Llegar a mayores con una buena calidad de vida (parte 2/2)

TEMA: Funcionamiento de nuestro cuerpo

El envejecimiento altera también en muchos casos los síntomas de las enfermedades. Una persona de 80 años que sufra un ataque de apendicitis aguda notará únicamente un cierto malestar en la zona abdominal, mientras que un adolescente que sufra ese mismo trastorno sentirá un tremendo dolor. La labor del geriatra es buscar la “enfermedad escondida” en las personas mayores.

Enfermedades crónicas y medicación excesiva

Las personas mayores suelen tener muchas enfermedades crónicas controlables y se han adaptado a vivir con ellas. Además, suele ser bastante normal que a las personas mayores se les receten muchas medicinas, que en bastante casos resultan ser excesivas e inapropiadas, con riesgo de producir interacciones severas. Muchos médicos bienintencionados, pueden ser reacios a interrumpir una medicación aunque la enfermedad se haya curado, por si acaso volviera a manifestarse.

Morir poco a poco

Los geriatras suelen tratar con personas que se están muriendo y con sus familias. Informar a las personas mayores y a sus familiares acerca de lo que pueden esperar es un servicio que, a la larga, resulta muy apreciado, pues necesita grandes dosis de sensibilidad y unas excelentes dotes de comunicación.

La planificación previa de lo que un paciente mayor o sus familiares quieren o no afrontar en relación con sus momentos finales (por ejemplo el uso masivo de antibióticos, la alimentación artificial o la reanimación en caso de parada cardíaca) evita los conflictos y la incertidumbre, aunque requiere un exquisito comportamiento ético. El enfoque más apropiado suele ser permitir que las personas mayores y sus familias sean quienes tomen sus propias decisiones una vez que se les haya informado de los hechos y de sus consecuencias. Nunca resulta adecuado seguir pautas preestablecidas, que en general suelen llevar a comportamientos médicos paternalistas.

Cuanto más se sabe acerca del cuerpo humano y de su funcionamiento, más evidentes resultan los beneficios que aportan el ejercicio moderado y la buena alimentación.

La vejez no es una enfermedad, por el contrario significa fuerza, capacidad de supervivencia, de superación de toda clase de vicisitudes, decepciones, pruebas y enfermedades.

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