Alergias: presentes en todas las estaciones del año

TEMA: Alergias

Vivimos en un planeta en el que es difícil discernir qué es plenamente natural y qué no lo es; un planeta en el que apenas hay un centímetro que no haya sido alcanzado por los cambios químicos originados por el hombre.

El hombre ha cambiado la naturaleza exterior y propia de tal modo que no se reconoce a sí misma.

El sistema inmunitario normalmente protege al cuerpo de sustancias nocivas como las bacterias y los virus. Este sistema es una compleja red de células y órganos especializados que han evolucionado para defender el organismo ante los ataques de invasores externos llamados alérgenos, que generalmente son inocuos y que en la mayoría de las personas no causan ningún problema. Pero en una persona con alergias, la respuesta inmunitaria es exagerada.

El alérgeno es una sustancia con carácter antigénico que al penetrar en el organismo es responsable de la síntesis de inmunoglobulina E (IgE) en las personas alérgicas y es causa de crisis asmáticas o dermatitis alérgicas (ezcema, urticaria, etc.). Los alérgenos pueden ser de naturaleza muy distinta y dependen de cada sujeto: los más habituales son el polvo de las casas (ácaros microscópicos, pequeños parásitos, escamas de la piel, moho, etc.), pelos de animales, medicamentos (penicilina), el polen, alimentos como el huevo, la leche, etc., el veneno de las avispas, sustancias procedentes de la industria, perfumes, metales (níquel y cromo) y un largo etcétera.

Cuando el sistema inmunitario reconoce un alérgeno, libera sustancias químicas como las histaminas, que lo combaten desencadenando una serie de procesos que afectan al organismo que lo aloja produciendo desde síntomas leves como dolor de cabeza, fatiga, estornudos, ojos llorosos, congestión o manifestaciones térmicas, hasta las reacciones más graves y complejas, como el shock anafiláctico.

El shock anafiláctico es una reacción grave y a veces potencialmente mortal del sistema inmunitario a un antígeno al que una persona ha estado expuesta antes. La reacción puede incluir picazón de la piel, edema, colapso de los vasos sanguíneos, desmayo, dificultad para respirar y muerte.

Alergias

La alergia en una reacción anormal del organismo a la exposición a determinadas sustancias denominadas alérgenos que desencadenan en el organismo un fenómeno inflamatorio agudo mediado principalmente por las inmunoglobulinas E y la histamina derivada de los mastocitos, un tipo de glóbulo blanco o leucocito.

La reacción alérgica consiste en que nuestro organismo percibe como algo nocivo una sustancia, normalmente una proteína que no lo es. Este contacto pone en marcha una respuesta inmunológica exagerada que se manifiesta en diversos órganos del cuerpo.

Las reacciones alérgicas afectan a más de 70 millones de europeos. La enfermedad alérgica incluye diversos tipos de manifestaciones relacionadas con la alteración del sistema inmunológico.

En la alergia intervienen cuatro elementos. El primero es la sustancia a la que se es alérgico que, como hemos visto, se denomina alérgeno, y los síntomas provocados son definidos como <<reacciones alérgicas>>. El segundo son los anticuerpos producidos por el sistema inmunológico en respuesta al alérgeno. Las inmuniglobulinas E (IgE). El tercero son los mastocitos, células especiales que se encuentran en la piel y en órganos húmedos del cuerpo (nariz, ojos, boca), cargadas de gránulos de histamina. El cuarto y último es la sustancia que se libera en el proceso alérgico y que es la responsable de los síntomas de la alergia, la histamina.

La reacción alérgica requiere dos fases.

La primera fase es la de exposición al alérgeno, que pone en contacto nuestro organismo con la sustancia, como por ejemplo la ingesta de una cápsula de amoxicilina. Este contacto produce la sensibilización del organismo consistente en la producción de anticuerpos. Estos anticuerpos atacan a los mastocitos que se preparan, como si tuvieran memoria, esperando exposiciones posteriores al alérgeno (pueden ser días, semanas, meses e incluso años). En esta fase de sensibilización no se experimentan síntomas.

En la segunda fase es necesaria una nueva exposición al alérgeno, que hará reaccionar a los mastocitos liberando histamina, que es la que producirá los signos y síntomas propios de la reacción alérgica. En esta fase de sensibilización aparecerán síntomas, como por ejemplo urticaria tras ingerir una nueva dosis de amoxicilina.

