Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 9 de noviembre de 2025
Tras el éxito obtenido en el Teatro Calderón madrileño durante todo el otoño de 1971, la Compañía “Espectáculos Casas” se desplazaría a Málaga para actuar los primeros días de febrero. Aquel espectáculo “Los Mejores” con Valderrama y Marchena estaba dando resultado. Más tarde, el día 8 de ese mes, actuarían en el pueblo cordobés de Cabra, donde Pepe sería homenajeado por la Peña Flamenca “Cayetano Muriel Niño de Cabra”. En dicho acto al marchenero se le entregaría un pergamino y se le hacía Presidente de Honor de dicha Peña por los merecidos méritos contraídos a lo largo de toda su vida como artista universal del cante flamenco.
Antonio Montoya Flores "Farruco"
El flamenco, nuestro arte tan peculiar y como cultura global, estaba calando entre los jóvenes intelectuales españoles y extranjeros. Ya no se le achacaba, de modo peyorativo, su pertenencia cuasi exclusiva a la gente del pueblo llano, incluso en décadas anteriores se denigraba aduciendo su pertenencia a una sociedad paupérrima o de baja estofa. Todo estaba cambiando. Aquel mismo mes, en febrero del 72, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla, se impartiría un ciclo de “Conferencias y actuaciones sobre Flamenco”, en las que participaron Antonio Mairena, Chocolate y Farruco entre otros. El día 28 de febrero se clausuraba el ciclo en el Aula Magna y el conferenciante y cantaor sería el ‘maestro’ Pepe Marchena, acompañado de su guitarrista entonces Benito de Mérida, la bailaora Carmen Mora y una loa poética, exultante, llena de elogios y alabanzas a cargo del “Gitano de Oro”, aquel incondicional de Pepe, que tanto le admiraba. El acto estuvo presentado por el letrista de infinidad de sevillanas y artistas flamencos, el nazareno Federico Alonso Pernía.
Conociendo a Marchena, creemos que estaría más que eufórico. Para Pepe estar en la Universidad, explicar los secretos del flamenco a los jóvenes universitarios, ejercer como catedrático del cante habían sido a lo largo de su vida sus grandes deseos, Y la verdad sea dicha, ¿quién mejor que él para este tipo de actos, que venía de vueltas de todo, que conocía cada recoveco del cante? Y ¿quién podría tener la experiencia, la madurez suficiente, después de tantos años en la cumbre del flamenco como para ilustrar a la juventud universitaria?
Por suerte la charla-recital que diera Marchena quedaría grabada. La propia Universidad de Sevilla se ha encargado de rescatarla y editarla gracias a la labor del jerezano D. Rafael Infante Macías (1942-2022), catedrático de Matemáticas y rector de la Cátedra de Flamencología de la Universidad sevillana que tanto aupara al flamenco hacía cotas más altas y que rescatara muchas voces del flamenco cuasi perdidas.
Como era su costumbre, Pepe, iniciaría su charla elogiando a la juventud, al recinto estudiantil con estas palabras: “La Universidad de Sevilla tiene un sabor, un estilo y un arte fuera de serie”… Al igual que haría referencia a los compañeros que antes habían dado sus respectivas conferencias y a grandes artistas desaparecidos como Carmen Amaya y cantando en primer lugar por soleá: “Le dijo el tiempo al queré/ esa soberbia que tienes/esa manía que tienes/que yo te la castigaré”…
Rafael Infante, catedrático de Flamencología
Pero sería mejor que procuraran escucharla al completo, a través de los medios que dispone internet, pues a lo largo de todo el acto, Marchena no se limitó a hablar, sino que fue explicando cantes antiguos, modernos y los cambios que se han ido produciendo a través del tiempo. Entendemos que Marchena tenía la cultura que da la vida, esa experiencia que da el haber vivido y compartido con tantos intelectuales, artistas, famosos, gente del pueblo... Pero, igual entendemos que sus frases no estaban aprendidas, ni tenía guión escrito como soporte, ya conocemos su analfabetismo. En cambio, sabía entonar las palabras como un buen conferenciante, disponía de gran experiencia en hablar y motivar al público con sus anécdotas, ejemplos, vivencias…, llevaba casi 60 años en los escenarios y aunque pareciera que sus frases no tienen ligazón ni estaban bien construidas, su atractivo consistía en embaucar a los espectadores con sabias ocurrencias, con su conocimiento de los cantes y la cantidad de datos que aportaba como nombres de lugares, de cantaores, formas y estilos de hacer los cantes… y, además, lo que si tenía Pepe era una memoria prodigiosa, era una enciclopedia del flamenco.
Como hemos dicho otras veces, de cualquier palo, Pepe era capaz de hacer una cantidad ingente de letras variadas y aplicarlas a cualquiera de los estilos de los mejores cantaores de la historia, dándole su sello personal. Así, podía cantar 20 letras de malagueñas, hacerlas por el Canario, el Mellizo, Chacón, de Torre, de la Trini o de la Peñaranda; Lo mismo le ocurría con los estilos y letras de soleá. Pepe siempre se decantaría, gustaba mucho hacer cantes por soleá, sintió admiración por los cantes de Triana, sobre todo por la soleá de los cantaores del Zurraque y de la Cava de los Gitanos; elogiaba sobre todo a uno de sus precursores, a Ramón “El Hollero”.
Igual solía hacer con las tarantas, los fandangos… o cualquier otro cante; dominaba todos los campos del flamenco, lo había estudiado y practicado a lo largo de su vida. Pero, además de todo ello, su otra gran habilidad fue la elocuencia. El saber convencer con la palabra a los demás. Pepe desde muy joven supo embelesar al público, meterlo por donde él quería con sus ocurrencias, con sus vivencias y, entre cantes, recuerdos y su habilidad oratoria, la conferencia recital es una delicia escucharla.
