Peligros reales por el uso inadecuado de los ansiolíticos

Un informe del Ministerio de Sanidad confirma que el consumo de ansiolíticos en España ha crecido hasta llegar a un 5,5% de los españoles, unos dos millones y medio de personas los toma a diario. El consumo de ansiolíticos está alcanzando unos niveles que pueden llegar a ser un problema de salud.Hablamos de drogas legales cuyo consumo se inicia muchas veces por prescripción de un médico en atención primaria y acaban tomándose de forma descontrolada, sin receta y sin supervisión médica. No es un asunto del que la gente hable abiertamente. El consumo de este tipo de fármacos no para de crecer, son accesibles, baratos y de acción rápida. En España ya hay más personas que consumen psicofármacos que población diagnosticada con ansiedad y depresión. Solo el 19% de los ansiolíticos son recetados por psiquiatras, el 81% lo prescriben médicos de familia en sus consultas saturadas.

Rafaela Santos, neuropsiquiatra y presidenta del Instituto Español de Resiliencia, atiende a pacientes de todas las edades, pero subraya que le llegan muchos de más de 60 años que llevan tomando pastillas desde los 40, y advierte: “Es muy preocupante, porque el consumo continuado de benzodiazepinas está muy relacionado con el deterioro cognitivo e incluso el alzhéimer. La relajación muscular que produce implica, además, riesgo de atragantamiento”. Las mujeres mayores conforman, de hecho, un grupo importante de consumidoras. Los ancianos podrían ser más sensibles a los efectos de los medicamentos y menos capaces de metabolizar los fármacos, lo que conduce a efectos adversos que se convierten en caídas.

Dentro de los múltiples efectos secundarios de los ansiolíticos por uso prolongado se incluye la tolerancia (necesidad de incrementar la dosis para obtener el mismo efecto), abstinencia (inquietud, ansiedad, contracturas musculares etc. al interrumpirse bruscamente su empleo) y dependencia (incapacidad para cesar su uso).

Entonces, ¿por qué se prescriben tanto en nuestro país? Probablemente por una intensa necesidad de gratificación inmediata en dos sentidos diferentes. "Por un lado, el paciente busca que su médico alivie rápidamente su ansiedad y el médico busca un remedio rápido para un problema que no sabe, o no puede afrontar de otro modo y, lógicamente esta no parece ser la mejor de las soluciones, no al menos a largo plazo", explica Sergio Oliveros, psicoterapeuta y psiquiatra.

"Las dificultades económicas, el estrés laboral, el aumento de la tensión social, las relaciones amorosas... todo es una fuente de estrés, pero ¿es necesario su empleo para afrontarlo? La respuesta es: rotundamente no", asevera el experto.

Los ansiolíticos son recursos para resolver crisis epilépticas, abstinencias alcohólicas, crisis de ansiedad e insomnio transitorios. Pero nunca se deben emplear durante mucho tiempo. Lo ideal es que la prescripción no exceda, en principio, las tres semanas. Los ansiolíticos más adictivos son aquellos que producen un efecto más potente en un lapso breve de tiempo y cesan pronto de hacer efecto y que, precisamente, son los que más se prescriben: alprazolam, lorazepam, bromazepam y lormetazepam", explica el profesional.

"Un fármaco debe evitarse cuando los beneficios que ofrece no superan a los problemas que genera. Esta afirmación se aplica sobre todo en lo referente a ansiolíticos", dice Oliveros.

Existen otras maneras de afrontar la ansiedad, cuando tengamos un cuadro de ansiedad prologada el uso de ansiolíticos debe ser sustituido por otras medidas farmacológicas no adictivas, en este caso se puede usar dosis bajas de antidepresivos sedantes, antihistamínicos etc., también se puede recurrir a terapias no farmacológicas.

La ansiedad es, en realidad, una reacción emocional muy útil. Nos activa ante los problemas. “Estar nervioso no es debilidad. Eso es una mala interpretación de las emociones, medicarse para afrontar momentos en los que es normal tener ansiedad no es bueno; y tratar de reducirla con fármacos tampoco”, dice el psicólogo Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS).

Además, si se consumen benzodiazepinas sin un trastorno de por medio, es el propio ansiolítico el que acaba creándolo. Es decir, el remedio puede acabar siendo, en estos casos, la enfermedad.

“Quien toma demasiadas pastillas acaba tarde o temprano en el psiquiatra con ataques de pánico, fuertes crisis de ansiedad o depresión”, advierte la neuropsiquiatra Rafaela Santos.

Los expertos cuestionan, de hecho, la eficacias de los psicofármacos, “de tres a cuatro veces menos eficaces que entrenarse para manejar las emociones y el estrés, aprendiendo a reinterpretar tus problemas y a relajarte”, sugiere el presidente de SEAS. La cuestión de fondo es que consumir benzodiazepinas incluso bajo prescripción psiquiátrica, no garantiza la solución del problema y conlleva un alto riesgo de que la ansiedad se cronifique.

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