TEMAS: Nutrición
El pan forma parte de la base de la alimentación, no se puede sustituir, aporta fibra, hidratos de carbono, vitaminas del complejo B, minerales (fósforo, magnesio y calcio) y proteínas vegetales. Sin embargo, con el acelerado estilo de vida actual comemos menos pan ya que cocinamos menos y comemos más fuera de casa. El pan contribuye al equilibrio alimentario, está exento de grasas y sacia a quien lo consume. Pero lo estamos sustituyendo por productos más energéticos como la bollería industrial o el pan artificial enriquecido en grasas saturadas.
El aroma y el sabor son los principales indicadores de la calidad del pan. Un pan de buena calidad es aquel que está elaborado artesanalmente en un horno tras un largo proceso de fermentación. Si huele a pan es una buena señal, confirma el desarrollo de los ácidos orgánicos responsables de ese olor, el tiempo de reposo ha sido el adecuado. Cuanto menos reposado está el pan más engorda. Un pan que enseguida se pone duro o como un chicle indica un proceso de elaboración inadecuado. Además, un almidón mal cocido genera una masa compacta que dificulta la digestión.
Muchas personas creen que el pan engorda.
Una dieta que te prohíba comer pan y que sólo deja alimentarte de fruta no es saludable. No te dejará incorporar las necesarias vitaminas y minerales procedentes del pan y de otros alimentos importantes. Y, aunque es posible que te permita perder peso, probablemente lo volverás a ganar en cuanto vuelvas a comer con normalidad.
Engordamos cuando ingerimos más calorías que la que consumimos. Necesitamos diariamente alrededor de 2000 calorías y 100 gramos de pan contienen entre 230 y 250 calorías. Si comemos menos de 250 gramos de pan al día, podemos estar tranquilos con el peso.
Los especialistas recomiendan a sus pacientes con problemas de sobrepeso preferir panes integrales, ricos en fibra, debido a su bajo aporte de grasas y calorías.
Los granos enteros, como los que se encuentran en el pan de trigo entero, contienen fibra y antioxidantes como la vitamina E y el selenio, hierro, magnesio, zinc y vitaminas B. La fibra es un nutriente muy benéfico que se encuentra en los productos de granos enteros y ayuda a reducir el riesgo de desarrollo de algunas enfermedades crónicas, como el estreñimiento, las hemorroides y la diverticulosis. Igualmente, la fibra está ligada a la prevención de algunos cánceres como el cáncer de colon y puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes. Asimismo, es un apoyo dietético importante, ya que no tiene calorías y ayuda a que la persona se sienta satisfecha por más tiempo.