El público no paró de aplaudir la actuación didáctica del ‘maestro de maestros’ que en esta ocasión estaba ejerciendo de ello, dándole un repaso general al flamenco, cantando y explicando aspectos acerca de la malagueña, la caña, la guajira…; pero, sobre todo, insistiría en los cantes por soleá, por tarantas y fandangos que eran los cantes que más gustaban a Pepe.
José Llererna "Chato de la Isla"
Estamos en la primavera de 1972 y en el Diario Palentino se publica una noticia digna de traer acerca de la Saeta, pues estamos en Semana Santa y el periodista pregunta a José Llerena “El Chato de la Isla”, que por entonces actuaba en una sala-tablao madrileña, el porqué de aquel sentimiento que expresaba a la hora de cantar saetas. El Chato le contestaría: “Soy saetero por devoción, a mí la religión ni fu ni fa, pero cuando canto por saeta me transformo. Es una cosa muy rara (añadiría), empiezo a cantar una saeta y me surge un sentimiento…; en esos momentos creo en la Virgen, en el Cristo, en los santos…” Continuaba el periodista: El Chato es un cantaor bajito, feo…, pero se transfigura en gigante, los ojos le brillan cuando canta por saetas, tal vez recordando sus ancestros, su isla de San Fernando: “Soy un cantaor muy ‘sentío’, pongo todo lo que tengo dentro. No tengo mucha voz, pero sé usarla…”.
En esas mismas fechas, en el periódico de Baleares, en una sección llamada “Vueltas al Ruedo”, aparecía una reseña-entrevista que se le hacía a Pepe Marchena en la que se decía que el popularísimo Pepe Marchena era un gran aficionado a la fiesta de los toros. Se añadía que estaba muy vinculado al matador de Fuengirola Antonio José Galán, del que era padrino de bautizo. Por cierto que cuando le dijeron a Marchena que Galán iba a ser una gran figura del toreo, respondió: “¡Pues claro que lo será! ¿O es que tú te crees que yo iba a apadrinar a un ‘chufla’”.
En aquellas fechas, el ‘maestro’ de Marchena, estaba pisando terrenos malagueños, hacía una pequeña gira por Casarabonela, los alrededores de Ronda, Yunquera… y, estando en el pueblo del Burgo, mientras cantaba Marchena, se oyó entre el público el grito de un espectador con no muy buenas maneras: ¡Marchena, canta sin bozal! Refiriéndose a que no cantara con micrófono. Estamos en 1972, cuando ya existían medios de amplificar el sonido como los micrófonos, los sistemas de altavoces de columnas, etc. Con ellos, los artistas, los oradores…, todos, pudieron expresarse al público, en los grandes recintos, sin necesidad de tener que esforzarse como lo habían hecho en épocas anteriores. Marchena fue uno de aquellos que tuvo que cantar muchas veces en cines de verano, teatros, plazas de toros…, sin aparataje de amplificación alguno. Sin embargo, ahora podían beneficiarse de los avances técnicos.
En el caso que nos ocupa, Marchena seguiría cantando, haciendo oídos sordos a aquel energúmeno y cuando todo parecía olvidado, se dirigió al público con estas palabras: “Distinguido público, con vuestro permiso voy a tener la satisfacción de dedicarle para terminar unos cuantos fandangos a ese compañero de cuadra”.
Pepe Marchena en la IV Fiesta de la Guitarra
Hablando de otras de las cualidades de Pepe, en torno al aspecto económico, debemos recordar que Canalejas y alguno más no estuvieron nunca de acuerdo con que el ‘maestro’ ganase siempre una cantidad tan desorbitada respecto al resto de los artistas de cualquier troupe en la que se movía. En esto debemos decir que Pepe exigía lo suyo y si los productores, los empresarios se lo pagaban sería porque verían rendimiento en su contratación. Eso es algo que no todos podían decir. En otras ocasiones, ya lo hemos comentado, cuando era Marchena el empresario, decían algunos cantaores que no era buen pagador con los artistas que llevaba. Ahí no podemos opinar, no estamos en condiciones de saber quién lo merecía o quién debería cobrar más; suponemos que Pepe haría sus cuentas.
Al hilo de ellos encontramos en el periódico “El Pueblo” de 20 de junio de 1972, unas declaraciones de Manolo Sanlúcar, tras ganar el Primer Premio del Campeonato Mundial de Guitarra Folk, en Italia ante 16 enormes contrincantes. El periodista Juan Pla le hace una entrevista y entre otras cosas acerca de su vida Manolo diría: “… sería Pepe Pinto quien me presentaría a Pepe Marchena y estuve con el ‘maestro’ dos años, yendo de festival en festival. En ese tiempo el empresario decía que con diez duros diarios yo tenía bastante, que así me pagaba los gastos. Sin embargo, fue Marchena el que luchó y le dijo que me subieran otros cinco duros y así seguí subiendo”.
Al hilo de esto, contaba Cepero de Cantillana una anécdota que les transcribo: Estando los diestros Manolete y el mejicano Carlos Arruza en el Hotel Alfonso XIII de Sevilla, divirtiéndose y con ganas de escuchar cante, Manolete preguntó por el Niño de Marchena que estaba en el Hotel Colón. Marchena fue y les cantó. Arruza le preguntó cuánto le debía y Pepe le dijo: “… a mí nada, me ha llamado mi amigo Manolete, pero me da usted tres mil duros”. “El Niño” le dio 5 mil pesetas al guitarrista y llamando al camarero le diría: “Pino, traiga usted una caja de manzanilla y un jamón, y la ‘guerta’ se la queda usted de propina”. Arruza lo miraba extrañado mientras Manolete sonreía.