Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 2 de marzo de 2025
Pepe daría por finiquitada la gira del verano de 1951 sin haber cosechado mucho éxito. Su obra “Vuelos de coplas” no daba mucho más de sí. Una vez acabado septiembre se trasladaría a Málaga, donde pasaría unos días de asueto y diversión con amigos de toda la vida y que nos apunta el maestro, periodista y flamencólogo malagueño Gonzalo Rojo "...(con aquellos incondicionales amigos: Diego Ríos, Paco Guzmán, Alberto Ximénez, Antonio Avilés, Pepe Fernández…)". Sus diversiones en la capital malacitana se basaban, sobre todo, en la asistencia a casinos de juego, tiro pichón, visita a buenos restaurantes… Así va terminando este año, que ha sido de mucho divertimento y poco éxito en cuanto a lo profesional. Pensamos, pero no lo hemos corroborado, que durante estas amplias visitas a amistades, Pepe en compañía de Isabelita, su compañera; pues, ella siempre diría que muchas de las veces le acompañaba junto con su hijo Piqui; hay muchas fotos que lo corroboran en la que se puede ver a Pepe con Piqui por Málaga.
Pepe, "Piqui" y el 'mayete' Rueda
Pero, además, el cantaor marchenero, durante los últimos dos años, visita más a menudo su pueblo. Ahora, entabla amistad con los potentados, con los asiduos al Casino de Marchena, con aquellos que dominan económicamente y políticamente la vida diaria marchenera; estos le agasajan, participan con él en tertulias, comidas, juegos… y Pepe se siente agraciado, recompensado. Ya no son los aficionados al cante, los obreros…, el pueblo llano, quien le admira y reconoce su valía como cantaor, como artista, como genio; ahora, también, otros sectores de la sociedad de Marchena, se vuelcan con él. Aquellos que anteriormente no habían mostrado entusiasmo hacia su mayor valedor, con el más emblemático artista marchenero de todos los tiempos, cambiaron su forma de pensar. Ahora, reconocen a aquel que llevaba el nombre de su pueblo por bandera, por todos los rincones de España y del extranjero… Parece ser que el flamenco ya no es exclusivo de las clases pobres. A partir de entonces, lo engrandecerían, lo valorarían en la justa medida. Hasta estas fecha, Pepe, cada vez que visitaba Marchena, solía juntarse con sus amigos de siempre, como Eusebio Suárez “confitero”, Pepe Vázquez “leñador y poeta”, Andrés Rueda “mayete y director de teatro…”, Pepe Bayón “barbero y músico”, Bricio García “obrero e imitador de Pepe”, Joaquín Burgos “panadero”, Manuel Salvago, Manolo Montes “mayete” , Luis Pérez, Manolo Santana y Morilla “choferes”…, con los que se sentía muy a gusto.
Sin embargo, desde finales de los 40, se dejaría ver más por el Casino, compartiendo momentos de divertimento y ratos de cante con comerciantes, empresarios, terratenientes…, socios del mismo, como Luis Rodríguez, Antonio Navarro, José Herrera, Diego Cortés, Braulio Medel, Juan Álvarez, El Niño del Lazareto, Luis Galindo, Antonio Mateo, Juan Torres… Por ello, la Junta Directiva del Casino decide hacerle Socio de Honor, por su trayectoria profesional en un título que lo corrobora fechado el 7 de noviembre de 1951.
También, debemos aclarar, llegados a este punto, que el flamenco no había sido valorado, a lo largo de la historia, como mereció, por la sociedad en general. No debería sorprendernos, puesto que, desde que tenemos noticias escritas (finales del XVIII), al flamenco se le consideraba como un espectáculo de baja estofa, se asociaba con escándalos, prostitución, pobreza… y cuantos calificativos denigrantes queramos adjuntarle. Ciertamente, fue la parte más indigente de la sociedad, los perseguidos, los desamparados, quienes lo siguieron, lo desarrollaron, sobre todo el pueblo gitano que fue quien guardó, cultivo y engrandeció la semilla del flamenco.
Titulo de Socio de Honor del Casino
Desde entonces, hasta los años 50 del siglo XX habían pasado algo más de siglo y medio de supervivencia. Y, salvando excepciones y a los eruditos (Demófilo, escritores foráneos…,), más algún cantaor proveniente de familia con ‘posibles’, como solemos decir en Andalucía, la mayoría de los flamencos fueron pobres de solemnidad y se movieron en este arte porque les ayudaba a llevarse un trozo de pan a la boca y no tuvieron más remedio que claudicar. En cambio, los más pudientes (“señoritos”, empresarios, la “alta alcurnia”), aquellos que profesaban y confesaban, su amor hacia lo ‘jondo’ – sobre todo durante la clandestinidad de la noche –, lo utilizarían para maquillar sus veladas de divertimento (lo que se vino a llamar el cante en los cuartitos), donde se confundía tan bello arte con consumo de alcohol y otras sustancias, juego, prostitución y por ende con altercados, bataholas, reyertas… Sin embargo, a partir de la llamada Ópera Flamenca (gracias en parte a Marchena) y posteriormente, desde la década de los 50, aquello empezó a cambiar; las primeras peñas (la Platería, 1950 aproximadamente), los inicios y amagos de unos incipientes festivales como el de Utrera, Córdoba…), unido al estudio que muchos hicieron para acceder a su conocimiento, daría un giro al bello mundo del flamenco.
