Cómo controlar tu estrés crónico

Un Mundo Limpio

La palabra estrés procede del inglés stress que significa tensión, es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia. La vida constantemente nos somete a presiones, y lo que causa estrés a una persona puede no ser estresante para otra. Los factores genéticos y los acontecimientos de la infancia, incluso antes de nacer, pueden afectar la forma como una persona maneje las situaciones estresantes y posiblemente hacer que reaccione exageradamente.Hay por lo menos tres diferentes tipos de estrés:

- Estrés rutinario relacionado con la presión del trabajo, la familia y otras responsabilidades diarias.

- Estrés provocado por un cambio negativo repentino, como la pérdida de un trabajo, divorcio o enfermedad.

- Estrés traumático, que ocurre cuando uno se encuentra en peligro de ser gravemente herido o de morir. Los ejemplos incluyen un accidente grave, guerra, asalto o un desastre natural. Este tipo de estrés puede causar trastorno de estrés postraumático.

Cualquier estímulo, externo o interno (tanto físico, químico, acústico o somático como sociocultural) puede, de manera directa o indirecta, propiciar la desestabilización en el equilibrio dinámico del organismo denominado homeostasis.

La alostasis es la necesidad a la que se ve forzado el organismo (en forma dinámica) de cambiar los puntos de estabilidad con el fin de mantener una adaptación frente a situaciones de estrés. En estas condiciones el organismo saca a la circulación sanguínea cortisol y adrenalina provenientes de las glándulas suprarrenales, estas son las llamadas “hormonas de estrés”. Estas hormonas aumentan la capacidad de reaccionar, la concentración y la fuerza; movilizan energía almacenada hacia los músculos, lo que provoca una elevación en la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea y la frecuencia respiratoria, inhabilitando al mismo tiempo procesos metabólicos como la digestión, la reproducción, el crecimiento y la inmunidad. Después de enfrentar el estrés a corto plazo, el cuerpo regresa a la normalidad. Algunas veces el estrés es útil cuando, por ejemplo, queremos conseguir una meta.

Si el estrés se vuelve crónico puede causar daño tanto físico como mental. Si el organismo constantemente tiene circulando en sangre niveles elevados de “hormonas de estrés” y no tiene tiempo de recuperarse, el desgaste del organismo puede causar serios problemas de salud.

Las personas bajo estrés crónico sufren infecciones virales más frecuentes y graves, como la gripe o el resfriado común. Las vacunas, como la antigripal, resultan ser menos eficaces en estos casos.

Las personas pueden sentir estrés de diferentes maneras, algunas experimentan síntomas digestivos, otras pueden tener dolores de cabeza, insomnio, ansiedad, depresión, falta de interés en las actividades físicas, ira e irritabilidad. La memoria y la capacidad para decidir pueden verse afectadas.

Los estragos más comunes causados por el estrés son:

Aumento de la presión arterial, aumento de la frecuencia cardiaca, aumento del colesterol y triglicéridos en sangre. También eleva el nivel de glucosa en sangre especialmente de noche, y aumento del apetito. Todos estos efectos son factores de riesgo para enfermedades cardiacas, aterosclerosis, derrames, obesidad y diabetes tipo 2.

Fumar, beber, comer en exceso y no hacer ejercicio, perjudican aún más los casos de estrés.

Generalmente los síntomas son leves y pueden aliviarse por medio de técnicas para sobrellevar la situación, tales como aprender a relajarse, apartarse por un tiempo de las cosas que causan estrés y hacer ejercicio.

Sin embargo, si los síntomas son severos, es posible que se necesite ayuda médica para poder identificar la raíz del estrés y la mejor forma de manejarlo.

¿Qué podemos hacer para tener menos estrés?

La forma como percibimos una situación y nuestra salud física general son los dos factores principales que determinan cómo vamos a reaccionar ante un acontecimiento estresante o estrés frecuente.

Se pueden tomar medidas prácticas para reducir el estrés. El ejercicio moderado y frecuente mejora el proceso mental y el estado de ánimo. Entre otras estrategias están relajarnos, dormir bien por la noche, procurar una dieta saludable con poca grasa, evitar fumar y beber en exceso así como buscar el apoyo emocional de familiares y amigos. Sin embargo, si los síntomas continúan o empeoran, lo mejor es el consejo de un profesional. Si se deja sin tratar, el estrés puede causar problemas físicos, emocionales y trastornos de la conducta, los cuales pueden afectar la salud, vitalidad y tranquilidad de espíritu, así como las relaciones profesionales y personales.

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