La interpretación y el papel del intérprete en los conflictos armados contemporáneos

Conferencia

*Interpretar en zonas de conflicto exige un código teleológico en vez de deontológico: Lucía Ruiz Rosendo

Organizada por la Coordinación de la Licenciatura en Traducción, el 3 de mayo se llevó a cabo -de manera virtual- la conferencia: La interpretación y el papel del intérprete en los conflictos armados contemporáneos, a cargo de la Dra. Lucía Ruiz Rosendo, intérprete en distintas organizaciones internacionales y docente de la Universidad de Ginebra, Suiza.

“No podemos entender la historia de la humanidad sin entender la historia de los conflictos”, planteó la Dra. Ruiz, al inicio de su ponencia.

“Si algo ha caracterizado nuestra historia”, dijo, “es la omnipresencia de conflictos armados que surgen como una amenaza o como una serie de diferencias entre distintos pueblos, naciones o en medio de una comunidad”.

Incluso, señaló, “a lo largo de toda la historia siempre ha habido contextos u ocasiones en las que, cuando una parte no habla la lengua de la otra parte, ha sido necesario recurrir a la mediación lingüística”, a los intérpretes.

Señaló que, si bien hay un consenso sobre el carácter imprescindible de contar con intérpretes en situaciones de conflicto, hay muy pocas crónicas y documentos que refieran el papel de los intérpretes en tales contextos, a diferencia del caso de los traductores.

Al respecto, destacó que, a lo largo de sus respectivas historias, las organizaciones internacionales, por ejemplo, han recurrido a los intérpretes para desempeñar su labor en zonas de conflicto.

Cuando se habla de la interpretación en zonas de conflicto, explicó la especialista, es necesario considerar que la fase del conflicto, la categoría del intérprete y el mandato de las instituciones son aspectos fundamentales para definir y tener claro el papel que jugarán los intérpretes.

Señaló que tanto intérpretes como traductores están presentes en todas las fases de un conflicto -escalada, desescalada, resolución y postconflicto; por lo que su labor es crucial para el éxito de las misiones u operaciones en las que colaboran.

“El intérprete no trabaja sin un marco institucional”, precisó. “Normalmente, el intérprete trabaja en el marco de una organización internacional”.

Subrayó que, en los últimos años, se le ha prestado cierta atención a este tema en la literatura y que, actualmente, los trabajos se centran en la labor del intérprete en contextos específicos.

“Hay básicamente dos macrocontextos”, aseguró: “el militar y el humanitario”; dos contextos que muestran la importancia de la intervención y la toma de decisiones de un intérprete, desde su particular comprensión de las culturas involucradas.

En este contexto, las organizaciones que más intérpretes contratan se encuentran en los ámbitos militar, humanitario, jurídico y de los derechos humanos; ámbitos en los que trabajan distintos tipos de intérpretes.

Detalló que en el ámbito militar hay intérpretes militares, civiles locales, así como miembros de alguna diáspora; en el ámbito humanitario, intérpretes que pertenecen a la comunidad en conflicto (refugiados -conocidos como incentive workers-), intérpretes móviles o expatriados e intérpretes locales; en el ámbito de los derechos humanos, intérpretes contratados en plantilla que van desde las distintas sedes de la ONU a terreno, así como intérpretes locales que son contratados por el PNUD y, en el ámbito jurídico, intérpretes pertenecientes a la comunidad en conflicto.

Por tanto, “el posicionamiento del intérprete es sumamente complejo”, aseguró.

Destacó que el intérprete es un buen conocedor de las culturas, un buen conocedor de las lenguas; sin embargo, trabaja entre dos partes donde hay una relación de poder bastante asimétrica.

“El intérprete es esencial para que los interlocutores se entiendan, para evitar malentendidos derivados de un choque de culturas y para evitar situaciones peligrosas o tensas, porque conoce la lengua y la cultura”.

