156 Erosión del Alma

- Ya veremos quién acaba siendo experimento de quién. - Respondió Bryan que en realidad estaba bastante intrigado por este Necromante o, mejor dicho, por el conocimiento que podía obtener al estudiarlo.

El Necromante sonrió y comenzó a levitar de lado a lado. Con cada movimiento su figura parecía difuminarse como si fuese un espejismo, haciendo imposible saber muy bien en dónde estaba realmente incluso para los sentidos agudos de Bryan. Al mismo tiempo aparecieron una decena de Gules furiosos que cargaron rápidamente para atacarlos con sus afiladas garras.

Emily golpeó el suelo con su báculo para desatar su Enredadera de la Oscuridad y empalar a todas las criaturas. Bryan en cambio esperó, pues sabía que los Gules eran solamente una distracción. Estas criaturas sobresalían por su gran velocidad, pero no eran muy resistentes y no parecía posible que el Necromante Archimago realmente creyese que podrían derrotarlos a pesar de su número elevado.

En efecto, justo detrás venía una horda de Guerreros Zombis, un poco más lentos, pero bastante fornidos y avanzaban con la fuerza de un ariete. Sin embargo, se toparon de golpe con las propias Criaturas Oscuras que Bryan invocó rápidamente para defenderlos. Normalmente no sería posible igualar la rapidez de invocación de un Archimago, pero la velocidad con que Bryan procesaba la magia era demasiado anormal y así el ataque que pretendía arrollarlos fue completamente neutralizado.

- Impresionante. - Comentó el Necromante sonriendo: - Pero aún demasiado ingenuo. -

Bryan entornó la mirada intrigado, aunque rápidamente entendió el significado de estas palabras. Mientras que ambos estaban concentrados en detener a las Criaturas Oscuras el Necromante había aprovechado el tiempo para realizar un complejo conjuro.

La tierra comenzó a temblar y luego la grieta del inframundo se abrió en el suelo para dar paso a una criatura de pesadilla. Tendría unos tres metros de altura, estaba cubierto con una grotesca e intimidante armadura de placas completamente negra. Su rostro parecía ser una mezcla entre un yelmo y una calavera, pero no era posible saberlo con seguridad debido al aura ominosa que emanaba de su cuerpo, como un viento negro que lo envolvía y que seguramente era pernicioso.

El extraño ser estaba montando a una criatura demoníaca maciza y amenazadora. Era una mezcla extraña de rinoceronte con un dragón, pues parecía completamente blindada con una especie de escamas duras de apariencia impenetrable que nacían directamente de su piel. Al verla uno podía sentir que la bestia era increíblemente agresiva, como si hubiese nacido del mismo frenesí guerrero de aquellos que murieron frustrados por no haber podido derramar más sangre enemiga.

Bryan lo reconoció de inmediato por los relieves que había visto cuando exploraba el Cementerio de la Muerte. Esa cosa era un Caballero del Mal, una de las Criaturas Oscuras legendarias que los Necromantes de antaño eran capaces de invocar. Según las crónicas antiguas eran la pesadilla de los campos de batalla porque resultaban prácticamente inmunes a cualquier tipo de daño físico o contundente. Sólo la magia podía lastimarlos, en especial la de la Luz, pero su increíble resistencia los volvía oponentes difíciles incluso para los conjuradores más poderosos.

Necromante Archimago y Caballero del Mal

Otra característica que distinguía a un Caballero del Mal de otras Criaturas Oscuras inferiores era que se trataba de seres consientes y con voluntad propia, de ahí que fuesen tan difíciles de controlar. Esto podía verse claramente en el hecho de que, aunque todos mantuviesen una apariencia general, no existía un Caballero del Mal que fuese exactamente igual a otro. Las armas que empleaban solían variar al igual que su forma de combatir e incluso su fuerza.

Este Caballero del Mal estaba sosteniendo en sus manos un inmenso mangual completamente metálico que sería imposible de blandir para un ser humano. Para empeorar aún más las cosas la pesada maza de hierro debía contener carbones al rojo vivo en su interior o algo similar, pues dejaba salir una humareda que lo asemejaba una especie de grotesco incensario.

