Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 30 de noviembre de 2025
Como venimos observando, el maestro de Marchena, está en un periodo difícil. Por desgracia están llegando sus horas bajas. Como casi todo en la vida, el mundo del espectáculo se inicia tanteando, en un amanecer que puede ser más o menos fulgurante, muchas de las veces amparado por un mecenas o un productor. Después viene una etapa de esplendor que dependerá de capacidad, del carisma, de la genialidad del artista, que estribará de la respuesta, la publicidad y el gusto de la gente. Mantenerse, de forma continuada, mantenerse en el Olimpo, en el cenit de la pirámide es tremendamente difícil, aunque seas un virtuoso. Solo el esfuerzo y el apoyo comercial a veces lo logran y, aun así, el ocaso suele llegar irremediablemente con el paso del tiempo, por la falta de fuerzas, porque ya no eres productivo o por diversas razones. En definitiva, el público te va apartando u olvidando.
Pepe Marchena con gorro 'shapka'
Para una gran mayoría el llegar es borrascoso, hastiado de dar tumbos por escenarios mediocres. Después, para quienes lo alcanzan, el éxito suele ser efímero y, por lo general, tiene los días contados. Pocos artistas llegan a consolidarse y mantenerse en la cumbre, durante tantas décadas, como Pepe Marchena. Sin embargo, los cambios que se estaban produciendo en el flamenco, la deriva del interés de los públicos y porque ya el maestro de Marchena no fluía, no se desplazaba con las mismas ganas, ni podía atender lo que solicitaba el aficionado, Pepe, se empezó a sentir cigarra. Para el genio de Marchena había llegado el invierno, el ocaso de su carrera y prueba de ello es que cada vez estaba más alejado de los escenarios, de las grabaciones... y eso ayudaba a que sus seguidores, y sobre todo las nuevas generaciones, le vieran como una reliquia del pasado.
Muchos de sus detractores, con total seguridad, se estarían frotando las manos. Por fin veían llegar la caída de aquel ídolo que había arrasado durante tanto tiempo; por fin veían el ocaso de aquella estrella, sin pudor alguno. Cierto es que Marchena, por su forma de ser, con su vanidad, su egocentrismo-narcisismo, sus últimas declaraciones…, había fomentado en muchos de ellos ese tipo de celos y envidias que surgen de rivalidad entre los artistas. El derrumbe de un mito, en este caso de un flamenco universal, hacía presagiar que muchos se alegrarían de que el neoclasicismo, el ‘renovado flamenco’ que ellos preconizaban, hubiera sido capaz de acabar con él y sobre todo con su legado ¡Cuánto se equivocaban!
Terminaba 1974 y tras varios homenajes en su Club de Marchena, de innumerables reconocimientos de sus aficionados en aquellos lugares que más visitara Pepe a lo largo de su carrera, sobre todo en la Campiña (Écija, Puebla de Cazalla, Morón, Arahal, Fuentes…), el genio de Marchena decide irse una temporada a tierras malagueñas, donde mantenía una ingente cantidad de amigos. Allí se dedicaría a frecuentar locales en los que siempre tuvo muchos adeptos, que le quisieron, le idolatraron como apunta el escritor y flamencólogo malagueño Gonzalo Rojo. Sus lugares preferidos son el Campo de Tiro de Jarapalos, el Bar Tívoli, el de los Bilbaínos…
Paco Parejo "El Diente" dueño de la Soleá de Triana
Enseguida nos adentramos en la prensa de 1975 para recabar información y no aparecen reseñas de actuaciones de Pepe Marchena, creemos que en estas fechas, Pepe, estaba muy cansado, se limitaba a asistir a homenajes, encuentros con aficionados, atender a Peñas y asociaciones que le llamaban, como ocurría con la Peña o Tertulia la Soleá de Triana que había montado Paco Parejo “El Diente” en su casa, en un gran solar colindante a su taller de protésico dental, en la calle Alfarería, un acondicionado salón con bar, cuadros de flamencos, galardones de festivales… Un lugar por donde pasarían muchísimas figuras del flamenco de la época: Pepe Marchena, Mairena, Fosforito, Lebrijano, Menese, Clavel y todos los grandes de la soleá de Triana… Aquel fue también lugar de anécdotas, de días inolvidables, de encuentro de jóvenes ilusionados, como José de la Tomasa, el cual, era asiduo y contaba que, una vez, en la Soleá de Triana, dio un recital de piano Pepe Romero y, José, de mala gana, tuvo que ayudar a descargar el pesado instrumento; mientras a duras penas cargaban con aquel enorme piano Tomasa le soltó: “¡Pepe, ¿por qué no te has dedicado a tocá la armónica, mi arma!”. Otro día que no olvidarían los presentes fue aquel en el que, el ‘maestro de maestros’, estuvo deleitando a los presentes con el instrumento maravilloso de su garganta, mientras cortaba jamón y caña de lomo durante largas horas, dejando a todos extasiados.
Dicen que Paco Parejo tenía un enorme fervor al flamenco; pero, además, contaba historias y anécdotas muy curiosas, como aquel empeño de hacer un regalo a “Pepe Marchena” a lo que el maestro se negaba, contestándole: “No te apures Paco, si yo tengo de to”; Paco Parejo, le sorprendería un día con una rana de porcelana a la que le había fabricado una dentadura hecha por él mismo, con el arte de su profesión de protésico dental. El ‘maestro’ muerto de risa le diría: “¡Por Dios, Paco, una rana con dientes y Pepe Marchena sin dientes!”. Dicen que, Pepe, la colocó en un lugar destacado, en la galería de sus infinitos regalos.
