Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 4 de diciembre de 2026
En otro orden de cosas y que nos parece tratar aquí son las aficiones que solía tener Pepe. Siempre se ha hablado de su práctica habitual, casi vicio en el juego, tanto de cupones de la ONCE, loterías, juegos de mesa, ruletas, cartas…, el tiro pichón…. No sabemos si tenía afición al futbol. Nos comentaban que su equipo favorito fue el Sevilla FC., algo que no pudimos corroborar; pues los hijos de su primo José Díaz, quienes conservaban fotos y recuerdos de su pariente y que, presumían conocer sus gustos y preferencias no nos dieron certeza alguna. Tampoco es relevante conocer su querencia por el futbol ni por equipo alguno, solo es por completar otro aspecto de su personalidad. Pero, de las miles de fotos que se conocen de Pepe, nosotros no hemos encontrado ninguna en la que estuviese en un estadio de futbol, compartiese foto con algún futbolista famoso o algún club le hiciese una especie de homenaje. Sabemos que fue muy amigo de José María del Nido Borrego, que presidió la Tertulia sevillana Pepe Marchena, sería vicepresidente del Sevilla FC y estuvo presente en su último momento junto a Isabelita y el médico que certificó su muerte; nosotros, creemos, que la afición futbolera de Pepe sería escasa.
José M.ª Del Nido Borrego
Sí fue un gran aficionado a los toros. En más de una ocasión soltaría frases parecidas a esta que saldría publicada en la prensa: “Cantaores y toreros venimos a ser como de la misma familia, son muchos los toreros que saben cantar y raro es el cantaor al que no le gusten los toros”. Ciertamente, Pepe, sería muy amigo de los mejores toreros de su época: entre ellos admiraba a Belmonte, por su serenidad, su personalidad… Tenía como íntimo amigo a Rafael el Gallo “El Divino Calvo” con el que compartía copas y diversiones; esta era una admiración compartida, en la que ambos eran a la par que artistas, verdaderos filósofos. Tuvo mucha relación con Ignacio Sánchez Mejías (aquel que loara Lorca con sus elegías “Llanto a la muerte de Ignacio Sánchez Mejías”), más de una vez estuvo en su finca de Pino Montano, donde se hacían becerradas, acompañadas de cante y juergas con varios artistas entre ellos Luisa Ramos “La Pompi”, hermana del Niño Gloria. También admiraba y fue amigo y admirador de Antonio Ordóñez, de Manuel Rodríguez “Manolete”, de Antonio Márquez, el que fuera marido de Concha Piquer y al que acudía Pepe cada vez que necesitaba dinero. Más tarde, mantendría una gran amistad con Manuel Benítez “El Cordobés” y muchos toreros más se hicieron fotos con él porque le admiraban. Ya dijimos que fue padrino de Antonio José Galán.
Pepe era de los que tenían su carnet y su bono para las corridas de la Feria de Sevilla. Generalmente, y cuando se lo permitían sus galas, solía verse su presencia en las primeras filas de barreras, dando una nota de colorido en el vestir, con su puro, gafas de sol estrambóticas… Cierto día, un periodista le preguntó si había toreado alguna vez (recuerden y lo hemos comentando que muchos cantaores como Camarón, Farina, etc. quisieron ser matadores de toros e incluso iban a tentaderos a hacer sus ‘pinitos’); Pepe ante aquella pregunta respondería sabiamente: “¡He estado toreando toda la vida! Ahora, ante un toro una sola vez y en el campo, por esa certeza que dice que el campo tiene todas las puertas abiertas. Pero yo he tenido que torear a diario con una troupe tan grande, con tan buenos artistas…, con la taquilla, con los empresarios, con los gustos del público y con otras cosas que usted ya sabe (se estaba refiriendo seguramente a sus difamadores, sus detractores). ¡Eso sí que es difícil…! y yo lo he estado haciendo durante décadas, unas veces cortando muchas orejas y rabo, incluso saliendo por la puerta del Príncipe y otras con silencio y pitos”.
