TEMA: Microorganismos
Fotografía: La brucelosis es una enfermedad infecciosa de los animales de origen bovino, que se transmite al hombre constituyendo una zoonosis. La misma es producida por bacterias del género Brucella que afecta enormemente la economía pecuaria, constituyendo una seria perturbación en la marcha normal de las exportaciones ganaderas, por las pérdidas que ocasiona y las implicancias en la salud pública.En el transcurso de nuestra actividad diaria nos ponemos en contacto con miles de microbios de muy distintos tipos, pero sólo algunos de ellos son capaces de producir enfermedades (patógenos). Para prevenir la propagación de enfermedades es necesario, por una parte, identificar los organismos causantes de las mismas y, por otro, saber de dónde proceden, dónde se acumulan y se desarrollan y cómo se transmiten.
Fuentes y reservas de las infecciones
Una reserva es un hábitat en el que un organismo puede sobrevivir durante largo tiempo. Los microorganismos que disponen de “reservas permanentes” en lugares concretos se suelen denominar “endémicos” (presentes siempre). Las reservas pueden ser favorables, es decir, presentar un medio ambiente adecuado para la supervivencia y el desarrollo del microorganismo, que se reproduce abundantemente, o desfavorable, y en ese caso el microorganismo sobrevive mediante una forma vital de resistencia. Un ser humano, un animal o incluso un material inorgánico como el suelo o el agua pueden constituir reservas para los microorganismos. Algunos organismos patógenos, como muchas bacterias, pueden sobrevivir en el medio ambiente externo. Sin embargo, para otros el cuerpo humano es el único hábitat adecuado.
Las pulgas son parásitos externos que se alimentan de la sangre y de otros fluidos corporales de los mamíferos y de los pájaros.
La fuente de una infección es el individuo o el objeto a partir del cual el patógeno entra en el organismo. Puede tratarse de agua o de alimentos contaminados, o bien de cualquier objeto que tenga el organismo patógeno pegado en su superficie. En los hospitales hay mucho objetos que pueden estar contaminados.
El cuerpo humano es la reserva y la fuente individual más importante de organismos patógenos. Un individuo afectado es tanto una reserva de patógenos como una fuente potencial de transmisión de los mismos. A veces también hay personas infectadas que no presentan síntomas, y sin embargo son vehículos de contagio de la enfermedad. Es el caso de la hepatitis B. También hay personas con infecciones víricas latentes (sin síntomas, como ocurre a veces con el herpes) que pueden transmitir la enfermedad.
El virus del Herpes simplex puede producir distintas enfermedades en la piel y en las mucosas. Los virus, tras un episodio de infección aguda, quedan latentes en los ganglios situados en la base del encéfalo, y resurgen cuando las condiciones vuelven a ser favorables.
Transmisión de las enfermedades infecciosas
Los microorganismos que producen enfermedades pueden transmitirse de unas personas a otras de maneras muy distintas. El tipo de transmisión depende del organismo que causa la enfermedad (sean bacterias, virus, protozoos o parásitos). Cada uno de estos organismos tiene sus propios requerimientos para sobrevivir, lo cual determina la forma de transmisión y la forma de producir la enfermedad.
El contacto directo es la forma habitual de transmisión de las enfermedades víricas. Por su parte, las infecciones bacterianas se pueden contraer de modo indirecto, por contacto con objetos, agua o alimentos contaminados. Además, muchas enfermedades graves, como la malaria, se transmiten por picaduras de insectos.
Los estornudos se producen generalmente por la presencia de una sustancia extraña en la mucosa nasal, pero también puede ser una reacción a una luz súbita y excesiva, o a que el estómago esté demasiado lleno. Una persona afectada por una infección expulsa en un estornudo hasta 40.000 microorganismos potencialmente infecciosos.
Transmisión en centros de salud
La prevención de la transmisión de enfermedades infecciosas es una actividad clave en los centros sanitarios. En ellos se reúnen muchas personas, que son reservas y potenciales fuentes de enfermedades infecciosas, con otras que pueden contraerlas, como los que van a sufrir intervenciones quirúrgicas, cuyas heridas les exponen más fácilmente a la entrada de patógenos en su cuerpo. En este caso, resultan fundamentales las medidas de higiene y el cumplimiento estricto de los procedimientos de desinfección y esterilización.
La higiene, la desinfección y la esterilización han sido las medidas clave en la lucha contra la transmisión de las enfermedades infecciosas. La fiebre puerperal se erradicó con medidas de limpieza, y la mortalidad asociada a la cirugía se redujo a niveles aceptables.
VIH/SIDA
En 1981, varios médicos americanos informaron acerca de una neumonía bastante rara y mortal. Otros pacientes presentaban un tipo de cáncer poco habitual, el sarcoma de Kaposi. Estos fueron los inicios médicos del conocimiento de la epidemia de VIH/SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). El hecho de que afectara fundamentalmente a hombres homosexuales sugería que se trataba de una enfermedad de transmisión sexual, pero el virus responsable no consiguió aislarse hasta 1983, y a partir de ese momento se supo que se transmitía por la sangre y por otros fluidos corporales. El descubrimiento contribuyó a frenar el rechazo social a los portadores de la enfermedad.
El sarcoma de Kaposi es un tipo de cáncer producido por la infección del virus del herpes 8. El primero en describirlo fue Moritz Kaposi, un dermatólogo húngaro, en 1872. A principios de los años 80 del siglo XX adquirió mucha notoriedad como enfermedad asociada al SIDA. La mayoría de los tumores se forman en la piel, pero pueden afectar a cualquier tejido u órgano, fundamentalmente la boca y los tractos digestivo y respiratorio.