Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 26 de enero de 2025
Observando la situación, parecería que, en la España de 1948, aún no había acabado la ignominiosa Guerra Civil, al menos para el Régimen dictatorial impuesto por Franco (era una forma de dar justificación a las represalias). Tampoco para los pequeños grupúsculos de maquis que aún andaban escondidos en las sierras y que, de forma ilusoria, continuaban creyendo cambiar el curso de la historia. Conocemos que al menos hasta 1954 se mantendrían las torturas, los fusilamientos…, aunque lo prohibiera la Convención de Ginebra desde 1945. También, desde finales de 1947, parece que hubo un acercamiento entre España y EE.UU. Había esperanzas de que nuestro país pudiera llegar a recibir ayudas del Plan Marshall, pues, muchos congresistas americanos apoyaban el anticomunismo del Régimen español y eso valdría para que el presidente Truman fuese cambiando su parecer respecto a Franco. Sin embargo, para la mayoría de los españoles, la miseria, el hambre y las desigualdades sociales parecían no acabar nunca.
'Maquis' de la postguerra
Nos adentramos en 1948 y José Tejada Martín, “Pepe Marchena”, va camino de los 45 años. A estas alturas de su vida hemos intentado hacer varias reflexiones acerca de nuestro personaje: hemos querido valorar su forma de entender el flamenco, su agitada experiencia vital, su profundo respeto hacia los públicos y los compañeros… Son muchos años de preparar espectáculos, contratar gente, bregar con empresarios, ensayos, grabaciones…, todo ello alternado con juergas, desplazamientos, amores… Suponemos que todo aquel ajetreo, le tuvo que pasar factura tanto física como mental; Pepe, lleva toda una vida cantando, en cierto modo es un nómada con incesantes incertidumbres (montar obras que agraden al público, desplazarse con la Compañía de ciudad en ciudad, la apremiante necesidad de hacer taquilla, pues lleva mucha gente a sus espaldas, además de su búsqueda del divertimento, del capricho, de sus vicios…, todo girando en torno a su egocentrismo…); Entendemos que todo aquello le produciría un estado de tensión superlativo. Es cierto que, desde hacía algún tiempo, está más asentado, más familiar. Ahora comparte muchos momentos de su vida con Isabelita Domínguez, incluso la lleva en su Compañía como bailaora. De la misma forma, Pepe, se deja ver mucho más por su pueblo y ansía tener su propio retiro espiritual, para ello adquirirá una especie de chalé en una zona rústica del término de Marchena.
Estamos a inicios de la primavera de 1948; ya hacía tiempo que muestro protagonista no actuaba en Barcelona, tal vez aún recordara aquel 3 de junio de 1927, con veinte años menos cuando se negó a cantar para aquel público catalán del Teatro Circo Barcelonés, ya que, el respetable, le gastaba bromas tirándole perras gordas y chicas (monedas de 10 y 5 céntimos). Entonces, Pepe, muy enfadado y altanero, mandó echar las cortinas y se ausentó del teatro. Al momento, se formó un revuelo y tuvieron que proseguir la función otros artistas, pues, el público seguía enfrascado y amotinándose en la sala, pidiendo que saliera el marchenero. La policía, ante aquella trifulca, recibió la orden de buscarlo y lo detuvo en un bar de la ciudad, durante la madrugada. Según las crónicas tuvo que pagar una cuantiosa multa, para evitar ir a la cárcel.
Manuel Centeno, cantaor sevillano
Esta vez, estamos a finales de abril del 48, la troupe de Pepe se instala en Barcelona; sus actuaciones serán en el Teatro Romea de la ciudad Condal y la obra que presenta es “Curro Lucena”, una obra de mala calidad literaria de Francisco Domínguez Burgos, con música del compositor Castellanos y canciones de Antón García Padilla. La prensa se hace eco de aquella representación con unas críticas que no fueron muy loables globalmente; incluso al “maestro” le reprochaba el excesivo recurso de filigranas, impropio de un cantaor de flamenco. La obra no tenía visos de salvarse a pesar de que llevaba actores como Paco Amengual, Amparo Alba y artistas flamencos como Manuel Centeno, El Niño de Vélez… y al baile Eulalia Pino y Ángel Pericet. También, formaba parte del elenco la compañera de Pepe, Isabelita que en aquellos momentos se anunciaba como Isabel Cano. Entendemos que la cuestión económica no estaba tan boyante como para llevar un repertorio de grandes artistas; pero, se podría haber mejorado el libreto, la puesta en escena… Sin embargo, la obra resultaría un fiasco, en la que seguramente intervino como guionista el propio Pepe Marchena y aunque lo salvaba su fama y su personalidad, no consiguió triunfar en los ambientes catalanes.
No llegó a convencerle nunca el país catalán a nuestro protagonista, que en nada, en dos meses se encontraba haciendo una gira por tierras lusas. Fue durante el verano-otoño del 48, junto a su fiel amigo y compañero de tanta y tantas veladas, Ramón Montoya. Esta vez actuarían en las ciudades de Lisboa y Estoril. Ramón, uno de los maestros de la guitarra de finales del XIX y medio siglo XX, creador de la farruca y quien vino a desarrollar el “picado” en la guitarra, siempre fue fiel a Pepe, aunque, siendo como eran dos fuertes personalidades tuvieron sus enfrentamientos en más de una ocasión. Pero, ya Montoya va a cumplir 68 años, está muy mayor y muy castigado, lleva más de 50 años en los escenarios de medio mundo, consiguiendo los mayores galardones que se le pueden otorgar a un guitarrista. Ambos, con mucho esfuerzo, consiguen terminar la gira, aunque, desgraciadamente, quizás sea la última vez que actúen juntos.
