Actitudes que pueden perjudicar el futuro de los adolescentes

Terminando el siglo XX aún se pensaba que el cerebro humano terminaba de desarrollarse hacia el final de la infancia y que nos convertíamos en adolescentes sólo por efecto de los cambios hormonales. Ahora sabemos que esto no es cierto, aunque las hormonas desempeñan un papel crucial en nuestro desarrollo como adolescentes.

Durante la adolescencia, el cerebro presenta una elevada plasticidad neuronal. Esta plasticidad provee al cerebro la capacidad de ser modelado a través de las interacciones entre el propio individuo y el mundo en que vive, y permite a los adolescentes comprender y aprender a sobrevivir en él.

La plasticidad cerebral es muy elevada durante la infancia y la adolescencia, y decae durante la edad adulta. Las experiencias acumuladas durante la adolescencia, ya sean buenas o malas, determinarán el funcionamiento cerebral para el resto de nuestra vida. Con la adolescencia, sólo tenemos una oportunidad, su importancia es vital como fase del desarrollo en la que se moldea y esculpe nuestro cerebro para siempre. Por lo tanto, en esa etapa es fundamental crear hábitos de vida saludables en los que nuestros niños y adolescentes puedan desarrollarse, procurando que su desarrollo cerebral sea el correcto, enseñándoles a asumir la responsabilidad de sus actos y a prepararse como ciudadanos concienciados.

El alcohol es una droga de características simples pero con mecanismos complejos. Su consumo durante la adolescencia representa una clara amenaza para el desarrollo cerebral.

Estudios realizados mediante resonancia magnética han demostrado cambios trascendentales e interesantes en el cerebro durante el desarrollo de los adolescentes. Estos cambios se localizan en los lóbulos frontales del cerebro, esenciales para la planificación, toma de decisiones, control de los impulsos, memoria y lenguaje.

Cuando el alcohol se consume en cantidades importantes, puede bloquear la plasticidad cerebral y, como resultado de ello, no se recibe el modelado que producen las experiencias vividas. En ocasiones, tampoco se recuerdan los hechos ocurridos durante un tiempo. Este suceso recibe el nombre de blackout.

Los blackouts son relativamente frecuentes entre los consumidores jóvenes en Estados Unidos y, durante los mismos, son también frecuentes las conductas de riesgo, como violencia, vandalismo, conducción temeraria bajo los efectos del alcohol, relaciones sexuales sin protección y otras. El daño emocional producido puede afectar a los adolescentes para el resto de sus vidas.

La aplicación de técnicas de resonancia magnética en el estudio de adolescentes en situación de riesgo por el consumo de alcohol ha permitido demostrar el daño estructural y funcional que se produce en el cerebro. Los datos demuestran que los adolescentes con antecedentes de consumo intenso de alcohol presentan una reducción en el volumen del hipocampo y de los lóbulos frontales cerebrales, así como alteraciones en la sustancia blanca. Además, se observan efectos de mayor intensidad en mujeres que en varones.

Los estudios realizados reflejan que en los adolescentes con consumos abusivos de alcohol se reduce en un 10% la capacidad para recordar la información aprendida previamente; asimismo, dichos adolescentes muestran mayor lentitud para procesar la información. Estos alumnos manifiestan problemas de atención y dificultad para llevar a cabo las tareas relacionadas con el funcionamiento ejecutivo en mayor proporción y con más frecuencia que aquellos que no beben.

Se ha demostrado, que en los adultos con consumos abusivos de alcohol, el cerebro se activa ante la publicidad de bebidas alcohólicas. Asimismo, estudios hechos sobre el efecto de la publicidad en adolescentes, a través de imágenes de resonancia magnética funcional, permite afirmar que el cerebro de los adolescentes que abusan del alcohol se activa claramente ante los anuncios de bebidas alcohólicas y no ante los refrescos y agua mineral.

Los adolescentes bebedores moderados no mostraban una diferencia muy acusada en la actividad cerebral ante cada uno de los diferentes tipos de publicidad. En cambio, en los adolescentes que abusaban del alcohol, sí se percibía una diferencia específica en ciertas áreas del cerebro: en la corteza prefrontal y en la corteza orbital, esenciales para la respuesta afectiva y la respuesta emocional, en el núcleo accumbens, que se relaciona con el sistema de recompensa y gratificación, y en el hipotálamo, que se encuentra vinculado con las respuestas de apetito, sed y hambre.

Conclusión: “El consumo de elevadas cantidades de alcohol de forma intermitente (por ejemplo, fines de semana) puede afectar la neuroplasticidad propia de la fase de la adolescencia, y causar problemas de atención, memoria y aprendizaje a corto y a largo plazo”.