- ¡Mátalos! - Ladró el Necromante señalándolos.

El Caballero del Mal se quedó quieto al principio, pero de pronto dos fulgores rojos emanaron como llamas en donde deberían estar sus ojos y aspiró una inmensa bocanada de aire. Más en lugar del rugido profundo que uno esperaría de semejante criatura, lo que produjo fue un alarido agudo que resonaba en los tímpanos horriblemente como el cristal rompiéndose, provocando terror y desorientación. Luego cargó contra ellos haciendo resonar el suelo a su paso.

¡Maldición!” Pensó Bryan e inmediatamente reunió todos sus poderes mágicos para convocar rápidamente a cuatro Abominaciones. Esperaba que esas masivas criaturas pudiesen ganar un poco de tiempo mientras le explicaba las características del Caballero del Mal a Emily.

La primera Abominación se plantó firmemente en el camino del Caballero del Mal para detener su carga. Las otras comenzaron a moverse para rodearlo… Pero ni siquiera tuvieron la oportunidad.

La bestia cuadrúpeda impactó de lleno a la primera Abominación en el estómago, atravesándola con sus cuernos. Luego siguió galopando, arrastrando a la Criatura Oscura, sin reducir su velocidad en los más mínimo y despedazando a su víctima por completo.

Después el Caballero del Mal blandió su mangual con una habilidad verdaderamente diabólica e impactó de lleno a la segunda Abominación. Estas corpulentas y rechonchas criaturas eran capaces de aguantar sin muchos problemas los ataques de un Ogro Devora Hombres, hasta el punto en que se necesitaban varios para terminar de abatirla. Pero el mangual del Caballero del Mal se incrustó en su cuerpo con la misma facilidad que tendría una pesada piedra arrojada contra una masa cruda de pan.

Antes de que Bryan pudiese terminar de entender lo que estaba viendo ocurrió otra cosa aún más chocante. El Caballero del Mal jaló de golpe la cadena de su arma y los pinchos afilados del mangual se aferraron firmemente a la carne de la Abominación atravesada. Luego el enorme cuerpo fue alzado en el aire por pura fuerza. El Caballero del Mal se puso a girar el cuerpo macizo de la Abominación unas tres veces sobre su cabeza como si no tuviese ningún peso, provocando un auténtico vendaval en el interior de la cámara que arrastro a Emily y Bryan varios metros hacia atrás, hasta que finalmente chocaron contra la pared de piedra.

Se oyó un estruendo y cuando ambos recuperaron el equilibrio vieron con asombro que el Caballero del Mal había arrojado su mangual junto con los restos de su víctima contra las otras dos Abominaciones, destrozándolas por completo. Los pedazos de las cuatro Criaturas Oscuras más poderosas que Bryan eran capaz de invocar ahora estaban esparcidos por todo el suelo de la habitación y todo eso ocurrió en apenas diez segundos.

 - No me gusta ser pesimista. - Comentó Bryan con una mezcla de ironía y alarma: - Pero creo que esa cosa va a ser problemática. -

- No puedo creer que tengas ánimos para bromear. - Contestó Emily mirándolo asombrada: - Aunque tengo que admitir que en este espacio reducido va a ser muy complicado derrotarlo. -

- Es mejor reírse que llorar. - Respondió Bryan sonriendo: - Además, el que nos arrojase lejos ha sido una inesperada ventaja ¿No es verdad? -

- Así es. - Respondió Emily contagiada por su buen humor: - Ya terminé de conjurar a mi propio campeón y creo que podrá contener a esa cosa. -

Justo en ese momento las sombras se reunieron en el suelo como si un gran estanque de tinta negra se hubiese desbordado. Del interior de la oscuridad emergió una figura etérea y encapuchada que sujetaba una enorme hoz como arma.

- Mierda, un Segador Oscuro. - Murmuró el Necromante.