Casino Cultural de Marchena
Ahora el genio de “Rosa” y los “Cuatro Muleros”, se deja ver mucho más por Marchena. Si casi nadie es profeta en su tierra, él, en cambio, tiene al pueblo embelesado. Han corrido ríos de tinta, en la radio se escuchan a diario sus grabaciones y cada vez que visita el pueblo, sus amigos de la infancia, sus incondicionales aficionados, seguidores de su dilatada carrera y muchos agregados (léase, asiduos festeros, imponderables de profesiones liberales, gente con economía saneada, con ganas de juerga), le acompañan y sus saraos son interminables. Los bares del centro marchenero son lugares de encuentro. Por las noches, hasta bien entrada la madrugada visita el Casino de Marchena, el juego es una de sus pasiones y no deja en olvido otras salas de la zona, Osuna, Arahal, Fuentes de Andalucía… A veces, comparte almuerzo con sus amigos marcheneros más íntimos: Pepe Bayón “El barbero”, José Vázquez “El Leñador”, Eusebio Suárez “El Confitero”, Manuel Santana “el Taxista”, “El Mayete” Andrés Rueda”, Bricio García, Joaquín Burgos “El Panadero”… y un largo etcétera. También suele ser asiduo en estos eventos Pepe Palanca, que por entonces convivía en Marchena con una joven y guapa mujer que había traído de Madrid y con la que montaría un bar en la calle “De las Torres”, donde hoy está instalado el bar Carrillo. Pero, aquel negocio, como la relación durarían poco; en un par de años se finiquitó y al igual que se cerró el bar se cerraron sus corazones. Tal vez, aquel romance y drama de Palanca, sirviese como inspiración a sus amigos íntimos Juan Valderrama y Dolores Abril para, años más tarde, hacer un popurrí de fandangos alusivos a los desencuentros entre parejas.
Pepe Palanca y Pepe Marchena, son los cantaores más famosos que ha tenido el pueblo de Marchena y, a pesar de lo que pueda opinar mucha gente, respecto a su distanciamiento o su enfrentamiento, no es nada cierto. Ambos, nacidos en 1903 y fallecidos en el mismo año de 1976, siempre fueron muy amigos y respetuosos entre ambos. Indiscutiblemente José Tejada tuvo mayor éxito a nivel mundial, es más universal que José Lebrón; pero, Palanca es reconocido en el mundo flamenco como uno de los mejores fandangueros que ha dado la historia, con muchísimos seguidores por muestra geografía. Lo que ocurre es que en el mundo del ‘artisteo’, como en todo, intervienen muchas otras cuestiones como la personalidad, la fortaleza, la promoción de un mecenas, incluso la suerte. Pero, pensar que ambos estuvieran enfrentados a lo largo de su vida, es totalmente falso. Además en muchas ocasiones, Pepe Marchena, llevó en su Compañía a Palanca y siempre reconoció el talento de aquel genio del fandango nacido en la calle Cid. Como ejemplo valga un botón: en aquellas mismas fechas, el año anterior (1947), participaría Palanca en el espectáculo que presentaba Marchena, “Pasan las Coplas”.
Pepe con Palanca, Eusebio, Santana y Calderón
La apuesta que hace Pepe de visitar más a menudo su pueblo, tendría eco en otros círculos que permanecían opacos, cuasi ocultos para él y que ahora se abren para reconocer el valor del cantaor y genio de Marchena. Su incursión durante temporadas en el Casino de Marchena, su alternancia por los bares de su pueblo le llevarían a conocer de inmediato a paisanos con los que no había tratado antes. En las tabernas como la recientemente abierta del “Pelao” comparte con obreros de toda índole: campesinos que vienen a la vestía, ‘ayuas’ (los encargados de la carga y descarga de granos), con ‘mayetes’ (pequeños agricultores), los profesionales libres como zapateros, relojeros, panaderos, sastres… Mientras durante las veladas nocturnas frecuenta el Casino y allí comparte cartas (juega a Giley, julepe, bacarral, monte…) y derrocha dinero con nuevos empresarios, empleados bien cualificados, ‘mayetes’ de grandes fincas…, un círculo de gente con mayores recursos económicos que comparten mesas de juego, copas, diversión… a las que Pepe, se irá incorporando cada vez que visita Marchena. Sin embargo, según palabras de sus más íntimos amigos, jamás desestimó ni abandonó los momentos que pudo estar con sus amistades más queridas, sus primeros seguidores, sus fieles de toda la vida, los que siempre confiaron en él.
Dejamos 1948, un año que sería muy seco, no solo en pluviometría pues estaría inmerso en uno de los periodos, meteorológicamente hablando, con mayor sequía desde que se tienen registros escritos, sobre todo en Andalucía; eso fue durante los años 1942 al 46 y de 1948 al 51. Ese año también lo sería de mucha sequía, en el aspecto artístico, para el maestro marchenero, que tuvo que reinventarse, tras su gira por Portugal y montar un espectáculo novedoso con el que reaparecería en Madrid; Pepe se agarraba al futuro, pero la cosa no estaba nada fácil.