TEMA: Funcionamiento de los fármacos
La automedicación ocurre cuando un paciente decide administrarse un medicamento sin el consejo de un médico para tratar los síntomas o la enfermedad que padece. Utiliza el medicamento sin ninguna intervención por parte del medico (ni en el diagnóstico de la enfermedad, ni en la prescripción o la supervisión del tratamiento).
Ciertos estudios relacionan la automedicación con factores como la dificultad de acceso a la asistencia sanitaria o el escepticismo sobre la eficacia del sistema sanitario, que explicaría como en algunos países de Latinoamérica, por ejemplo, la tasa de automedicación llega al 70%.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconsejó que las políticas sanitarias de los países tuvieran en cuenta la automedicación y buscaran la manera de optimizar el uso de esta práctica.
El tema es tan importante que en 1986 la OMS publicó una serie de directrices acerca de las características que debe tener un medicamento para su empleo en la automedicación: World Health Organization (1986). Guidelines for the Regulatory Assessment of medicinal Products for Use in Self-Medication. Ginebra: WHO.
Debe ser eficaz sobre los síntomas (de naturaleza autolimitada) que motivan su empleo.
Tiene que ser fiable para que sus efectos beneficiosos puedan ser percibidos de forma consistente y rápida.
Debe ser de fácil empleo.
Su margen terapéutico debe ser amplio, es decir, que los errores en la dosificación no tengan repercusiones graves y su posología sea cómoda.
El envase del fármaco deberá contener un prospecto claro y sencillo que especifique las situaciones en las que se deberá consultar al médico.
Por este motivo se idearon las especialidades farmacéuticas publicitarias, aceptadas por la OMS, de venta libre, que se pueden ver anunciadas en los medios de comunicación, son especialidades de probada eficacia y que después de muchos estudios se ha comprobado que son seguras siempre con las condiciones de tratamiento que constan en el prospecto. Con este tipo de especialidades farmacéuticas de libre acceso se ejerce la automedicación responsable. De esta manera se pueden resolver de manera fácil, efectiva y segura algunos síntomas leves que el mismo paciente puede identificar o reconocer con certeza. Sabiendo que en caso de persistir los síntomas se debe pedir consejo profesional.
La automedicación responsable que se refiere exclusivamente al uso de medicamentos de libre acceso que no requieren receta médica, se contrapone a la autoprescripción o uso indiscriminado de fármacos que si necesitan receta con su indicación y deben estar bajo supervisión facultativa.
Automedicación irresponsable o autoprescripción: ¡precaución, veneno!
Con el resto de los medicamentos, los que requieren receta médica y los que no la requieren e incluso las plantas medicinales, las infusiones y otras terapias de la medicina alternativa, se puede caer en la automedicación irresponsable al no consultar al médico antes de consumirlos. Estos tipos de medicamentos que no son de venta libre pueden provocar, además de reacciones adversas e intoxicaciones, otras complicaciones de la salud, que van desde el enmascaramiento de la enfermedad, la aparición de efectos adversos evitables, la prolongación o el agravamiento, la resistencia de las bacterias a los antibióticos y la aparición de dependencia a los psicofármacos. La automedicación irresponsable es un problema de salud pública.
La prescripción (nota escrita por un médico en la que se indica el medicamento que debe proporcionarse a un paciente, así como las normas para su correcta administración), en la mayoría de los casos, requiere un adecuado diagnóstico que solo puede hacerlo el médico, pero la comodidad de no tener que desplazarse hasta la consulta y las recomendaciones de terceras personas al final desencadenan la automedicación.
La automedicación se presenta dentro de cualquier grupo de edad debido a otros factores como la escasez de tiempo para acudir a la consulta médica, la pérdida de credibilidad respecto a los profesionales sanitarios, por el deterioro de la relación médico-paciente, la mala interpretación por parte de los pacientes menos capacitados y por la gran cantidad de información médica de todo tipo disponible en internet.
La lista de productos farmacéuticos que se utilizan con más frecuencia en la automedicación es muy amplia. Los peor usados son los antibióticos tipo amoxicilina para molestias faríngeas inespecíficas o resfriado común, ansiolíticos tipo diazepam para cualquier tipo de cuadro ansioso o depresivo, antidiarréicos tipo loperamida para cualquier episodio de gastroenteritis y mucolíticos o antitusivos para cualquier proceso de tos.
Los peligros de la automedicación irresponsable
La automedicación irresponsable produce víctimas. De hecho, causa el 30% de las urgencias y el 10% de los ingresos hospitalarios y genera un problema sanitario que debe preocuparnos a todos.
Tres grupos de medicamentos merecen especial atención, porque pueden acarrear serios problemas:
Los antibióticos
Se espera de ellos la curación definitiva de los procesos infecciosos, del tipo que sean. Son los que más expectativas han generado en los últimos años. Se calcula que entre un 25-30% de los envases vendidos corresponden a autoprescripción, es decir, carecen de control médico. Pero lo peor es que, en la mayoría de las ocasiones, no están indicados ni se toman en las dosis adecuadas ni con la duración necesaria. El resultado es que además de otros efectos indeseables, se produce resistencia bacteriana. Los gérmenes se vuelven resistentes a los antibióticos, lo que en breve plazo constituirá -advierten los especialistas- un grave problema de salud pública.
Los analgésicos
Los datos sobre su consumo muestran un empleo masivo de analgésicos en todos los grupos de edad. En los últimos seis años, su venta se ha incrementado un 25%. Uno de los riesgos del uso habitual de analgésicos es la nefritis intersticial (es un trastorno renal en el cual los espacios entre los túbulos renales se inflaman. La inflamación puede afectar al funcionamiento de los riñones, incluyendo su capacidad para filtrar los desechos), que puede evolucionar muy desfavorablemente. Si se abusa de la aspirina, los problemas son las hemorragias digestivas, las reacciones alérgicas y otras enfermedades, más frecuentes de lo que se cree.
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINES)
Su consumo creciente, asociado o no a analgésicos, afecta fundamentalmente a las personas de más edad, que sufren más procesos inflamatorios crónicos y degenerativos. La gastritis y las hemorragias digestivas, además de otros efectos adversos, son los riesgos más habituales.
La información y la educación sanitaria pueden ayudar en el ejercicio de la automedicación responsable y positiva, y a que se consiga erradicar la autoprescripción indeseable y peligrosa.