Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 21 de Julio de 2024
Iniciamos el 1932, cuando la II República española aún no había cumplido un año y ni sus defensores políticos ni aquella sociedad anclada en el tiempo encuentran visos de cambios que favorezcan la transformación de aquella España obsoleta, cuasi medieval, en una democracia, comparada a las que ya existían en otros lugares de Europa. Ya llevábamos casi un año de aquel proyecto de libertades y logros sociales y, sin embargo, estructuralmente, los pueblos los siguen liderando la iglesia (el cura), los latifundios (caciques), rancias instituciones (el alcalde nombrado a dedo) y las fuerzas del orden (la guardia civil y la policía municipal). Aquellas innovaciones y evoluciones que prometía la ansiada República: la Reforma Agraria, la transformación de la sociedad mediante un nuevo sistema educativo, renovación de la cultura, asentamiento de los derechos de la mujer, conversión de una España supeditada a la religión cristiana en un estado laico y un largo etcétera, intentarían dejar atrás la corrupción e incompetencia del sistema monárquico y alcanzar un conjunto de libertades que los poderes establecidos habían coartado a la sociedad hasta entonces.
Rosario Núñez la "Andalucita"
Pero, a la II República, le faltó tiempo y recursos. Tiempo porque, sus ideólogos pensaron que, tras siglos de monarquía, de penalidades, de aspiraciones…, aquellas reivindicaciones no se podrían resolver a la ligera y creyeron que, pausadamente, ralentizando las propuestas y luchando poco a poco en la consecución de logros, podrían ir convenciendo y seduciendo a los reaccionarios y detractores del nuevo régimen. Sin embargo, aquella pasiva actitud, no aplacaría las ansias de los oligarcas, que querían dar un golpe, seguir ocupando el poder. Tampoco convenció a obreros y campesinos que esperaban cambios más radicales y con mayor celeridad. Las derechas, al verse amenazadas, intentarían, por todos los medios atajar sus pretensiones y se negaron a poner los medios económicos para la transformación deseada en la reforma del campo, la traslación de la educación religiosa a las instituciones de libre enseñanza, emancipación de la mujer… Las fuerzas conservadoras (hacendados, gran parte de la cúpula militar, las entidades bancarias, los empresarios industriales, la Iglesia católica…), conseguirían frenar las buenas intenciones de cambio que preconizaba la II República.
Mientras todo esto ocurre en aquel convulso 1932, la sociedad sigue con sus momentos de asueto, llenando teatros, cines, cosos taurinos…; asistiendo a espectáculos de varietés, comedias flamencas... A la par, los conflictos, las reyertas, los enfrentamientos, entre las fuerzas del orden y los ciudadanos, se suceden por toda la piel de toro. Los periódicos se hacían eco de las noticias: “Linchamientos de 4 guardias civiles en Castilblanco (Badajoz) por una muchedumbre de obreros en paro”. “En Arnedo (La Rioja), la guardia civil disparó contra la muchedumbre que protestaba y como resultado del tiroteo murieron 12 personas entre los que había un bebé, una anciana y resultaron heridas más de 40 personas”. Como decimos, en estas fechas se van a producir una serie de hechos que no dejaría indiferente a nadie y que marcarían la historia española en las siguientes décadas: Por poner un ejemplo de lo dicho, a la gran cantaora, la sevillana Rosario Núñez “La Andalucita”, le mataron a su hermano y a su madre. Los hechos los contaría el hijo de la “Andalucita”: “… llegó la guardia civil preguntando por mi abuelo que era republicano y masón. Mi abuela le dijo que no estaba (cuando en realidad ya había muerto). La guardia civil la empujó y la tiró al suelo y cuando mi tío quiso defenderla lo mataron de un tiro y a continuación dispararon sobre mi abuela. La Andalucita, ante aquello, tuvo que salir ante las esperadas represalias, aludiendo que marchaba a América para hacer una gira. La Andalucita dicen que llevó en su maleta una bandera republicana durante toda su vida”.
Catalina Bárcena, actriz
El 6 de enero de ese año, la empresa del Teatro Eslava anunciaba: “En próximos días, se haría un simpático festival a beneficio de los huérfanos de los guardias civiles muertos en los recientes sucesos. En dicho festival actuarán: Catalina Bárcena, Matilde Revenga, Conchita Piquer y gran número de artistas de la casa (actores fijos del Eslava) y el “emperador” del flamenco “Niño de Marchena”, acompañado por el “mago” de la guitarra Ramón Montoya”. También, Pepe, haría en muchas ocasiones galas en Madrid y en otras ciudades, a beneficio de niños de casas cunas, niños expósitos y huérfanos de la caridad. Igualmente, ya lo hemos dicho, en las entrañables fiestas de la Navidad, solía acoger a muchos artistas que estaban en la pobreza y los agasajaba con regalos, comidas e incluso les cantaba.
