TEMA: Enfermedades
El ictus es el daño o muerte de una parte del cerebro. Se produce cuando se obstruye o se rompe uno de los vasos que suministra sangre al cerebro, interrumpiéndose así el flujo de oxígeno que llegaba a esa zona. Los accidentes cerebrovasculares o ictus (trombosis o derrame cerebral, antiguamente llamado apoplejía) son causados por un trastorno de la circulación cerebral que ocasiona una alteración transitoria o definitiva del funcionamiento de una o varias partes del encéfalo.La apoplejía o ictus es un problema frecuente en las sociedades avanzadas, en las que es la tercera causa de muerte y la primera causa de invalidez en los adultos, especialmente en personas de más de 65 años.
Los efectos de un accidente cerebrovascular pueden ser leves o graves, pasajeros o permanentes. Algunos pacientes se restablecen completamente en cuestión de días, mientras que a otros les quedan secuelas que exigen rehabilitación y, a veces, nunca se recuperan. Los factores que determinan la gravedad de un accidente cerebrovascular y de sus secuelas son:
La zona del encéfalo afectada.
La extensión de la zona isquémica o infartada.
La rapidez con la que se logra restablecer el riego sanguíneo en las zonas lesionadas.
La capacidad de las zonas intactas del cerebro de suplir o compensar las funciones de las zonas afectadas.
El ictus por trombosis cerebral puede considerarse el equivalente cerebral al infarto de miocardio.
La mayoría de los ictus se producen cuando un coágulo obstruye una arteria de las que transportan la sangre al cerebro. Es lo que se conoce como ictus isquémico. Puede ser de tres tipos:
Accidente isquémico transitorio, que es un ictus breve que dura menos de 24 horas tras las cuales el cerebro se recupera sin lesiones permanentes, como ocurre en la angina de pecho cuando la isquemia afecta al corazón.
Trombosis cerebral, que aparece al formarse un coágulo sanguíneo o trombo en una arteria cerebral con placas de ateroma en su pared.
Embolia cerebral producida por un coágulo que se forma en otra parte del cuerpo y que luego circula por los vasos sanguíneos, pasando a llamarse émbolo, para acabar alojado en el cerebro. Esto interrumpe también el suministro de oxígeno a las células cerebrales.
Una causa menos frecuente de ictus es la hemorragia cerebral que se produce al romperse un vaso sanguíneo y producirse una hemorragia dentro del cerebro. La hemorragia se infiltra por el tejido cerebral y produce lesión neuronal.
Síntomas
El término ictus procede del latín y significa <<golpe o ataque>>. Los síntomas del ictus aparecen bruscamente y son diferentes en función del área del cerebro afectada. Dependerá de si el área dañada controla el habla, la memoria, la deglución o el movimiento.
Por tanto podrán ser tan variados como las muchísimas funciones del cerebro: adormecimiento o debilidad súbita en la cara, en un brazo o una pierna, especialmente en uno de los lados del cuerpo, confusión repentina, dificultad para hablar o para entender, dificultad de visión en uno o los dos ojos, inesperada dificultad para andar, mareo, pérdida de equilibrio o coordinación o dolor de cabeza súbita sin que se conozca la causa. Hay que tener en cuenta que la parte izquierda del cerebro controla la parte derecha o hemicuerpo derecho y el habla en las personas diestras, mientras que la parte derecha del cerebro controla el hemicuerpo izquierdo. Esto se debe a que las vías motoras se cruzan en el bulbo raquídeo. Por tanto, una hemiplejía o falta de movimiento de la pierna y brazo derechos junto a la dificultad para el habla significarán, probablemente, un ictus en la parte izquierda del cerebro.
Se conocen la mayoría de los factores de riesgo para sufrir un ictus. Algunos de ellos son los mismos que los de infarto de miocardio:
Hipertensión arterial no controlada.
Los fumadores tienen el doble de riesgo que los no fumadores.
La diabetes mellitus afecta a una de cada veinte personas mayores, y también aumenta el riesgo de tener un ictus.
El alcoholismo se ha asociado al riesgo de ictus.
Sedentarismo.
En el caso del ictus embólico, el principal factor de riesgo es una arritmia llamada <<fibrilación auricular>> que incrementa el riesgo de que se formen coágulos sanguíneos en el corazón que luego puedan migrar al cerebro como émbolos.
Diagnóstico
Los síntomas citados permitirán sospechar el diagnóstico, pero este deberá confirmarse con una prueba de imagen como la tomografía axial computarizada o la resonancia magnética nuclear. Se debe tener en cuenta que mientras la hemorragias cerebrales se pueden ver con el escáner desde el primer momento de producirse, en los otros casos, en un ictus isquémico, para poder identificarlo adecuadamente, mediante pruebas de imagen, se puede tardar entre 24 y 48 horas para obtener los resultados.
