Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 13 de julio de 2025
Decididamente, Pepe, viajaría hasta Karachi, la capital pakistaní, en diciembre de 1961, acompañado por el ballet que encabezaba Amelia Ángela. Su gira llevaba el propósito de ilustrar cuatro conferencias que su amigo y discípulo Aziz Balouch daría en Pakistán. Como hemos comentado, la prensa del momento se hizo eco del acontecimiento, pues era la primera vez que un cantaor pisaba tierra pakistaní; pero, como hemos reiterado, Marchena fue pionero en casi todo y cuando era por una causa como está - la de expandir el flamenco, la de ayudar a un amigo y sobre todo romper con todo lo establecido, - era para el cantaor marchenero siempre un reto. De dicho viaje y de las aludidas actuaciones no tenemos referencias, tampoco hemos encontrado la repercusión que tuviera en el público de aquel país oriental.
J.M. Caballero Bonald, escritor-flamencólogo
Son fechas extrañas para el flamenco las que estamos tratando. Asistimos a una ruptura con la Ópera Flamenca y la vuelta a un flamenco clásico que encabezan una serie de periodistas, flamencólogos, poetas y cantaores, que reivindican la pureza perdida del cante, recuperar el sentido gitano y ortodoxo de lo jondo y, por tanto, olvidar aquel fandanguismo-coplero y canciones aflamencadas que había impregnado casi toda la primera mitad del XX. Por supuesto que el mayor culpable ante los ojos y el pensamiento de los ‘neo puretas’ era, sin duda alguna, Pepe Marchena. Ya hemos dicho en reiteradas ocasiones que escritores de la talla de González Climent, Ricardo Molina, Juan de la Plata, Manuel Ríos, Félix Grande, Caballero Bonald… apostaban por volver a lo que al parecer había sido denostado o al menos cuasi olvidado de aquel flamenco que nos legaron los grandes intérpretes y creadores del XIX y los llamados de la Edad de Oro flamenca (léase Silverio, Nitri, Torre, Chacón, Pena, Mellizo, Breva… incluso Pastora, Tomás...). Ahora, se apuntaban a esta demanda, cantaores que perdieron el carro, que no habían tenido éxito, léase por circunstancias personales, poca adaptación a los gustos del público o por tener claro que no seguirían la línea que no fuese la que recogieron de sus ancestros. Citamos algunos de ellos Mairena, Talega, Matrona, Manolito el de María, Joselero de Morón, Juanito Mojama y un largo etcétera, amén de los nuevos que despuntaban como Fosforito, Chocolate, Terremoto, Lebrijano y casi todas las sagas gitanas de Jerez, Utrera, Lebrija…
Aquella acción reivindicadora, que a la postre lograría triunfar, fue iniciada por Antonio Mairena en connivencia con González Climent y Ricardo Molina, a la que se unieron la Cátedra de Flamencología de Jerez y las Peñas Flamencas que fueron naciendo por toda la geografía andaluza. En la biografía de Valderrama que escribiera Antonio Burgos, el cantaor jiennense de Torredelcampo se siente traicionado, dolido, por la postura que estaba cogiendo el flamenco y aquella especie de dictadura que estaban ejerciendo los que demandaban un flamenco más puro, más ortodoxo. En cambio, Pepe Marchena, jamás hizo declaración negativa alguna acerca del nuevo movimiento, jamás se sintió ofendido por lo que dijeran o escribieran acerca de su manera de pensar o cantar. A él le bastaba llenar cada noche recintos tan grandes como las plazas de toros, que se escuchara su voz en la radio, ser comidilla de todas las tertulias… y el ser considerado el cantaor más apreciado por el público. Lo demás le resbalaba.
