Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 5 de octubre de 2025
Terminada su temporada en el Price, Marchena y Machín, cabezas de la Compañía Marchena-Saavedra, se desplazan y actúan en la Plaza de Toros de Alicante el 29 de junio, en un espectáculo artístico-cómico-taurino en el que interviene además el Chino Torero. Este es el mismo coso en el que días antes torearan Diego Puerta, El Cordobés y Paquirri. Para aquel verano, la empresa creyó conveniente dado el carácter taurino que se le daba al espectáculo, y el hecho de que la mayoría de sus actuaciones se dieran en plazas de toros el titularlos “Fiesta en el ruedo”. En el diario “La Voz de Albacete” se anunciaba para el día 1 y al menos hasta el 5 de junio a las 10’30 de la noche una gran velada en la que actuarían Pepe Marchena, Antonio Machín y toda su troupe. Dicha actuación se presentaba en El Cine-Plaza de Toros de Albacete (en verano se utilizaba para ambas cosas).
Domingo Manfredi, escritor y flamencólogo
El día 16 de ese mes Pepe recibe la triste noticia de que su amigo el letrista Pepe Arroyo, muy conocido en el mundo artístico, había fallecido en la ciudad de Barcelona, de una rápida y mortal enfermedad. Arroyo era un poeta, un buen escritor que había sido artífice, junto al ‘maestro’ de la “Antología de cante flamenco” que grabara Pepe Marchena.
En la prensa de aquellos días, como por ejemplo en el periódico “7 Días”, se anunciaba la “II Fiesta de la Guitarra” de Marchena, que se celebraría el 3 de agosto de 1968, en la que se ponía de relieve este instrumento y el valorar en su justa medida el papel fundamental que desempeña dentro del folclore andaluz. La Fiesta de la Guitarra de Marchena nació a instancias de Emilio “El del aguardiente”, empleado en la fábrica de anises de Antonio Metro. Emilio, gran amante del flamenco, propuso al alcalde de entonces, Francisco de Asís Aguilar Morales, que dado que los pueblos más señeros de la Baja Andalucía apostaban por festivales flamencos (léase Morón, Utrera, Lebrija, Écija, Mairena…) Marchena no podía ser menos. Aquella iniciativa flamenca se llevaría a sesión de pleno del Ayuntamiento marchenero y se aprobaría el 23 de junio del 67.
Ese año de 1968 la II Fiesta de la Guitarra venía cargada de nuevos eventos dedicados, como evidencia el nombre del festival, a la “sonanta flamenca”, con un Ciclo de Conferencias en las que sería protagonista la “bajañi”. Como preámbulo se iniciaría la primera el 31 de julio a cargo del famoso escritor y periodista Domingo Manfredi que glosó sobre la guitarra con el título: “La guitarra, vieja amiga”. La segunda conferencia, con fecha 1 de agosto, la daría Antonio Murciano, escritor y flamencólogo de Arcos de la Frontera, que disertaría sobre “La guitarra en la poesía española”. La tercera la daría el hermano del cantaor Beni de Cádiz, Amos Rodríguez, un gran entendido de flamenco que hablaría a los asistentes el día 2 de agosto con el tema “Cantes con guitarra y sin guitarra”. Este ciclo de conferencias serían de carácter gratuito, comenzaría a las 9’30 de la noche y tendría lugar en el marco emblemático de los Jardines del Hotel Ponce.
María Dolores Flores Ruiz "Lola Flores"
Los artistas citados para la II Fiesta de la Guitarra el día 3 agosto serían Melchor de Marchena y su hijo Enrique, Manolo Brenes, Pepe Martínez y Manuel Cobano a la guitarra. Como cantaores iban en cartel: Amina, La Perla de Cádiz, Beni de Cádiz, Juan Peña “Lebrijano”, Naranjito de Triana, José Menese, Juan “El Caeno” y Palacio. En el apartado de baile: Matilde Coral, Rafael “El Negro” y el ballet flamenco de Maruja Cazalla. Presentaba el acto Francisco Ortega y los precios oscilaban entre las 50 y las 250 pesetas.
Sigamos con el maestro. Para el día 27 de julio de l968 la prensa anuncia la actuación de la Compañía de Marchena en la Plaza de Toros de Madrid. El acto empezaría a las 11 de la noche. En el cartel, además de Marchena, Machín y toda la troupe, se anunciaban hasta bien entrada la madrugada la actuación cómica del Chino Torero, Ramper Torero y el Vagabundo Torero. El día 28 actuaban en la Plaza de Toros de Valladolid, el 10 de agosto, en la Plaza de Toros de Palma de Mallorca… El precio de las entradas de ese año – muy parecido en todos los espectáculos que se hacían en las Plazas de Toros – oscilaba entre las 40 y las 250 pesetas; entiéndase que un obrero cualificado cobraba en aquellos momentos unas 3000 pesetas al mes.
Observamos, y aquello vendría a más, que la mayoría de los espectáculos, que en los últimos años hace la empresa Marchena-Saavedra, suele girar por territorios de las dos Castillas, Baleares, La Rioja, Cataluña…, algo menos en Madrid, salvo en el Price y sobre todo llama más la atención que rara vez bajaban por Andalucía.
