Juan Talega

Eduardo Ternero - domingo,  19 de junio de 2022

Antonio Mairena fue uno de los que más luchó y defendió el mundo flamenco; además de ser uno de los mejores cantaores que ha dado la historia, fue un investigador, recuperador y descubridor no solo de muchos estilos sino también de artistas que pudieron quedar en el anonimato sin grabar y sin dar a conocer su forma de cantar para el conocimiento y  enriquecimiento del flamenco.

Uno de sus más importantes descubrimientos fue el de Juan Agustín Fernández Vargas, conocido como Juan Talega. Juan nació en Dos Hermanas (Sevilla) en diciembre de 1891 en el seno de la familia  gitana de los Paula. Era hijo de Agustín “Talega” un excelente cantaor de seguiriyas, por tanto era sobrino de Joaquín el de la Paula y primo de Manolito el de María. Bastaría decir el nombre de la familia donde se crió para entender que Juan llevaba en sus venas ese reguero ancestral del flamenco, que portaba la esencia de una de las sagas más puras de lo jondo y sin embargo no se dedicó profesionalmente al cante hasta los últimos años de su vida.

Juan Talega

Desde la niñez acompañó a su padre en el oficio de tratante de ganado, una ocupación familiar que tuvo mucha preponderancia en el pueblo gitano hasta la irrupción de la maquinaria agrícola en España, allá por los años 70. Eso no quita que Juan, al igual que toda su familia derrochara su bien hacer en el cante, en reuniones familiares, en algunos festivales de su ciudad, Dos Hermanas,  Triana, Alcalá de Guadaira, Utrera, Morón… y sobre todo en las juergas en las que participaban muchos gitanos y payos nazarenos, como “Azuquita”, “el Pollo”, “el Pavero” o Manolito “el Alpiste”, un gran amigo que  acompañaría a Juan hasta sus últimos años. Además Juan tenía mucha amistad con los terratenientes de la zona, los cuales  siempre lo llamaban para animar las fiestas y las juergas en sus fincas, en las que también participaba su gran amigo y compañero de juergas el insigne guitarrista Diego del Gastor. Pero, Juan no entraría en los planes ni en los circuitos de las compañías de cantaores de su época,  hay que tener en cuenta que los cantes que hacía Juan no cuadraban con los gustos del público durante el periodo que duró  la Ópera Flamenca. 

Cuando Antonio Mairena lo conoció y lo escuchó supo el valor que encerraba en sus formas aquel gitano de casi 70  años y no quiso que aquella riqueza cultural, el arte que  llevaba en sus genes y en su memoria, se perdiese. Mairena tenía claro que  los cantes de sus ancestros, lo jondo de los cantes de Alcalá había que recuperarlos, más cuando se trataba de un heredero fundamental de la saga, que además era portador de una genuina voz rancia, afillá y de las más puras que ha dado el mundo del flamenco. Pero, no todo fue fácil,  Juan tuvo que vencer la dificultad  de  saber acoplarse a la guitarra dado que  casi siempre solía cantar a palo seco; pero de la mano y el empeño de Mairena consiguió superarlo y con ello tuvo el ánimo de subir a los escenarios y entrar en los estudios de grabación de la casa Columbia. 

Antonio Mairena necesitaba decir y demostrar  al mundo del flamenco la importancia y la aportación gitana andaluza al mundo de lo jondo. Para ello no solo contó con Talega sino con algunos más,  a los que encumbró y los llevó a grabar aquellos cantes antiguos que tenían en su memoria, para atestiguar y recabar el conocimiento que estos viejos cantaores heredaron de sus ancestros. 

