resto de sus dudas.

Godou estaba sinceramente sorprendido. Que una chica como Erica hubiese elegido a una persona tan decente y responsable como Arianna era un inusual muestra de buen criterio que nunca habría esperado.

No solamente era una joven meticulosa y responsable, sino que tenía sentido común, parecía extremadamente agradable y encima se veía como un apersona normal.

… Para cuando Godou supo cuál era la verdad, ya era demasiado tarde.


[1] Es el aeropuerto más importante de Italia.

SEGUNDA PARTE

En el lujoso palacio, que alguna vez fue residencia de la princesa de la Familia Savoia[1], se estaba desarrollando una reunión muy importante dentro de una gran sala secreta que sólo unos pocos elegidos conocían.

El sol brillaba con intensidad en el exterior, pero todas las ventanas de esta habitación estaban cerradas a cal y canto, para evitar que nadie pudiese ver lo que acontecía en el interior. Ahí destacaba una enorme mesa de piedra finamente tallada, que durante siglos fue utilizada para que los aristócratas y políticos intercambiasen información o expusiesen sus estrategias. Pero esta vez solamente había diez personas sentadas alrededor, entre las que se encontraba Erica Blandelli.

Donde fuera que estuviese, Erica inevitablemente se destacaba. Ya fuese por su incomparable belleza, gran talento o personalidad; sobresalir era una característica suya. Eso era un hecho. Pero en esta particular ocasión, el motivo por el que se diferenciaba del resto se debía a que, de entre todos los reunidos, ella era la más joven.

Dos ancianos de aspecto venerable presidían esta pequeña asamblea. Ambos eran los respectivos líderes de las organizaciones mágicas más poderosas de Italia y también de toda Europa: Los Arcontes de Rómulo y Prosélitos de Orfeo.

Estas dos organizaciones secretas lideran el destino de todos los magos del oriente y el occidente europeos desde hace miles de años y poseían los más altos niveles del conocimiento mágico. Sus líderes eran escogidos tanto por su poder como por su sabiduría. Y eran llamados Grandes Maestres, si uno quería utilizar la terminología antigua.

Los Arcontes de Rómulo y los Prosélitos de Orfeo siempre han estado sirviendo a los reyes, emperadores y políticos del mundo en secreto, manteniendo los incidentes sobrenaturales bajo control y limitando el conocimiento de la magia lo más posible, pues su naturaleza peligrosa era indiscutible, sobre todo en manos inescrupulosas.

Para cumplir con su deber, estas hermandades poseían organizaciones secundarias que se dedicaban a investigar, reunir fondos, obtener la logística, y a todo tipo de actividades necesarias para que los Grandes Maestres pudieran cumplir con su labor. Los más importantes de todos eran las hermandades de Caballeros Mágicos, el brazo armado de estas organizaciones.

Al costado de Erica se encontraba un hombre adulto que precisamente representaba a uno de estos cuerpos. Era el Paladín Comandante de la orden de los Tercios Imperiales, una de las fuerzas combatientes más poderosas que existían.

Y al igual que la propia Erica, este hombre de aproximadamente treinta años había obtenido el título de Gran Caballero en su propia facción.

Todos los Paladines o Caballeros Mágicos descendían de familias que se habían dedicado durante siglos al arte de la guerra. Los antepasados de Erica fueron miembros de los legendarios Caballeros Templarios, que protegieron valientemente al pueblo contra la invasión de las hordas de monstruos provenientes de oriente y el terror del norte, destruyendo a muchos magos malignos, necromantes, espectros y todo tipo de calamidades. Luego pasaron a la clandestinidad para ejecutar mejor su misión, haciendo de Italia su sede principal y adoptando el nombre de la Orden de la Cruz de Cobre Negra.

Había varias de estas ordenes de caballería repartidas por Europa y todas ellas otorgaban el título de Gran Caballero a su miembro más sobresaliente.

- Entonces, debemos tomar una decisión y tomarla ya. - Dijo de pronto el Gran Maestre de los Arcontes de Rómulo tras muchas horas de discusión: - ¿Qué debemos hacer con el Gorgoneion[2]? Creo que cualquier beneficio que pudiéramos obtener al intentar controlar su poder simplemente no justifica los riesgos que implica. –

- Estoy de acuerdo. – Agregó el Gran Maestre de los Prosélitos de Orfeo con una mirada muy severa: - Temo tomar este objeto para esconderlo, definitivamente no lo tomaré para utilizarlo. Preciso es que lo destruyamos o se lo confiemos a alguien más. –

- Para destruirlo tendríamos que llevarlo a lo más profundo del tártaro[3] y arrojarlo a los fuegos que destruyen todo lo que existe. – Respondió el Paladín Comandante de los Tercios Imperiales: - Grandes Maestres, ustedes saben quién soy y que jamás me he amedrado ante ningún adversario. Pero les digo que ni siquiera con diez mil caballeros podría hacerse. ¡Sería una locura intentarlo! –

- Sin embargo, el tiempo apremia. – Dijo el Gran Maestre de los Prosélitos de Orfeo mientras su ceño se fruncía aún más: - Cada día que pasa aumenta el riesgo de que se sepa que lo tenemos. ¿Qué pasará si es reclamado por quién lo creó? ¡El mundo podría estar en peligro! –

- No tenemos más opción que confiárselo al Rey. – Afirmó el Gran Maestre de los Arcontes de Rómulo: - El problema es que nadie sabe en dónde estará en estos momentos y no tenemos esperanza de encontrarlo si él mismo no nos lo permite.

La única otra opción sería… entregárselo a otro Rey. –

- ¡Que dices! – Exclamó el Gran Maestre de los Prosélitos de Orfeo: - ¿Dar el Gorgoneion al Rey de un país extranjero? ¿No nos convertiríamos en el hazmerreir del mundo si se enterasen de esto? –

- ¡Que se rían si quieren! ¡¿Qué es nuestro orgullo en comparación al sufrimiento de la humanidad si provocamos la ira de un dios?! –

- Dices bien cuando afirmas que renunciar a nuestro orgullo es aceptable en ese caso. ¿Pero qué haremos si nuestras acciones hacen enojar al Rey Salvatore? ¡Si descubre que pedimos ayuda a sus rivales, podría enfurecerse y provocar una catástrofe tan terrible o peor! ¿Quién pude prever el alcance de su ira? ¡No es un problema menor! –

En cualquier otra circunstancia esas palabras, pronunciadas por estos ilustres ancianos, dejarían con la boca abierta a quien las escuchase, sobre todo a sus miles de seguidores. Ambos representaban la cúspide del poder mágico en Europa y podrían mirar por encima del hombro a cualquier poder político, militar o económico del mundo. Tan grandes eran su poderío, que ni siquiera el tiempo parecía afectarles, pues a pesar de su apariencia su fuerza física era superior a la del guerrero mejor entrenado y su conocimiento era tan basto como el abrazo del mar.

