La atemporalidad de una guitarra: Paco de Lucena

Eduardo Ternero - 27 de septiembre de 2020

La guitarra flamenca, como la conocemos hoy, vino a nacer  entre finales del XVIII y  principios del XIX, pero el acceso a ella fue lento y dificultoso;  la falta de  guitarreros, los pocos maestros y la pobreza  para adquirirla por parte de los aficionados  hacía que su aprendizaje fuese costoso y lento. Sin embargo, hubo unos templos de tertulia y acogida, unos lugares de obligada visita, tras las recolecciones del campo, la vuelta al pueblo de temporeros, (gañanes, campesinos), que regresaban para las “vestías”, y aprovechaban para  cortarse el cabello, sacarse una muela o a escuchar cante fuera del mundo de cafés y bares que les resultaba caros. 

Paco de Lucena 

Esos lugares fueron las barberías. Por lo general,  los maestros barberos no lo eran solo en asuntos de rasurados, cortes de pelo y dentistas… sino que también lo eran manejando la sonanta en tiempos de asueto. Eso fue una tradición  en Andalucía  hasta casi finales del XX. 

Francisco Días Fernández, fue uno de esos niños. Paco nació en pleno campo de Lucena,  en 1859, ya que su madre se encontraba recogiendo lentejas en  medio de la besana cuando parió; motivo por el que la gente le apodó desde pequeño el “Lentejo”. Siendo un niño comenzó a trabajar en la barbería del maestro Espinosa (un excelente guitarrista), y entre barridas de cabellos, enjabonados de cara y atención al personal, aquel niño de Lucena,  fue aprendiendo a tocar la guitarra. Debió dársele bien el manejo del instrumento, porque al poco superaba a su maestro y  tocaba por los bares del pueblo. Muy poco después se marchó a Málaga, donde sería conocido como el “Niño de Lucena”. Allí tuvo sus primeros contactos (pidiendo trabajo) en los  11 cafés cantantes que tenía la ciudad. Por fin, sería en el café de “Bernardo” donde fue contratado temporalmente para sustituir al guitarrista  oficial, Paco el “Águila”, que se encontraba enfermo. 

Cuentan las crónicas de la época que lo hizo tan bien, tuvo tanto éxito,  que el dueño del local lo contrató, a pesar de incorporarse primer guitarrista, el “Águila”. Entre ambos ‘tocaores’ nacería una gran  rivalidad por ganarse al público, pero  Paco destacaba, seguía aprendiendo a pasos agigantados. Se cuentan anécdotas de sus porfías  en las que se llega  a lo esperpéntico, como colocarse el “Águila” un guante para tocar  y, a continuación, Paco envainar en su mano un calcetín, para acompañar al cantaor, significando que dominaba el instrumento sobremanera. 

Acompañado de Juan Breva 

En Marzo de 1879, ya consagrado con el nombre de Paco de Lucena, contando con tan solo 20 años, daría el primer concierto de guitarra flamenca en Córdoba,  en el Café Cantante “El Gran Capitán”. La expectación fue tal que el local estaba a rebosar. 

Flamencólogos y cronistas de los periódicos del momento no dudaron en confirmar que  Paco dominaba el instrumento como un gran artista,  llegando a decir,  entre otras cosas: 

“…es el guitarrista más grande del siglo XIX”. El investigador José Cruz Gutiérrez apunta “… aquello le valdría – por el dinero que le reportó – para redimirlo de hacer el servicio militar”. Como sabrán ustedes, en aquellos tiempos, estaban exentos de hacer el servicio militar e ir a las colonias a combatir (Cuba, Filipinas…) todos los que pudiesen pagar una cantidad de dinero estipulado (unas 1.500 pesetas de 1880). Algo que estaba al alcance de muy pocos. En aquellos tiempos se cantaba, al respecto: «Si te toca, te ‘joes' / que te tienes que ir, / que tu madre no tiene /seis mil reales 'pa' ti». 

Muchos apuntan que Paco de Lucena fue un auténtico maestro,  un revolucionario  de  la guitarra flamenca, del que bebieron los posteriores guitarristas  que destacarían a inicios del XX y entre los que habría que nombrar como su continuador a Ramón Montoya. 

Con su mujer, la “Parrala” 

Pero Paco tuvo poco tiempo de aleccionar a sus alumnos, pues  sería víctima de aquel mal  de finales del XIX que fue la tuberculosis y que acabó con la vida de tantos hombres y mujeres; también de los  artistas de aquella época: el romanticismo

Paco se casaría con la cantaora la “Parrala” (Dolores Parrales Moreno), con quien cosecharía grandes triunfos, haciendo giras por toda España y toda Europa, actuando en París y otras ciudades importantes. También acompañaría a los mejores cantaores de la época: Juan Breva, Rojo el Alpargatero…, y se le reconoció una gran personalidad y un gran cúmulo de virtudes.  Fue, además,  un buen empresario y como tal regentó el Centro de Recreo de Córdoba.  El periodista y musicólogo José Manuel Gamboa  afirma: “Paco de Lucena fue a la guitarra flamenca lo que Mozart a la música clásica, pues llevó al máximo de sus posibilidades técnicas el toque…”

Es cierto que al morir tan joven (tan solo 39 años), no pudo culminar una carrera llena de éxitos y, posiblemente, mucho de su estilo se perdiera;  pero, como hemos dicho,  los que nacieron a finales del XIX y tuvieron la suerte de escucharle y aprender su técnica, nos dejaron resquicios de sus aportaciones al flamenco como fue la estructuración de la caña y la creación del toque para el cante sanluqueño de la rosa. Dicen los entendidos que Diego del Gastor puede haber sido el mejor continuador de la excelencia guitarrística de Paco de Lucena, aunque Diego no tuvo la suerte de poder escucharle puesto que nació diez años después de su muerte. El gran guitarrista lucentino no pudo alcanzar el siglo XX, la tuberculosis se lo llevó en 1898.