Desayuna con proteínas y tendrás más energía

Es un trastorno bastante frecuente en aquellas personas que mantienen un tipo de alimentación basada en azúcares sencillos de rápida absorción como el azúcar, jugos de fruta, mermeladas, caramelos, galletas de soda, etc.

Se observa que unas dos horas después de haber comido este tipo de alimentos, ocurre un intenso descenso de los niveles de azúcar en la sangre con todos los síntomas de esta baja: mareo, palpitaciones, sudoración fría, adormecimiento de los labios, visión borrosa, náuseas, hambre, fatiga intensa y sensación de desmayo.

Estas personas suelen desayunar solo azúcares como por ejemplo pan con mermelada, café adicionado con bastante azúcar y un jugo de naranja; luego a media mañana sienten que se les “va la vida” pues todos los síntomas de baja de azúcar aparecen. En ese momento siempre alguien les trae un refresco o agua con azúcar lo cual los mejora enseguida pero es muy factible que dos horas después presenten otra baja.

Así pasan todo el día entre mareos y desfallecimientos interrumpidos por raciones de carbohidratos, harinas o simplemente azúcar.

Estas bajas de azúcar se debe a que los azúcares sencillos se absorben muy rápidamente produciéndose una elevación muy rápida del azúcar en la sangre, ésto a su vez estimula violentas elevaciones de insulina que rápidamente traslada el azúcar sanguíneo a los tejidos; quedando entonces la glucosa en la sangre en niveles muy bajos y con todos los síntomas de desfallecimiento que caracterizan la baja de azúcar.

Es recomendable en estas personas adicionar proteínas al desayuno, como queso, leche, pavo, etc. Estas proteínas pasan al hígado y van transformándose poco a poco en azúcar que pasa lentamente a la sangre y amortigua el violento descenso del pico promovido por los azúcares y la harina. De este modo el cerebro contará con unos niveles de glucosa en sangre estables, lo cual además garantiza energía a largo plazo no sólo para el cerebro sino también para los músculos y para todo el organismo.

La energía no la obtenemos de los suplementos nutricionales

Actualmente muchas personas piensan que la disminución de energía, la fatiga crónica y la disminución de la fuerza muscular y de la concentración mental, se deben a los nervios, al estrés o a la depresión.

Pero en virtud de que los alimentos son la única fuente de energía, se hace muy difícil que tan sólo tomando calmantes para los nervios o antidepresivos, una persona vuelva a recuperar su energía. Más bien hay que revisar su aporte de nutrientes.

Otras personas que sienten fatiga, recurren a las vitaminas y minerales tan promulgados comercialmente y se llenan de vitaminas A, B, C, E, betacaroteno, calcio, magnesio, zinc y extractos que anuncian como naturales y que ostentan etiquetas que prometen devolver la energía para aquel que las tome, sin ni siquiera saber si a esta persona le hace falta o no, alguna de estas vitaminas.

Si bien es cierto que las vitaminas son muy importantes para la vida, ellas mismas no producen ninguna energía sino que actúan como cofactores de las reacciones enzimáticas en las cuales los alimentos consumidos, son convertidos en energía. Así que en ningún momento pueden sustituir a los alimentos que son el verdadero combustible.

Sólo después que modifiquemos la nutrición de manera adecuada y en forma acoplada a los ritmos hormonales podemos esperar una consistente mejoría de la capacidad física e intelectual.

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