Si, en cualquier otra circunstancia… pero no en esta.

Estos grandes señores, que ostentaban tal supremacía en el mundo mágico, sólo podían hablar con temor reverencial cuando se trataba del Rey.

De hecho, los más poderosos Paladines y Caballeros Mágicos en el planeta, combinando todas sus fuerzas y utilizando todas sus cartas de triunfo, no podrían ni siquiera esperar hacerle el más mínimo rasguño a una deidad… ni tampoco a un rey. Frustrar sus planes ya sería un milagro, pero derrotarlos era una imposibilidad.

Frente a ellos, todas sus lanzas no eran más que astillas y su toda fuerza era una broma. Tal era la verdad de este mundo.

De repente el Paladín Comandante de los Tercios Imperiales decidió hacer una intervención: - Venerables Maestres. Honestamente dudo que Su Majestad Salvatore llegue a enojarse por este asunto, que para él sería tan insignificante como terrible es para nosotros. A sus ojos, nuestras preocupaciones no tienen más relevancia que el zumbido de unas abejas entorno a un panal. Ahora simplemente vamos a zumbar en otro árbol, un poco más lejos. Tal vez ni siquiera le importe lo suficiente como para enterarse. -

El Paladín Comandante hacía honor a su nombre. Media un metro noventa de alto, lucía una nutrida barba negra y poseía una presencia intimidante que hacía recordar a los héroes de la Edad Antigua. Era sorprendente que su vestimenta, un terno formal de alta calidad, le quedase tan a medida. Incluso combinaba bien con su corbata de color morado imperial, que era el símbolo de su orden, y que estaba obligado a llevar en todo momento.

La propia Erica lucía un hermoso vestido de color rojo oscuro y un delicado adorno en el cabello donde portaba una rosa de color negro. Estos eran los símbolos de su propia orden, la Cruz de Cobre Negra.

- Si bien he propuesto ofrecerle el Gorgoneion a otro rey. – Dijo el Gran Maestre de los Arcontes de Rómulo: - Lo cierto es que ese también es un gran problema. El único a quien podemos acudir inmediatamente es el Marqués Voban, que seguramente estaría feliz de recibirlo. Pero ustedes conocen cuan terrible es su insaciable deseo por el combate y la matanza. ¡Me aterra pensar en lo que podría suceder! No tiene sentido entregar el Gorgoneion para evitar la furia de la Diosa Rebelde, si al hacerlo terminamos atrayendo al maldito Demonio de los Balcanes. –

- Concuerdo. Cada vez que ese monstruo ha desatado sus poderes, por lo menos dos ciudades desaparecen sin dejar el menor rastro. –

Un incómodo silencio cayó en la sala. El horror del Marqués Voban estaba firmemente arraigando en los corazones de todos. No solamente era una persona infame por su crueldad, sino que la naturaleza de sus poderes era increíblemente perniciosa, pues con ellos podía romper, desgarrar y triturar a prácticamente todos los seres vivos sobre la tierra.

Fue precisamente en ese momento, que Erica Blandelli decidió intervenir. Había guardado un calculado silencio durante toda esta insoportablemente larga reunión, esperando el momento preciso que mejor pudiera servir a sus designios.

- Venerados Maestre, estimados señores. Creo que hay otro rey al que podemos pedir auxilio en este momento aciago. –

Todas las miradas se concentraron en ella, evaluándola y también al significado exacto de sus palabras. Sorprendentemente fue el severo Paladín Comandante de los Tercios Imperiales quien decidió darle la oportunidad y le habló en un tono bastante educado:

- Es cierto que a pesar de sus “excentricidades”, Su Majestad John Plutón Smith ha probado muchas veces que posee un espíritu noble. Pero actualmente se encuentra en una cruzada para expulsar a la Sombra del Este, que llegó hasta las costas de América en prejuicio de su pueblo. Por eso nadie sabe exactamente en dónde se encuentra actualmente. ¿Quizá usted tiene nueva información al respecto? -

Erica Blandelli sonrió, pero no respondió de inmediato, sino que dio un adorable sorbo a una tasa de café y finalmente respondió: - No, el Guardián de la Ciudad de Los Ángeles realmente parece tener sus manos llenas en este momento y además dudo mucho que aceptase nuestra solicitud. Pues su naturaleza no es tan belicosa como si lo es la de sus pares. –

El tono de Erica era muy relajado y tranquilo, casi casual. Para otros podría parecer arrogante, sobre todo en presencia de tantas personas ilustres. Pero precisamente porque eran grandes señores, fueron capaces de notar que esta tranquilidad provenía de la enrome confianza que Erica sentía. Esto podía ser un regalo muy preciado en esos momentos de tensión e incertidumbre.

- ¿Entonces estamos hablado de su Eminencia Lou Hao de Jiangnam? ¿O del Príncipe Negro de Cornualles? Me temo que ellos ya están al frente de sus respectivas asociaciones y no aceptarán ayudarnos a no ser que nos sometamos a ellos. –

- Yo no estoy hablando de ninguno de ellos. Y me adelantaré al aclarar que tampoco estoy hablando de Madame Aisha de Alejandría. –

- Entonces no quedan más monarcas a los que podamos recurrir, Paladín Blandelli –

Las potencias más antiguas entre los asesinos de dioses eran el Viejo Marqués de Europa del Este, la Soberana Marcial del sur de China y la Reina de las Cuevas Secretas en África. Todos ellos eran reyes que habían vivido más de dos siglos y tenían la más vasta experiencia y número de poderes.

Luego estaban el Héroe misterioso del Nuevo Mundo en constante expansión, el rey sabio que controlaba el Imperio Británico con el título de Príncipe Negro. Y por supuesto, el invicto Rey de Espadas, que imperaba en Italia y todo el centro de Europa.

Cada uno de los seis reyes era conocido, temido y admirado por todas las personas que tuviesen el más mínimo conocimiento sobre magia o las ciencias ocultas.

Pero recientemente un nuevo rey había nacido en una pequeña isla del océano pacífico. Su aparición había sido tan sorpréndete y repentina, que muy pocas personas lo conocían o habían escuchado al respecto, salvo muy contadas excepciones. Como, por ejemplo, alguien que lo hubiese visto combatiendo con sus propios ojos.

