“El mago del flamenco”: D. Ramón Montoya

Eduardo Ternero - domingo7 de agosto de 2022

Entre las dos tendencias de la guitarra española, la clásica y la flamenca, surgirían auténticos maestros. Ya metidos en el XIX habremos de destacar a  Julián  Arcas, que se encontraba a caballo entre ambos estilos;  mientras  que  entre  los  tocaores flamencos destacaron  el  Maestro  Patiño,  El  Maestro  Pérez,  Paco  “El Barbero”, el colosal Paco Lucena… 

A partir de estos, vendrían otros que se erigieron en adalides del flamenco, que iniciaron  su camino hacia el acompañamiento del cantaor, como fueron Miguel Borrul, Rafael Marín, Juan Gandulla…, que empezaron a adornar las entradas y a cubrir los silencios con composiciones propias y el  toque  flamenco  asimiló  el  avance  técnico  de  la  escuela  clásica   incorporando   diferentes   combinaciones   de   arpegios,   armónicos,   armonizaciones,  etc.,  pero  siempre  dejando  latente  un  sello  propio  gracias  al  sentido  rítmico  y  dinámicas  propias  del  Flamenco. Una de la las técnicas más importantes que se desarrollan en este periodo es la del “alzapúa”(pulgar-índice-pulgar), donde el martilleado del pulgar se hace notable, iniciado  en el XIX y que más tarde heredarán otros célebres de la sonanta como Montoya, del Gastor, Melchor, Niño Ricardo, Manolo de Huelva…, que nos parecen estar tocando dos guitarras a la vez. Pero de eso hablaremos en otro momento, porque hoy vamos a hablarles de uno de los mejores  propulsores del flamenco, Ramón Montoya.

.El  joven Ramón Montoya   

Ramón Montoya Salazar nació en Madrid, en 1879, en el seno de una familia gitana de tratantes de ganado, por eso Ramón se crió rodeado de animales sobre todo de equinos con los cuales fue adquiriendo tanta destreza que, durante algún tiempo – siendo un niño–, trabajó en un circo ambulante donde le pagaban por hacer un número en el espectáculo.  Su padre fue Aquilino Montoya, oriundo de Medina de Ríoseco (Valladolid) gran aficionado a la guitarra y seguramente sería el primero en enseñarle los primeros toques. Su madre, Juana Salazar, era de Fregenal de la Sierra (Badajoz); en definitiva, Ramón se crió en una familia en la que  mamaría y aprendería flamenco, pues cada vez que había un buen trato se hacía una fiesta con sus allegados, en su casa la guitarra estaba presente pues su padre era un gran aficionado y además cuentan que una vez le dio dinero al pequeño Ramón  para comprar un caballo y se presentó con una guitarra bajo el brazo.  Tenía una afición enorme por aprender, por ser un maestro de la sonanta. Empezó su aprendizaje de la mano de su padre, después por intuición y de muchos tocaores de barberías, de ciegos-músicos de la calle…, en cualquier lugar que escuchaba una guitarra aprendía algo. Hasta, durante algún tiempo, fue discípulo de Miguel Borrul y de “Canito” un gran guitarrista que le enseñaría muchas falsetas y que, Ramón, recordaría  a lo largo de toda  su  vida.

Montoya debutó con 16 años en el café cantante el “Pez”, donde estaría durante tres años, acompañando a los artistas del momento. En este período se atrevió a hacer algunos solos de guitarra, definiendo ya su carrera. Cumplidos los 18 años, actuaría en cafés cantantes de Madrid como  “El Popular”, “El Naranjero”, “El Café del Gato”, “El Maravillas”, “La Magdalena” y un largo etcétera. En el de “La Marina”, Ramón,  seguiría acompañando a muchos artistas y también dando conciertos como solista.