En efecto era uno de los mismos seres que anteriormente Emily empleo para darle la vuelta a una batalla entera cuando se enfrentó a los Trol del Bosque e incluso llego a controlar tres al mismo tiempo. De no ser por Bryan, seguramente hubiera terminado matando a todos sus enemigos ese día.

El cuerpo del Segador Oscuro era intangible e inmune a los ataques del mangual del Caballero de la Muerte y este en particular se veía considerablemente más poderoso que los anteriormente convocados por la hermosa Archimaga.

Las monstruosas criaturas comenzaron unos de los combates más complejos y feroces que Bryan había visto en su vida. A su alrededor volaban trozos destrozados del entorno cada vez que las armas impactaban.

La monstruosa hoz del Segador Oscuro no podía hacerle casi ningún daño a la férrea armadura del Caballero del Mal, así que se enfocó en descargar veloces ataques contra la bestia que montaba, en busca de un punto débil entre las placas que protegían sus piernas.

 Por su parte el Caballero del Mal intentaba destruir el arma del Segador Oscuro, lanzando golpes precisos que abarcaban un amplio rango gracias a la cadena de su arma.

El combate parecía bastante igualado, pero en realidad no lo era. El Caballero del Mal era una criatura consciente y no requería ser controlado por su invocador para pelear. También era inteligente, pues de cuando en cuando intentaba acercarse a Emily para atacarla, como si entendiera que ganaría de inmediato si la mataba.

En cambio, la hermosa Archimaga necesitaba emplear toda su concentración en el Segador Oscuro para dirigir cada uno de sus ataques y además tenía que estar atenta para protegerse a sí misma. Así que era un combate bastante difícil para ella a pesar de que su criatura era casi inmune al daño del Caballero del Mal.

Adivinando lo que estaba por suceder, Bryan comenzó a caminar alejándose de Emily. Aunque pareciera despreciable, lo cierto era que en ese momento la mejor forma de protegerla era mantener su distancia lo más posible. Y en efecto, al poco tiempo se encontró con el Necromante que levitaba hacia él con un grupo de Gárgolas revoloteando a su alrededor.

- Ahora que esa hermosa dama está ocupada, podemos comenzar con la investigación. - Dijo el Necromante sonriendo: - Nunca había visto a alguien invocar tan rápido. ¿Cuál es tu secreto? -

- ¿En verdad piensas que te lo voy a decir? - Preguntó Bryan alzando una ceja.

- Puedes decírmelo. - Respondió el Archimago encogiéndose de hombros: - También puedes gritarlo mientras te torturo. Es tu decisión. -

- ¡Cuanta amabilidad! - Dijo Bryan invocando su Desgarrador Sombrío en su mano derecha mientras blandía una espada corta en la izquierda: - Yo por mi parte no pienso en darte ninguna opción. Solamente voy a matarte y después extraeré toda la información que pueda de tus despojos. Quizá, si estoy de humor, te enterraré en algún lado para que fertilices el campo.  -

De inmediato cargó directamente contra el Necromante, quien a su vez resopló despectivamente y ordenó a sus Gárgolas atacar.

Bryan sabía que no tenía oportunidad de igualar sus conjuros mágicos, así que optó por emplear sus habilidades en magia demoníaca. El Desgarrador Sombrío resplandeció con el color carmesí del Fuego Glacial Místico, pues el frío no tendría un gran efecto contra los No-Muertos.

Entonces su arma Mágica salió volando a gran velocidad y atravesó de una sola vez los cuerpos de las criaturas voladoras en apenas unos segundos. Después regresó a su mano.

El Necromante abrió los ojos por la sorpresa, pero su expresión volvió a ser fría e invocó todo un ejército de Guerreros Zombis con armaduras y Gules extremadamente rápidos, que corrieron a atacarlo. 