Erica se permitió saborear por un segundo un sentimiento de superioridad y luego dijo su nombre.

- No, hay alguien más. El nombre de Kusanagi Godou no ha sido pronunciado aún. Me refiero al Nuevo Rey, el Séptimo Campione. –

- ¡Kusanagi Godou! – Dijo el Gran Maestre de los Arcontes de Rómulo, con un tono casi melodioso, como si estuviese cantando una oda poética: - El joven que consiguió derrotar al Señor de la Guerra de Persia, el gran Verethragna y usurpó para sí mismo no una, sino diez autoridades en total. He leído los informes, pero son tan extraordinarios que resulta difícil de creer. -

Al ver la actitud del Gran Maestre, Erica Blandelli sonrió llena de orgullo: - Sé que han tenido acceso al mismo informe, al igual que los magos de Greenwich. Más yo estoy en posesión de una información de primera mano sobre los últimos acontecimientos.

Todos hemos oído que Su Majestad Salvatore se ha retirado para recuperarse de una terrible herida y por eso nadie ha sido capaz de encontrar su paradero. Pero lo que muchos desconocen es que la persona que lo hirió fue Kusanagi Godou. Porque hace menos de medio mes, ambos reyes se enfrentaron en glorioso combate. Y el resultado fue nada menos que un empate.

Sin embargo, a pesar de que ambos reyes sufrieron terribles heridas durante su contienda… ¡Kusanagi Godou ya se ha recuperado en su totalidad! –

- … ¡¿Dices que Kusanagi Godou consiguió empatar en un enfrentamiento directo contra el Rey Salvatore?! –

- ¡Eso es imposible! ¡Su majestad Salvatore ya posee cuatro autoridades divinas, mientras que Kusanagi Godou, incluso si aceptamos que se ha vuelto un Campione, solamente debería ostentar una! ¡Es imposible que ambos sean rivales! –

Por toda la sala se escuchaban susurros y exclamaciones similares de incredulidad, duda o reticencia. Erica Blandelli los contempló a todos con una mirada ligeramente desdeñosa y alzó la voz para que escucharan su respuesta.

- ¡¿Comprenden lo que dicen?! ¿Poderes, números, probabilidades, justicia? ¡¿Cuándo alguno de esos factores ha servido para medir o interpretar el destino de aquellos que poseen el título de Campione?!

Todos cerraron la boca al oír esas palabras, incluso los dos venerables ancianos, que tuvieron que contentarse con mostrar una triste sonrisa. Frente al poder absoluto de los reyes, el “sentido común” simplemente no aplicaba.

- Tengo una pregunta para usted, Erica Blandelli. – Dijo el Paladín de los Tercios Imperiales: - ¿Cómo se enteró de los detalles de este épico combate, cuando ni siquiera nosotros lo sabíamos? –

- La razón es muy simple: Porque estuve ahí para ser testigo de la batalla. He visto personalmente a Kusanagi Godou luchando y estoy convencida de que un día ostentará un poder al mismo nivel que Su Majestad Salvatore o el Demonio de los Balcanes.

Y en preparación para cuando llegue ese día, creo que debemos tenderle la mano ya mismo. ¡Es imperativo que forjemos una profunda relación con él ahora, cuando todavía es joven! –

- Sea cierto o no todo lo que se dice, creo que ese joven definitivamente debe ser extraordinario para recibir tales elogios por parte de Erica Blandelli, quien ya ha heredado el título de Diávolo Rosso[4]. Pero también puedo adivinar por su discurso, que usted ya ha forjado algún tipo de relación profunda con ese joven… Personalmente hablando. –

- Tus instintos son correctos y ahora mismo voy a confirmarlos. Yo, Erica Blandelli soy amante del nuevo rey y también me he convertido en su principal caballero. –

Erica proclamó todo esto con absoluta convicción, sin el más mínimo rastro de vacilación o duda. Por supuesto que semejante declaración fue como hacer estallar una bomba en medio de la sala. Gritos y exclamaciones de confusión, duda e incluso cólera resonaron en la cámara secreta, hasta el punto en que el reducido grupo de personas parecieron convertirse en cientos.

- ¡Que osadía! ¡¿Acaso la Cruz de Cobre Negro ya se ha sometido a Kusanagi Godou?! – Exclamó finalmente el Gran Maestre de los Prosélitos de Orfeo, haciéndose oír por encima de todos.

Aunque hasta ese momento solamente había seis Campione[5], su poder era tan grande que había muchas personas deseando orbitar a su alrededor para obtener parte de su prestigio o autoridad. Eso era inevitable.

Si bien los Arcontes de Rómulo y los Prosélitos de Orfeo regían a todos los magos europeos, existía una cantidad de pequeños grupos que no querían obedecerlos y cada cierto tiempo había algunos que se ofrecían a sí mismos a los reyes a cambio de poder. Como en Europa había tres Campione, eran muchas las facciones privadas que estos lideraban y los Grandes Maestres no podían interferir fácilmente con ellas por miedo a provocar a sus monarcas.

Por suerte para los magos más tradicionales y desgracia de los “desertores”, los Campione de Europa solían estar más preocupados por satisfacer sus propios caprichos que por dirigir a sus respectivas facciones en una conquista mundial. El Rey de Espadas Salvatore Doni, quien logró su apoteosis tras derrotar al dios celta Nuada[6], era un caso textual de esta circunstancia. Y los magos que eligieron servirle descubrieron muy pronto que estaban condenados a sufrir terribles dificultades cada vez que el rey tenía una nueva ocurrencia, la cual podía terminar convirtiéndose en un cataclismo. Al ser los gobernantes supremos, los Campione también podían ser tiranos a placer.

Al final casi todas esas organizaciones, salvo algunas, habían regresado suplicantes con los Arcontes de Rómulo o los Prosélitos de Orfeo… Pero para entonces era demasiado tarde. Ninguno de los Grandes Maestres querría disputar su autoridad con la de un Campione, así que simplemente tenían que despedirse de ellos y verlos irse a convertirse en “intermediarios” del rey. Eso sí tenían suerte.

Además, mantener una buena relación con los reyes era muy importante, pues únicamente ellos podían asumir la defensa del Mundo Mortal contra las deidades rebeldes que amenazaban con destruirlo. Era cierto que un grupo relativamente pequeño de magos podía terminar volviéndose muy importante solamente por convertirse en servidores de un Campione, aunque el precio fuese una vida bastante difícil.

