Cómo trabaja el agua en nuestro cuerpo

Un Mundo Limpio

El agua desempeña múltiples funciones en el cuerpo: con ella se construyen las células y fluidos corporales. Además, es la encargada de transportar los nutrientes y ayuda a eliminar los residuos corporales a través de la orina. Es fundamental para controlar la temperatura corporal mediante la evaporación del sudor. El agua sirve como lubricante, es un componente de la saliva y los líquidos que rodean las articulaciones. También ayuda a prevenir y aliviar el estreñimiento al movilizar el alimento a través de los intestinos.

Sin agua, los seres humanos morirían en pocos días, es el principal componente del cuerpo humano; se distribuye por todos los órganos, dentro de las células y entre ellas, representa de media el 60% del peso corporal en los hombres adultos, y el 50-55% en las mujeres. Esto significa que, en un hombre de peso medio (70 kg), el contenido de agua corporal es de unos 42 litros. Este valor medio varía entre individuos, principalmente por las diferencias que existen en la composición del cuerpo. Esto explica la influencia de la edad, el sexo y la forma física en el contenido total de agua en el cuerpo: las mujeres y las personas mayores tienen un menor contenido total de agua en el cuerpo, debido a que su proporción de masa magra es menor. En cambio, los atletas tienen un contenido total de agua corporal relativamente alto.

El contenido en agua de los distintos órganos depende de su composición: sangre 83%, riñones 83%, corazón 79%, pulmones 79%, bazo 76%, músculo 76%, cerebro 75%, intestino 75%, piel 72%, hígado 68%, huesos 22%, tejido adiposo 10%.

El agua se distribuye por el cuerpo entre dos compartimientos principales: intracelular y extracelular. El compartimiento intracelular es el mayor, y representa aproximadamente dos tercios del agua corporal. El compartimento extracelular, que representa aproximadamente un tercio del agua corporal, incluye el líquido plasmático y el líquido intersticial. También contienen agua otros compartimentos, tales como la linfa, el líquido ocular y el líquido cefalorraquídeo, por ejemplo.

Absorción y distribución del agua en el cuerpo:

Tras ser ingerida, el agua es absorbida por el tracto gastrointestinal. Entra en el sistema vascular, va a los espacios intersticiales, y es transportada a cada célula. El agua intracelular supone el 65% del contenido total de agua en el cuerpo.

Después de pasar por el estómago, el agua es absorbida principalmente en los primeros segmentos del intestino delgado, una pequeña parte de toda la absorción de agua se produce en el estómago y el colon. Estas cantidades corresponden al agua ingerida a diario, además del agua producida por las secreciones de las glándulas salivales, el estómago, el páncreas, el hígado y el propio intestino delgado. El proceso de absorción es muy rápido: un estudio publicado recientemente demostraba que el agua ingerida aparece en el plasma y las células de la sangre tan sólo cinco minutos después de ser ingerida (Peronnet et al. 2012).

La reserva de agua corporal se renueva a una velocidad que depende de la cantidad de agua ingerida: cuanto más bebe una persona, más rápido se renueva el agua corporal. Para un hombre que beba 2 litros de agua al día, una molécula de agua permanece en el cuerpo 10 días de media, y el 99% de la reserva de agua corporal se renueva en 50 días (Peronnet et al. 2012).

La mayoría de las personas ignoran que tan solo si baja un 1% el nivel de agua en el cuerpo puede causar daño al organismo hasta el punto de que algunas de sus funciones se vean alteradas o entorpecidas.

Muchos son los riesgos cuando se descuida la hidratación. Podemos sobrevivir tres semanas sin ingerir alimentos, pero es imposible tres días sin beber líquido. La hidratación es tan importante como una buena nutrición.

El extendido mito de que hay que beber ocho vasos de agua al día para prevenir la deshidratación se generó a mediados del siglo XX y continúa siendo hoy muy popular.

Las recomendaciones internacionales sobre la ingesta total de agua por día varían considerablemente, en Europa se recomienda tomar 2,5 litros por día, mientras que en Estados Unidos y Canadá recomiendan 3,7 litros por día. Tenga en cuenta que esta es la cantidad total de líquido que se obtiene de alimentos y bebidas durante el día. No hay recomendaciones específicas para la cantidad de agua que se debe beber, pues aparte del agua también sirven para hidratar las bebidas como refrescos, café, té, gaseosa, zumos, leche y otras que en su composición poseen entre el 90 y el 99% de agua. El alcohol no es una fuente de agua porque es un diurético. El alcohol hace que el cuerpo libere agua. Si ves que no eres capaz de beber el agua suficiente puedes complementar tu hidratación aportando a tu dieta alimentos ricos en agua como es el caso de la sandía, o verduras como la acelga que están formadas por líquido en su mayor parte.

Las necesidades individuales dependerán del peso, la altura, la edad, el nivel de actividad física, del clima, así como de cualquier afección que se pueda tener.

Pero pareciera que la hidratación no ocupa un espacio prioritario en nuestra agenda. Se tiene el mal hábito de esperar a tener sed para consumir líquido, cosa que en la actualidad sabemos es un error, ya que la sed es un indicador tardío de deshidratación. Por ende, no debemos esperar a que la sed sea el parámetro para la ingesta de líquidos. A medida que las personas envejecen, son menos propensas a notar la sed. Por lo tanto es posible que no tomen líquidos cuando se necesitan.

La forma de hidratarnos correctamente es hacerlo progresivamente a lo largo del día, no es aconsejable hacerlo todo en un solo momento. Cuando se ingiere líquido poco a poco, el organismo lo asimila mejor y lo puede transportar a su ritmo por todo el cuerpo, mientras que si se hace una sola ingesta se satura y debe expulsar mucho del líquido por la orina.

Para que ese líquido se mantenga dentro del cuerpo podemos tomar en cuenta estos consejos:

En los climas de más radiación y humedad (donde hay más posibilidades de que una persona se deshidrate, ya sea mediante el sudor, la orina o cualquier función interna) debemos buscar lugares frescos y ventilados, evitando exponernos innecesariamente al sol. Reducir al máximo cualquier esfuerzo físico en las horas más calurosas del día. Es recomendable refrescarnos con pañitos para mantener una temperatura corporal promedio.

Ingerir líquidos constantemente aunque no tengamos sed.

Luego de hacer ejercicio físico, los niños deberían rehidratarse tomando leche, agua o alguna bebida isotónica.

La mayoría de la gente sana puede regular el agua de su cuerpo. Sin embargo, con las personas mayores, mujeres embarazadas, los niños pequeños e individuos con condiciones especiales (como las personas que toman algunas medicinas) se debe tener más cuidado, mantenerlas hidratadas es fundamental.

Usted debe procurar proveer a la hidratación el importante papel que desempeña en su organismo, no la descuide, su cuerpo se lo agradecerá y podrá cumplir a mayor cabalidad sus tareas diarias.

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