Rebollo, la melodía onubense

Eduardo Ternero - sábado, 29 de enero de 2022

Con el artículo de hoy damos por finalizado este periodo dedicado a los cantes y cantaores de Huelva. Hemos hecho un repaso al folclor primigenio, a los estilos musicales del mar, la sierra y el llano. Nos hemos acercado a los pueblos más emblemáticos del Andévalo, Encinasola, Calañas, Almonaster, Cabezas Rubias…  y sobre todo a Alosno la cuna del fandango. Hemos conocido la vida y obra de algunos de sus mejores cantaores como Rengel, Pepe la Nora, Paco Isidro, El Cojo de Huelva, El Comía, María La Conejilla… todos anteriores a Paco Toronjo, que vivió con posterioridad y que merece un apartado especial para otras fechas.

Terminamos con un ilustre cantaor  de la tierra huelveña o choquera: José Rebollo Piosa,  un  cantaor nacido en el año 1895 en  Moguer (Huelva), el pueblo natal del poeta y nobel Juan Ramón Jiménez y uno de los pueblos protagonistas en el Descubrimiento de América. Desde niño, Rebollo, se dio a conocer por las calles y los bares de su pueblo por su forma de cantar, hasta el punto que cuentan  los más ancianos del lugar, que le conocieron, que callaba a los pájaros con sus cantares mientras hacía carbón con su padre en los campos de su tierra.  Se conoce que su padre era un gran aficionado, que canturreaba bien y del que, seguramente,   nuestro pequeño  José  aprendería los primeros cantes de; además de los muchos aficionados que había por entonces en los pueblos onubenses y que se prodigaban por las tabernas y en las fiestas de entonces. 

José Rebollo

Pero, por desgracia,  por aquellas fechas – primer decenio del XX –, el cante no daba para comer, a no ser que te desplazaras a las grandes capitales de provincia y te contrataran en algunos de los cafés cantantes.  A José, con apenas 17 años, lo encontramos trabajando en el puerto de Huelva. Durante este periodo,  por su interés en el arte del cante,  conocería a los hermanos Nora, cantaores consagrados, y al guitarrista Rafael Rofa que le ayudarían a desarrollarse como cantaor, a conocer estilos, a modular y llevar el compás. Algo más tarde trabaría amistad con Antonio Rengel, que sería un espejo para él, pues Rengel, aun siendo  muy joven, ya tenía sobrado éxito como cantaor  en su tierra. Esto le haría recapacitar a Rebollo para incorporarse a los escenarios. Sería entonces y por una casualidad cuando conocería a Fernando el de Triana, quien fue el que le animaría, tras escucharle cantar, a que se fuera a vivir a Sevilla y probara suerte por los cafés cantantes  de la capital hispalense. 

José Rebollo llegó a Sevilla siendo aún muy joven. En la ciudad existían  entonces multitud de cafés, teatros y tabancos donde se cantaba flamenco. En muchos de ellos llegaría a actuar: Venta de Antequera, los Tres Reyes, La venta de Eritaña… Allí se  encontraría y conocería a los grandes artistas de la época como Manuel Torre, Tomás Pavón, Pepe Marchena, la Niña de los Peines, El Gloria, Manolo Caracol, Manuel Vallejo…, con los que pronto entablaría amistad. Rebollo aportó al flamenco sevillano sus aires de Huelva, su original fandango, pero a la vez fue aprendiendo de cada uno de ellos los mejor de sus cantes. Se dice que su  cante por seguiriyas, por soleá y su estilo para cantar los  fandangos de Huelva arrancaban con fervor  los aplausos del público. Porque Rebollos era un cantaor de una voz melódica, armoniosa, con un gran temple y compás y  sobre todo fue fiel a sus principios y  siempre mantuvo un estilo propio. Desde su llegada a Sevilla, gracias a su peculiar forma de cantar y su distinguida forma de ser,  se haría muy famoso por los rincones de toda la capital hispalense. 

