Sodio: evita el exceso de sal en tus comidas

La sal común de mesa es un compuesto de cloro y sodio. El sodio se encuentra principalmente en el espacio extracelular. Las sales de sodio constituyen el 95% de los componentes minerales de la sangre y fluyen constantemente entre el suero sanguíneo y las células de cuerpo a través de la membrana semipermeable que las separa (membrana celular).La cantidad total de sal común, cloruro de sodio, en el organismo es, para un hombre de 70 kilos de peso, de 100 a 150 gramos, y la demanda diaria de 2 a 3 gramos. Nuestro régimen medio actual contiene demasiada sal. Con nuestra alimentación habitual se aporta mucha más de la necesaria; a menudo hasta 15 gramos diarios.

Una concentración excesiva de sodio en la sangre produce un trastorno metabólico de todo el organismo, entre tantos efecto adversos, dentro de la célula se puede producir una inestabilidad o tendencia a la lesión en la estructura de los lisosomas, los cuales se encargan de la digestión celular. Los lisosomas son estructuras rodeadas de membrana simple, en cuyo interior contienen enzimas que digieren el material absorbido por la célula, son bolsas de enzimas que si se liberasen, destruirían toda la célula.

Es cosa sabida que muchas personas retienen la sal en los tejidos y ésta, a su vez, fija el agua en excesiva cantidad en ellos, preparando así las condiciones para muchas enfermedades, probablemente por la mayor dificultad del intercambio metabólico.

Si se le da a un niño de pecho de 1 a 3 gramos de sal reaccionará con una subida de temperatura.

Los adultos, tras varios meses de consumo excesivo de sal, sufren fuertes efectos en todas las funciones orgánicas y de los tejidos: gingivitis, gastritis, enteritis, hemorragias hemorroidales, jaquecas e inflamaciones en otras mucosas.

Hoy la dieta sin sal, forma parte principal del tratamiento de los enfermos de corazón y del sistema circulatorio, así como de los riñones, hígado, piel y pulmón, igualmente en los casos de edema del embarazo.

El átomo de cloro resulta inocuo, ya que se combina rápidamente con otras sustancias y entra a formar parte del ácido clorhídrico del estómago al unirse con el hidrógeno.

Una cosa está bien clara: una gran cantidad de sal refinada no favorece nuestra salud. Tendremos que reducir su consumo al mínimo, o, mejor aún, sustituirla por sal integral o de mar. La sal como tal no es necesaria para vivir, aunque lo sean sus componentes el sodio y el cloro; pero la sal no es la fuente única de estos elementos.

Por otra parte la sal, en numerosas circunstancias, suele ser una medicina, sobre todo cuando el cuerpo, en el curso de una enfermedad, ha perdido una gran cantidad de agua, con lo que casi siempre, se produce una notable pérdida de sodio y cloro. Esto ocurre en los vómitos fuertes y persistentes, en casos de diarreas intensas, y en casos de gran sudoración, como se presenta en muchas enfermedades infecciosas.