TEMA: Drogodependencia
Las anfetaminas son moléculas con estructura similar a las catecolaminas. Las catecolaminas en nuestro organismo actúan como hormonas, que se liberan al torrente sanguíneo durante momentos de estrés físico o emocional. Las catecolaminas también actúan como neurotransmisores en el sistema nervioso central (los neurotransmisores son biomoléculas que transmiten información de una neurona a otra consecutiva, unidas mediante una sinapsis , se incluye en este grupo a la noradrenalina que causa cambios fisiológicos que preparan al cuerpo para la actividad física).
Las anfetaminas debido a esta estructura similar a los neurotransmisores, impiden la recaptación neuronal del neurotransmisor y favorecen su liberación, potenciando sus efectos. Las anfetaminas ejercen, por lo tanto, efectos estimulantes nerviosos y anorexígenos. Es una droga estimulante que pone el cuerpo en alerta, por lo que en el argot se conocen con la palabra inglesa “speed” (veloz).Se utiliza para alcanzar un mayor rendimiento tanto físico como psíquico (han sido muy empleadas por estudiantes para mantenerse despiertos en épocas de exámenes).
Las anfetaminas se emplearon inicialmente como fármacos destinados al tratamiento de cuadros de narcolepsia (accesos de somnoliencia irresistible durante el día) y síndrome hipercinético infantil (trastorno de déficit de atención o hiperactividad en niños) debido a sus efectos paradójicos. Se usaban también para suprimir el hambre, lo que llevó a engancharse a miles de amas de casa.
Se emplean con fines ilícitos por vía oral, y en menor medida esnifadas o inyectadas por vía intravenosa. Además de estos comprimidos, el sulfato de metanfetamina, conocido como speed, aparece en el mercado en forma de polvo, y se administra por inhalación, al igual que la cocaína. Mas raramente aparece en forma intravenosa.
Tras la administración de anfetaminas, aparece un cuadro de estimulación similar a la cocaína, con euforia, aumento del estado de alerta, locuacidad, falta de sueño, resistencia a la fatiga, un aparente aumento de la memoria y una elevación general del tono vital. Estos efectos son rápidos, aparecen al cabo de 30-60 minutos por vía oral, siendo mucho más rápidos, aunque menos duraderos, por vía nasal o intravenosa.
Aparte de la estimulación nerviosa, originan otros síntomas adrenérgicos, como taquicardia, hipertensión arterial, sudoración, agitación, temblor, sequedad de la boca y pérdida del apetito. Su peligro reside en que pueden producir graves problemas de salud, como crisis hipertensivas, arritmias cardíacas, convulsiones, anorexia, agresividad o brotes psicóticos. La psicosis anfetamínica se caracteriza por la aparición de actos irracionales y de violencia repentina, acompañada de paranoia y delirio. Esta psicosis suele confundirse con esquizofrenia.
Hay controversia entre distintos estudiosos sobre si producen una dependencia física. Lo que sí es evidente es la dependencia psicológica que acarrean: el consumidor habitual que obtiene un mayor rendimiento tras la toma, una vez pasados sus efectos iniciales (unas seis horas después) cae en un estado de inhibición generalizada, requiriéndose una nueva dosis para volver a estar en forma. Así, a base de consumirla cada vez que se tiene un trabajo que realizar, llega un momento que se es incapaz de actuar sin la droga.
La dependencia física es menor, de hecho, se pueden pasar días sin consumo. La abstinencia se caracteriza por fatiga, trastornos del sueño y agitación.
No existe un programa claro de desintoxicación.
Otras sustancias derivadas sintéticamente de las anfetaminas, y cuya utilización ha desplazado a aquéllas, son las feniletilaminas, componentes mayoritarios de las drogas de síntesis que se venden actualmente en las discotecas.
Los primeros de estos derivados anfetamínicos se sintetizaron en los primeros años del siglo XX, siendo utilizados como fármacos, pero, debido a sus efectos adversos, se abandonó su comercialización. Varios años después se recuperaron como drogas ilícitas de abuso.
Dentro de este grupo de sustancias, podemos destacar las siguientes:
Anfetamina
Metanfetamina
Éxtasis (MDMA)
Eva (MDEA)
Píldora del amor (MDA)
Píldora de la muerte (PMA)
STP (DOM)
Todas ellas son variantes sintéticas de la molécula original de anfetamina, en las que la introducción de distintos sustituyentes les confiere propiedades diferentes. Por regla general, éstas moléculas presentan propiedades estimulantes nerviosas y/o alucinógenas, aunque, en función del tipo de compuesto, predominan más unos efectos u otros.
Estas sustancias suelen formularse en forma de comprimidos, con diferentes presentaciones y dibujos, de los que reciben su nombre.
Normalmente, todos estos comprimidos se comercializan bajo la denominación de éxtasis, aunque no siempre contienen MDMA. Por esta razón, el usuario rara vez sabe lo que consume. Además, no es especialmente extraño que un comprimido contenga una mezcla de varias sustancias, incluidos derivados opiáceos. Finalmente, la dosis de droga en cada comprimido suele ser muy variable. El consumo de estas sustancias puede dar lugar a distintas reacciones secundarias, tales como taquicardia, hipertensión, exceso de sudoración, deshidratación e hipertermia, que puede potenciarse con el consumo de alcohol. Al igual que la cocaína, pueden generar fenómenos de hiperexcitabilidad, con insomnio y ansiedad, que en ocasiones puede llegar a producir crisis de angustia.
Uno de los puntos sobre los que más se ha discutido es acerca de los efectos neuropsiquiátricos de las drogas de síntesis. Aunque se desconocen todavía sus efectos a largo plazo, existen datos que indican que estas sustancias producen la destrucción de distintos canales neuronales, especialmente los sistemas serotonérgicos (encargados del bienestar) . Esto puede dar lugar, a la larga, a fenómenos psicóticos y cuadros depresivos.