Criaturas Oscuras invocadas por el necromante

Bryan cerró los ojos un momento para respirar y entonces comenzó el combate cuerpo a cuerpo más fiero de toda su vida. El físico superior y los sentidos sobrehumanos funcionaron en armonía mientras la Esencia Mágica fluía a toda velocidad, fortalecida por el control que le proporcionaba el Infante Sangriento. La Espada Corta le servía para desviar o interceptar la mayoría de los ataques, permitiendo que el Desgarrador Sombrío realizase mortíferas estocadas que atravesaban la carne como lo haría el hierro caliente al rojo vivo sobre una barra de mantequilla.

En ese momento la mente de Bryan se sumergió en un estado de completa serenidad, como si estuviera en trance. Cada vez que un enemigo entraba dentro del arco de sus espadas o el alcance de sus veloces pies, este terminaba cayendo en pedazos como el trigo cegado durante el verano. A pesar de tener un gran talento para luchar, era la primera vez que Bryan verdaderamente sintió que la batalla tenía sentido. El caos aparente le parecía de pronto lleno de ordenados patrones lógicos, como intrincados diseños que incluso poseían una cierta belleza.

Solamente necesitaba un gesto, un paso o una mera vibración de las Criaturas Oscuras para juzgar lo que tenía que hacer: Bloqueo, patada, corte, apuñalada, giro, carga, acometida, bloqueo, esquivar, contraataque, estocada. Con la Esencia Mágica vibrando en su interior, Bryan funcionaba como una autentica máquina perfectamente calibrada para un solo propósito: Aniquilar. Estaba luchando con un grácil frenesí, como un bailarín poseído. No era como otras veces que se concentraba hasta tal punto, que el tiempo parecía detenerse. No. Más bien descubrió que su cuerpo estaba reaccionando a imágenes que había captado de un modo inconsciente. Giraba, se agachaba para esquivar golpes que su mente no llegaba a prever y respondía atacando con sobrecogedora velocidad, precisión y elegancia.

El Necromante trataba de imponer la superioridad numérica de sus Criaturas Oscuras y constantemente reponía a las que caían. Los pesados garrotes de los Guerreros Zombi golpeaban el aire a centímetros de su cuerpo y las afiladas garras de los Gules cortaban sin atinar a un cuarto de sus muslos, su estómago o su rostro. Poco a poco fueron estrechando el círculo alrededor de Bryan, hasta que los cuerpos que cercenaba ya no caían hacia atrás, sino sobre él.

 

Bryan desvió la garra de un Gul que apuntaba a su espalda llevando su espada corta por encima del hombro al mismo tiempo de daba una fuerte patada a un Guerrero Zombi para desviar el curso de su ataque y conseguir que el golpe de su arma impactara en otro de ellos. Acto seguido dio un tajo con el Desgarrador Sombrío para amputarle los brazos a otro Zombi, dejando muñones cauterizados en donde antes estaban sus manos. Por el rabillo del ojo vio que dos Lanzas de Hueso se dirigían hacia él, así que esquivó dejándose caer mientras arrojaba sus armas hacia adelante, atravesando los cráneos de dos Criaturas Oscuras. Acto seguido volvió a levantarse y destrozó la cara de otro Gul con un devastador puñetazo. Después avanzó hacia adelante para recoger sus armas antes de que los cuerpos de sus víctimas empaladas cayesen al suelo. Pero su situación no mejoraba, pues seguía en medio un enjambre de armas, garras y cuerpos que incluso mutilados trataban de atacarlo. Probablemente quedaría atrapado en cuestión de segundos.

Con salto felino se encaramó sobre la espalda de un Guerrero Zombi al que le había cortado las rodillas y que intentaba inútilmente levantarse. Luego aprovechó para dar otro salto apoyándose sobre los hombros de las criaturas cuyos cráneos acababa de atravesar y así se escapó por poco de la muerte. Sin embargo, cuando aún estaba en el aire vio venir otra vez las Lanzas de Hueso del Necromante. En el último momento dio cuatro tajos extremadamente precisos con el Desgarrador Sombrío mientras hacía estallar la llama carmesí, provocando una pequeña explosión de calor y magia que desviaron las jabalinas, las cuales impactaron sobre otras Criaturas Oscuras. Luego uso el Arte del Noveno Diagrama Celeste para alejarse tres metros y disfrutó de dos respiraciones de descanso antes de volver a cargar. Había destruido o incapacitado a la mitad de las criaturas del Necromante a pesar de que este había estado convocando más para compensar las pérdidas.

