Manuel Celestino Cobos “Cobitos”

Eduardo Ternero - domingo, 30 de octubre de 2022

Si alguien le preguntara a Manuel Celestino Cobos, “Cobitos”, de donde era, le acarrearía un problema. Porque, nació en 1896, en Jerez de la Frontera; cuando apenas tenía un año, su familia se trasladó a vivir en Sevilla y más tarde, ya adulto, estaría casi diez años viviendo en Córdoba. Pero, definitivamente, se quedó en Granada, ciudad en la que conoció a su mujer, donde crearía su propia familia y donde desarrollaría gran parte de su carrera artística.

Manuel Celestino “Cobitos” 

Como casi todos los flamencos del XIX, empezó pronto, dada la necesidad perentoria de buscarse las habichuelas, de aportar algo a la familia y porque en aquellos tiempos no estaba tan mal visto, ni prohibido, los niños trabajaban desde muy pequeñitos. Cobitos, desde su temprana edad, dada su sensible voz y su conocimiento del flamenco, recorrió los bares y salones de recreo, cafés… de casi todas las provincias del occidente andaluz.  En su juventud, tras una actuación que tuvo en Tarifa, un amigo suyo, Diego Piñero, que tenía un barco, le convenció para que actuara en Tánger que, por aquellas fechas, era una ciudad cosmopolita de trasiego de militares pendientes de la Primera Guerra Mundial, las guerras españolas en el Rif, los problemas coloniales de Francia y Marruecos… Allí seguramente sería contratado para cantar en los cafés: El Versalles, el Olimpia o Paladium. Eran tiempos revolucionarios y los flamencos se desplazaban a los frentes, a lugares internacionales, de mucho trasiego… Allí fueron sobre todo artistas como Pastora Robles (Canzonetista), las Hermanas Vidal (Bailarina y cupletista), Piquito de Oro (cantaora) y muchos cantaores como Pepe Marchena,  el Niño Genil, el Niño de Cartagena, la Niña de los Peines, el Pinto, Juanito Varea, José Cepero, El Gloria, El Cojo de Málaga… artistas que saltaban el Estrecho a menudo para deleitar en los teatros  a las fuerzas militares y empresarios desplazados al norte marroquí.

A la vuelta, y tras pasar por Sevilla, Cobitos, es contratado para cantar en La Montillana, una especie de café cantante propiedad del guitarrista Pepe Cuellar; corría el año 1921, aunque otros estudiosos de su biografía afirman que fue en 1926. Nosotros pensamos que fue en 1921, ya que, según las crónicas,  en 1922, actuaría en el I Concurso Internacional de Cante Jondo celebrado en Granada, organizado por Falla y otros estudiosos andalucistas, intelectuales, flamencos… como Lorca, Zuloaga… y en cuya actuación, “Cobitos”, sería acompañado a la guitarra por José Cortés “Pepe el de la Flamenca” que a la postre se alzaría con el tercer premio de guitarra con una dotación de 250 pesetas.

 Frasquito “Yerbabuena” 

En Granada, “Cobitos”, conocería a Manuel Torre y actuaría, alternando con él, en varias ocasiones. Fue entonces cuando también conocería a su mujer, una granadina que se dedicaba a vender caramelos y pipas por la zona donde estaba el café. Ella fue a verle actuar y le gustó mucho su forma de cantar, por lo que se dirigió a él y se lo dijo. De aquellas palabras pasaron a salir juntos, a plantarse ante el altar, a engendrar y criar a tres hijos. Después se fueron a vivir siete u ocho años a Córdoba, contratado en la Venta de los Vargas. Los aficionados de Córdoba ya  le conocían y le admiraban,  pues, Cobitos, había ganado en 1917 el segundo premio de saetas en la ciudad de la Mezquita.

