TEMA: Enfermedades
e) Trastorno obsesivo-compulsivo:
Es, antiguamente llamado neurosis obsesiva, uno de los trastornos neuróticos más graves y rebeldes al tratamiento. La obsesión es una idea, pensamiento, imagen o impulso tremendamente persistente que el propio enfermo vive como un intruso y sin sentido (por ejemplo la idea de una madre de matar a su hijo).
Aunque el paciente es consciente de lo absurdo de la situación y de que es un producto de la propia mente, no puede resistirse a volver una y otra vez sobre ello, creándole un intenso malestar que intenta neutralizar con una serie de conductas repetitivas que se realizan de forma ritualizada y que le alivian la tensión momentáneamente. Es lo que se denomina una compulsión, entre las más frecuentes son lavarse las manos repetidamente, contar continuamente, comprobar o tocar varias veces determinados objetos (abrir y cerrar una puerta repetidamente), etc.
En los casos graves el paciente experimenta una enorme angustia frente a la que se defiende con un sinfín de actos compulsivos que bloquean su vida social y sus relaciones, invalidando severamente al individuo.
f) Reacciones patológicas al estrés: El estrés emocional puede provocar distintos trastornos de ansiedad si supera los mecanismos defensivos del individuo normal. En concreto se trata de los tres siguientes trastornos:
Reacción a estrés agudo. Es un trastorno que aparece en relación con un estrés excepcional (catástrofe, accidentes, guerras, etc.). Se produce entonces un bloqueo inicial en el que la persona no sabe qué hacer y no reacciona como la situación exigiría. Tras ello se produce un período de irritabilidad (gritos, movimientos bruscos, llanto...) durante 2 o 3 días. Después de superado se puede no recordar el episodio traumático.
Trastorno por estrés postraumático. Es la respuesta diferida a un gran impacto emocional. Tras un período asintomático, se vuelve a recordar el episodio traumático en forma de pesadillas o recuerdos desagradables en forma de imágenes repentinas (flash-back), así como síntomas depresivos y ansiosos. Suele remitir con el tiempo, resultando aconsejable evitar las circunstancias que recuerden la situación traumática.
Trastorno de adaptación. Aparece durante el período de adaptación a un acontecimiento vital estresante (fallecimiento, divorcio, paro, etc.), por lo que no suele durar más de seis meses tras la solución del problema que lo ha motivado. Se manifiesta como mal humor, nerviosismo e incapacidad para afrontar problemas cotidianos.