Dos Guerreros Zombi atacaron. Bryan de inmediato aceleró y cortó con un rápido movimiento circular que los partió por la cintura, pero no antes de que dos gules llegasen por su izquierda para desgarrarlo con sus zarpas. Si hubiera tenido tiempo para pensar, Bryan les hubiese arrojado una bola de Fuego Glacial Místico, pero no tuvo más opción que arriesgarse y bloquear las garras con la parte plana de sus espadas.

Las afiladas extremidades de los gules se rompieron. Entonces pudo dar un salto tremendo con toda la fuerza que le daba su Esencia Mágica. Voló por la cámara de piedra hasta que se encontró con la pared y dio una fuerte patada para cambiar bruscamente de dirección.

Se tomó un instante para mirar sus armas. El Desgarrador Sombrío estaba intacto como esperaba, pero la espada corta se había mellado por la fuerza de la garra del Gul y ahora era inútil. Sin siquiera pensarlo la arrojó a un lado. No necesitaba peso muerto.

Rápidamente volvió a cargar contra los enemigos y esta vez cambió su estilo de combate a uno en el que combinaba puñetazos con estocadas, siempre buscando dar en las partes del cuerpo que sabía débiles en las Criaturas Oscuras, sobre todo las articulaciones. De vez en cuando abría la palma de su mano libre para soltar ráfagas de Fuego Glacial-Místico.

Mientras destrozaba a tres Guerreros Zombi, se dio cuenta de que se estaba acercando peligrosamente hacia la zona en que el Segador Oscuro continuaba combatiendo con el Caballero del Mal e inmediatamente saltó a un lado. De vez en cuando el suelo temblaba por la intensa ferocidad de la pelea entre las dos criaturas de rango superior, pero no tenía tiempo de detenerse a mirar. Por el rabillo del ojo vio que un Gul se acercaba a toda velocidad detrás suyo. De inmediato esquivó el afilado golpe de sus garras y lo mató con una terrible patada en el pecho.

Estaba a punto de avanzar hacia el siguiente enemigo cuando notó una sacudida y vio ondularse el aire. La realidad pareció distorsionarse por un momento para formar una esfera de medio metro, de la cual emergió una criatura que parecía una especie de gusano o serpiente de cuatro metros de largo. No tenía ojos o nariz, solo una gran boca circular llena hasta rebozar de afilados dientes. Parecía la pesadilla de cualquier sanguijuela. Bryan se agachó sin pensar en nada más y fue bueno que lo hiciera, porque la criatura se arrojó contra él a una velocidad inconcebible, fallando su ataque apenas por medio metro.

Mierda, una Sierpe del Abismo”. Pensó Bryan recordando las historias que había leído: “¿Cuántas Criaturas Oscuras legendarias puede convocar este maldito?”.

La presencia de esta peligrosa entidad lo cambiaba todo. Las Sierpes del Abismo eran rápidas, ágiles y mataban todo lo que tocaban sus dientes. Podían moverse bajo tierra como si fuese agua. Su cuerpo era muy resistente.

Cuando las invocaban, siempre era para matar a alguien, porque no dejaban de atacar hasta consumir el corazón de su objetivo como si fueran demonios vengativos persiguiendo a un criminal e inmediatamente después desaparecían. Pero mientras tanto, mataban cualquier cosa que se interpusiera entre su víctima y ellas.

Sierpe del Abismo

En efecto, la enorme cantidad de Criaturas Oscuras que Bryan destruía habían provocado que el Necromante se pusiera cada vez más nervioso. Ninguno de sus ataques normales parecía poder atinarle a un oponente tan rápido y su Fuerza Mental ya se había desgastado mucho primero por el ritual y también le había costado materializar al Caballero del Mal. Además, su cuerpo no estaba en el mejor estado por el derrumbe que ocurrió cuando el dios Nécora desapareció. Y sintiendo que en poco tiempo se quedaría sin magia, el Archimago decidió renunciar a capturar a Bryan e invocó a la Sierpe del Abismo para terminar con él de una vez por todas.