En la mitad del siglo XX, la gente empezaría a valorarlo como un arte, como una expresión artística independientemente de ser un divertimento musical y como una liberación espiritual a través de los sentidos. A partir de entonces, el flamenco, pasaría a ser quien represente a España en su tarjeta de visita al exterior. Hispanoamérica también se siente atraída en sus entrañas. Los desplazados y sus herederos echan de menos sus raíces flamencas en su memoria musical y serían muchos los artistas que a partir de entonces harían las Américas, ampliándose a todo el continente; norte y sur. Igualmente, Francia, Centroeuropa, el norte de África…, valoran en gran medida nuestro arte. Y, sobre todo, Japón, ubicada al otro extremo del mundo, ha sido la nación que más se ha volcado con el flamenco. Desde que Antonia Mercé “La Argentina”, hiciese una gira por el país nipón en los años 20, del XX, el pueblo japonés no ha parado de apreciar y sobrevalorar nuestro más preciado arte y casi se está adueñando de él.
D. Luis Camacho, alcalde de Marchena
Nosotros, como ejemplo de lo que estaba ocurriendo, del cambio que estaba dando la sociedad con respecto al flamenco y en referencia al artista, al genio que nos ocupa, recurrimos y entresacamos datos de la reseña que hace D. Ramón Ramos Alfonso (bibliotecario de Marchena), sobre el acta de 6 de diciembre de 1951: “En Marchena se reúne en Sesión Ordinaria la Comisión Municipal Permanente. Preside como alcalde D. Luis Camacho y sus tenientes de alcalde D. Mateo Quesada González, D. José Calderón Montero, D. Braulio Medel y Medel, D. Ángel Ocaña Jurado y D. Antonio Jiménez González y se lee un escrito de la Comisión organizadora del Homenaje al Niño de Marchena, con numerosas firmas, pidiendo a la Corporación Municipal se adhiera a dicho reconocimiento que se debería celebrar el día del patrón (San Sebastián), el siguiente 20 de enero de 1952 y se dé el nombre de “Niño de Marchena” a una calle, que pudiera ser la entonces denominada calle “Guillermo”. La Comisión acuerda, por unanimidad y de muy buen grado, adherirse a dicho homenaje y a la rotulación de dicha calle, además de contribuir con 100 pesetas a la suscripción popular para dicho acto, en homenaje al ilustre artista D. José Tejada Perea”.
En este punto queremos hacer algunas acotaciones: la primera es que nos hubiera parecido mejor que con el nombre de “Niño de Marchena” o “Pepe Marchena”, se debería haber rotulado la calle “Cochinos”, después llamada “Jesús”. Para quien suscribe, hubiese sido más razonable, por ser la calle donde nació Pepe y porque no nos parecía bien seguir llamando así a una calle céntrica (a pesar de ser cierto que allí, en la hoy Plaza de Jesús, era donde a diario se hacían la compra y venta de los cerdos destinados al consumo). Otro caso curiosos es que, muchos jóvenes de entonces, leedores de cuentos, creyeron que se había elegido la calle Guillermo para quitar aquel nombre que tanto molestaba al Régimen; pues, se pensaba que dicha calle estaba dedicada a aquel héroe suizo, legendario, llamado “Guillermo Tell” que luchó en el siglo XIII contra la tiranía del gobernador de entonces… y por las razones que sea, la España franquista y la censura del régimen, nunca vieron con buenos ojos a aquel famoso y certero ballestero que puso en jaque al país de los Cantones. Pero no, la calle Guillermo, que se había rotulado mucho tiempo atrás, llevaba ese nombre por ubicarse allí unos solares o corrales que pertenecieron a un vecino de Marchena llamado Guillermo y que cuyo sitio se conocía como los “corrales de Guillermo”.
Antonia Mercé "La Argentina"
La otra cuestión que habrán observado es que el Secretario de la Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento, Benjamín Fidalgo Tato, escribe de puño y letra el nombre de Pepe como José Tejada Perea, cuando en realidad sus apellidos eran Tejada Martín, según firma y rúbrica el entonces encargado del Archivo Parroquial de San Miguel Arcángel de Marchena en su partida de Bautismo siendo párroco titular D. Carlos Sanz Pevidal. Aquel “cura Carlos” como le llamaba el pueblo, el cual no cobraba a los parroquianos pobres cuando bautizaba a algún varón, con la condición de que les pusiesen su nombre, Carlos. Entendemos que el Secretario del Ayuntamiento cometió un error y cambió los apellidos, puesto que Pepe, en caso de llevar el apellido de su padre sería primero Perea y después Tejada que era el de su madre. Pero, de este tema, Pepe, nunca quiso hablar; incluso cuando Rafael Satisteban le preguntara en alguna entrevista de radio o prensa acerca de cómo debería llamarlo, si Tejada Martín o Perea Tejada, Pepe, hacía oídos sordos, rehusaba o cambiaba la conversación. No llegamos a comprenderlo del todo, pero, si hubo o no algún secreto inconfesable, posiblemente revelado por su madre, él se lo llevó a la tumba.
Mientras Pepe pasaba las Navidades junto a su familia, la Comisión encargada de los preparativos del homenaje, ya tenía dispuesto el mosaico de azulejos con el nombre de “NIÑO DE MARCHENA” para la fecha fijada, el 20 de enero, día de San Sebastián. El acontecimiento se estuvo viviendo en el pueblo con mucha euforia, pues se esperaba mucha asistencia. Se estaba organizando un banquete en los salones del Casino, y dos funciones de relevantes artistas en el cine Planelles de Marchena, cuya recaudación, a propuesta de Pepe Marchena, se entregaría a instituciones benéficas del pueblo para que se reparta entre los pobres. Para dicho espectáculo, miembros de la Comisión se han puesto en contacto con artistas de todas las variedades, requiriendo su presencia en el homenaje al “maestro”. Todo estaba en marcha.