Cantes de Levante III

Eduardo Ternero - domingo, 23 de abril de 2023

Ya comentamos las condiciones socio-laborales, infrahumanas, que tuvieron que vivir  los mineros del levante español y como se originarían aquellas modalidades de cante. Fueron muchas las fatigas, las duras jornadas, los salarios tan bajos, la falta de higiene y el alto riesgo de contraer enfermedades como la silicosis, las causas del sufrimiento de aquellos pobres andaluces. Y, porque les dolía el cuerpo y el alma, saldrían a relucir sus pesares en las letras de sus cantes y en las gargantas de aquellos  desgraciados mineros del XIX y XX. Por ello su forma de expresar el flamenco sabe a mineral y a pena, a oscuridad y a tristeza,  a soledad, a desgracia… 

Rafael Romero “El Gallina”

En cuanto a su musicalidad, casi todos los cantes mineros suelen estar acompañados por la sonanta, pero resolviendolos con arcos melódicos libres, apuntando, sobre todo, los tonos cumbres del cante e intercalando en sus silencios falsetas de su propia iniciativa y fantasía. Es decir, la guitarra no los mide, ni los limita, sino que va secundando al cantaor, al que deja la libertad de su impronta,  para que pueda alargar o profundizar en su ‘quejío’. Por ello podemos decir que la mayoría de los cantes mineros,  no son cantes a compás, sino que se suelen cantar “ad libitum”, es decir con un estilo propio, sin estar sujeto a cánones preestablecidos;  Sin embargo, a la cartagenera, por mor del Rojo y Chacón – por este orden – sí le impondrían, en su ejecución, las  formas  de un cante  cerrado;  tanto a la cartagenera-malagueña como a la cartagenera-taranta respectivamente. Aunque, no debemos confundir la libertad y el estilo personal que suelen tener cada uno de los intérpretes a la hora de hacer los cantes con el hecho de estar supeditados a la forma y rigor necesarios para ejecutar el palo o modalidad de referencia. 

Génesis García, filóloga y especialista en lingüística y análisis de textos, oriunda de Cartagena,  les da el nombre de cantes cerrados a ese tipo de cantes en los que, los grandes maestros, pusieron sus límites musicales y que, hasta hoy día, siguen siendo los itinerarios a seguir. 

Pero, si los cantes mineros nacieron al amparo de la miseria de la mina, pronto, algunos de los grandes del XIX como Chacón o Torre, viendo en ellos y nunca mejor dicho, un filón de oro,  grabaron la taranta, el taranto y  casi todos los cantes del levante español, dado el auge que empezaron a coger en el panorama flamenco finisecular. Esto, ampliaría la nómina de amantes de nuestro arte no solo en toda la región minera, sino que se extendería por la región valenciana, murciana y el sur de Castilla la Mancha. 

Génesis García “flamencóloga”

Un hecho transcendental para la difusión y propulsión de los cantes de la minas también fue el periodo en el que reinó la Ópera Flamenca. Su estilo afandangado y la empatía que el público sentía hacia los sufridos mineros; el hecho de ser unos cantes “libres”  y, cómo no, la proyección que le diera Pepe Marchena, Valderrama y otros grandes ídolos del momento, que los adaptaron a los melismas y vibratos de sus voces,  supuso una catapulta para la aceptación por parte de los aficionados al flamenco de los años 30, 40 y 50 del XX. 

También, como ocurrió con otros palos flamencos,  debemos comentar aquí el revés que supuso la llegada de la llamada “pureza” encabezada por Molina y  Mairena, a mediados de los 50. En unos primeros años de esa década, los cantes mineros pasaron por muchos momentos de decadencia y, de alguna manera, fueron marginados en los festivales y por ende en Peñas y reuniones de cabales. Sin embargo, sería a partir del Festival Nacional del Cante de las Minas (1967), y el impulso que tomaron con la aparición en el mundo del flamenco de Camarón – que tanto prodigara los cantes de levante y los llevara de nuevo a su lugar –, aquellos cantes cuasi olvidados de las minas, de los totaneros y arrieros, de mineros y  troveros,  los cuales empezarían a tomar fuerza de nuevo y, hasta hoy, siguen cogiendo fuerza, teniendo cada vez más entidad y  prestigio.

