Pericón de Cádiz, la alegría del flamenco

Eduardo Ternero - sábado,  26 de marzo de 2022

Se llamaba Juan Martínez Vílchez pero en el mundo del flamenco se le conoció con el apelativo  “Pericón de Cádiz”. Juan nació en el barrio del Mentidero de la tacita de Plata en el año 1901 y era  uno de los siete hijos que tuvieron sus padres Adolfo y María. Según contaría en sus memorias, su padre, casi siempre se encontraba  sin trabajo y la madre buscaba unas pesetas vendiendo pescado temporalmente.   En su familia no había nadie que se hubiese dedicado al cante flamenco pero Pericón ya con cuatro y cinco años cantiñeaba, escondido detrás de las cortinas porque le daba vergüenza. Algo más tarde  “trabajó” subido a  los pescantes de los coches de caballo y le cantaba a los clientes por unas monedas (esta era una costumbre en aquellas fechas, para entretener a los pasajeros que visitaban la ciudad, para después continuar la juerga). 

También ayudaría a la economía familiar vendiendo pescado y caramelos por las calles gaditanas,  con un pregón  que seguramente escucharía cantar a Macandé. Pericón diría: “con este pregón por asturianas, Macandé, tenía a todo Cádiz loco, y por cualquier sitio que iba siempre llevaba detrás más de treinta o cuarenta personas ná más que por oírlo cantar”. Después ese estilo  lo dejaría grabado el Negro del Puerto. 

En su juventud, Juanito,  empezó a colarse en fiestas, actuar en espectáculos de la ciudad y pasó a ser contratado en pequeños establecimientos donde hacía unos pases… hasta que fue contratado por el Olimpia de Sevilla. Allí pasaría un largo  tiempo,  al igual que a muchísimos artistas. Por fin lo escuchó  cantar Pepe Marchena y se lo llevó contratado en una de sus giras. Con Marchena, recorrería varias capitales de Andalucía, una de ellas fue en la Plaza de toros de su Cádiz natal, donde Pericón alcanzaría uno de sus grandes éxitos y el reconocimiento de sus paisanos y del mundo del flamenco.

Pericón de joven 


En 1936, se organizó un concurso de Cante Flamenco en el Circo Price de Madrid.  Pericón, ya con 35 años, se presentó al igual que muchos otros cantaores (Pepe El Culata, Enrique Orozco,  Chiquito de Triana, El Niño de Barbate, el Niño de Almería…) pues la cuantía de los premios era muy sustanciosa además de poder estar contratado para realizar una gira. Después de tres largos días de competición Pericón se alzó con el primer premio (cantes por seguiriyas y soleá), que estaba dotado con 1000 pesetas. El segundo fue para Juan Sánchez  “Niño del Arahal” (cante por malagueñas), cuya cuantía eran 750 pesetas  y el tercero fue a parar a las manos de Manuel Infante “Niño de Fregenal” (en los cantes por granainas), que se llevó 500 pesetas. 

Cuando terminó la Guerra Civil fue contratado en la Compañía de Concha Piquer para  actuar en el espectáculo musical “Las calles de Cádiz” en el que se reflejaba la vida,  el ambiente y el bullicio del barrio de Santa María gaditano. Aunque en la Compañía actuaban también Pastora Pavón, Pepe Pinto, la Malena, Caracolillo, la Macarrona… y las guitaras de Niño Ricardo y Melchor de Marchena,  Pericón iba de figura estelar. La  obra gustaba mucho a los públicos y la gira recorrió toda la geografía española durante cinco años.

En 1948 se celebraría un concurso en el Teatro Monumental de Madrid, en el que Pericón obtendría un premio. A partir de estas fechas, al estar trabajando en el colmado de Villa Rosa y en todas las fiestas y espectáculos se instaló definitivamente en Madrid. Ese mismo año se inaugura en la capital de España  el Tablao Zambra y por ese motivo y durante  un mes es contratado para actuar pero,  poco a poco, fue renovando contratos hasta  estar  trabajando un total de 13 años.  Paralelamente, durante  este periodo realizaría, con su cuadro flamenco, actuaciones en diversas capitales europeas.