 Con D, Antonio Chacón

Pero sería a principios del XX cuando desarrollaría su mayor actividad creadora como concertista, grabando con muchos cantaor@s y bailaor@s, acompañando a los mejores artistas en las postrimerías de los cafés cantantes y los principios de la Ópera Flamenca, y sería en el café cantante madrileña de “La Marina” donde, junto al bailaor Faico, crearía  la farruca. Fue una etapa de enorme desarrollo de su ingenio creador, tanto para acompañar al cante como para el baile. Ramón tenía apenas 30 años y ya es un consagrado guitarrista, dotado de enorme técnica e innovando nuevas formas de la música flamenca. Esos mismos años firmaría con los estudios de grabación Gramófono Company, empezarían a comercializarse los primeros discos de pizarra en los que eran los principales protagonistas Juan Breva y Ramón Montoya. Pero no solo con este cantaor grabó Ramón, también lo haría con  La Niña de los Peines, Chacón, Angelillo, José Cepero, el Niño de las Marianas, Aurelio Sellés, Escacena, Pena Hijo, Palanca, Pepe Marchena, Juanito Valderrama, Vallejo y un larguísimo etcétera. Es Ramón Montoya quizás uno de los tocaores con  más grabaciones de flamenco.

Ramón Montoya seguiría su aprendizaje a lo largo de toda su vida, pues muchos de los guitarristas coetáneos se juntaban en una especie de tertulia flamenca en el taller de Santos Hernández, un lutier de guitarras muy famoso y que construiría para Montoya algunas guitarras. Allí, seguiría nuestro guitarrista aprendiendo de compañeros y amigos, puesto que, oír directamente, era la única forma de aprender entonces. Montoya, aprendería mucho en estos encuentros, tanto de Llobet, Tárrega… aportando mucho al flamenco, no solo como creador y como maestro para futuras generaciones sino que además puso las bases de cómo debería ser la armonía en el flamenco, la conjunción entre los distintos protagonistas que intervienen en el desarrollo de cada actuación (cante, baile,  música de la guitarra, palmas…). 

Con El Niño de Marchena

Por su maestría, Ramón era solicitado por los mejores cantaores de la época. Uno de los más grandes, Chacón formaría un tándem con él a lo largo de muchos años, lo que daría lugar al encuentro y la creación de dos grandes artistas que aportarían una gran riqueza musical al flamenco. Esto tuvo como consecuencia que fuesen requeridos por los aficionados de toda la geografía española, que fuesen solicitados para los grandes eventos que se organizaban a nivel institucional, fiestas privadas, espectáculos…, incluso ambos formaron parte del jurado del I Concurso de Cante Jondo que se celebraría en Granada en 1922. 

Si a Chacón le bautizaron con el sobrenombre de “el Papa" o "pontífice  del cante” a Ramón le llamarían “el Mago del flamenco”. Tanto es así que en nombre de estos dos genios se crearían en 1928 dos premios: la copa Chacón y la de Ramón Montoya en aquel Grandioso Espectáculo de Cante Jondo que se celebró en el teatro de la Zarzuela en el que también actuarían el Niño de Marchena, Manuel Torres, Tomás Pavón, Niña de los Peines, José Cepero, Centeno, Angelillo…; pero quienes brillaban, entonces, como grandes estrellas eran Chacón y Montoya.

Don Ramón Montoya

Ramón Montoya se consagraría en París en 1936  llevando su nombre y la guitarra flamenca a lo más alto, a niveles internacionales. La guitarra flamenca pasaría del cuarto y del señorito, de la taberna y el colmao, del café cantante y de la miseria a los grandes escenarios de París. El flamenco era escuchado y admirado por gente culta, al igual que otros tipos de músicas. Todo esto supuso que el flamenco adquiriese un prestigio tal que Don Ramón Montoya, como fue calificado, tuvo que realizar giras por muchos países europeos y sudamericanos explicitando el toque flamenco de su guitarra y por ende abriendo puertas a los artistas españoles flamencos que posteriormente cogieron el testigo. 

Así seguiría Ramón hasta el  20 de julio de 1949, pues cuando contaba 69 años fallecería en  Madrid. D. Ramón Montoya está considerado como uno de los más grandes pilares de la guitarra flamenca, pero sobre todo como un gran ser humano, bondadoso, fiel de la ética artística y el compañerismo. Blas Vega diría de él: “En la historia de la guitarra flamenca hay que hablar de un antes y un después de Ramón Montoya. Podemos decir sin temor a exagerar que todo el universo de la guitarra flamenca gira en torno a él”.

Acompañando al Niño de Marchena - Tarantas

LIBRO: El sueño de Don Ramón Montoya” de Agustín Carbonell “Bola”