Los Grandes Maestres tenían siglos de experiencia lidiando con los caprichos de los reyes, así que esta situación no les importaba demasiado cuando se trataba de organizaciones mágicas pequeñas. Pero la Cruz de Cobre Negra era una de sus ramas más antiguas y prestigiosas. La posibilidad de perderlos para siempre, sobre todo ante un rey cuyo temperamento desconocían, sería un golpe terrible para ellos.

- La Cruz de Cobre Negro no se ha sometido a Kusanagi Godou. – Explicó Erica con una suave sonrisa: - Lo que he dicho es que yo y sólo yo, me he convertido en su amante y me ocuparé de cuidarlo… Aunque por supuesto, no es improbable que le juremos lealtad en el futuro. –

Al escuchar sus palabras, el Gran Maestre de los Prosélitos de Orfeo soltó una carcajada ligeramente despectiva y dijo: - Ahora sabemos porque fuiste enviada en lugar de tu Tío, el ilustre Paolo. Es cierto que eres una de las magas más prodigiosas de toda la Europa Occidental e incluso te has ganado el título de Gran Caballero a pesar tu corta edad. ¡Pero todavía es muy pronto para que seas representante de tu orden!

La Cruz de Cobre Negro te envió aquí como cebo, para atraer al nuevo Campione. –

- Voy a pretender que no escuché eso, de otro modo la reputación de un Gran Maestre sufriría si alguien creyese que ha estado evaluando la relación de dos personas profundamente enamoradas, buscando el beneficio que pueda obtener. –

- Una excelente respuesta. – Dijo el aludido sarcásticamente: - Como se esperaba de alguien ya famoso por poseer la astucia y habilidades de un zorro. –

Erica simplemente se encogió de hombros sin dejar de sonreír. El Gran Maestre de los Prosélitos de Orfeo era el más ilustrado, pero también el menos tolerante de los dos. Desde un principio no había esperado tenerlo de su lado y menos aun cuando los ánimos se estaban agitados. Así que su mirada se dirigió a la persona que realmente le interesaba, aquel que representaba la cúspide del poder mágico de Europa.

El Gran Maestre de los Arcontes de Rómulo había guardado silencio durante todo este tiempo y únicamente contemplaba a Erica con una sonrisa misteriosa en la cara, mientras escuchaba cada una de sus palabras.

- Ninguno de los reyes actuales ha forjado alguna clase de relación sentimental. Esto quizá se debió a que no existió ningún testigo durante su nacimiento o estuvo ahí en los primeros días desde su apoteosis. Sin embargo, el saber popular simplemente asumió que el motivo se debía a una característica de los Campione. – Dijo finalmente el Gran Mestre con una voz llena de significado: - Pero tú, joven Erica, has conocido tempranamente al nuevo rey. Y ya que te enviaron, eso quiere decir que la Cruz de Cobre Negro cree que es posible obtener la protección o por lo menos el favor de Kusanagi Godou a través de ti, en lugar de someterse directamente a él. Es por eso que propones prestarnos su fuerza, ¿no es así? –

- Exactamente. – Respondió Erica sonriendo: - Lo más importante es que Su Majestad Salvatore es rey en Italia, pero sólo de nombre. A él no le preocupa en lo más mínimo las tribulaciones del mundo, cuando no están relacionadas directamente con él. Así que no hay ninguna razón para evitar forjar una buena relación con otro Campione. –

- Lo que dice Erica Blandelli tiene su mérito. – Dijo el Paladín Comandante de los Tercios Imperiales con una sonrisa astuta: - Si el nuevo rey resulta ser más razonable que los actuales, uno desaparecido, otro tremendamente interesado y el último francamente infame; sería en efecto una bendición si podemos forjar una relación amistosa.

Pero aún no conocemos cuál es el potencial de Kusanagi Godou. Es necesario que lo veamos con nuestros propios ojos. Que sepamos si realmente puede proteger adecuadamente el Gorgoneion.

Debo aclarar que no dudo de la palabra de la Diávolo Rosso, la cual vale más que el oro, pero este asunto es demasiado delicado como para dejarlo al azar. -

- Pero por supuesto. – Dijo Erica agradeciendo la cortesía: - Pensé que todos ustedes tendrían ese parecer, así que permítanme ofrecerles pruebas. –

- ¿De que pruebas hablas? – Pregunto finalmente uno de los Grandes Maestres después de que la sala se quedase en silencio.

Erica estaba eufórica. Su plan estaba funcionando exactamente como había esperado y esto se tradujo en una hermosa sonrisa que floreció en la habitación como si fuese la rosa más hermosa del mundo, arrancando suspiros involuntarios de más de uno de los asistentes.

- El rey Kusanagi Godou ya se encuentra en Roma en estos momentos y esta misma noche les demostrará todo su portento. Cuando él pelee, verán maravillas que van más allá de cualquier cosa que yo pueda decirles o explicarles. –

- Hablas de una lucha, pero ¿quién sería el oponente? Encontrar a alguien dispuesto a pelear con un Campione representa un gran desafío en si mismo. –

- La contrincante ya se encuentra frente a sus ojos, venerables Maestres. – Respondió Erica con una sonrisa triunfal cargada de satisfacción y un toque de malicia, precisamente el tipo de sonrisa que Kusanagi Godou había estado imaginando la noche anterior, aunque tan hermosa que uno no podría cansarse de mirarla y deleitarse con ella: - Permitan que esta Erica Blandelli sea su oponente. ¿O acaso el Paladín Comandante de los Tercios Imperiales duda que yo, un Gran Caballero de la Cruz de Cobre Negro, quien ostenta actualmente el título de Diávolo Rosso, no es digna de combatir contra un rey? –

- No, mis recelos no llegan tan lejos. Sin duda el Diávolo Rosso es la persona más adecuada. – Respondió el Gran Paladín con una sonrisa forzada que no ocultaba del todo su sentir de haber sido manipulado a la perfección por Erica. Por lo menos su expresión sombría finalmente se había ido cuando propuso: - ¿Qué piensan los Grandes Maestres y demás miembros ilustres? Una batalla es la mejor prueba de todas para confirmar si alguien es un verdadero Campione. Y si la fuerza de Kusanagi Godou es real, yo estoy de acuerdo con que aceptemos la sugerencia de Erica Blandelli y le confiemos nuestras esperanzas en este momento aciago. –

- Ja, ja, ja… ¡Una batalla entre un misterioso joven Campione y la Diávolo Rosso! ¡Esto promete ser realmente interesante y no me lo perdería por nada del mundo! – Exclamó el Gran Maestre de los Arcontes de Rómulo y con su aprobación la reunión finalmente llegó a su fin.