Bryan comenzó a zigzaguear entre los Guerreros Zombi tratando de librarse de la criatura, pero esta continuaba en pos suyo, atravesando todos los obstáculos. Una gran cantidad de Criaturas Oscuras fueron destruidas por la Sierpe del Abismo tan sólo por la terrible fuerza con la que se movía, pero en ese momento no podía celebrar, porque veía a esa monstruosa boca acercándose por momentos. Quería atacarla, pero se veía tan poderosa y resistente, que francamente temía ser arrojado a un lado o incluso dislocarse la muñeca a pesar de todas sus mejoras físicas, lo cual sellaría su destino.

Sin embargo, se le acababa el tiempo, así que decidió arriesgar el todo por el todo, empleando de golpe toda su Esencia Mágica. El Infante Sangriento respondió a su llamado para ayudarle a multiplicar su control a un grado altísimo. Al mismo tiempo, Bryan redujo su velocidad hasta que la Sierpe del Abismo estuvo a medio metro suyo.

Con un rugido aterrador, Bryan concentró todo su poder en sus brazos. Entonces se deslizó por el suelo mientras daba media vuelta y dio un golpe terrible con su mano libre, abriendo mucho los dedos para sujetar el suelo rocoso. En ese momento era tan fuerte que sus dedos atravesaron la piedra, permitiéndole aferrarse de un modo inconcebible a la superficie y detenerse de súbito. Después (usando su otro brazo) descargó un tajo terrible hacia arriba con el Desgarrador Sombrío, que resplandecía con el fuego carmesí.

La Sierpe del Abismo no se espera esto y se precipitó a encontrarse de bruces con el arma mágica, que le provocó un terrible desgarro en la parte baja de su cuerpo. De un modo magistral, Bryan había conseguido usar la propia fuerza y velocidad de la criatura en su contra para provocarle un daño considerable, muy superior al que habría podido únicamente con su poder. Aun así, sintió que sus brazos se entumecían mientras que un fuerte dolor lo asaltaba en las extremidades, aunque por fortuna todavía podía moverse.

La Sierpe del Abismo se retorció con locura, mientras una extraña sustancia negra como la tinta brotaba de su herida. Cada vez que se movía golpeaba el suelo con tanta fuerza que volaban escombros. Bryan sonrió victorioso, pero se dio cuenta de que el Necromante no parecía preocupado por la herida de su criatura e inmediatamente volvió a estar alerta. Entonces vio que el corte que acababa de hacerle a esa maldita alimaña estaba cicatrizando a un ritmo impresionante y en pocos segundos su herida se cerraría.

Rápidamente dio un salto hacia atrás para aumentar la distancia entre ellos, pero su velocidad se había reducido en gran medida debido al esfuerzo. En el preciso instante en que se impulsaba, vio un borrón de luz dirigiéndose hacia él. No tenía tiempo para pensar, así que Bryan instintivamente sacó una de las agujas que siempre llevaba ocultas en sus mangas y la arrojó contra el Necromante que lo estaba atacando en ese momento, pero erró el tiro.

El rayo de magia le quemó el hombro izquierdo. El impacto lo hizo girar sobre su eje y cayó de espaldas contra el suelo de piedra, al mismo tiempo que se destrozaba la rodilla izquierda. Sin embargo, el dolor lo ayudó a mantener la conciencia. Sintiendo que no tenía más tiempo, invocó a su Pequeño Esqueleto.

El Necromante sonrió con desprecio al ver la invocación de Bryan, pero entonces sus ojos se entornaron. Su larga experiencia con la magia Necromántica le hicieron notar que había algo raro con esa Criatura Oscura, pero antes de que pudiera entender lo que era, sucedió algo inconcebible.

