Cantes de Levante IV

Eduardo Ternero - domingo, 30 de abril de 2023

Ya hemos conocido el origen de los cantes del oriente andaluz almeriense, es decir los fandangos de Almería y los cantes mineros, nos hemos adentrado en los cantes de Jaén y, por último, vimos  los Cantes de Levante. Hemos indagado en el ambiente minero, la formación y los intérpretes de los distintos palos de la  taranta, el taranto, la cartagenera, la levantica… y en este apartado queremos dedicarlo a conocer un poco más de cada uno de los principales cantes mineros. 

Empezaremos por la Taranta. Se cree que pudo surgir entre 1820 y 1850 aproximadamente. Por su construcción y musicalidad, se supone que tiene su origen en el fandango almeriense. Es indudable que es un cante eminentemente minero, que floreció durante el apogeo de la minería en Almería, primero en la Sierra de Gádor y después en la de Almagrera.  La minería en el levante andaluz supuso un gran movimiento migratorio y una elevación demográfica en la zona, y apoyados en los trovos y los fandangos los mineros fueron dando una forma más pausada, con menos ritmo, con letras alusivas a sus tareas: las penas y desgracias del minero. Sus más claros difusores fueron Pedro el Morato, Juan el Cabogatero, el Ciego de la Playa, el Marmolista, Chilares y otros anónimos, troveros, mineros, vendedores ambulantes… hicieron que los artistas del momento Chacón, Torre, Rojo el Alpargatero…, que escucharían los cantes de estos grandes aficionados, luego le dieran forma, grabándolos y creando variedad en el estilo.

Antonio Fdez.”Fosforito”

El vocablo Taranto es el nombre que los mineros jiennenses pusieron a los mineros almerienses que se trasladaron a las minas de toda la comarca de  Linares y la Carolina en Jaén. Se dice que la palabra taranto surge de los propios mineros, pues, cuando terminaban la jornada de trabajo y salían al exterior de la mina,  preguntaban  ¿Estarán todos? Que en andaluz diríamos “¿taran to?” De esta manera los de Jaén terminaron refiriéndose a los de Almería con el apelativo de Tarantos y a los cantes que hacían le llamaron Tarantas. 

Sin embargo, la palabra Taranto como nombre de cante es de mediados del XX, pues, según las hemerotecas, pudo ser la bailaora Carmen Amaya la que, en compañía del guitarrista Sabicas, fuese la primera en ponerle el nombre de Taranto a un baile cuando se encontraban en Nueva York, allá por  1940. Anteriormente, el taranto, como cante se decía que era una variedad de la Taranta, no se conocía con ese nombre, incluso en las grabaciones de Manuel Torre y el Cojo de Málaga que cantan tarantos les dan otro nombre.

Sería a partir de 1956, cuando, Antonio Fernández Fosforito – ganador del I Concurso Nacional de Flamenco de Córdoba –, empezó a distinguir y reivindicar el cante por Tarantos como un cante minero, como un cante almeriense, que  se confirmaría aún más cuando el cantaor Pepe Sorroche, cantaor  nacido en Almería y especialista en los cantes de las minas, obtuviera el Premio por Tarantos en el año 1968, en el Concurso cordobés. Tampoco podemos dejar atrás a Tío Enrique Maldonado, que durante la década de los 70 del siglo pasado crearía escuela con su forma tan peculiar de cantar los tarantos. Cierto es que la estructura melódica del taranto es igual que la de la Taranta y el Fandango; sin embargo, el taranto se aleja algo más que los anteriores de los temas mineros y su temática se amplía más, hacia asuntos cotidianos, campestres, bucólicos…

José Sorroche

Hablemos ahora de la Cartagenera. Como los anteriores, es un cante de levante, un cante  al albur de las minas, pero que no suele tratar en sus letras el tema minero. Suele expresarse en cuatro o cinco versos, aunque su métrica puede ser libre. Se le toma como hija de la taranta amparada con los sones del antiguo fandango cartagenero y con inflexiones y recuerdos de la malagueña en muchos de sus intérpretes como la Trini de Málaga. En cuanto a los orígenes, existen varias versiones, pues, unos le dan la paternidad al Rojo el Alpargatero, que lo llevó a esta zona murciana, tras haber cogido los sones de los cantes almerienses y otros creen que la primera que hizo estos cantes de levante fue Concha la Peñaranda, conocida como la “Cartagenera”. En la actualidad se distinguen  varios tipos de Cartageneras, una más clásica que sería la que se cantara en el local del Rojo y que se apoyaba en los cantes mineros de ‘madrugá’. Otro estilo sería la Cartagenera Grande de Chacón, que tiene una melodía más compleja y difícil. Existe otra versión de Chacón inspirada en la malagueña del Canario y otras como la del Niño de Cabra o la que ya dijimos de la Trini de Málaga.