Tras su periplo cordobés y tras desplazamientos por la geografía andaluza, actuando en lugares emblemáticos como el café de Chinitas malagueño, donde alternaría con las grandes figuras del momento como Pastora Pavón, Marchena, Torre, Vallejo, etc., Cobitos vuelve a Granada; estamos a inicios de los 30 y recalaría en varios locales de la ciudad de la Alhambra y en la cueva de María la Canastera. Lo más importante en la vida de Manuel fue la acogida que tuvo por parte de los granadinos, el reconocimiento, el fervor que le demostraron. Cobitos acudía a casi todas las fiestas privadas, se hizo amigo de Frasquito Yerbabuena, que como sabemos, era idolatrado en los entornos flamencos, bares, cafés cantantes, locales de diversión y esparcimiento  de toda Granada.

Ramón de Algeciras 

Pero Manuel Cobitos le devolvió con creces a la ciudad nazarí su cariño, como si fuera un hijo más;  haciendo los cantes y estilos de Granada con la más sentimental y ternura flamenca. Los granadinos, sobre todo los flamencos de su peña “La Platería” y miles de aficionados, vieron siempre en Cobitos un hombre serio, un cantaor ortodoxo, fiel a sus principios, alternando con todos los públicos y no dejando de asistir a sus reuniones  privadas y “cabales” de su querida tierra, Granada.

Ya dijimos que fue un gran amigo de Frasquito Yerbagüena, que recogió parte de sus cantes y su forma de hacer las verdiales y los fandangos abandolaos y granaínas. Pero además, Cobitos, fue un estudioso, un gran conocedor y un magnífico ejecutante de los cantes de levante, de las malagueñas y sobre todo los cantes mineros. Eso no quita que igualmente fuese un gran intérprete de los cantes por soleá, seguiriya, tientos y bulerías…; No en vano, a lo largo de su vida cosechó gran cantidad de premios nacionales y otros muchos de peñas y festivales. Destacar entre ellos dos en Málaga, cuatro en Fuengirola, y entre diez y doce en el Festival de Cante de las Minas de la Unión.

Manuel Cobitos 

En su discografía hay que distinguir los cantes referentes a Frasquito Yerbabuena, ya que este no grabaría nunca sus cantes, sin embargo, Cobitos, si lo hizo y lo haría a la perfección. Un buen ejemplo de ello son los cantes abandolaos que casi todos los cantaores actuales suelen cantar al finalizar unos cantes de Málaga, los cantes por granaínas o cuando se hacen tandas de fandangos. También, en honor a la verdad, hay que decir que en sus discos se ve la influencia que en él tendría otro coetáneo y amigo suyo, Antonio Silva “El Portugués”, igualmente afincado en Granada, que no grabaría, pero que, gracias a Cobitos, hemos podido conocer la forma de hacer sus cantes en un magnífico disco editado por la casa discográfica “Triump”, acompañado a la guitarra por un magnífico Ramón de Algeciras, en plena madurez artística.

Su extendida vida (más de 90 años), le permitiría conocer el proceso y la deriva de muchos de los cantes, conviviría y compartiría escenario con grandes artistas de distintas etapas flamencas, lo que le llevaría a ser considerado como un enciclopedista,  respetado y venerado por sus coetáneos de profesión.

Cobitos diría: “Al cante hay que echarle un eco de voz sentimental para que, el que está escuchando, se acuerde de varios tiempos.” Efectivamente, ese fue un lema personal que se trazó a lo largo de su vida, ser fiel a una melodiosa garganta y sobre todo un excelso copista. Su voz, cortita y suave, capaz de imitar la ‘jondura’ y melismas de Chacón en un cante por granaínas, la fuerza de un abandolao y frescura de Yerbabuena, hacer una malagueña con los tintes de La Trini o del Mellizo, cantar con la sobriedad, profundidad y solemnidad la seguiriya de Francisco La Perla o una taranta con el vigor y el vibrato de Vallejo. 

Manuel Celestino Cobos, “Cobitos”, murió en Granada, el 22 de febrero de 1986, a la edad de 92 años. El flamenco y los flamencos deberían haber tenido un mayor reconocimiento y consideración hacia Cobitos por la difusión de los cantes del reino nazarí.

Cobitos - Solea Apolá

Guitarra: Antonio Piñana

FESTIVAL NACIONAL DEL CANTE DE LAS MINAS 1974