Reproducción asistida: sus avances

El 25 de julio de 1978 nació en Inglaterra Louise Brown, la primera “niña probeta” de la historia. Su nacimiento dio lugar a una enorme controversia acerca de los aspectos éticos de la fecundación “in vitro”. Hoy en día, este tipo de fecundación es sólo una más de las muchas técnicas de reproducción asistida que se utilizan para ayudar a que las parejas inicialmente estériles tengan descendencia biológica.

Aproximadamente uno de cada cien niños que nacen en los países occidentales son el resultado de la utilización de métodos de reproducción asistida. En su forma más simple, la reproducción asistida implica la utilización de hormonas para facilitar la ovulación.

En una de sus formas más complejas, implica la realización de pruebas en embriones para detectar la presencia de enfermedades genéticas antes de su implantación en el útero materno. El embarazo puede conseguirse gracias al útero de una madre “de alquiler” que acceda a llevar adelante el embarazo para una pareja.

Desde los primeros momentos de la reproducción asistida se han generado debates éticos. Lo que produce más enfrentamiento es la capacidad potencial de producir niños de diseño. En algunos casos, las parejas acuden a las técnicas de reproducción asistida para evitar que sus hijos hereden enfermedades genéticas graves. El diagnóstico genético previo a la implantación es una técnica que permite la extracción de una o dos células del embrión con el fin de realizar un análisis genético. Así se puede identificar la presencia de mutaciones específicas que causan graves enfermedades, como la fibrosis quística o la distrofia muscular, y descartar la implantación de esos embriones.

Aspectos básicos de las técnicas de reproducción asistida

Muy genéricamente, se puede decir que entre un 30 y un 40% de los ciclos de reproducción asistida terminan en un embarazo. La reproducción asistida es un procedimiento que implica muchos pasos intermedios. En primer lugar hay que obtener óvulos de los ovarios de la mujer, unirlos al esperma del padre o de un donante para conseguir que tenga lugar la fertilización, y finalmente se debe transferir el embrión resultante al útero materno.

Se trata de un proceso largo y complicado en el que la mujer ha de tomar una serie de hormonas para que sus ovarios produzcan óvulos maduros y listos para ser fertilizados, y para preparar el útero de modo que se facilite la implantación del embrión. Es necesario extraer los óvulos con técnicas de microcirugía y en el momento adecuado para que se produzca la fertilización.

1 . 2 CONTINÚE ->