Luisa Ramos Antúnez "La Pompi"
Añadiría Pepe más argumento: “Hasta ahora, he sido el único que ha montado, como promotor, un espectáculo en el que se alternaba el cante y el toreo. Aquello se titulaba Gran festejo taurino y exhibición del Niño de Marchena”. Aquel espectáculo se representó por toda Andalucía; en él los novilleros Antonio Lafarque y Juanito Jiménez toreaban dos novillos, después seguía el programa de cante donde yo llevaba la voz cantante y recuerdo que la mayoría de las veces tuvimos que poner, no hay billetes”.
Entendemos que Marchena tuviese iniciativas de ese tipo, como las tuvo para crear y emprender novedades dentro del flamenco, Pero, respecto a la conjunción del toreo y el cante en un espectáculo, hacía muchas décadas que se había hecho. Recordemos que, en la década de los 80 del siglo XIX), en tiempo de los primeros cafés cantantes, hubo alguno como el Café del Burrero, propiedad de Manuel Ojeda Rodríguez “El Burrero” (porque en su infancia vendía leche de burra) y que fuera socio de Silverio Franconetti. Aquel local era enorme, estaba situado en la calle Sierpes sevillana, con salida a las calles Azufaifo y Pasión. Allí, hubo días en los que se alternaría el cante del Canario, Juan Breva, La Peñaranda, La Rubia de Málaga, Fosforito el Viejo…, con la echada de un becerro.
Pero sigamos con Marchena: ¿Entonces no ha toreado usted nunca? Seguía insistiendo el periodista. Y Pepe, que sabía estar ante la prensa, darle pábulo… y como tenía una memoria privilegiada, un desparpajo grácil y no exento de una gran sutileza para contar historias le contestaría: “Mire, mejor le voy a contar la vez que presidí una corrida de toros”. El periodista extrañado escribía para no perder detalle: “Fue en un pueblo andaluz, toreaban los novilleros Zurito, Luis de la Rosa y Chicuelo. Yo era muy amigo del alcalde y este me había invitado aquella tarde taurina al palco. Llegué, cosa rara en mí, el primero y me senté en la silla que tuve a mano, que resultó que era la del Presidente de la corrida. Iban pasando los minutos y las autoridades no llegaban, el público, viendo que era la hora de comenzar el festejo, empezaba a protestar y me miraba. La banda de música había tocado cuatro veces el pasodoble “La Giralda” que daba entrada al espectáculo. Aquello, me estaba poniendo nervioso y como siempre hago, incluso cuando salgo a cantar, que saco mi pañuelo y me lo paso para limpiarme el sudor de la frente. En cuanto la banda vio que yo había sacado el pañuelo, sonó el clarín y avanzaron las cuadrillas, saludaron al palco donde yo seguía solo y los toreros extendían sus capotes al aire; todo el mundo esperando que yo diera la orden a los toriles para que saliera el primer novillo. La bronca seguía y yo miraba las sillas vacías del palco. Por fin, aparecieron el alcalde y los adjuntos. ¡Jamás olvidaré la expresión del rostro de las autoridades del palco cuando vieron la corrida empezada y mi dificultad para explicar aquella situación!”.