Tratamiento
El ictus es una urgencia médica que requiere una intervención inmediata para realizar el diagnóstico y el tratamiento. La isquemia (falta de riego) tarda varias horas en desarrollarse y este tiempo supone una oportunidad para evitar o minimizar el daño cerebral. Cada minuto es importante. Cuanto más tiempo dure la interrupción del flujo sanguíneo hacia el cerebro, mayor será el daño. Implica necesariamente ingreso hospitalario.
La mayoría de los episodios de ictus no son mortales pero dan lugar a que muchas personas queden con alguna forma de discapacidad.
En los primeros días tras el ictus, el tratamiento consiste en garantizar una buena hidratación y alimentación del paciente. La siguiente fase de tratamiento – recuperación mediante rehabilitación – está a cargo de un equipo de profesionales sanitarios entre los que se incluyen fisioterapeutas, foniatras, terapeutas ocupacionales, enfermeras y médicos.
Si la causa del ictus es un coágulo sanguíneo, se puede disminuir la probabilidad de repetición del ictus mediante el tratamiento con antiagregantes plaquetarios como aspirina o clopidogrel (Plavix® o Iscover®), siempre bajo supervisión médica.
Existe un tratamiento de urgencia que puede ser útil solo en una pequeña cantidad de ictus isquémicos (nunca en los hemorrágicos) que debe ser seleccionado cuidadosamente. Se trata del tratamiento trombolítico (destructor del trombo), que puede administrarse en las tres horas siguientes al comienzo de los síntomas.
El trombolítico puede disolver los coágulos de sangre que obstruyen el flujo sanguíneo al cerebro. No obstante, este tipo de tratamiento está contraindicado en los pacientes que presentan ictus hemorrágico, ya que puede aumentar el riesgo de hemorragias, que empeorarían mucho más las posibles secuelas del ictus.
Por esta razón, en la práctica, menos del 5% de los pacientes pueden ser tratados con terapia trombolíca.
La rehabilitación intensa puede ser eficaz por cuanto ayuda a muchas personas a sobreponerse al deterioro de una parte del tejido cerebral. Otras partes del cerebro pueden hacerse cargo de las tareas que antes realizaba la parte lesionada.
La rehabilitación, en cambio, debe aplicarse a todos los pacientes que sufren deterioro funcional tras un ictus. Médicos rehabilitadores, fisioterapeutas, logopedas y enfermeras combinan su experiencia para mantener a un nivel adecuado el tono muscular del paciente, prevenir las contracciones musculares y las úlceras cutáneas por presión (que pueden resultar de la permanencia prolongada en cama en una misma posición) y enseñarle a caminar y a hablar de nuevo.
Después del alta hospitalaria muchas personas se benefician de la rehabilitación continuada en un hospital, en un centro de rehabilitación o en el propio hogar.
Pronóstico
Gran parte de las personas afectadas por un ictus recuperan la mayoría de las funciones normales y, casi todas ellas, pueden llevar una vida normal. En otras se produce un profundo deterioro físico y mental, que las incapacita para moverse, hablar o alimentarse de modo normal. En general, durante los primeros días los médicos no pueden establecer un pronóstico acertado de la recuperación o del empeoramiento de la situación del paciente. Aproximadamente el 50% de las personas con una parálisis de un lado del cuerpo y la mayoría de las que tienen síntomas menos graves consiguen una recuperación parcial en el momento de ser dadas de alta del hospital, y al final serán capaces de atender por sí mismas sus necesidades básicas. Pueden pensar con claridad y caminar adecuadamente, aun cuando puede haber una limitación en el uso de una extremidad afectada. La limitación del uso de un brazo es más frecuente que la de una pierna.
Alrededor del 20% de las personas que han tenido un ictus mueren en el hospital.
Mitos y realidades
La embolia cerebral es la causa de la mayoría de los ictus
En realidad no. La causa más frecuente es la arteriosclerosis de las arterias cerebrales.
No hace falta hacer un escáner para diagnósticar un ictus
Aunque es cierto que puede hacerse un diagnóstico aproximado sin esta prueba de imagen, lo cierto es que es inconcebible asistir a un paciente con este problema sin realizarla, tanto para confirmarlo como para establecer su gravedad y pronóstico.
Le dio una embolia por tener un ataque de nerviosismo
Aunque el estrés y la ansiedad pueden aumentar la presión arterial y provocar una hemorragia cerebral, en la mayoría de los casos los ictus se producen sin estos factores desencadenantes por oclusión de una arteria debido a la existencia de una placa de ateroma.