El objetivo de la anestesia general es que el paciente durante su operación esté dormido, no sienta dolor, no recuerde, no se mueva y que sus signos vitales (ritmo cardíaco, presión sanguínea y la concentración de oxígeno en sangre) se mantengan estables, como si estuviera en su sueño fisiológico (normal). Para lograr esto, el médico anestesista debe tomar en cuenta los antecedentes del paciente, sus condiciones de salud actual, su edad, su peso, su talla, el tipo de operación, la duración de la operación, y muchos factores más.
La anestesia general se logra mediante la inyección por vía intravenosa de un suero con medicamentos que le harán dormir, desde ese momento en adelante no estará consciente de nada hasta que se despierte al final de la operación.
Es posible que el médico anestesista le inserte un tubo en la tráquea que esté conectado a un respirador. El tubo le permitirá recibir el oxígeno necesario y los gases de anestesia que lo mantendrán dormido durante la cirugía. Luego de terminada la operación podrá despertarse, cuando pueda respirar por sí mismo se le quitará el tubo y se le llevará a la sala de recuperación. Las enfermeras vigilarán hasta que el paciente esté completamente despierto.
La anestesia general es muy segura. Sin embargo, existe cierta posibilidad de riesgos y complicaciones. La mayoría de las complicaciones se pueden evitar a través de una buena comunicación entre el equipo médico y el paciente.
El paciente debe informales al médico anestesista sobre los siguientes punto:
- Si tiene problemas cardíacos, pulmonares, renales, hepáticos o si ha sufrido derrame cerebral.