Paco Parejo “El Diente” fue un hombre entrañable, que se desvivía por el flamenco y luchó por preservarlo, por mantenerlo vivo…, algo que pudo corroborar en primera persona quien suscribe – a inicios de los 70 – , porque más de una vez hubo que ir allí, a la trianera calle Alfarería para que, Paco “El Diente”, le arreglara los instrumentos masticatorios de sus padres: “Escucha chaval: hoy día, un muchacho que tiene un sofá, un frigorífico lleno, un jamón colgao en la cocina y un coche para irse los domingos a la playa con la novia…, cómo le vas a decir tú que sienta esta soleá: Cuando paso por tu puerta,/Cojo pan y me lo voy comiendo/Para que no diga tu mare/Que con verte me mantengo”. Y me la cantaba muy bajito.
El Cardenal Vicente Tarancón
Estamos en septiembre del 75 una etapa crucial para la historia de España. El 27 de ese mes, con Arias Navarro como presidente del gobierno, se llevaron a cabo los fusilamientos de 5 miembros de ETA y el FRAP, lo que traería contrariedades internacionales. Franco se encuentra enfermo y el Régimen quiere mantenerse a toda costa. Muchos de sus ministros, asesores y afines…, todos aquellos que se habían estado lucrando, que se habían beneficiado a lo largo de la dictadura, saben que les van a mover el sillón privilegiado que han ocupado durante décadas. Ahora ven soplar los vientos que vienen de Europa y de Estados Unidos, son unos aires que van a fortalecer el cambio de una dictadura a una democracia, aunque permanezcamos, como estaba previsto, condenados a vivir en una Monarquía Constitucional y sometidos al beneplácito clerical de la Iglesia Católica.
Son multitud quienes ansían alargar la vida de Franco, pero el Régimen dictatorial tenía los días contados. Los partidos políticos emergentes, los sindicatos, el pueblo en general ya paladeaba la llegada de la democracia. Estamos en el último tercio del XX y eran muchos los españoles que transitaban por una Europa moderna, por un mundo que cada vez se hacía más pequeño por mor de las comunicaciones. Eran muchos los que habían sentido el estado de derechos (asociacionismo de trabajadores, la libertad de expresión, de prensa, sexualidad, religión…) en sus salidas, en la prensa, la televisión... A aquella España, retrógrada, obsoleta, de los últimos cuarenta años había que darle un cambio, había que ponerse a la altura de nuestros conciudadanos europeos. A nuestra España había que hacerle un cambio radical o al menos irla retocando poco a poco.
Estamos a finales de 1975, Pepe, se deja ver de vez en cuando por el sevillano Hotel Colón, donde muchos pudimos saludarle en aquellas fechas; aunque le vimos muy desmejorado físicamente, demasiado delgado, apoyado en el dintel de la entrada del hotel, tocado con el “shapka” o sombrero ruso que solía ponerse en invierno y una trenca color beige. Su rostro ya no reflejaba aquella luminosidad que siempre le habíamos visto, ni la alegría de su rostro era la misma. La debilidad física y anímica estaba haciendo mella en aquel artista que hasta entonces había demostrado una vitalidad asombrosa. En su aspecto hacían demasiado visibles los surcos que deja la vida. Aquellos ojos ya no brillaban con el mismo fulgor que fueron de fama y esplendor, sabedores de la llegada del crepúsculo y con esa resignación al transcurso vital que nos atrapa inexorablemente.
Recorte de Prensa de 1975
Aquel semblante de Pepe era comparable a lo que en aquellos momentos le estaba ocurriendo a la dictadura española. El 6 de noviembre, se produce la invasión marroquí en el Sahara español. La llamada Marcha Verde, con militares camuflados entre los 350000 de población civil de Marruecos, invadiría la zona habitada por el pueblo saharaui, que hasta entonces había pertenecido a España y que en breve iba a ser descolonizada. La CIA estadounidense junto a Francia apoyarían logísticamente y armamentísticamente aquella invasión para que no cayese en manos de Argelia, supuestamente aliada al bloque comunista. El 14 de noviembre España, desaloja el Sahara y en febrero del 76 se firmaría en tratado de cesión a Marruecos y Mauritania.
El 20 de noviembre de 1975, se van las esperanzas de los dirigentes franquistas que querían seguir manteniéndolo sedado a Franco para organizar y seguir ampliando el Régimen hasta el día 26 de ese mismo mes, en el que se renovaba a Rodríguez Valcárcel como presidente de las Cortes. Pero la muerte del dictador era ya irremediable e inocultable, a pesar de que el Cardenal Tarancón implorara al Cielo y comunicara abiertamente su admiración y cariño hacia su “Caudillo”. En cambio, Carmen, la hija de Franco, ordenó la desconexión del, aparataje, del soporte vital que mantenía a su padre y sería la portadora del testamento con las últimas voluntades del dictador al rey Juan Carlos. Sin esperar el luto, el 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos I sería coronado rey de España, jurando el inicio de una monarquía parlamentaria.
Mientras, en Marchena, como en toda España, las esperanzas de la llegada de la democracia alentaba a la población con profundos cambios sociales y políticos. En mayo de 1975 salta a las páginas de todos los periódicos el asesinato de 5 personas lo que se llamó el “Crimen de los Galindos”, del que se han vertido ríos de tinta en libros y sumarios para al final no saberse la verdad y prescribir. Las especulaciones siguen en el aire (desde la preparación de un golpe de Estado hasta un asunto de drogas). La construcción de viviendas en comunidad sigue en alza y el Barrio de Madre de Dios (llamado Barrio de la Guita) sigue creciendo, desalojando otros barrios que estaban ocupados por grandes casas vecinales; las familias buscan tener su propia casa, pequeña pero unifamiliar.