La historia de los opiáceos

TEMAS: Funcionamiento de los fármacos

Drogodependencia

El dolor es un síntoma omnipresente en la historia de la Humanidad y los intentos por aliviarlo han sido constantes. En esta lucha, los opiáceos (fármacos obtenidos del opio o de la adormidera) han jugado un importante papel, no sólo por su perfil de beneficios y de riesgos, sino también desde el punto de vista político y sociológico.

El origen del cultivo de la adormidera (Papaver somniferum) parece remontarse a la época neolítica. Los sumerios lo utilizaban con fines curativos desde el 3500 a.C. Se piensa que de allí se extendería su empleo entre los egipcios y los persas. Fue utilizado por los griegos y los romanos, siendo uno de los componentes de la Triaca Magna de Galeno. La Triaca era un preparado compuesto por diversos fármacos, en ocasiones más de 70 ingredientes diferentes de origen vegetal, animal o mineral, incluyendo opio, a veces contenía carne de víbora. Al principio desde el siglo III a.C. se usó como antídoto contra venenos y posteriormente se utilizó también como medicamento contra numerosas enfermedades. La composición de la Triaca Magna quedó recogida en un poema compuesto por el propio Andrómaco (médico del imperador romano Nerón). En el siglo II se haría famosa la gran Triaca de Galeno, quien dedicaría un libro completo a este compuesto. Los opiáceos fueron parte indispensable de la farmacopea (libro que recopila recetas de productos con propiedades medicinales o supuestas) de la época y aparecen ampliamente documentados en las obras de Dioscórides (médico, farmacólogo y botánico de la antigua Grecia que hizo el principal manual de farmacopea ampliamente difundido en la Edad Media y el Renacimiento). Posteriormente, los navegantes portugueses lo llevaron a la India y en el siglo X a China. Los árabes difundieron el uso del opio por el mundo islámico. Su uso como droga se expandió por Europa a finales del siglo XVIII, y no es hasta principios del siglo XIX cuando tienen lugar, en China, los primeros problemas de toxicomanía por el consumo de esta droga. Como consecuencia de los intereses comerciales de Inglaterra se produce la entrada masiva de opio en China a mitad del siglo XIX, lo que trajo como consecuencia un aumento del 6.000% de opiómanos en tan sólo 28 años. El intento del gobierno chino de limitar el consumo finalizó con las dos Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1858), detrás de las cuales se encontraba el auge del contrabando de opio organizado por los británicos, que llevó a desestabilizar dramáticamente la economía china.

Esta planta fue introducida en México por los españoles. Allí se le dio el nombre de amapola y comenzó a utilizarse como narcótico inductor del sueño, especialmente en casos de dolor intenso. A principios del siglo XIX Sertürner (farmacéutico alemán) aisló a partir del opio (que contiene más de veinte alcaloides) la morfina, que fue denominada así en honor a Morfeo, dios griego del sueño.

La morfina fue comercializada por la compañía alemana E. Merck en 1827, pero no es hasta el descubrimiento, alrededor de 1850, por Pravaz y Wood, de la jeringa y la aguja hipodérmica respectivamente, cuando se empieza a difundir el uso de los alcaloides puros. Los grandes beneficios terapéuticos de la morfina se pusieron de manifiesto por primera vez durante la guerra civil norteamericana. Aunque ayudó a paliar los terribles dolores de las heridas de la guerra de los soldados, al terminar la guerra dio lugar a la aparición de una nueva enfermedad denominada army disease, provocada por la dependencia física de los pacientes tratados con morfina. Durante la guerra franco-prusiana de 1870-1871 y sucesivas guerras europeas se extendió igualmente su uso, administrándose la morfina tanto para aliviar los dolores a los heridos que habían de sufrir amputaciones como para combatir la fatiga, el dolor de cabeza o la falta de coraje de las tropas. En 1885, los preparados de opio y morfina se encuentran entre las drogas más recetadas, junto con la quinina para la malaria. Incluso el éxito de la morfina en Europa trasciende los usos médicos y alcanza, en uso recreativo, a la alta sociedad entre 1875 y 1900. Numerosas personalidades de todos los ámbitos sucumbieron ante ella; se sabe que Otto von Bismarck canciller alemán (1871-1890) se inyectaba morfina varias veces al día, lo mismo que el emperador de México Fernando Maximiliano (1864-1867) y el célebre compositor alemán de música clásica Richard Wagner (1813-1883).

La morfina, pese a sus beneficios, no había resuelto los problemas tóxicos y adictivos del opio, por lo que se continuó buscando otros derivados semisintéticos. Así, en 1895 Heinrich Dreser (químico alemán 1860-1924), de la compañía F.Bayer and Co., sintetizó la heroína. Los primeros experimentos con la nueva droga se realizaron dentro de sus laboratorios, orientándose hacia el tratamiento de la tos, la disnea y la tuberculosis. Unos años después, la Aspirina® y la Heroína®, de esta compañía, se anuncian juntas como insuperables analgésicos.

En 1939 y 1946 se sintetizaron los primeros opiáceos sintéticos (meperidina y metadona), que se postularon como agentes más potentes y carentes de propiedades adictivas, hecho que no se vio confirmado por el uso.