Con Paco de Lucía 

En 1954, Perico el del Lunar  excelente guitarrista  y Tomás Andrade de Silva, catedrático del Real Conservatorio de Música de Madrid, queriendo reavivar el flamenco más jondo, con la intención de que no se perdieran los cantes básicos que se habían “olvidado” durante la etapa de la Ópera Flamenca,  reunieron a los cantaores del tablao madrileño Zambra, para dejar testimonio permanente de los cantes clásicos del repertorio flamenco. Pedro les acompañaría con la guitarra y les asignaría a cada cantaor los cantes que deberían hacer cada uno, siempre adaptado a su peculiaridad,  su conocimiento y su forma de expresarlo, Tomás se encargó de diferenciar los cantes y situarlos en su tiempo.  El producto final fue la reconocida “Antología del Cante Flamenco”, que publicaría Hispavox. Dicha Antología obtendría el Gran Premio de la Academia francesa del disco, en la que figura un plantel de lo más representativo que en esos momentos actuaba en Madrid, entre ellos: Rafael Romero “El Gallina”, Bernardo de los Lobitos, Pepe de la Matrona, el Niño Almadén, Antonio el Chaqueta, Lola de Triana, Roque Montoya “Jarrito” y el propio Pericón a quien se le asignaron para cantar: tangos, alegrías y malagueñas del Mellizo. 

Pericón, junto con muchos otros artistas coetáneos como Aurelio Selles, Manolo Vargas, la Perla de Cádiz…,  han sido los que han elevado los cantes de Cádiz a lo más alto del flamenco. Sin duda alguna, sería Pericón el que mejor supo recoger las variantes de aquellos cantes de sus mayores. El fue testigo y fiel continuador de aquellos grandes creadores que elevaron los cantes por soleá, seguiriyas, cantiñas, tientos…  como fueron aquellos grandes del XIX: Enrique el Mellizo, Curro Durse, Paquirri Guanté, Pepa de Oro, Ignacio Espeleta, y los dos monstruos  del flamenco  que nacieron a 30 kilómetros de la capital de la sal, los jerezanos Manuel Torre y Antonio Chacón. 

José Luis Ortiz Nuevo, flamencólogo 

Pericón  se desenvolvió muy bien en todos los cantes, no solo en los cantes de Cádiz.  El flamencólogo Fernando Quiñones  definió su voz: “…posee una voz de tenor flamenco” , con suficiente razón, pues era muy atractiva y gustaba a un amplísimo público. También hay que considerar a Pericón como uno de los artistas gaditanos con más fantasía e imaginación pues, además de buen cantaor,  fue un hombre de una inteligencia ingeniosa y de una  ocurrencia fuera de lo normal. Era un contador de historias  y leyendas asombrosas, su imaginación le hacía relatar anécdotas y pasajes de compañeros, de la vida, de hechos inverosímiles… que los espectadores oían sin pestañear, lo que le proporcionó un cariño y una admiración por todas las personas que se rozaban con él, poniendo en ello una gracia singular.

Juan Martínez Vilchez, “Pericón”, comenzaría grabando en discos de pizarra y, durante su periodo de más éxito, siempre estuvo acompañado  de los mejores guitarristas como Niño Ricardo, Melchor de Marchena, Andrés Heredia, Paco Aguilera, Antonio Arena, Pedro el del Lunar, Félix de Utrera etc. y   las  mejores  casas  discográficas, las  más prestigiosas del momento como Odeón, Columbia, Ariola, Hispavox, RCA, Vergara, Marfer o Pulidor… se disputaban su presencia en sus grabaciones.  

Jose Luis Ortiz Nuevo escribiría  “Las mil y una historias de Pericón de Cádiz”, libro que relataría la vida, anécdotas y andanzas del cantaor gaditano que por  entonces seguía viviendo en el barrio madrileño de Carabanchel  con su esposa Rosario. En 1.969  el Ayuntamiento de Cádiz y la tertulia flamenca de la Cadena Ser, le tributaron  un homenaje en el teatro municipal José María Pemán a beneficio de los niños subnormales (hoy denominado personas con otras capacidades). También se  puso un azulejo con su efigie  en la casa donde nació, en la calle Vea Murguia 5. En 1976 la Cátedra de Flamencología y Estudios Folklóricos Andaluces, le concede el premio nacional a la maestría.

Pericón falleció en Cádiz en 1980. Al cumplirse un año de su muerte se le rotuló una calle con su nombre  en el Barrio de la Viña  de su Cádiz natal.