Pepe con el torero Domingo Ortega
Pepe Marchena haría también una gala flamenca en 1969 que se llamaría “Los fabulosos del ruedo”. Este sería otro espectáculo con reseñas taurinas que el marchenero llevaría durante un tiempo y del que tenemos certeza que se representaría en la plaza de toros de Cabra. Después de Pepe, hubo muchos amagos de combinar un espectáculo taurino con cante; pero para ello había que montar un enorme dispositivo que no todo empresario se arriesgaba a realizar. Medio siglo más tarde, Salvador Távora, nacido en el Cerro del Águila, que en su juventud fue un cantaor notable sería denostado por hacer coros, representaciones y letras contra la dictadura franquista. También llegaría a ser novillero, apadrinado precisamente por Rafael “El Gallo” y a lo largo de su trayectoria como actor y director teatral, creador, junto a Paco Lira, del grupo “La Cuadra de Sevilla”, demostraría que se puede hacer un buen espectáculo fusionando ambas artes, introduciendo en el teatro, marchas procesionales, pasodobles, coros... y sobre todo el mundo del toro y el flamenco. La Carmen de Távora es distinta a la de Bizet y Merimée, donde se reflejaba un romanticismo andalucista de truhanes y bandoleros. Távora hará una nueva versión y combinará música militar, flamenco, habaneras… con el fondo de un coso taurino y la presencia de un caballo, un picador y la bailaora. Una obra siempre renovada, que ha viajado por todo el mundo con un enorme éxito.
Hablando de toros, arte y el mundo del espectáculo, Marchena tuvo que ver también con Pablo Picasso, seguramente coincidieron en algunos eventos hacia los años 60. Dicen que Picasso tarareaba siempre una canción: “Con el mar revuelto y brusco/a La Habana fuimos a parar/visitamos el sepulcro/ de Cúchares inmortal/”. Estos versos son parte de un tanguillo que cantaban las “Las Viejas Ricas” una agrupación del Carnaval gaditano. Este grupo hizo una gira por Sudamérica junto a cantaores flamencos como el Mochuelo. Llevaban en su repertorio esa letra dedicada al torero sevillano Curro Cúchares que había muerto en 1868 en La Habana de fiebre amarilla y que ellos cantaron cuando el traslado del cadáver del torero desde la isla cubana a Sevilla donde fue enterrado definitivamente el 11 de enero de 1885. Picasso, comentaban, se aprendería el tanguillo a través de la versión que Pepe Marchena tenía grabado en sus Memorias Antológicas.
Salvador Távora, torero, director de teatro
También Pepe Marchena tuvo mucha relación con Manuel de Falla sobre todo cuando Falla compuso “La Cubana”; pues, seguramente, tomaría la música de una guajira y del zapateo. Ya hacía tiempo que habíamos perdido Cuba (1898), pero los sones cubano-gaditanos se dejaban escuchar por los cafés cantantes y seguramente Falla los escuchaba tocar a su madre y a su tía Emilia. Falla le aplicaría toda su autenticidad, sobre todo cuando escuchara a Pepe Marchena con su estilismo y sus variaciones melódicas, que fue el que aportó el mayor enriquecimiento a los cantes de Ida y Vuelta, así, no es de extrañar que Manuel de Falla dijera de Pepe: “En el Niño de Marchena, con pureza cristalina de manantial serrano, se encuentra el encanto inagotable del verdadero cante andaluz sin las trabas que lo empequeñecen al encerrarlo en cancioncillas”.
Y ahora que estamos en tiempo de Navidad, quisiera recordar otra gran virtud que tenía Pepe: su humanidad, su misericordia… Durante años, en las fiestas navideñas, Pepe, reunía en su casa a cantaores, guitarristas, bailaores…, ya mayores y mermados de facultades, para agasajarlos. El ‘maestro’ se vestía de frac y les servía la mesa, ejerciendo de camarero, donde comían y bebían, a discreción, sus casi indigentes invitados. Durante la cena, Pepe, iba intercalando cantes entre plato y plato, recuerdos y anécdotas de lo vivido con gracia y nostalgia, intentando que olvidaran las penas ahogándolas con manzanilla… Otras veces amenizaba la noche contando historias de cuando él cantaba por un puñado de monedas, por calderilla, o como después conseguiría el éxito y llegaría a ser primerísima figura de los espectáculos de ‘Ópera Flamenca’ junto al promotor Vedrines… y seguía así, durante toda la velada, sirviendo platos, bebidas, amenas charlas… todo por agradar y hacer felices a aquellos que sufrían tristeza y soledad, durante aquellos días de recogimiento.