La nanotecnología aplicada a la medicina

Hace referencia a la ciencia y a la tecnología de partículas cuyo tamaño (la “nanoescala”), oscila entre 1 y 100 nm (nanometros). Un nanometro es una diezmillonésina de metro. Aunque se considera una nueva ciencia, ciertos aspectos de la misma se manejan desde hace mucho tiempo. Se trata de uno de los pocos vínculos multidisciplinares que se establecen entre la física, la química y la biología, lo que ha contribuido a su espectacular desarrollo desde mediados de la década de 1980.

La nanotecnología está dando lugar a nuevos materiales que pueden ayudar a realizar muchas tareas, desde la limpieza de aguas hasta la obtención de cosechas cuya productividad agrícola sea mucho mayor que las actuales. Otras aplicaciones posibles serían la generación de energía más barata, mejoras en la producción de fármacos y en los diagnósticos, mayor eficacia en el almacenamiento de información y en las comunicaciones y mejores aparatos domésticos.

Se ha ideado en medicina la fabricación de nanorobots programados para hacer casi cualquier actividad en nuestro organismo, capaz incluso de tomar sus propias decisiones y reaccionar de acuerdo con el ambiente en el que se encuentre. Hasta ahora, sólo había sido posible construir nanobots capaces de realizar tareas muy sencillas, como la de desplazarse. Los nanobots podrán, por ejemplo, repararse o reconstruirse a sí mismos, o decidir si la célula que tienen enfrente es cancerosa y debe por tanto ser destruida, un ejército de nanorobots podrían combatir, desde dentro, un tumor, a base de perseguir y destruir todas las células cancerosas que encuentre en el organismo y evitar así los efectos secundarios de la quimioterapia. Estos microrobots a escala molecular podrán llevar al terreno de lo microscópico todas las ventajas de la robótica moderna. Los nanorobots podrían identificar fisuras en los huesos evitando así fracturas, reparar tejido muscular y óseo, etc.

Ninguno de estos tratamientos con nanorobots han recibido aprobación de la FDA (agencia de alimentos y medicamentos) hasta ahora, y muchos de ellos están en una etapa experimental temprana.

Hasta hace poco tiempo, los científicos sólo podían realizar especulaciones acerca de los nanomateriales, dado que su visualización resultaba imposible con los microscopios disponibles, que operaban sólo en la región de los micrómetros de las millonésimas de metro.

El desarrollo de la microscopía electrónica de barrido (SEM) permitió las primeras visualizaciones de nanopartículas, así como de especies biológicas como bacterias y virus. La moderna microscopía de transmisión electrónica (TEM) se aproxima ahora al límite teórico de resolución de la longitud de onda del electrón, que está en los 0,22 nm. La STM, o microscopía de efecto túnel, y la AFM, o microscopía de fuerza atómica, permiten la visualización de moléculas e incluso de átomos. La AFM es capaz de proporcionar información directa muy valiosa acerca de las interacciones de fuerzas que se producen entre las partículas.

K. Eric Drexler (ingeniero estadounidense conocido por popularizar los potenciales de la nanotecnología molecular durante las décadas de 1970 y 1980) planteó algunos de los posibles problemas de la nanotecnología molecular y describió nanorobots que podrían autorreplicarse sin control, dando lugar a consecuencias desastrosas. Esta posibilidad sería comparable a la del crecimiento sin control de bacterias y virus, como ocurre ya en las epidemias de VIH o virus Ébola. Esto parece más un argumento de ciencia ficción que un peligro real, aunque sí que hay una cierta preocupación entre los científicos respecto a los nanomateriales. Algunos materiales que no resultan dañinos a escala normal, si se reducen a la nanoescala, podrían ser capaces de entrar en las células y producir daños.