El Pequeño Esqueleto se movió con una velocidad pasmosa hacia la Sierpe del Abismo, casi como si volase en el aire. Con mucha habilidad esquivó los golpes erráticos de la criatura y luego saltó directamente hacia la herida abierta. Entonces comenzó a apuñalarla repetidamente con su pequeña daga, mientras se aferraba firmemente a la llaga sangrante con sus púas de hueso.

La Sierpe del Abismo se retorció con furia, pero el Pequeño Esqueleto no se soltó a pesar de ser golpeado repetidamente contra el suelo. Luego, como si esto no fuese lo bastante increíble, el Pequeño Esqueleto sujetó su Daga de Hueso con las dos manos y el filo oscuro resplandeció con una pequeña llama de color púrpura. ¡Era el poder de la Ley de uso Óptimo para Encantamientos Mágicos!

El Pequeño Esqueleto descargó una sola puñalada con toda su fuerza y el poder congelante del Fuego Glacial Místico penetró profundamente en el cuerpo de la criatura a través de la Daga de Hueso. La Sierpe del Abismo todavía se resistió un poco pero finalmente acabó convirtiéndose en un sólido bloque que se hizo pedazos antes de desaparecer de este mundo.

- ¡Imposible! - Gritó el Necromante atónito.

¡El Pequeño Esqueleto frente a sus ojos acaba de romper uno de los principios fundamentales de la Magia Necromántica! Se suponía que era imposible para una Criatura Oscura de rango inferior derrotar por si sola a una superior. Inmediatamente el Necromante Archimago trató de usar sus sentidos mágicos para discernir la verdadera naturaleza del Pequeño Esqueleto, pero por más que lo examinaba con su Fuerza Mental, nada le decía que ese extraño ser fuese algo más que un simple Esqueleto, la más elemental de las invocaciones.

¿Cómo era posible? Por primera vez el Necromante Archimago estaba completamente confundido. Sus ojos le decían que ese Pequeño Esqueleto era un ser único, pero sus sentidos mágicos solamente registraban un esqueleto normal. Lo más extraño de todo era que, a juzgar por sus movimientos, esta criatura era bastante inteligente.

De pronto el Necromante escuchó un sonido de escombros moverse e intentó reaccionar, pero fue demasiado tarde. Porque mientras el Archimago estaba concentrado en el Pequeño Esqueleto, la Esencia Mágica estaba fluyendo a toda velocidad en el interior del cuerpo de Bryan y tuvo tiempo de restaurar las heridas más graves, sobre todo la de su rodilla.

Bryan avanzó con una sonrisa cruel. Podía darse cuenta claramente de que invocar a la Sierpe del Abismo había consumido la mayor parte de los poderes que le quedaban al Necromante. Seguramente apenas tendría Fuerza Mental para lanzar uno o dos conjuros.

De hecho, al mirar a su alrededor pudo darse cuenta de que los movimientos del Caballero del Mal estaban vacilando y poco a poco comenzaba a desvanecerse al igual que los Guerreros Zombi que aún quedaban.

Apenas tuvo la oportunidad, el Segador Oscuro de Emily cortó de un tajo el cuello de la montura del Caballero del Mal, decapitándola por completo y haciendo que manara un chorro de sangre negra. La hermosa Archimaga no solamente había ganado, sino que incluso se las arregló para conservar una buena parte de su Fuerza Mental intacta, así que inmediatamente comenzó a levitar para reunirse con Bryan. Por su parte, el Pequeño Esqueleto también regresó a su lado.

- Bueno. - Dijo Bryan burlándose: - Admito que fue divertido y también aprendí bastante. Pero supongo que todo lo bueno tiene que terminar. -

El Necromante tenía una expresión odio y sus ojos iban de un lado a otro con desesperación. Bryan estaba a punto de arrojar su Desgarrador Sombrío, cuando le pareció adivinar un brillo extraño en la mirada del Archimago e inmediatamente saltó hacia atrás, pero fue demasiado tarde.

El Necromante golpeó el suelo con su báculo y una extraña matriz mágica apareció de la nada rodeándolos a ambos.

- Tú quizá hayas aprendido algo, pero ahora yo voy a descubrir todos tus secretos. - Se regodeó el Necromante.