Antonio Ruíz Soler, bailaor-bailarín
Es cierto que los tres, Marchena, Valderrama y Caracol, eran tres de los más grandes conocedores de lo ‘jondo’, del flamenco primitivo, de aquel flamenco que habían investigado, que sabían de sus misterios... y los tres habían grabado y convencido a los grandes aficionados que les seguían. Pero, no tuvieron más remedio que seguir las corrientes que imponían los tiempos y se apuntaron a la Ópera Flamenca. Mas tarde, el ya aclamado Caracol, olvidaría a partir de los 60 aquel teatro flamenco que tanta fama y dinero le había dado y volvería a subirse al carro del “Neoclasicismo”, también Valderrama, que sería vetado en principio por los festivales estivales, tuvo que, de alguna manera, ir adaptándose para ser aclamado por los aficionados y seguir en la brecha. Sin embargo, Marchena, no se achantó y siguió haciendo lo que siempre hizo: estudiar el flamenco, cantar todo cuanto sabía – que era mucho – en los grupos reducidos de aficionados y en la intimidad; pero, él se debía a un público que continuamente le pedía “Los Cuatro Muleros”, “La Rosa”, “Romance a Córdoba”, fandangos, guajiras, colombianas… ¿Qué podía hacer, enemistarse con aquellos que pagaban, que llenaban los recintos y que le habían encumbrado a la fama? O ¿Tirar todo por tierra siendo fiel a sus principios e ir en contra del sentir de la mayoría? Marchena, jamás tuvo un pelo de torpe y sabía muy bien lo que debía hacer en cada momento ¡Ahí están los resultados!
Juan Valderrama, en su sentir decía: “Antonio Mairena, que por estas fechas ya se había separado de Antonio El Bailarín, sacaría, en 1960, su “Antología del cante flamenco y cante gitano” dirigida por él mismo, y en la que reúne a una serie de cantaores y cantaoras recorriendo un amplio camino y compilando muchos de aquellos palos del flamenco más antiguo. Esto, unido a las buenas relaciones que estableció con intelectuales, flamencólogos y sobre todo con Ricardo Molina, le valió para imponer durante al menos dos décadas lo que podemos llamar “mairenismo”. Fueron unos años en los que Mairena y sus seguidores y allegados coparían todos los ámbitos flamencos (festivales, tertulias, radios…), incluso al maestro de Mairena se le concedería la tercera Llave del Cante. Así lo comentaba Valderrama: "... mientras, nosotros, estábamos ninguneados, proscritos ante la dictadura que habían impuesto los flamencólogos seguidores de Mairena”.
Manuel Gerena, cantaor-protesta flamenco
Empero, no solo estaba cambiando el sentir flamenco. También, por mor de las Peñas, los Ayuntamientos e intelectuales interesados en aquel nuevo giro de tuerca hacia lo clásico, se prodigarían por toda la geografía una ristra de Festivales Flamencos, que coparían todo el año, sobre todo los meses de mayo a septiembre. Son muchos los Ayuntamientos que acuden a promotores artísticos y eligen a cantaores, guitarristas, cuerpos de baile e incluso presentadores para aquellas galas o festivales de sus municipios. Igualmente, se van diferenciando unos de otros no solo por sus nombres (Potaje de Utrera, Gazpacho de Morón, Caracolá de Lebrija, Fiesta de la Guitarra de Marchena…), sino por las preferencias emanadas por las distintas Peñas Flamencas que ondean en los pueblos. Dichos festivales o fiestas flamencas, irán adquiriendo con el tiempo un cariz municipal, cuasi político, a módicos precios, a veces irrisorios o totalmente gratis, donde los políticos de turno presupuestan, de las arcas municipales, una partida para programar actividades lúdicas flamencas, que conlleven conocimiento y divertimento al paisanaje. En algunos, dependiendo del color político, pudimos ir viendo como, en ciertas localidades, cantaores como Menese, El Cabrero, Manuel Gerena…, denunciaban en sus cantes la situación económica y social, reivindicando libertad para los oprimidos o clamaban con letras alusivas el fin de la represión de la dictadura. Con el tiempo, irían emergiendo otro tipo de festivales-concursos ya especializados como la “Fiesta de la Bulería de Jerez”, el I Festival del Cante de las Minas, en 1961, dedicado, sobre todo a los estilos mineros o, por poner algún ejemplo más, el Concurso de Cantes de Trilla de Arroyo de la Luz, que vería su parto no hace mucho.
