El mercurio: peligros insospechados

El mercurio, el único metal en estado líquido a temperatura ambiental, es emitido al medio ambiente por numerosos procesos industriales, en la industria de los plásticos y en muchas aplicaciones prácticas. Por desgracia, no desaparece, como otros productos, en un proceso de autolimpieza. Supone más bien una contaminación por impurificación de las aguas, quedando efectivamente diluido, pero al mismo tiempo transformado por los organismos en compuestos orgánicos, detectándose en forma de mercurio metálico. Dado que es soluble en agua pasa a la fauna acuática.

Se han registrado en diversas partes del mundo, en especial en Japón, numerosos casos de enfermedades causadas por la ingestión de mariscos y pescados que contenían mercurio. En aquel país se llegó a dar un caso de intoxicación masiva, por consumo de pescado contaminado por mercurio, en el que hubo 46 víctimas mortales. La enfermedad ataca principalmente al sistema nervioso central y periférico y llega a dañar las células del cerebro, cerebelo y otros nervios periféricos.

En Suecia, Finlandia y los Estados Unidos, especialmente, se han llevado a cabo investigaciones sobre el contenido de mercurio en el pescado. Fueron estos estudios los que determinaron en Míchigan la prohibición del consumo de peces del río y del lago Saint Clair, en los que se encontraron 7 ppm (ppm = partes por millón) de mercurio metálico. En la Comunidad Económica Europea el pescado, para poder ser considerado comestible, no puede contener más de 0,3 ppm de mercurio. En España, al entrar en la Comunidad Económica Europea, en 1986, todavía se autorizaba 1 ppm.

No obstante, estas cantidades no protegen contra su depósito en las células del cerebro. El mercurio produce reacciones alérgicas, irritación de la piel, cansancio y dolor de cabeza; daña al ADN y a los cromosomas; ejerce efectos negativos sobre la reproducción, daña el esperma; puede provocar defectos de nacimientos y abortos.

El mercurio procedente de los deshechos industriales se acumula principalmente en los mares. Pero también encontramos residuos de este metal en las frutas, debido a que se usa como biocida (inhibidor o destructor de los procesos vitales), en desinfectantes de semillas y contra los ataque de hongos y bacterias en los árboles frutales.

Las contaminaciones inorgánicas y orgánicas del mercurio metálico son todas especialmente tóxicas para el organismo animal y para el humano, no importa por qué vía -a través de la piel, de la respiración o de la alimentación- hayan penetrado. En la sangre, en los tejidos y en el sistema nervioso central se combinan con sustancias propias del cuerpo y ocasionan graves trastornos o incluso la muerte.

Al igual que el plomo, el mercurio en el cuerpo se va almacenando, produciendo una progresiva intoxicación.

Dado que algunos productos que contienen mercurio se emplean como desinfectantes para las semillas de cereales, raíces y tubérculos, las aves que comen estas semillas sufren cada vez más la muerte por envenenamiento.

En faisanes y perdices cazados se han encontrado entre 28 y 140 miligramos de mercurio por kilo de peso corporal, especialmente en en hígado y en los riñones.