[1] Gobernantes en Italia hasta que la República derrocó a la monarquía.

[2] Nombre que se le daba a la efigie de la cabeza de Medusa sobre el escudo de Atenea Parthenos.

[3] Prisión de los Titanes que se encuentra muy por debajo del Inframundo o Hades.

[4] Diablo Carmesí en italiano

[5] Campione en italiano significa Campeón, el plural sería Campioni, pero no suena muy bien así que voy a evitar usarlo.

[6] Antiguo dios irlandés apodado “Brazo de Plata”, que reinó sobre una comunidad de dioses llamada Tuatha Dé Danann.

TERCERA PARTE

Por supuesto, Kusanagi Godou era completamente ajeno al hecho de que un grupo de personas reunidas en secreto estaban decidiendo los detalles de un peligroso duelo que lo involucraba. En lugar de eso estaba más preocupado por evitar a la sombra de la muerte que actualmente parecía empecinada en perseguirlo.

Durante los últimos tres meses, Godou había experimentado todo tipo de peligros. A pesar de ser el siglo 21 (y contrario a todo lo que deseaba), casi había sido asesinado en varias oportunidades por enemigos con cuchillas, espadas, lanzas y hachas. Incluso hubo una ocasión en que alguien le disparó con una ballesta desde un escondite.

Aún así, todos esos casos por lo menos pertenecían al espectro de lo que uno podía imaginarse dentro del conocimiento humano, de modo que no era imposible aprender a sobrellevarlo. Pero también le tocó experimentar maldiciones espantosas, capaces de hervir un cerebro humano en cuestión de segundos, y en cierta ocasión sufrió el ataque de una bestia que se suponía únicamente existía en las profundidades del Hades.

La pregunta entonces sería: ¿Por qué un hombre, que había sobrevivido a semejantes peligros naturales y preternaturales, estaría ahora sintiendo miedo de morir, cuando se suponía que únicamente iba a experimentar un alegre paseo turístico por las hermosas calles de la Ciudad Eterna?

Kusanagi Godou seguramente les respondería a los lectores con otra pregunta. Algo parecido a… ¡¿Por qué de pronto estoy metido en un espantoso viaje, digno de la más violenta película de acción, en la que mi vehículo está a punto de estrellarse contra un edificio cada tres segundos, salirse de la carretera o derrapar para caer en un río?! ¡¿Por qué?! ¡¿Alguien puede explicarme esto?!

Más a menos algo así.

… ¡Ella lo sabía! ¡Seguramente Erica lo sabía! ¡Ese demonio lo planeó todo para divertirse a mi costa!” Pensaba Godou tratando de que sus ojos no se saliesen de sus orbitas, mientras su corazón saltaba constantemente por el pánico.

Si, las habilidades de conducción de “Anna” no era terribles… ¡Sino espantosas! Y era imposible que su señora no lo hubiese sabido desde el principio.

- Lo siento mucho, la verdad es que no soy muy buena manejando… Además, esta es la primera vez que conduzco este modelo de coche, por eso tuve algunos problemas antes de llegar aquí… -

Esas fueron las palabras que Anna le dijo cuando se estaban abrochando el cinturón de seguridad. Godou no se sintió realmente preocupado en ese momento, porque pensó que ella simplemente estaba siendo muy modesta, algo que era bastante normal en el carácter de un japonés promedio. Por ese motivo la animó diciéndole que no se preocupara y más bien partiesen.

- Este coche es bastante extraño. No entiendo porque tiene otro pedal además del acelerador y los frenos. –

Esas fueron las palabras que finalmente despertaron dudas en el interior de Godou, pero lamentablemente Anna las dijo cuando ya estaba girando la llave para encender el vehículo.

- Pero no hay problema, porque recuerdo cómo conduje cuando vine hasta aquí. Sólo tengo que pisar el acelerador con más fuerza o el coche se apagará. Así que voy a ir muy rápido desde el principio. –

Y después de eso… fue demasiado tarde.

En menos de un segundo, el auto que Anna conducía partió hacia las concurridas calles de Roma como si fuese un misil.

****

- Nada más llegar… No ha pasado ni un ahora desde que llegué… pero ya tuve una experiencia cercana a la muerte… ¿Es este mi funesto destino? –

Italia era uno de los cinco países líderes en gastronomía y una de sus muchas especialidades era el café, los helados y los postres en general. Prácticamente no había una esquina en las calles de Roma sin una buena cafetería en el auténtico sentido de la palabra. Godou acababa de conseguir escapar del auto fuera de control y estaba sentado en una silla en el exterior de la tienda, mientras que Anna estaba tratando de encontrar un lugar para estacionar.

Pero sólo diez minutos atrás…

Anna estaba mirando sus pies, tratando de averiguar como funcionaba el embrague al que no estaba acostumbrada. Mientras tanto el Mercedes-Benz iba a más de 120 Kilómetros por hora, zigzagueando entre los vehículos de las personas inocentes y muchas veces en sentido contrario al tráfico, hasta que fue imposible continuar porque la pista no lo permitía. Habían llegado junto al río Tíber y el camino seguía su cauce. De modo que Anna usó el freno de mano y el carro derrapó horriblemente hasta estrellarse con la barra de seguridad, que apenas consiguió evitar que se precipitasen hacia las profundidades, donde casi se ahogan Rómulo y Remo.

- Anna-san, ahí al frente hay una placita con una cafetería. Voy a bajarme aquí para descansar ahora mismo. Por favor busca dónde estacionar este carro y luego no lo vuelvas a encender. – Dijo Godou con un tono que no admitía discusión alguna.

Ya de por si era imprudente y peligroso viajar con un conductor novato que no podía notar la diferencia entre un vehículo automático y uno mecánico. Pero lo más alarmante fue descubrir en ese momento que la propia conductora no parecía ser consciente de la delgada línea entre la vida y la muerte en la que acababan de estar.

- ¿Eh? Pero pensé que Godou-san quería conocer un poco la ciudad de Roma. –

- ¡Esta bien! ¡Ya conocí bastante! ¡Ahora realmente necesito descansar un poco! –

Y eso fue lo que sucedió.

Godou miró como el auto de la muerte se iba a toda velocidad conducido por Anna, en busca de una playa de estacionamiento… o de su destino final. Pero estaba demasiado agotado como para seguir preocupándose, así que entró a la cafetería y se las arregló para hacer un pedido mientras luchaba con el temblor nervioso que sufrían sus manos.