Con Antonio Mairena

Mairena, además, consiguió que Juan Talega se presentara al gran Concurso de Córdoba de Cante Jondo que se celebró en 1960,  obteniendo el primer premio por soleá, seguiriyas y tonás.  A partir de  ahí, Talega,  pasaría a cantar en muchos festivales de nuestra geografía, dándose a conocer en todos los rincones del mundo flamenco. Parte de esa  culpa la tuvo Mairena que buscaba afianzar sus afirmaciones sobre la preponderancia del cante gitano andaluz sobre la etapa de la Ópera Flamenca, en reivindicar la pureza del cante y sobre todo la recuperación de estilos que muchos estaban en peligro de ser olvidados o perdidos y que solo quedaban en la memoria de algunos como Juan Talega, Pepe Torres (hijo de Manuel Torres) El Cuacua, Manolito el de María y muchos más. Empero, su manera de ejecutar los cantes no  influyó solo en Mairena, sino en Perrate de Utrera, Bastián Bacán, José Menese, Miguel Vargas o Rancapino entre otros muchos.

Dicen que, en las antiguas fiestas de Santiago y Santa Ana, “El Cano Talega”, hijo de Juan Talega ponía  en los Jardines de la Pimienta  (Dos Hermanas), un mostrador y unos palos con un sombrajo y  Juan Talega tenía a bien invitar a Antonio Mairena y a muchos flamencos amigos,   formándose unas juergas monumentales. Hay que decir que Juan era considerado como un patriarca y vivía en una casa vecinal llamada la Mina Grande, allí se citaban amigos y artistas y  que muchas veces se convertía en una especie de juerga comunal; porque Juan era muy querido por muchísima gente; y en muchas de esas fiestas no faltaban unos jovencísimos ‘Los del Río’, el alcalde Fernando Fernández Martínez, conocido como ‘Chato el Platero’, artistas como  Bambino, , El Sevillano, Gordito de Triana, El Carbonerillo, Chiquetete o El Peluso. También tenía relación Juan con esas dos grandes del flamenco que eran Fernanda y Bernarda y sobre todo la amistad que mantenía con Pepe Marchena, al que admiraba y respetaba por su voz y su enorme conocimiento del cante. 

Su casa

Ya en sus últimos  años se le tributaron bastantes homenajes; por ejemplo, al año siguiente, después de grabar su primer disco (1967), seria en Morón de la Frontera donde le hicieron un enorme reconocimiento al que se sumaron muchos artistas; ya que,  desde la irrupción de Juan en los tablaos, desde que empezó a visualizarse en el mundo del flamenco, fueron muchos aficionados y sobre todo muchos artistas los que reconocieron su enorme valor, era como volver al pasado. Juan era admirado y muy querido por todos los grandes cantaores, artistas, escritores, poetas, y por todos los aficionados del cante gitano. También, ese mismo año, pero ya a nivel nacional,  se le hizo un reconocimiento en el teatro de la Zarzuela de Madrid, al que no pudo asistir por encontrarse enfermo pero al que acudieron numerosos artistas de la época, destacando los hermanos Mairena al completo. 

Bastián Bacán 

Juan aportó mucho conocimiento de los cantes que su familia traía en la sangre, en la memoria y en la garganta. Aparte de las soleares de los Paula, a Tío Juan Talega le debemos la transmisión y divulgación de algunos de los cantes de Tomás El Nitri, los Cagancho, los Pelaos, La Andonda, Paco La Luz, El Loco Mateo, Manuel Torre o de  Enrique el Mellizo. También a Juan Talega le debemos, al igual que a otros gitanos viejos que se prestaron como el Negro del Puerto, Chache Bacán y un largo etcétera, por su poder memorístico de retrotraer  cantes atávicos para que Antonio Mairena pudiera recuperar  estilos y formas de palos flamencos  que estaban cuasi olvidados o  en extinción. 

Juan Agustín Fernández Vargas dejaría de existir en su misma localidad natal (Dos Hermanas), el 31 de julio de 1.971. Años más tarde (1.980) la corporación nazarena colocaría un mosaico en la fachada de la casa donde vivió y también, ese mismo año, se iniciaría en dicha localidad el festival flamenco que lleva su nombre. Desde 1.987 la Peña  “Juan Talega”  viene haciendo una semana cultural flamenca. No cabe duda que, este insigne cantaor, dejó como herencia la más pura esencia del cante gitano que se haya escuchado en los últimos tiempos del flamenco. 

JUAN TALEGA SOLEÁ.. GUITARRA, MELCHOR DE MARCHENA