Fernando “El de Triana”

Eduardo Ternero - 23 de noviembre de 2019

Fernando Rodríguez Gómez fue un cantaor, guitarrista y difusor del Flamenco, al que se le conocía con el nombre artístico de “Fernando el de Triana”.  Nació en Sevilla, cerca de la Macarena, el día 15 de abril de 1867. Hijo de un sevillano, Joaquín Rodríguez,  y de una trianera, Ana Gómez,  hija de Fernando Gómez “El Cachinero”. La familia se mudó a la calle Feria y después a Triana, a la calle Verbena de Triana.  Años después se irían  a la calle Pureza.

Fernando  siempre presumió de ser  trianero, de ser hijo de un herrero gitano, de llevar sangre romaní en sus venas; sin ser verdad,  sentía orgullo  de ello.

El de Triana se crió en la Cava de los Gitanos, allí aprendió las raíces y los misterios del cante, el baile y la guitarra. Desde muy joven fue  guitarrista en varios Cafés de Madrid (Críspulo, Imparcial…), En Málaga (Café del Turco). Allí se instalaría  y formaría pareja durante varios años con Paco el de Lucena, con el que actuaría en el Eden Concert de Barcelona.

Comer del cante, en aquellos años,  se hacía difícil. A inicio de los  veinte  se  fue a Nador,  ciudad del  norte  de Marruecos,  donde instaló un bar, pues los españoles estuvimos explotando sus minas y allí acudirían muchos flamencos, como los entonces  jóvenes ( Carbonerillo y Pinto). Después, se instaló en Huelva, donde se aficionó al fandango en todos sus estilos. El tiempo, irremediablemente, fue apagando su voz y  se fue a vivir a  Coria del Río, donde el cantaor regentaría  un chiringuito junto a su esposa, Paca “La Coja”. Era un bar donde se expendían  vinos de Sanlúcar junto al Guadalquivir, en la zona conocida como El Carrascalejo. En su local se dieron cita los mejores cantaores de la época (Manuel Torre, Niño Gloria, Mazaco…); Allí, entre manzanillas y albures fritos, se escucharían los mejores cantes de inicios del XX, en los que Fernando, a la par que anfitrión acompañaba con su guitara a los cantaores. Pero el negocio fue a menos y tuvo que dejarlo.

Decidido a seguir en el mismo negocio se instaló en Camas, donde montaría  una tabernita que llamaría la Sonanta, en recuerdo a la guitarra. En ella colgaría una enorme cantidad de fotografías,   carteles de  artistas y recuerdos de su  vida.  En el año 1932, Fernando daría una conferencia en el Centro  Cultural  Instructivo,  por allí  estuvieron  Blas Infante y el gran pintor sevillano Rico Cejudo. Por  empeño de estos, surgió la idea de convertir sus apuntes en un libro, que se editó gracias a la generosidad de  Antonia Mercé “La Argentina”. Fue el primer cantaor de la historia del flamenco que se atrevió a escribir un libro sobre su arte: “Arte y artistas flamencos” (Madrid, 1935). El libro no tendría mucho éxito, el hambre, la Guerra Civil (1936-39) la incultura… hicieron que la mujer de Fernando en la postguerra tuviese que ir vendiéndolos por la calle en una espuerta, para aliviarse en tiempos de miseria.

Gracias a los escritos y fotografías que acumuló, gracias a su extensa vida y datos biográficos que maneja  acerca de muchos artistas contemporáneos, se convirtió en una obra  fundamental para el mundo flamenco. 

Su chiringuito en Coria

Gracias a su recopilación, gracias a su interés nos han llegado hasta hoy muchas de las cosas que sabemos sobre el flamenco  del XIX. Por ese motivo se le llamó  Decano del Cante Jondo.

Su libro convertiría a Fernando el de Triana en el primer cantaor que abordo literariamente el tema del flamenco; aunque su obra se condense en un único libro,  que se puede enclavar entre el ensayo y la biografía, hay que considerar el grado de cultura  de un cantaor que le echo valor a la vida, que, a pesar de sus limitaciones fue conferenciante y crítico de flamenco. Formó una compañía propia durante muchos años, autor de muchísimas letras que incluía en su repertorio de soleás, taranteas, malagueñas o fandangos y que utilizaban muchos de sus coetáneos. Fue un gran bailaor, guitarrista y enciclopedista; además de maestro de muchos otros artistas.

En su obra, Fernando cita a multitud de artistas;  de unos cuenta lo que recopiló de los viejos trianeros de inicios del XIX. Artistas como El Loco Mateo, El Nitri, El Fillo el Profeta, Silverio…  y tantos que han llegado a nosotros gracias a él y a otros como Demófilo  (padre de los Machado).

Libro de Fernando

Otros artistas que fueron coetáneos a él, que subieron a los escenarios con él, que estuvieron en contacto, que fueron a sus tabernas: se vieron retratados: Juanito Mojama, el Canario, Manuel de los Reyes, Chacón, Manuel Torre, Juan Breva, Pepe de la Matrona…cantaores  jóvenes  que bebieron de su  arte, como Sellés,  El Cojo de Málaga, Niño de Marchena…  cantaoras como La Parrala, Pastora, la Macarrona, la Serneta… y muchos guitarristas que le acompañaron en sus periplos flamencos: Niño Ricardo, Cepero el Viejo, Perico el del Lunar, Niño Sabicas… artistas que han sido transmisores y creadores de estilos; y muchas bailaores y bailaoras: El Estampío, Antonio el Pintor… Carlota Ortega, La Mejorana, La Malena entres cientos de ellos. No olvida mencionar gente relacionada con el flamenco, mentores, mecenas, críticos y un largo etcétera que hacen de su obra una enciclopedia de lo más antiguo y selecto del flamenco,  entre el XIX y el XX.

Fernando, el gran artista, el gran divulgador del flamenco, el “Decano” murió arruinado y solo en su bar, en la Sonanta, en 1940.