Nunca me preocupé demasiado por el destino, el karma o la suerte, pero últimamente estoy cambiando de opinión. Me pregunto que pecado cometí contra los cielos para que tantas cosas malas me sucedan de repente...” Pensó Kusanagi Godou mientras traba de beber el delicioso Cappuccino que le habían traído. “Bueno, ya basta de eso. Tengo una bebida excelente en mis manos, la ciudad es hermosa y el clima magnífico. ¡Y realmente no creo que nada peor o peligroso pueda sucederme dentro de poco!

Con esa optimista forma de pensar, Godou le dio un buen sorbo a la bebida, que terminó por levantar su espíritu. Pero apenas acababa de dejar su tasa para probar el biscocho de chocolate que venía incluido con su orden, cuando sintió que todo su cuerpo era inundado por un sentimiento de profunda hostilidad. Kusanagi Godou dejó la comida a un lado y se puso a buscar con la mirada, hasta que sus ojos descubrieron a una hermosa niña, de expresión severa, que caminaba sin rumbo fijo entre las personas.

Los dos se miraron el uno al otro… y fue evidente.

… ¡Que día de mierda!” Pensó Godou para sí mismo.

Era evidente que esta niña no era un humano ordinario, incluso si no sintiese el alud de emociones negativas que en ese momento lo inundaban.

Hacía tan solo unos instantes, Kusanagi Godou se sentía bastante agotado mentalmente, debido al cambio de los horarios más la tensión que experimentó cuando viajó en el coche de la muerte. Pero en esos momentos toda su mente se despejó con absurda facilidad, a la vez que sentía una corriente de poder que viajaba por todo su cuerpo, hasta la punta de sus dedos.

Esto siempre le ocurría cuando se encontraba con los que eran sus enemigos naturales. En el instante en que vio a esta niña, todo su cuerpo entró en un estado preparado para la batalla.

-…-

La joven se detuvo al verlo y se quedó examinado el rostro de Godou. ¿Quizá ella también experimentaba algo similar y lo reconocía como su enemigo de forma instintiva? Nadia podría decirlo.

Por cierto, que, a pesar de su aparente juventud, esta niña era extremadamente hermosa. Tendría unos trece o catorce años, pero ya se veía más encantadora y delicada que la más bella escultura concebida por artista humano. Aunque esto no sorprendía para nada a Godou. Todos ELLOS eran hermosos, sobrenaturalmente hermosos, y también poseían un físico supremo. Era imposible que no se destacasen.

- … Esta ya sabía que existe un asesino de dioses que pretende ser un guerrero y es capaz de cortar cualquier cosa con su espada mágica… Esta se pregunta ahora si ese hombre eres tú. –

Sucedió antes de que se diera cuenta.

Unos instantes atrás la niña había estado a varios metros de él, pero en menos de un parpadeo de repente se encontraba a su lado y le estaba hablando directamente.

Tenía cabellos plateados que caían sobre sus hombros como la luz de la luna bañando a la tierra con su resplandor, y sus ojos eran tan negros como la profundidad del cielo nocturno.

- No, ese hombre al cual mencionaste se encuentra malherido y ha ido a las islas del sur para recuperarse, aunque yo estoy seguro de que sólo es una escusa para escapar e irse de vacaciones. –

El que lo “malhirió” había sido Godou, pero no tenía ninguna intención de revelarlo.

- … Ya veo. ¿Entonces tú también eres un viajero? – Preguntó la muchacha mientras observaba fijamente a Godou y sus pupilas se contrajeron como si la oscuridad detrás de ellas estuviese condensándose: - ¿Qué piensas hacer, asesino de dioses? Mi único objetivo ahora mismo es recuperar a la serpiente, por lo que realmente no tengo intención de luchar. Sin embargo, si deseas una contienda, entonces te enfrentaré con todas mis fuerzas, y quien pierda tendrá que obedecer al vencedor. –

- No sé qué o quién es esa “serpiente”, así que no veo motivo para enfrentarme a ti. Si fuera posible, realmente estaría feliz de evitar cualquier confrontación contigo. –

- Entiendo. Entonces esta se irá rápidamente en paz, pero eres un mentiroso, asesino de dioses. –

- ¿Mentiroso? –

- Por supuesto. Porque no puede existir ningún asesino de dioses que no desee luchar y sobre todo conmigo. Por eso eres un mentiroso. –

Después de decir esas palabras, la chica de cabellos plateados desapareció instantáneamente, dejando a Godou completamente solo.

… Uf ¡Que bueno que no terminó en una pelea! ¡Por fin algo bueno me sucede este día! Pero, aunque sea una diosa, esa niña es bastante grosera... ¡Acusándome de mentiroso, así como así!

Mientras pensaba en lo sucedido, una joven de cabello negro finalmente regresó corriendo a su lado.

- ¡Perdón por tenerlo esperando, Godou-san! –

- Perdón, Anna-san. ¿Podrías prestarme tu celular? Necesito contactar a Erica urgentemente. –

- Es posible que la reunión todavía no haya terminado, pero supongo que es buena idea intentarlo. Aquí lo tiene. – Respondió Anna con una sonrisa amable mientras le alcanzaba su equipo.

La primera vez que llamó no hubo respuesta, pero Godou continuó insistiendo hasta que finalmente escuchó la voz de esa mujer con quien no hablaba desde la tarde anterior.

- ¿Qué sucede, Arianna? –

- Soy yo, tengo preguntas que hacerte. –

- Así que ya llegaste, ¿cómo estás? ¿Te has llevado bien con Arianna? –

- Oh, no te preocupes, que ya “hablaremos” especialmente de eso. Pero ahora respóndeme algo y por favor dímelo con claridad. ¿Me has llamado aquí para luchar contra un dios? –

- No es exactamente eso, aunque la posibilidad de que eso ocurra es alta… Espera, ¿es posible que te hayas encontrado con uno? –

- Sucedió hace tan solo unos instantes. Me encontré con una diosa. –

- Es increíble... ¡Entonces tenemos que movernos rápidamente! Vamos a encontrarnos ahora. Debemos tenerlo todo listo para la pelea de esta noche. –

-… Espera… ¡¿Dijiste algo sobre una pelea?! – Preguntó Godou en cuanto escuchó unas palabras que eran imposibles de ignorar.

