TEMAS: Drogodependencia
Funcionamiento de los fármacos
El cannabis corresponde a la especie botánica Cannabis sativa, en las hojas y sumidades floridas de este arbusto se segrega una resina con al menos 60 componentes psicoactivos, de éstos, los fundamentales son los llamados cannabinoides, entre ellos el predominante es el tetrahidrocannabinol, también conocido por sus siglas, THC.
En el mercado aparecen distintos productos derivados del cannabis, entre los que destacamos:
Marihuana o hierba: es la sumidad aérea (parte exterior) desecada de la planta.
Hachis: es la resina prensada, formando un sólido de color pardusco.
Aceite de hachís: se obtiene de mezclar la resina con disolventes volátiles, que al evaporarse dan lugar a una mezcla viscosa muy rica en THC.
Todos estos productos suelen administrarse fumados, mezclados con tabaco, formando cigarrillos denominados porros o canutos.
Es preocupante la posibilidad de sobredosis, ya que el consumidor no puede saber realmente la cantidad de droga pura que hay en una muestra.
Otro factor muy importante a tomar en cuenta es que los cannabinoides son altamente liposolubles, por lo que tienden a acumularse en el tejido adiposo del organismo (especialmente en las membranas lipídicas de las neuronas), posteriormente éste almacenamiento de cannabinoides se va liberando continuamente . Por este motivo, los efectos en consumidores crónicos son más potentes, y se puede detectar THC en sangre varias semanas después del último consumo. En los consumidores habituales estas sustancias dan lugar a la depresión del sistema nervioso central, el consumidor percibe una sensación de tranquilidad y placer. Aunque muchas personas opinan que no presenta efectos perjudiciales, los propios consumidores habituales suelen describir casos de desmotivación y depresión, existen varias notificaciones que asocian el consumo habitual de cannabis con la aparición de brotes psicóticos agudos, y el empeoramiento de cuadros mentales como la depresión o la ansiedad. Sin embargo, en consumidores ocasionales, en situaciones de ocio, suele aparecer una sensación de embriaguez similar a la producida por el alcohol, junto con bienestar, euforia y mejora de las relaciones interpersonales. Es una droga muy socializada, cuyos efectos dependen del ambiente en el que se utilice, de lo que el consumidor busque, y de la dosis administrada. Es depresora a baja dosis y alucinógena a dosis elevadas.
El cannabis parece presentar una dependencia psíquica de moderada a fuerte, y una dependencia física casi nula. Existe cierto grado de tolerancia con el paso del tiempo necesitándose aumentar la dosis para producir el mismo efecto. El síndrome de retirada es leve, y suele presentarse en forma de insomnio e irritabilidad.
Según algunos autores, el cannabis supone una puerta de entrada al consumo de estupefacientes, mientras que para otros la drogadicción se debe fundamentalmente a factores culturales, socioeconómicos y familiares.
Parece que los efectos del cannabis tienen lugar como consecuencia de la interacción entre el THC y los otros principios activos cannabinóides con una serie de receptores específicos presentes en el organismo, estos receptores se encuentran en la superficie de las neuronas del sistema nervioso central y periférico denominados receptores cannabinóicos CB1 y en la superficie de las células del sistema inmunitario y cardiovascular denominados receptores cannabinóicos CB2. También intervienen es este proceso los ligandos endógenos de los receptores cannabinoides denominados endocannabinoides que se encargan de activar los receptores cannabinoides.
En ensayos de laboratorio se ha demostrado la existencia de posibles efectos terapéuticos del cannabis y sus derivados cannabinoides in vitro o in vivo con animales, pero no se han podido reproducir en humanos ya que los posibles efectos terapéuticos de esta sustancia de abuso podrían verse contrarrestados con sus efectos tóxicos por su alta liposolubilidad.
Una de las actividades de los derivados cannabinoides de la que existen más referencias clínicas es su propiedad antiemética (previene o mejora el estado de náuseas y vómito). En EE.UU., Canadá y varios países europeos han aprobado la nabilona y el dronabinol bajo el nombre de Cesamet y Marinol para el tratamiento de náuseas y vómitos asociado a la quimioterapia del cáncer y para el tratamiento de la caquexia (desnutrición por enfermedad) en pacientes con SIDA, por ser estimulantes del apetito.
Existen teorías que relacionan el sistema cannabinoide con el de los opioides endógenos. A pesar de que los resultados obtenidos en estudios clínicos con THC son ambiguos, existe un gran potencial para desarrollar una nueva clase de analgésicos para el tratamiento clínico del dolor, especialmente en aquellos casos con componente psicológico, así también para reducir el dolor asociado a los procesos cancerígenos como alternativa terapéutica a los fármacos opiáceos, además de dos de sus efectos secundarios, la estimulación del apetito y la euforia, podrían ser muy útiles en pacientes con cáncer, mejorando su estado físico y anímico.