Bryan quiso atacar, pero descubrió que su cuerpo no respondía y era incapaz de mover ni siquiera un músculo. El Pequeño Esqueleto cargó rápidamente, pero fue repelido por la misteriosa matriz y voló varios metros hacia atrás. Luego se levantó, pero no siguió moviéndose. Parecía estar confundido, mirando lo que ocurría, esperando alguna orden que no llegaba de su invocador.

Emily descendió e inmediatamente reunió su poder mágico para destruir la matriz mágica a la fuerza, pero el Necromante soltó una carcajada y dijo eufórico: - Mejor ni lo intentes. Tal vez seas muy hábil con la magia, pero ni siquiera tú podrías deshacer mi encantamiento de Erosión del Alma. ¡Nadie puede hacerlo! Incluso si destruyes la barrera y me matas, él perderá su alma y se convertirá en un simple cascarón vacío. -

Esas palabras detuvieron a Emily, quien miró atónita a Bryan, luego examinó lo que ocurría con sus sentidos mágicos y supo entonces que el Necromante no mentía: Había creado alguna clase de conexión con el alma de Bryan y ahora sus vidas estaban ligadas.

- ¡DESGRACIADO! - Gritó Emily iracunda mientras expulsaba su poder mágico en la forma de una vertiginosa aura siniestra que inundó toda la cámara como una terrible tormenta: - ¡Si mi amado muere te juro que voy a destruirte! ¡Podrás escapar a dónde quieras, pero nunca será lo bastante lejos! ¡DEJARÉ QUE PRUEBES LA MAYOR CANTIDAD DE DOLOR HASTA QUE ENLOQUEZCAS! ¡Después mataré a toda tu familia o seres queridos que pueda encontrar! -

La furia de Emily Asturias

- Ja, ja, ja. ¡Estúpida Mujer! ¿Crees que tus amenazas conseguirán algo? Esta magia no solamente me permitirá aprender todos los secretos de este sujeto, sino que absorberé buena parte de sus poderes. ¡Entonces te arrojaré a un infierno lleno de dolor, con nuevos sentidos para que lo experimentes! Luego te curaré con magia. Volveré a repetir el proceso para que tu ultimo pensamiento sea arrepentirte de haberte interpuesto en mi camino. - Respondió el Necromante sonriendo con crueldad.

Estaba a punto de continuar ufanándose cuando de pronto su expresión se volvió seria. Después nerviosa. Y finalmente asustada. Entonces comenzó a gritar mientras llevaba ambas manos hacia su cabeza: - ¡Noooo! ¡Para! ¡Detente! ¡Por favor, no lo hagas! ¡Piedad! -

Nota del Traductor

Hola amigos, soy Acabcor de Perú, hoy es 23 de mayo del 2021 y no sabemos lo que puede pasar.

Amigos en este capítulo ya ni voy a pretender que son cambios, básicamente he reescrito todo y solamente el final es similar. Y es que cuando los Archimagos pelean debería ser algo espectacular.

Bueno, en esta batalla tuve mucha inspiración de la novela de Brent Weeks “El Camino de las Sombras” quería que se sintiese una batalla frenética e impredecible, como una película de Michel Bay en que nadie entiende muy bien lo que sucede, pero sin ser incoherente.

Creo que me quedó muy bien.

Cambié mucho la forma del Caballero del Mal para hacerlo más similar a un Nazgul del Señor de los Anillos e hice que Emily pelease con él porque en el original casi no interviene en la batalla y es el Pequeño Esqueleto quien lo derrota. Pero eso me parecía demasiado increíble porque hasta ahora la mayor ventaja del Pequeño Esqueleto es la velocidad y no la fuerza contundente. También decidí agregar una explosión emocional por parte de Emily para que se viera un poco yandere pero sin llegar a serlo.

En fin, déjame ser tu opinión en los comentarios. Te gustó más esta versión o la original. Si así fue ¿cuál fue tu parte favorita? Nos vemos en el siguiente capítulo.