Aquel año de 1962, Pepe, seguiría, como siempre, cosechando éxitos. Esta vez, contratado por Circuitos Saavedra, actuando en el Circo Price, acompañado por Gracia de Triana, Paquera de Jerez, Estrellita Castro… El 26 de febrero, Pepe, según la prensa cantaba en Andújar. El periódico “Pueblo”, trae como exclusiva, el día 11 de abril, una extensa noticia en la que Rafael Sánchez “El Pipo”, aquel que fuera representante y apoderado de “El Cordobés” y de Antonio Ruiz “Espartaco” (padre del matador Juan, A. Ruiz “Espartaco”). Pipo se entrevistaría con Pepe Marchena, pues, pensaba montar un macro espectáculo con el artista marchenero junto a Lola Flores, para actuar en varios festivales, en grandes locales al aire libre; pero, este proyecto no llegaría a buen término. Como anécdota, en aquellas fechas (5 de mayo de 1962), en la feria de Sevilla, lidiaban en la maestranza Jaime Ostos, Curro Romero y el torero salmantino, de Vitigudino, Santiago Martín "El Viti", el cual brindaría uno de sus toros a la recién estrenada Peña “El Viti” de Marchena.
Pepe con Manuel Benítez "El Cordobés"
La prensa anunciaba, también, aquel 7 de mayo que, en las fiestas madrileñas de San Isidro, en el Circo Price se anunciaba una especie competición flamenca en la que actuaran la Niña de Antequera, Antonio Molina, Manolo Caracol, Pepe Marchena, Enrique Montoya, La Sayago, Gracia de Triana, Rafael Farina…, entre otros. Era una especie de reclamo para aficionados.
El día 9 de julio. El diario Pueblo llevaría un recorte de prensa, acompañado de la fotografía de Pepe con sombrero de ala ancha y decía entre otras cosas: “Igual que el toreo tiene entre sus figuras a un maestro, los grandes del cante tienen a su maestro que lo ha demostrado a lo largo de su carrera. Actualmente, España tiene su maestro y su proclamación no tiene lugar a dudas, Pepe Marchena. Porque, Marchena, sigue ‘llenando plazas’, esa es la auténtica verdad de su merecido título. En breve, Pepe Marchena vendrá a Madrid, al frente de un plantel de artistas que pocas veces veremos en la capital”. En las fiestas de la conmemoración del ‘Alzamiento’, el 18 de Julio, en el Price igualmente se presentaba un festival en el que actuarían las principales figuras del momento entre las que citamos a la Paquera de Jerez, Gracia de Triana, Estrellita Castro, Pastora Quintero, La Chiclanera, Amelia Ángela… y la máxima figura española, Pepe Marchena, el ‘maestro de maestros’. La prensa igualmente sacaría en sus páginas el éxito rotundo de la gala y sobre todo reseñaba que los acérrimos seguidores de Pepe Marchena, formaron un alboroto de gritos, ovaciones y aplausos al cantaor marchenero.
A pesar de que muchos pensaban que Pepe ya estaba acabado, a finales de julio La Asociación de la Prensa organizaba, como cada año, una fiesta que titulaba “Baile de los Novios” en el parque de las Vistillas de Madrid, y se daba la siguiente noticia: “… se dieron cita grandes artistas como Carmen Sevilla, Nati Mistral, Marisol, Lola Flores, Rocío Dúrcal, Queta Cláver, Alberto Cortez… entre otros muchos y el genio del cante Pepe Marchena”.