El sistema nervioso

TEMA: Funcionamiento de nuestro cuerpo

El sistema nervioso tiene un peso de unos 2 kilogramos, lo que supone alrededor del 3% del total del cuerpo. Pese a ello, es el más complejo de todos los sistemas. Está formado por una intrincada red de miles de millones de neuronas, que son sus células estructurales de base, y que forman el encéfalo, la médula espinal y los nervios, tanto los sensores como los efectores.

Las células nerviosas tienen la misma estructura básica que el resto de las células del cuerpo humano, pues tienen una membrana plasmática aislante que contiene el núcleo y el citoplasma. No obstante, presentan una forma alargada muy específica.

Una neurona motora, que transporta impulsos desde el cerebro hasta un músculo, tiene en un extremo un grupo de salientes cortos, parecidos a raíces, denominados dendritas. En el otro extremo presenta una elongación muy fina, el axón, que puede dividirse hasta 150 veces y conectarse a muchas fibras musculares. El sistema nervioso se divide en dos grandes bloques. Por un lado está el sistema nervioso central, que incluye el encéfalo y la médula espinal, y por otro el sistema nervioso periférico, que incluye todo el tejido nervioso que no forma parte del sistema nervioso central. El encéfalo humano contiene unos 100.000 millones de neuronas, y cada una de ellas está conectada a otras 10.000. La médula espinal está dentro de la columna vertebral, de ella salen las fibras nerviosas que presentan un doble sentido de circulación: la circulación sensitiva y la circulación motora.

Los receptores sensoriales que incluyen todos los relacionados con la vista, el oído, el olfato, el gusto, el tacto y el resto de los sentidos transmiten impulsos nerviosos hacia el sistema nervioso central a través de las fibras nerviosas del sistema nervioso periférico. El cerebro procesa estas señales sensoriales y decide la respuesta adecuada a las mismas. El sistema motor del sistema nervioso periférico transmite a los órganos efectores, como por ejemplo los músculos y las glándulas, las señales enviadas por el sistema nervioso central. La señal u orden puede consistir en la contracción de un músculo o la secreción de una determinada hormona o un líquido (el sudor, por ejemplo, las glándulas sudoríparas presentes prácticamente en toda la superficie del cuerpo mayormente en la frente, palmas de las manos y pies se encargan de controlar la temperatura corporal).

Las contracciones musculares pueden ser voluntarias e involuntarias, el sistema nervioso autónomo (o involuntario) resulta vital para el mantenimiento automático de todas las funciones vitales no controladas voluntariamente (frecuencia respiratoria, contracción y dilatación de los vasos sanguíneos, digestión y ritmo cardiaco).

El encéfalo se divide en cuatro partes: el cerebro, el cerebelo, el diencéfalo y el bulbo raquídeo. El cerebro es la parte más grande del encéfalo. Se divide en dos hemisferios (izquierdo y derecho); el hemisferio derecho controla la parte izquierda del cuerpo, mientras que el izquierdo controla la parte derecha. En el cerebro se controla el pensamiento, la memoria, la visión, el oído, el tacto, el lenguaje y el movimiento. La capa exterior del cerebro está constituida por la sustancia gris, formada por los cuerpos celulares de las neuronas, sus dendritas y las porciones proximales de los axones. La sustancia blanca del cerebro está desprovista de cuerpos neuronales y los axones están revestidos de mielina que es de color blanco, de ahí su nombre. El cerebelo está situado debajo del cerebro y tiene que ver con el equilibrio y el control muscular más delicado. El diencéfalo contiene estructuras que mantienen el equilibrio general de los fluidos corporales (homeotasis) y regulan el apetito. Finalmente, el bulbo raquídeo conecta el resto del encéfalo con la médula espinal y regula importantes funciones involuntarias del organismo a través del centro vasomotor (contracción y dilatación de los vasos sanguíneos), del centro respiratorio (frecuencia respiratoria) y del centro del vómito.

El líquido cefalorraquídeo es un flujo que baña el sistema nervioso central mantiene flotante el encéfalo dentro de la sólida bóveda craneal y le sirve de zona de intercambio con la sangre para obtener nutrientes y eliminar desechos. La sangre no tiene contacto directo con el sistema nervioso central.

El tejido nervioso presenta dos tipos de células: las neuronas y la neuroglía. Las neuronas transportan los impulsos nerviosos (señales), que así se transfieren desde la periferia del cuerpo hasta el encéfalo y viceversa. Algunas neuronas son de tamaño pequeño, mientras que otras son las células más grandes que existen en el cuerpo humano. Las neuronas que nos permitan encoger los dedos del pie se extienden desde la médula espinal, a la altura de la cintura, hasta el propio dedo. La neuroglía sostiene, nutre y protege las neuronas. Algunas de estas células envuelven a las fibras neuronales del mismo modo que el plástico aislante lo hace con los cables eléctricos.

Con la edad o a causa de lesiones, se pueden producir problemas en el sistema nervioso. En el cerebro de los enfermos de epilepsia se produce un torrente de señales eléctricas no coordinadas, que pueden producir daños severos. Otra enfermedad es el Alzheimer, que provoca pérdida de memoria. Si se rompe la médula espinal, los impulsos sensoriales que van desde la médula al cerebro quedan interrumpidos. La rotura por debajo del nivel de los hombros produce paraplejias (parálisis de las piernas). Si es por encima, se produce la tetraplejia (parálisis de brazos y piernas).