Casi cualquier elemento puede provocar reacciones alérgicas si el organismo falla y lo identifica como extraño. Aunque los más frecuentes son la caspa de las mascotas, los ácaros del polvo y el moho, también pueden producirlas los alimentos y la mayoría de los medicamentos.

Existe un componente hereditario que condiciona la aparición de alergias, pero es imprescindible un componente ambiental que la desencadene.

Síntomas:

Los síntomas varían mucho en intensidad y gravedad. Si afectan a los ojos producen la conjuntivitis alérgica caracterizada por picor y lagrimeo. Si los síntomas son nasales producen rinitis alérgica, que suelen incluir secreción nasal, picor, estornudos, congestión nasal. En el caso de que se manifieste en la piel, que es lo más frecuente, se presentará como urticaria o dermatitis atópica identificable como enrojecimiento, edema y picor (purito).

Las manifestaciones más graves son las que afectan al sistema respiratorio, como el asma bronquial extrínseca o las reacciones generalizadas como la anafilaxia. En el primer caso el paciente experimenta tos, sibilancias (sonido que hace el aire al pasar por las vías respiratorias congestionadas) y dificultad para respirar. En el segundo, el más grave de todos, presentará descenso de la presión arterial, dificultad respiratoria, enrojecimiento de la piel y prurito.

Diagnóstico:

El diagnóstico de la alergia suele ser fácil, lo difícil es saber a qué alérgeno se ha debido el problema.

Para determinar si se tiene una alergia, el primer paso es, como siempre, una historia clínica y un examen físico general con el especial cuidado de identificar las manifestaciones cutáneas si estas están presentes.

Las pruebas de alergia proporcionan información específica concreta sobre los elementos a los que la persona es alérgica. Si se consigue identificar los alérgenos específicos que ocasionan los síntomas, se podrá evitar el contacto con ellos y, por tanto, la aparición del problema. Las más empleadas son las pruebas cutáneas y la prueba de radioalergoabsorbencia (RAST o Radio-Alergo-Sorbant-Test).

La RAST es una prueba de laboratorio que se realiza en la sangre. Esta prueba verifica la cantidad de anticuerpos IgE específicos en la sangre, los cuales están presentes si hay una reacción alérgica <<verdadera>>.

Las pruebas cutáneas son las más comunes. La prueba por escarificación se realiza mediante la punción en la piel de una pequeña cantidad de la sustancia que se cree que es la causante de la alergia (alérgeno) sobre la piel (generalmente en el antebrazo, en la parte superior del brazo o en la espalda), que se raspa luego para permitir que el alérgeno se introduzca bajo la superficie cutánea. Los resultados son, generalmente, hinchazón y enrojecimiento de dicha área. Se obtienen por lo general a los 20 minutos, y se pueden analizar varios alérgenos sospechosos al mismo tiempo.

Un método similar es el de inyectar una pequeña cantidad de alérgeno bajo la superficie de la piel (intradérmico) y observar cualquier reacción en dicha área. Las pruebas cutáneas son las más útiles para detectar las alergias respiratorias (en las que el alérgeno es inhalado), así como también para la alergia a medicamentos, a picaduras de insectos y a alimentos.

La RAST consiste en obtener una muestra de sangre y enviarla al laboratorio para su análisis, donde se mezclará con algunos de los presuntos alérgenos y se analizará para detectar anticuerpos IgE.

Los anticuerpos IgE se encuentran principalmente en los pulmones, la piel y las membranas mucosas. Hacen que los mastocitos (un tipo de célula involucrada en el proceso de respuesta del sistema inmunológico del organismo) liberen/descarguen sustancias químicas, incluida la histamina, en el torrente sanguíneo. Son estas sustancias químicas las que desencadenan muchos de los síntomas alérgicos que afectan los ojos, la nariz, la garganta, los pulmones, la piel y el tracto gastrointestinal de las personas.

Dado que hay un anticuerpo IgE específico para cada alérgeno (por ejemplo, el IgE producido como respuesta al polen es diferente del IgE que se genera con una picadura de abeja), el análisis de variantes específicas en la sangre suele ayudar a concluir si se sufre de una determinada alergia.