Llegados a este punto, sería conveniente establecer y definir la territorialidad de estos cantes, aunque nosotros hayamos hablado unas veces de Cantes Mineros, otras veces de Cantes de Levante – metiéndolos en el mismo saco –, porque ese es el lenguaje que se suele, erróneamente, utilizar. Intentaremos, pues, hacer una especie de separata, aunque resulte difícil, ya que muchos de estos estilos son comunes, otros tienen pequeñas diferencias y a todos los engloba el flamenco, las referencias a la extracción del mineral y sus vicisitudes, amén de la impronta y creatividad de sus intérpretes. 

José Monge “Camarón”  

Empecemos por Almería, donde podemos hablar del taranto y la taranta como cantes mineros, descendientes casi con seguridad del fandango almeriense y  de los sabores de los cantes llevados desde la Andalucía Occidental, pero no podemos calificarlos como cantes de levante porque Almería es el oriente andaluz, pero no el  levante español. La taranta almeriense es de un estilo bronco, menos barroca que la de Jaén, y suelen comenzarse con el final del segundo verso. La mayoría de los eruditos del flamenco apuntan que la taranta nació en Almería, por su historia minera, por sus letras… y luego se fue extendiendo hacia levante y Jaén. 

Dicen que fue una tal Gabriela, una almeriense, tal vez la primera cantaora de tarantas que se desplazó al barrio de las Herrerías de Cartagena; allí abriría una venta y sería en su local donde, presumiblemente, contagió con su cante a los mineros y aficionados murcianos. Después Antonio Chacón, Pastora Pavón,  Manuel Torre y otros grandes de finales del XIX se encargarían de diseminarlo por la geografía flamenca.  Otro cante de la zona es el fandango almeriense, proveniente, como casi todos los fandangos bailables, del XVII y XVIII. Al fandango almeriense se le supone una procedencia morisca, portuguesa, aragonesa… e incluso de vuelta de las Américas. En Almería, como en Huelva, la variedad se hace notar,  con fandangos diferenciados como los de Cuevas de Almanzora, el de Laujar, de Níjar, los de las comarcas de Los Vélez, el del Alto Almanzora, el Alpujarreño… Pero no podemos considerar al fandango almeriense como cante de levante, ni como cante de las minas. Entre sus grandes figuras del flamenco no podemos olvidar al guitarrero Antonio de Torres, los  guitarristas Julián Arcas y Gaspar Vivas, o los cantaores Pedro el Morato, El Ciego de la Playa, el Marmolista, Juan el Cabogatero…

Carmen Linares

Respecto a Jaén, otra zona minera andaluza, habría que destacar la taranta de Linares y los cantes de ‘madrugá’, que igualmente cantaban los mineros al estilo de una antigua taranta. La taranta de Jaén recurre más a la filigrana, sobre todo en los remates. En los últimos 50 años la taranta ha ido adquiriendo un gran prestigio con la celebración del Concurso Nacional de Tarantas de Linares.. Independientemente, Jaén es cuna de los mejores cantes de laboreo como las trilleras, las gañanas, las temporeras, las pajaronas…, muchos de ellos casi olvidados, pero que han llenado muchos momentos de la vida de los campesinos jiennenses. También, al igual que otras provincias andaluzas, dispone de un repertorio diferenciado de cantes como los tangos de la “Carlotica”, la soleá de José Illanda, las serranas, la malagueña de “Personita”… y como cantaba el “Tonto Caricadios”, un aficionado que ponía la gente en pie y de, cuyos cantes, bebería Rafael Romero el “Gallina”.

Ahora bien, si queremos hablar de Cantes de Levante, tendremos que hablar de su capital flamenca, que sin duda es Cartagena. De esa zona oriental española sí podemos afirmar que parten los cantes de levante: La taranta de Cartagena, la tarantilla (del Rojo y la de su hijo, la de Pedro el  Morato, la del Pajarito…). Asimismo podemos referir la cartagenera grande, la malagueña del trovo, la malagueña del bolero del Campo de Cartagena, el verdial y el fandango minero, la murciana, la levantica, la sanantonera… todo un abanico de cantes mineros surgidos al albur y la impronta del origen de los mineros que concurrieron a sus minas. CONTINUARÁ.

 Pepe Marchena - Tarantas - "Dime el hombre por que muere" ·

Don Antonio Chacón - Tarantas - "A la derecha te inclinas"