- No te preocupes, te lo explicaré todo muy pronto. Solamente tendrás que enfrentarte conmigo… Creo que no tengo que decírtelo, pero es imposible cancelarlo, así que mejor ve asumiendo que sucederá. –

- ¡¿Cómo fue que llegamos a esto?! –

La suerte estaba echada, los dados habían rodado y nuevamente algo grande estaba sucediendo a pesar de que Godou no hizo nada para provocarlo.

Si, esto lo demuestra. Definitivamente tengo una suerte espantosa.

****

Habrían pasado unos minutos desde las 9:00 de la noche.

Godou llegó junto con Anna a un restaurante italiano de clase alta. De hecho, tuvieron algunos problemas para entrar debido a que Godou insistió en ir a pie en lugar usar el coche de la muerte y tampoco estaba vestido con el traje de gala que usualmente usaban quienes empleaban los servicios de este sitio.

Tal vez el restaurante fuese famoso mundialmente, pero Godou no tenía idea, ni tampoco se sentía con ánimos de enterarse. Pero mientras Anna le decía unas palabras en secreto al administrador y este procedía a dejarlos pasar con muchas atenciones, Godou no podía dejar de admirarse por el esplendor de este lugar. Todo aquí gritaba “Este sitio es impresionante y también lo todos aquellos que pueden ingresar”.

Aunque no se qué es más impresionante, si el lugar o la chica que me ha invitado a venir. A juzgar por la forma… reverencial, con que me miran los mozos, es evidente que Erica tiene bastante influencia sobre el dueño de este restaurante.

Erica Blandelli se encontraba en una mesa privada del aún más exclusivo segundo piso.

- ¡Ah, Godou! ¡Finalmente estás aquí! Realmente me encantaría escuchar algunas bellas y dulces palabras tuyas en nuestra feliz reunión, pero sé perfectamente que la poesía no es uno de tus talentos. –

- Quizá estaría dispuesto a aprenderme una poesía o dos, pero primero tú tendrías que a arreglar un poco esa actitud tuya en la que manipulas todo para que salga de acuerdo con tus planes. –

Ambos estaban sentados en una mesa junto a la ventana que les daba una espectacular vista de la ciudad y Arianna estaba respetuosamente de pie junto a ellos, en actitud solemne.

A diferencia de Godou, que vestía con ropa casual, Erica lucía un espectacular vestido rojo oscuro, con un magnífico tocado donde se destacaba una única rosa de color negro. Tal vez fuese por su gran belleza o porque poseía el porte natural que normalmente se asocia con la realeza más ilustre, pero de algún modo parecía como si su dorada cabellera fuese la corona de una reina guerrera o incluso una deidad.

Por lo menos en apariencia, ambos eran tan opuestos como las palabras Ordinario y Extraordinario.

Si, Erica Blandelli era tan espectacularmente hermosa, que incluso alguien tan obtuso en cuestiones del sexo opuesto como lo era Kusanagi Godou, tenía que admitir al instante lo carismática que era esta muchacha.

Sería la mujer perfecta si tan sólo su actitud mejorase un poco.” Era lo que normalmente pensaba.

- Gracias por tu ardua labor, Arianna. ¿Tuvieron algún problema? –

- Ninguno, Señorita Erica… Solamente lamento que Godou-san haya estado tan agotado como para disfrutar la vista de las calles de Roma. –

Godou tuvo que fingir que no escuchaba lo que dijo Arianna o de otro modo comenzaría a adentrarse una larga serie de quejas sobre el auto de la muerte que prácticamente lo llevó volando sin control a visitar no Roma, sino a los jueces del infierno. Lamentablemente no tenían tiempo para ello.

- Que bueno que no hubo problemas. Todo estuvo bien, ¿verdad Godou? Es la primera vez que le he pido a Arianna que sea una guía turística, así que no estaba muy segura. Yo hubiera preferido estar ahí desde el principio, pero mis obligaciones me mantuvieron muy ocupada. –

- Estuvo bien. -

A Godou no se le escapó un breve destello malicioso en la mirada de Erica, similar al de un niño que acaba de tener éxito en una jugarreta. Ahora estaba seguro de que ella envió a Anna específicamente para darle un dolor de cabeza y había muchas cosas que tenía ganas de decirle. Pero se recordó nuevamente que no había tiempo para ello.

- ¡Excelente! Tengo que felicitarte por cumplir tu misión Arianna. Es bastante bueno para ti que hayas recibido la aprobación de Godou, pues es mi prometido… Y también un auténtico Campione. –

- …. ¿Eh? ¿Qué fue eso último que dijo, Señorita Erica? –

- Dije que Godou se convertirá en mi esposo y que también es un rey demonio. –

Por primera vez desde que se conocieron, Godou vio como la delicada sonrisa de Arianna se congelaba y se sintió un poco culpable por haberle ocultado su identidad. Sin embargo, había una parte de la declaración de Erica que tenía que corregir de inmediato.

- ¡Alto ahí! Yo no recuerdo haber aceptado formalizar un compromiso matrimonial. –

- …Pero… Si ya tomaste mi castidad. ¿Eso quiere decir que sólo estabas jugando conmigo? – dijo Erica adoptando repentinamente el aire trágico de una mujer abandonada e incluso consiguiendo de algún modo que dos lágrimas delicadas apareciesen cayeran de sus ojos: - ¡¿Cómo puedes hacer algo tan cruel?! Yo te ofrecí mi cuerpo y mi corazón porque te amo, ¿pero en serio quieres abandonarme después de aprovecharte de mí, como lo haría un Otelo o un Casanova? –

Si, en verdad la actuación de Erica era tan perfecta como la de la mejor actriz. Seguramente le hubiesen dado un premio en cualquier Academia. Pero Godou podía ver la sombra de una sonrisa burlona escondida detrás del drama.

- Por favor deja de fingir… Sabes perfectamente que las cosas no ocurrieron así y que solamente se dieron porque las circunstancias no obligaron. –

- ¡¿De verdad eres capaz de inventar una mentira como esa?! ¡Ah, cruel destino! ¡Ahora la única forma de lavar esta vergüenza que ha caído sobre mí y sobre mi familia es entrar en un convento! ¡Quien diría que a mi edad estaría obligada a vivir en reclusión perpetua para evitar la deshonra! –

- ¡Quieres por favor comenzar a hablar en serio! Para empezar, eres una cultista de una orden secreta de magos y encima una bruja. ¡¿Qué tendrías que hacer en un convento?! ¡Deja de usar algo tan puro como el catolicismo para burlarte de mí! -

Mientras que Godou se quejaba con Erica, con justa razón cabría agregar, miró disimuladamente a Arianna… Que en ese momento lo estaba mirando con unos ojos fríos, furiosos y aterradores, como si estuviese ante un depravado sexual que se aprovecharía de cualquier mujer.

