El cante por soleá

Eduardo Ternero - 1 de febrero de 2020

Existen referencias en las que se dice que el tal o cual cantaor, hablamos de los inicios del XIX, cantó jaleos, cañas y la Soledad, que en las bodas gitanas se solían cantar ese tipo de jaleos gaditanos acompañados de bailes. ¿Quién puede saber de dónde le viene el nombre a la Soleá? Hay quien dice que viene de sol, solar… otros que de los jornaleros  que cogían el soleo (aceitunas del suelo), “tonadas de soleo” propia de los gitanos aceituneros. Incluso Demófilo nos dice que la creación de este género es atribuible a una cantaora llamada Soledad que  se basó en los jaleos (estrofas de cuatro versos) y que los acomodó de un modo más pausado.

la Andonda

 Los hay que dicen que Tobalo, tal vez la Andonda, el Loco Mateo… fueron creadores de la Soleá. Nosotros pensamos que fuesen intérpretes de soleares originarias a las que pudieron imprimirles su sello, pero apoyados en unas bases que venían establecidas por la corriente que arrastraba todo lo flamenco, que hincó sus raíces en la Baja Andalucía, se transformó en árbol y fue extendiendo sus ramas por toda la región y por el mundo entero.

 En fin,  lo del origen del nombre, a estas alturas,  es lo de menos, lo que si es cierto es que el compás gitano se apropia de melismas y va transformando “el jaleo”, que  a su vez se basó en el antiguo fandango y tal vez recogiera sonidos  del atávico bolero, para configurar  lo que conocemos como Soleá. Un cante que empezó a dar color a  la fiesta y al baile para ir tornándose en un cantar llorando, en un lamento que se va transformando en el acto dramático de un  ser abatido,  como es  el cante por Soleá.   La Soleá es uno de los palos del flamenco genéricos, que agrupa a otros como la caña, el polo, las bulerías… pero su proceso fue el de pasar de ser un cante muy bailable,  a irse ralentizando el compás para que se luciera el cantaor y pudiese armonizar la poesía que encierra y cuyo  lamento se define  en una estrofa lenta, un cante para escuchar. Será a partir de la segunda mitad del XIX, cuando la Soleá toma carácter definido y se haya  alejado definitivamente de los jaleos. Será en los cafés cantantes,  como otros tantos palos, cuando se dará a conocer y se extenderá  al gran público,  al subir al escenario sin acompañamiento de bailaores.

La estrofa sobre la que se asienta la Soleá es de cuatro  o tres versos octosílabos  con una temática generalmente es el  desamor  y la  tristeza,  son experiencias vitales que el hombre sufre  con su compañera,  con la familia, con los avatares del tiempo… pocas veces  llega a ser un dolor trágico como lo es la seguiriya.

Juan Talega

Hoy, pasados casi dos siglos podemos decir que la Soleá es uno de los cantes grandes, todo cantaor que se precie debe dominarla, debe conocer los recovecos y los distintos estilos. Cualquier artista debe saber armonizar la soleá grande, la soleá apolá o la antigua soleariya. ¿Qué cantaor jerezano no se apoya en una soleá por bulería? Pero además, hoy se sube a un escenario un intérprete y debe demostrar su valía haciendo cantes por  soleá de Triana, la del Zurraque, Cádiz, los Puertos o Jerez,  y debe decir alguna estrofa con aires de Alcalá, Utrera, Lebrija o Marchena  para que el público aprecie que es un cantaor largo.

La soleá es uno de los palos a los que recurren más  los guitarristas flamencos en sus  conciertos  en sus composiciones, ya que la elasticidad de su compás y sus estructuras tanto armónica como melódica la convierten en un género ideal para su recreación en la guitarra flamenca. También, está demostrado  que es un baile muy apropiado para la mujer debido a la profusión de movimientos de brazos, caderas y cintura. A pesar de no ser uno de los cantes más antiguos del flamenco, se ha ido situando en un lugar preponderante dentro del cante jondo,  ya que su estructura musical, su cadencia, la armonía de la guitarra, su carácter profundo y el enorme contenido literario la hacen ser uno de los palos que más gusta al cantaor para lucirse y escuchar al público, no en vano, guarda gran parte de los elementos rectores de la estética musical flamenca.

el Pele

De todos los estilos de Soleá, pueden haber sido catalogados casi un centenar en Cádiz-Los Puertos-Jerez  y en Triana y la provincia de Sevilla aproximadamente 40, muchos en el olvido y otros conservados solo en discos de cera o pizarra. Podemos decir pues que muchas veces confundimos estilos y cantaores por el sello que imponen algunos en sus cantes.

Para hablar de grandes intérpretes del cante por Soleá, nos harían falta un par de folios. Desde el gaditano Paquirri “El Guanté” (1847) hasta Rancapino Hijo (2020) han pasado generaciones de cantaores que han engrandeciendo este cante. Los Paulas, Gilica, Pavones, El Mellizo, Aurelio,  los cantes del Zurraque,  Chacón, la Fernanda y la Bernarda en Utrera, los Sorderas, Los Moneos, la saga de los Terremoto, Mairenas, Camarón,  El Pele… y un largo etcétera de cantaores y cantaoras que,  a lo largo de la historia, han dejado su impronta en el cante, el toque y el baile por Soleá,  estandarte del flamenco.