El motivo principal es que, tanto en la capital de España como en toda la región andaluza, el flamenco más clásico, las tendencias mairenistas, el neoclasicismo flamenco…, como queramos llamarle, había desbancado al flamenco-folclor que sigue gustando de Despeñaperros para arriba. Ahora, en la tierra andaluza, priman la soleá, la seguiriya, los tientos-tangos, la caña, el polo…, algunos palos de Cádiz (alegrías, mirabrás, romeras…) y para finalizar cualquier espectáculo una serie de fandangos, por fiestas de bulerías o una tanda de tonás, martinetes y alguna debla. Olvídense de cantes de ida y vuelta, colombianas, cantes de levante y coplas aflamencadas. Pepe Marchena, ante aquel panorama – aun sabiendo decir los cantes como nadie, aun habiendo cumplido ya los 65 años y ser una enciclopedia del flamenco –, había perdido su sitio en la mayoría de los tablaos andaluces, al igual que en festivales como los de Jerez, el Potaje de Utrera, la Caracolá Lebrijana, El Gazpacho de Morón y un largo etcétera que ya optaban por un flamenco distinto, un flamenco que buscaba lo ortodoxo y quería olvidar, según muchos, aquella “nefasta” etapa que fue la Ópera Flamenca y por tanto, había que descartar a su máximo representante e “inspirador”, Pepe Marchena.
Cartel de la II Fiesta de la Guitarra de Marchena
Aquellos meses del 68 fueron de ajetreo mundial, pues las acciones bélicas, que se estaban desarrollando en el mundo (Guerra de Vietnam, la Revolución Comunista en China, invasión de Checoslovaquia por los miembros del Pacto de Varsovia y la Guerra Fría que mantenía alerta a la población mundial y un largo etcétera). EEUU y URSS, como principales potencias mundiales, mantenían un pulso soterrado en la fabricación de bombas atómicas y la carrera espacial. Mientras, estudiantes y el mundo de la cultura (actores, pintores, músicos...) proclamaban y luchaban por las libertades y la paz mundial.
Por entonces, y como ejemplo de lo que venimos diciendo, Lola Flores acababa de hacer una gira por Hong Kong. En la entrevista que le hace el periodista a su vuelta, “La Faraona”, no dejaba de recordar cada ajetreado paso que había ido dando a lo largo de su carrera: desde su infancia en Jerez, la película que hizo con Pepe Marchena, “Martín Gala” (donde Lola ganaría sus primeras 12.000 pesetas), su etapa con Caracol… También hablaría de cómo le había ido la gira por los “mares de China”, que le había cantado y bailado flamenco a los chinos, que se encontraba con más ganas que nunca… y remataba: “A ver si, desde lejos, Mao, se convence y se toma la vida por bulerías”. Por entonces aquella Revolución que llevó a cabo Mao Tse Tung, líder del Partido Comunista Chino, desde 1966 hasta 1976, se calcula que ocasionó la muerte de 30 millones de personas.
Estamos en tiempos revolucionarios en todos los sentidos, los cantaores se afanan en grabar discos. Por entonces, el tocadiscos, el magnetofón y otros artilugios musicales se ponían de moda, era más asequible a la clase media. Varios cantaores se atreven, en fechas próximas a la Navidad, en hacer un disco en común de villancicos con el fin de poner en el mercado algo nuevo y lo titulan “Navidad Flamenca”. El disco lo saca la discográfica Hispavox. La grabación sigue la estela y el ritmo flamenco que había marcado el Niño Gloria, que fue el primero en grabar un disco integro de villancicos flamencos; tanto es así que ha quedado para la historia aquello que él cantara: “Los caminos se hicieron/con agua viento y frío/caminaba un anciano/ muy triste y afligió./¡Gloria!/Y a su bendita Mare/¡Victoria!/ Gloria al recién nacío/¡Gloria!”. En dicho disco participarían Miguel de los Reyes, Dolores de Córdoba, Los del Río, Pepe Pinto, Amina, Los Hermanos Toronjo y Antonio Mairena, con las guitarras de Melchor de Marchena, Félix de Utrera, Manolo Sanlúcar y A. Duque.
Pepe Marchena con Antonio Machín
En la villa marchenera, ante la demanda de la juventud y el apogeo que estaba cogiendo el hacer deporte, se intentará construir una zona deportiva dentro del Plan Sevilla de Instalaciones. Para ello, el Ayuntamiento adquiere un terreno, propiedad de D. Juan Mata Vázquez, en la carretera de San Ginés. Y desde enero del 68 hasta junio de 1970, fecha de la inauguración del complejo, se ejecutarían las obras. En adelante se mejorarían las instalaciones y se harían las piscinas expropiando terrenos rústicos de la zona. Igualmente, se decide la creación de un Centro Cultural y Recreativo en un edificio, propiedad del Ayuntamiento, en denominada hoy “Calle de las Torres”. Este Centro llevaría el nombre de “Círculo Cultural del Movimiento” y sería cualificado como un espacio político, cultural y recreativo.
No nos olvidamos del ‘maestro’ marchenero que sigue su gira con Machín y toda su troupe por media España. El año 68 termina, pero se avecina un año 1969 que será muy interesante en la vida de Pepe Marchena, pues le ocurrirían cosas que marcarían su agitada existencia. Decimos esto porque el ‘maestro marchenero’ ya ha cumplido los 65 y conserva una gran vitalidad, cosa difícil en el mundo de aquellos artistas, con el trasiego a diario de tener que cambiar continuamente de ciudad, de escenario, bregar con empresarios, artistas, atender el público…
Contaba Miguel Morilla, su amigo íntimo de Puebla de Cazalla, conservador de parte de muchas de sus pertenencias: “ Un día, Porrina de Badajoz, me comentó extrañado la capacidad memorística que tenía Pepe, la cantidad de letras que sabía y recordaba, sin equivocarse y todo ello sin saber leer ni escribir”. También Isabelita, todavía su compañera, comentaría más de una vez: “A casa llegaban algunos autores de letras, se las leían y al momento Pepe las retenía y las cantaba ese mismo día ante el público, sin necesidad de tener que repetírselas para memorizarlas”.