- Usted me dijo que era un simple estudiante de secundaria… ¡Pero no solamente es un rey demonio! ¡También trata al resto de la humanidad como si fuesen basura! ¡No puedo creer que haya empleado unas palabras tan patéticas para justificar su engaño a la Señorita Erica y el haberla mancillado de un modo tan despiadado!... ¡Usted!... ¡Es simplemente repugnante! –

- ¡No! ¡Espera! ¡Antes de pintarme como el malo de la película por favor escúchame primero! ¡¿Acaso esta mujer te parece el tipo de persona que sería engañada tan fácilmente por quien sea?! – Exclamó Godou apresuradamente mientras se levantaba por la vergüenza: - ¡Tu también, Erica! Si no dejas de decir todas esas tonterías me iré ahora mismo. ¡No he venido aquí desde el otro lado del mundo solamente para que te burles de mí! –

- No todo es una tontería, pero es cierto que nuestra relación es algo que merece ser discutido en un momento más apropiado. – Respondió Erica dejando instantáneamente su actuación y de tal modo, que uno podría creer que las lágrimas y la tragedia anterior solamente habían sido un producto de su imaginación. En cambio, finalmente decidió entrar al verdadero tema en cuestión: - Primero hablemos de nuestra pelea. –

Llegaron los exquisitos platillos a la mesa y entonces Godou notó que parecía haber algunas cosas que seguramente fueron pedidas al chef en preparación para el evento que tendría lugar esa misma noche. Por ejemplo, Erica estaba bebiendo agua mineral, en lugar del vino tinto que tanto disfrutaba normalmente o alguna otra clase de bebida de alta gama.

- Entonces, explícame por qué tenemos que pelear. –

- Hay un grupo de personas muy importantes en el mundo de los magos que desean ver tu fuerza. Están desesperados por encontrar un guardián para el Gorgoneion y yo les sugerí que te lo confiarán a ti, pero ellos sólo aceptarán si les demuestras tu poder. Esa es la historia, en resumen. –

- … ¿Qué es ese gorgo… gorgon…? ¡Lo que sea! ¿Qué es? –

- Es una reliquia mitológica que encontramos hace dos meses, en la costa de Calabria. El Gorgoneion es el símbolo de una diosa antigua, perdida hace mucho tiempo de la memoria humana, que terminó convirtiéndose en el concepto de la Madre Tierra y que también es quien muestra el camino hacia el inframundo. No tenemos mucho tiempo, pero puedo explicártelo muy rápidamente si lo prefieres. Veras, en la era de… –

- No hay necesidad. Cuando se trata de dioses, realmente prefiero no saberlo. – La interrumpió Godou antes de que comenzase. Sabía que era una absurda manía, pero por algún motivo tenía un rechazo que le hacía rechazar cualquier conocimiento nuevo sobre la mitología o su interpretación.

Erica se rio de su terquedad y replicó: - Pero ya la has conocido. Estoy segura de que la niña con la que te encontraste es una diosa rebelde o por lo menos una en proceso de volverse una rebelde. ¿No piensas lo mismo? Yo creo que están predestinados a enfrentarse tarde o temprano. Si quieres pudo apostar ahora mismo que, cuando llegue ese momento, vas a pedirme que te cuente esta información. –

- Por favor no digas esas palabras de mal agüero y mejor hablemos de otra cosa. Esta pelea nuestra, por ejemplo. ¿No hay alguna otra forma de demostrarles mi poder? –

- Sería inútil. Para un Caballero Mago no hay mejor demostración posible de poderío que una batalla directa. El crisol del combate después de haber superado innumerables pruebas y entrenamientos terribles, para finalmente hacerse con la gloria del triunfo… ¡Y si además los combatientes son dos personas que se aman profundamente, eso sería aún más excitante! ¡¿No te parece que esta será una noche maravillosa?! –

- No, ni tampoco creo que le pareciera maravillosa a nadie. ¡Más bien suena como la descripción de una pesadilla! –

- ¿Dónde está tu espíritu romántico, mi querido Godou? ¡¿O quizá sientes vergüenza porque hay personas a nuestro alrededor?! – Preguntó Erica sonriendo mientras señalaba con la cabeza en dirección a Arianna, que permanecía en silencio y sin atreverse a interrumpir la conversación de su Señora: - No te preocupes. Después de la batalla tendremos tiempo para estar solos. Y no dejaré que nadie nos moleste. Podremos tomar todo el tiempo que necesitemos para disfrutar el uno del otro. –

Y en ese momento Godou decidió que su desgraciado destino había comenzado el día en que conoció a Erica Blandelli.

NOTA DEL TRADUCTOR

¡Qué tal mis amigos! Los saluda acabcor de Perú.

En este capítulo que hice fue principalmente readaptar algunos diálogos para que se entendiesen mejor y también eliminé descripciones innecesarias que el autor hace sobre ciertos lugares o situaciones, como remarcar que el café estaba caliente cuando se lo sirven.

También modifiqué muchos de los nombres de las organizaciones que aparecen aquí, porque los originales sonaban muy mal en inglés y en castellano. Old Dame y Female Wolf… ¿Qué se supone que es eso? ¿Cuál sería el motivo? No tenía sentido, por eso los cambié por los Arcontes de Rómulo en referencia al fundador de Roma y los prosélitos de Orfeo, como referencia al viaje del héroe al inframundo y su escape de la muerte. Los Tercios Imperiales son una referencia al legendario grupo de guerreros españoles que dominó el mundo durante casi un siglo y me pareció mucho mejor que Caballero de los Lirios, que era el nombre original.

Estoy tratando de que los diálogos de Godou sean muy diferentes y más sueltos. Lo más complicado ha sido decidir si debo cambiar o no las frases que Erica realiza, pues no se muy bien como traducirlo al castellano sin que suene tonto o excesivamente molesto. Debe ser adorable para el lector, pero un poco irritante desde el punto de vista del protagonista. Díganme por favor si les parece bien en los comentarios o cuando puedan, porque a veces Facebook se vuelve loco y hace desaparecer la zona de comentarios, no tengo idea de por qué.

Siles gustó esta adaptación, por favor comenten. Compartan este trabajo con otros para que más personas lo disfruten y si es posible patrocínenme en mi cuenta Patreon para que pueda continuar traduciendo.

Nos vemos en el siguiente capítulo.