TEMA: Tabaquismo
El descubrimiento de América trajo aparejada la incorporación al mercado europeo de nuevos productos alimenticios y de consumo, como el cacao, la patata o el propio tabaco. La sociedad europea del siglo XVI mostró gran avidez por estas nuevas mercancías, y rápidamente se estableció un comercio muy intenso con las Indias Occidentales. El tabaco pronto se convirtió en un artículo de lujo, y los varones de la clase alta comenzaron a consumirlo en forma fumada o esnifada (rapé).
Con el paso de los años, el consumo de tabaco se fue ampliando, y extendiéndose entre el resto de las clases y entre las mujeres.
Actualmente, su reconocimiento como droga legal hace que sea, junto con el alcohol, una de las sustancias de abuso más comúnmente utilizadas en el mundo.
La planta de tabaco corresponde a la especie Nicotiana tabacum, un arbusto de 1 a 3 metros de altura de la familia de las Solanaceae, aunque en ocasiones se han empleado otras especies del género Nicotiana.
La parte utilizada como tabaco son las hojas secas, que pueden enrollarse para formar los puros, o pulverizarse en mayor o menor grado para elaborar los cigarrillos o tabaco para pipa. En determinadas regiones del mundo, se forma una pasta con las hojas, que se consume mascada.
Los principales componentes farmacológicos de la hoja de tabaco son alcaloides piridínicos especialmente la nicotina. La hoja de tabaco contiene entre un 0,5 y un 8,0% de alcaloides, de los cuales un 30-60% es nicotina.
La nicotina es (un agonista) capaz de unirse a un receptor específico, el receptor colinérgico nicotínico, distribuido ampliamente por todo el organismo, lo que explica la multitud de efectos farmacológicos que se observan con ella. Su farmacología es altamente compleja, ya que sus efectos dependen en gran medida de la dosis administrada. Así, a dosis bajas la nicotina da lugar a una estimulación nerviosa, incluidos los centros respiratorio y vasomotor. Sin embargo, a dosis altas se comporta como un depresor nervioso, pudiendo producir bradicardia (frecuencia cardíaca lenta) y depresión respiratoria (respiración lenta o con insuficiente fuerza) de tal forma que no puede haber una adecuada ventilación pulmonar, esto trae como consecuencia el aumento del nivel de monóxido de carbono en la sangre y la reducción de la cantidad de oxígeno disponible para el cerebro y otros órganos.
En la composición de un cigarrillo se pueden encontrar más de 3.000 compuestos químicos diferentes, entre los que podríamos destacar, junto con la nicotina, el alquitrán (responsable de la mayoría de los cánceres producidos por el tabaco, así como de problemas bronquiales y vasculares). Se encuentran también otras sustancias carcinógenas que incluyen, el arsénico (veneno mortal muy potente), el cadmio y níquel (utilizados en baterías), el formaldehído (conservante orgánico usado en laboratorios forenses y anatomía patológica) y muchos sustancias más.
De igual manera, durante la combustión de un cigarrillo se generan multitud de sustancias volátiles tóxicas irritantes tanto para los ojos como para las vías respiratoria superiores tales como: amoniaco, acetona, acroleína (potente irritante bronquial y causante de enfisema), cianuro de hidrógeno (veneno raticida mortal), monóxido de carbono, metanol (utilizado como combustible de misiles) y tolueno (disolvente tóxico).