Habló de elementos comunes que se presentan en contextos de conflicto donde intervienen intérpretes, entre ellos, la dependencia que hay hacia los intérpretes, las relaciones de poder entre las partes, el intérprete como aliado de la parte más débil, la tendencia a buscar comunicarse directamente con el intérprete en una situación determinada (sobre todo en ambientes humanitarios), desconfianza hacia el intérprete en situaciones militares, los limitados espacios de comunicación, la relación intensa entre el intérprete y los interlocutores, así como la modalidad de interpretación (consecutiva, chuchotage, bidule) que suele utilizarse.

“La falta de formación es endémica en estos contextos, aunque no hay que subestimar la creación de comunidades de práctica y la relevancia del aprendizaje situado (situated learning)”.

Enfatizó que cuando los intérpretes no han recibido una formación, no saben que la interpretación es una profesión, no conocen las normas éticas que la rigen, “entonces, su trabajo queda supeditado a la otra profesión para la que trabajan, por ejemplo, la militar o la humanitaria.

“Cuando entran en conflicto la ética y las normas de la institución con las de la interpretación como profesión, se asimilan las normas de la institución porque el intérprete es un trabajador de la institución”.

Entonces, ¿Qué sucede con la Neutralidad?

“El posicionamiento profesional de los intérpretes sin formación en interpretación queda configurado por las interacciones con los miembros del ámbito en cuestión (humanitario, militar, jurídico) en vez de por contactos con una comunidad amplia de intérpretes”.

También habló de las diferencias que existen en estos contextos entre los tipos de intérpretes, diferencias relacionadas, entre otras, con sus tareas o su formación.

“La diferencia principal estriba en la motivación a la hora de decidir ser intérprete y, sobre todo, en la protección y el riesgo que asumen estas personas a la hora de aceptar esta contratación”.

Apuntó que son múltiples los retos a los que se enfrentan los intérpretes en zonas de conflicto. “La interpretación entre lenguas viene acompañado del dilema constante de: ¿qué debo explicitar, ¿qué debo explicar?”

Asimismo, señaló que “la única razón por la que el intérprete está allí es porque los interlocutores no comparten la misma lengua. Los interlocutores son responsables de lo que dicen. El intérprete está allí para poner en comunicación a las partes”.

Esta labor no es sencilla. “El intérprete se mueve en un continuum entre lo que es interpretación propiamente dicha y lo que es la mediación intercultural”.

“Cuando interpretamos no sólo somos observadores, estamos implicados directamente en el proceso de comunicación entre distintas partes que no siempre comparten la misma ideología o en la misma infraestructura sociopsicológica”. Esto, afirmó, “tiene implicaciones psicológicas importantes”.

Además, “cuando interpretamos en estos contextos, los testimonios, lo que se dice, suele ser bastante duro. Nos apropiamos de estos testimonios en primera persona y nos vemos expuestos al trauma, al estrés de los demás. El intérprete tiene que saber llegar a controlar, si no, el trabajo se hace difícil o, en algunos casos, imposible”.

En ese contexto, puede darse un choque entre la situación personal del intérprete y la de las personas en el lugar del conflicto. “El hecho de no poder hacer nada”, puede generar repercusiones psicológicas.

De acuerdo con la ponente, es necesario que el intérprete se prepare y sepa cómo delimitar su papel como intérprete.

“El intérprete debe tomar decisiones teniendo en cuenta cuáles van a ser los resultados”, porque interpretar en zonas de conflicto exige estar preparado para hacer frente a situaciones no rutinarias.

A lo largo de esta conferencia la Dra. Ruiz se refirió a su experiencia en el estudio de la interpretación en contextos como el de las fuerzas armadas, las misiones de derechos humanos, las organizaciones humanitarias y para el desarrollo, la negociación humanitaria y el periodismo; esto, en el marco de organizaciones como la OTAN, la UE, el CICR, el CCHN (Programa Mundial de Alimentos, Médicos sin Fronteras), la CPI y la ONU.