Desde inicios de 1932, Pepe, lleva en su Compañía a Ramón Montoya y a los cantaores José Cabello “Chaconcito”, Emilio Casero “Niño de la Flor”, Conchita Borrul (hija del guitarrista Miguel Borrull), el “Niño de Alcázar”…, con quienes haría una gira por todo el norte de España, pasando después a la zona levantina y por último a Barcelona, donde acabaría la tournée y se disolvió la Compañía, eso fue a finales de verano. En septiembre, pero ya de manera individual, Marchena, actuaría en Sevilla en el Cinema Triana y en varios puntos más acompañado por Manolo de Huelva. Después de casi dos meses, en noviembre, se marcha a Madrid y actúa en el Eslava acompañado de nuevo por Ramón Montoya.
José Cabello Luque "Chaconcito"
Las crónicas periodísticas de la época, léase el Heraldo de Madrid, la Vanguardia, el Sol, ABC, la Voz de Madrid…, todos los periódicos y revistas no cesaban de hablar y explicitar en sus páginas acontecimientos, hechos, andanzas y actuaciones del “Niño de Marchena”. Si un día no aparecía porque no había actuado en algún lugar, la prensa sacaba un artículo, sobre Pepe, en el que le hacían una entrevista o lo situaba en cualquier evento significativo para la ciudad (político, inauguración, divertimentos...). En casi todas sus páginas, eran numerosos los elogios que recibía el genio de Marchena, donde se reflejaba sus creaciones propias, su variado repertorio, el delirio con el que aplaudían sus seguidores y por ende como llenaba los teatros y el éxito que asiduamente tenía..
Empero, también este año tuvo Pepe tiempo de grabar un disco. Un disco que estaba lleno de novedades: llevaba malagueñas del Mellizo, milonga a la que él llamaba “Canto de los poetas mahometanos”, titulada “Dolores de mi alma”; soleares “Mi dinero no te ofrezco” y fandangos “En la feria de Marchena”. Es sabido que, Pepe, en sus discos, alababa en demasía no solo a los guitarristas y compositores pianistas que le acompañaban, a sus letristas e incluso a amigos íntimos; más de una vez se le escucha decir: “dedicado a mi entrañable amigo Eusebio Suárez” o a cualquier otro de sus amigos marcheneros, que le idolatraban, que perdían la jornada de trabajo el día que se enteraban de que, Pepe, hacía una visita a su pueblo natal. Muchos, desde pequeño estábamos acostumbrados a ver de tarde en tarde llegar a un personaje, vestido de manera estrafalaria, acompañado de una pléyade de admiradores que pasaban a encumbrar el séquito al que se unía una batahola del pueblo.
Pepe, años 30
Mientras tanto, otros artistas seguían la estela dejada por el “Niño de Marchena” y grababan por primera vez las colombianas del “maestro”. Entre estos podríamos destacar, en aquellos años, al “Chato de las Ventas”, que moriría durante la Guerra Civil, Eusebio de Madrid, “La Jerezana”, “Niño de Utrera”, Angelillo, “Niña de la Puebla”, Zacarías de Fuentes, “Niño de la Flor”, “Paco el Americano”…, pero sobre todo la gran artista del momento y que tanto cariño y admiración demostró a José Tejada, Pastora Pavón “Niña de los Peines”, que también grabaría unas colombianas (al final del verano del 32), acompañada por “Niño Ricardo” y que, la señora de Pepe Pinto, luciría por todos los escenarios de aquella España republicana.
No dejamos la azarosa vida de Pepe, después de este movido año 1932, sin referirnos a otro aspecto de su vida. La actitud y capacidad que tenía el marchenero para inmiscuirse en conversaciones, como si fuese letrado o persona cultivada. Lo cierto es que Pepe, a pesar de ser analfabeto, tenía una vasta cultura, un conocimiento adquirido en su largo peregrinar por los pueblos, de hablar con multitud de gente, de atrapar en su memoria cuanto escuchaba; memoria que debió ser prodigiosa, pues aprendía al momento letras que le leían, escuchaba o inventaba. Al hilo de esto, Eusebio Cobo le compara con los personajes de la obra quinteriana y Rafael Santisteban (locutor de radio) contaba una anécdota ocurrida en un bar de Sevilla donde, el periodista, acudió junto a un afamado médico y se presentó en el local Pepe. Aquel doctor en medicina comentaba que no se encontraba bien y Pepe, sin saber con quién estaba hablando le diagnosticó: “Usted lo que tiene es una neurosis de tipo vegetativo complicada con la…” Santisteban, viendo el percal, no lo dejó terminar y lo cortó: “Pepe, que este señor es Don Julio González, un gran médico ¡te lo aseguro!” Conociendo a Pepe no se cortaría y seguramente le recomendaría al galeno un remedio casero al estilo de muchos pueblos: “Eso está curao con una copa de coñac y la yema de un huevo”.