La Trini de Málaga  

Las Mineras, las levanticas, las murcianas y otros cantes mineros y del levante, son cantes que provienen de la fusión de estilos almerienses y los cantes derivados  del folclor levantino, parecido a lo que ocurriera con la Cartagenera.  La diferencia entre estos cantes con los cantes mineros de Almería  puede ser la métrica, la temática, y ciertas variaciones en la estructura musical...

No queremos despedirnos de Almería y el levante sin referirnos a la Petenera almeriense y la polémica suscitada en torno a la paternidad de la Petenera que se dirime entre Paterna del Río de Almería y Paterna de la Ribera en Cádiz. Sabemos que hacia 1880, la Petenera era un cante que estaba de moda en Sevilla, pero en Almería, anterior a esa época, ya se interpretaban Peteneras, incluso Julián Arcas las tocaba en sus conciertos. Pero, todo puede cambiar, pues, según los estudios que se están realizando actualmente, parece ser que el origen de la Petenera pudiera estar en la isla de Cuba. Musicólogos, especialistas en flamenco, andan enredados, analizando su compás, que es de amalgama, es decir, 6x8 y 3x4, el más característico de otros estilos como la Guajira. Por tanto, si se confirmara esta teoría, estaríamos hablando de que la petenera sería de los llamados Cantes  de Ida y Vuelta.

Luquitas de Marchena

Por último, vamos a comentar lo que dijera muchas veces en sus discos, Pepe Marchena, acerca de la procedencia y la denominación de muchos de los Cantes de Levante. Como saben, él solía dar nombres de cantes de una determinada comarca, de unos montes, de un cantaor…; nos queda la duda si era cierto, pues la mayoría de las veces los inventaba, otras era cierto que los conocía y no le faltaban razones cuando decía que se les debería denominar Cantes de Cartagena a unos, cantes mineros de Almería a otros, cantes de los campos de Jaén y un largo etcétera que todos conocemos de sus grabaciones. Porque, Pepe, conocía bien no solo la zona, sino también sus cantes; no en vano, durante la Guerra Civil, vivió escondido en los pueblos jiennenses de Arquillos y la Carolina.  Durante casi un año, nuestro paisano, se vio perseguido y buscado tanto por los nacionales como por los republicanos (unos lo consideraban de izquierda y otros de derecha). Al acabar la contienda haría muchas giras por las provincias de Córdoba, Jaén, Almería y Murcia, con su troupe, con sus Compañías;   visitando y empapándose de los cantes mineros y levantinos, llegando a conocerlos y dominarlos todos.

Cuentan los periódicos de la época, que la llegada de Pepe a aquellos pueblos era un acontecimiento. Para recibirlo se enviaba la banda de música y la gente salía a las calles a vitorearlo, como si hoy se tratara de un Messi o un Ronaldo. No en vano, El Niño de Marchena, desde 1924, (con solo 21 años) empezaba su gira por Córdoba, seguía por sus pueblos (Peñarroya-Pueblonuevo…), después saltaba a Jaén (Linares, La Carolina…), recorría los pueblos de Almería y se adentraba en las localidades de Murcia, terminando en Cartagena, después de haber recorrido toda la cuenca minera. Con ello no solamente iba difundiendo el flamenco, haciendo afición,  sino que ayudaba a subir a los escenarios y a hacerse profesionales a cantaores locales, los cuales le tenían tanta admiración que algunos como Clemente Chamizo, un minero de Fuente Obejuna, era apodado “Niño Marchena”; otro cantaor de Belmez sería también apodado “Marchenita”… y sabrán que el linarense Lucas Soto Martín el que fuera marido de La Niña de la Puebla, sería apadrinado por él y se pondría como nombre artístico “Luquitas de Marchena”. Así iría, Pepe Marchena, dejando un reguero de cantaores, “hijos” adoptivos por todos los rincones de la geografía flamenca.

José Sorroche y Juan Gómez. (Tarantica y Taranto) Guitarra. Tomatito

Camaron & Vicente Amigo | Tarantos