Manuel Infante “Niño de Fregenal”

Cierto es que Rebollos tuvo la suerte de encontrarse en plena juventud cuando se produjo  aquel revulsivo del flamenco, esa etapa en la que los profesionales van abandonando los garitos, los cuartos donde los señoritos pagaban unas noches de juerga y de copas para pasar a espectáculos en grandes teatros, plazas de toros y grandes recintos. Ya el flamenco no era algo exclusivo para unos pocos sino que los aforos iban aumentando y el acceso al flamenco fue privilegio y disfrute para gran cantidad de público.

José Rebollo demostraría a lo largo de su corta vida una pureza y un saber estar que le hicieron estar entre los más grandes, siendo muy admirado y cotizado en los escenarios. Su fandango tiene un rasgo característico, con una introducción acompasada, pero con una sensibilidad tan rica que le hicieron conseguir llegar a ser uno de los cantaores más famosos de Huelva junto a Rengel, Pepe la Nora y Paco Isidro, todos coetáneos suyos. Como todos sabemos, durante los años 20 del pasado siglo, el fandango fue el protagonista del flamenco. La llegada de la Ópera Flamenca y los gustos del público llevaron a los grandes cantaores del momento como Niño de Marchena, El Carbonerillo, Pepe  Pinto, José Cepero, el Niño Gloria, Pepe Palanca, el Niño de Fregenal, Pepe Aznalcóllar, Corruco de Algeciras, Paco Mazaco, Manuel Vallejo, El Sevillano, Antonio el de la Calzá y otros muchos a ser sus mejores intérpretes, con la impronta y el estilo propio que cada uno de ellos  impuso. Ni que decir tiene que el fandango ha sido uno de los puntales  en la construcción del flamenco; no olvidemos que muchos palos se fundamentan en él: malagueñas, granaínas, tarantas, tarantos,  cartageneras, murcianas, levanticas…    

A José Rebollo le llega una gran oportunidad de codearse con la máximas figuras cuando la casa grabadora Polydor, en 1929, contrata a Pastora “Niña de los Peines”, a Aurelio Selles, a Cayetano Muriel “Niño de Cabra”… y al gran guitarrista Ramón Montoya para lanzar una lujosa colección de discos ( recuerden que estamos empezando a grabar en cantidades ingentes y aparecieron los radiofonógrafos). Por entonces,  Los directivos de la marca piensan en Rebollo para que grabe con aquellos ilustres intérpretes, lo que le valdría llegar a la cumbre de su éxito. A partir de esta fecha no dejara de grabar con la casa Odeón y con la guitarra de Manolo de Badajoz. Dicen muchos musicólogos que en los fandangos del Carbonerillo se intuye el estilo de Pepe Rebollo, incluso Calixto Sánchez también es un enamorado de los cantes de Rebollo. 

Manuel Mora “El Comía”

Como otros cantaores flamencos  de su tiempo, Pepe Rebollo,  no tuvo ni una vida fácil ni  un buen final, recuerden que la tuberculosis, el alcohol, el tabaco, las malas noches… la miseria había llevado a muchos a la tumba. Además, la muerte de su esposa, Coral, lo hunde en una depresión y enferma.  Respecto a su muerte, sigue siendo una incógnita, pues mientras que unos biógrafo apuntan que fue  en plena guerra civil española, en 1938, otros como Fernando el de Triana diría en sus escritos que  los cantes del Rebollo y El Comía se quedaban en sus recuerdos; y eso fue en 1935. Lo cierto es que Rebollo moriría en Sevilla con aproximadamente 40 años de edad. 

Sus cantes quedaron en el olvido y no se han desempolvado hasta hace pocos años con la reediciones de sus discos.  La Peña de Cante Jondo de Hueva le dedicó en 1.983 un Festival de cante Flamenco, poca cosa para un hombre tan grande dentro del flamenco onubense y del cante en general.  

Catedra Del Cante, Vol. 33: Jose Rebollo - 11 cantes