Tratamiento:

El mejor tratamiento es evitar el contacto con los alérgenos, si se conocen, y aunque puede ser posible evitar por completo todo lo que produzca alergia, a menudo se pueden tomar medidas para reducir la exposición. Esto es especialmente importante en el caso de las alergias a medicamentos y alimentos.

Para cuando ya se ha producido la reacción alérgica disponemos de seis tipos de medicamentos: los antihistamínicos de acción corta, los antihistamínicos de acción larga, los corticoides, los descongestionantes nasales y el cromoglicato sódico.

Los antihistamínicos disminuyen el efecto de la histamina y mejoran los síntomas de alergia. Los de corta duración, como difenhidramina, el más conocido, causan somnolencia, pero existen agentes más modernos, como la loratadina, que no causan somnolencia ni afecta la capacidad de aprendizaje en niños. Los antihistamínicos de acción prolongada, como fexofenadina y cetirizina, causan menos somnolencia que la difenhidramina y pueden ser igualmente efectivos.

Los corticoides son muy efectivos y seguros para las personas con síntomas que no se alivian únicamente con los antihistamínicos. Son antiinflamatorios, cuando se usan por cortos períodos y bajo control médico resuelven la mayoría de los casos. Se pueden administrar por cualquier vía, en crema o pomadas, aerosoles nasales, píldoras o inyecciones. Estos medicamentos de prescripción incluyen prednisona, fluticasona, mometasona y triamcinolona.

Los descongestionantes, que reducen la congestión nasal y otros síntomas asociados con alergias. Reducen el tamaño de los vasos sanguíneos, y disminuyen así la congestión nasal. Con gran frecuencia, los antihistamínicos y descongestionantes se combinan para que puedan controlar más síntomas. Los descongestionantes no se deben usar durante muchos días, dado que causan el efecto de <<rebote>> y empeoran la congestión.

El cromoglicato de sodio se considera un estabilizador de los mastocitos, reducen la inflamación al impedir la liberación de los agentes químicos que la causan. Está indicado en la rinitis y el asma.

Los inhibidores de leucotrienos, sustancias responsables del aumento de la inflamación que estrecha los músculos de las vías respiratorias e inflama el revestimiento de esos conductos, como montelukast, están aprobados para ayudar a controlar el asma y la rinitis alérgica.

Prevención:

Algunos consejos prácticos pueden disminuir la incidencia de las alergias:

    • Mantenga ventilado el dormitorio el mayor tiempo posible durante el día.

    • Cuidado con el polen. Busque en internet las tasas de polen y contaminación de su localidad.

    • Quite siempre el polvo de todo lo que tenga alrededor.

    • Las plantas de dentro de la casa deben estar siempre limpias y sin hojas secas.

    • Si la alergia la produce el polen, trate de no tener flores dentro o cerca de donde esté la mayor parte del tiempo.

    • Si tiene mascotas en casa, manténgalas exquisitamente limpias, siempre. Si son perros de pelo muy largo, trate de mantenerlos con el pelo corto; se verán algo raros, pero primero está la salud.

    • Cuando ingiera algún medicamento, asegúrese de que no contenga compuestos a los cuales sepa que es alérgico; por ejemplo, la codeína que contienen ciertos jarabes suele ocasionar alergia o también algún medicamento que contenga yodo, porque este puede reaccionar con otros elementos presentes en nuestro organismo causando picazón o enrojecimiento.

Mitos y realidades:

    • No se pueden realizar pruebas alérgicas a niños menores de cuatro años

Las técnicas actuales permiten hacer un estudio alergológico a cualquier edad.

    • Las pruebas alérgicas producen dolor

Falso. Actualmente las pruebas cutáneas se realizan con material indoloro. Las lancetas utilizadas tienen una punta de solamente un milímetro.

    • Te hacen muchas pruebas y los resultados no sirven para nada

No. Las pruebas permiten conocer las causas de la enfermedad. Si sabemos qué causa la alergia, podemos saber cómo tratarla.

    • Es necesario que todos los pacientes alérgicos se inyecten una vacuna

El alergólogo es el especialista más cualificado para valorar qué enfermos se pueden beneficiar con este tratamiento.

    • Las enfermedades alérgicas no tienen un componente hereditario

Hay un componente hereditario que condiciona una respuesta alérgica, pero es imprescindible un componente ambiental que la desencadene.