Es una de las formas más frecuentes, que afecta sobre todo a mujeres en una proporción aproximada de 3/1. La persona que la padece presenta crisis muy bruscas y limitadas en el tiempo durante los cuales tiene una sensación terriblemente desagradable que es descrita como de “perder el control”, “volverse loco” o “sensación de muerte”, acompañadas por una gran sintomatología (sudores, palpitaciones, sensación de ahogo, adormecimiento de manos, opresión en el pecho y dificultad para respirar).
La crisis puede aparecer en cualquier lugar o situación, aunque es más común en aquellos lugares de donde puede ser difícil escapar o recibir ayuda. Esto puede crear un círculo vicioso por miedo a que se repitan nuevos episodios, de forma que el paciente acaba restringiendo sus salidas a espacios abiertos o lugares públicos (las llamadas conductas de evitación) o necesita ir siempre con un acompañante. A largo plazo puede derivar en otras formas de ansiedad (generalizada) o en depresión secundaria.
Afortunadamente hoy existen tratamientos eficaces que evitan o reducen el número de crisis. Para ello ciertos sedantes de tipo benzodiazepinas como el alprazolam son de efecto muy rápido en la reducción de las crisis. Suelen utilizarse simultáneamente con fármacos antidepresivos que tardan algunas semanas en conseguir su efecto antipánico, permiten posteriormente retirar los sedantes para evitar los problemas de dependencia y mantener las crisis bajo control por un período largo (habitualmente se necesita tratamiento durante varios meses).
b) Ansiedad generalizada: En estos casos existe una preocupación excesiva, ilógica y persistente a tener problemas familiares, económicos, etc., acompañados por una sensación subjetiva de irritabilidad, inquietud, tensión, etc. Tales pensamientos se vienen a la cabeza una y otra vez interfiriendo con una vida normal.
Esta modalidad de ansiedad suele responder muy bien a técnicas de relajación y al establecimiento de otras ocupaciones, como el deporte. Conviene evitar los excitantes (café, tabaco u otros tóxicos, igualmente conversaciones negativas, escuchar las noticias o ver programas donde lo único que se plantean son problemas y desgracias) y, a veces, también se necesita una medicación sedante, que es muy eficaz en eliminar los síntomas pero no cura el proceso. Por eso conviene limitar su uso a lo imprescindible, para evitar futuras dependencias.