Pepe Pinto, poesía cantada

Eduardo Ternero - sábado,  25 de febrero de 2022

Hoy vamos a tratar de conocer un poco mejor a un cantaor que vivió a la sombra de una mujer que fue inconmensurable en el mundo del flamenco. Sin embargo,  nadie puede negarle su enorme valor como cantaor, su forma inédita de cantar y recitar,  y su aportación al flamenco durante toda  su vida.

Su nombre, José Torres Garzón,  seguramente no nos dice nada, pero si decimos que artísticamente sería conocido como Pepe Pinto eso es otra cosa. Pepe nació  el 22 de Julio de 1903, en el sevillano barrio de la Macarena, un año en que nacieron otros como Marchena y Palanca. El apodo de “El Pinto” le venía de su madre, Carmen Garzón, que fue una excelente cantaora no profesional. Su padre, José Torres, también cantiñeaba bien, por lo que Pepe no tuvo más herencia que su buena garganta, al igual que sus otros 6 hermanos. 

Pepe Pinto

Pepe cantaba desde niño por los bares de  su barrio  o cuando ayudaba a su padre en la huerta que poseía cerca del cementerio sevillano de San Fernando. Pronto debutaría el Pinto en el café Novedades junto al Niño de Marchena y el Carbonerillo, cuando los tres aún eran unos niños y fueron llamados al escenario a petición del público. Recordaremos que Manuel Vega García, “El Carbonerillo”, era tres años menor que el Pinto, pero se habían criado y jugado juntos por el barrio  de la Macarena.

Contaba el Pinto que, con 14 años, se buscó la vida  como croupier en las salas de juegos, lo que le permitió – a esas edades –, poder tener dinero en los bolsillos, asistir a los tablaos  y cafés cantantes, a la par que poder compartir noches de cantes con los grandes del momento como Chacón, Torre… Según las crónicas, por estas fechas (1920 aproximadamente)  conocería en el casino del Arahal a  Pastora Pavón “Niña de los Peines”, de la cual le enamoraría su cante  y que a la postre sería su esposa y la mujer de su vida.

Dicen sus biógrafos que Pepito, “el Pinto”, como se le conocía, habría querido ser torero, pero que tuvo un percance con un vaquilla que el quitó la pasión por los toros. Una suerte que tuvo el mundo del flamenco, pues nos hubiéramos perdido sus letras, su música y la aportación tan digna que hizo para el flamenco durante cincuenta años.

Años más tarde se le sitúa en Morón y  el Coronil, donde el dueño del casino, el “Subi-baja”, le abrió no solo las puertas para que ejerciera como crupier sino que le incitó a que continuara con el cante.  De todas formas siguió con ambas facetas, recorriendo parte del extranjero ya que en España por los años 20 se prohibiría el juego.

Pepe con Pastora

Su amor a la patria le hizo volver y viendo que lo del juego – aparte de la clandestinidad –,  no le daba para comer, decidió dedicarse exclusivamente al cante. Se hizo profesional en el año 1927  recorriendo tablaos, haciendo actuaciones esporádicas y enseguida grabaría  en la casa Regal con Niño Ricardo a la guitarra. Al llegar  a oídos de la Niña de los Peines, tanto la audición de su disco como la  buena opinión de muchos aficionados, lo contrató para un espectáculo que ella dirigía en el sevillano Teatro del Duque en el que también figuraban  dos grandes e incipientes  bailaores, los “Chavalillos Sevillano”, Antonio y Rosario (Antonio Ruiz Soler y Florencia Pérez Padilla), cuando apenas llegaban a los diez años.

La especialidad de Pepe fueron sus fandangos y su poesía recitada. No olvidemos que estamos en una etapa del flamenco en el que la Ópera Flamenca está emergiendo con fuerza. Su éxito llegó pronto y las compañías de artistas le ofrecieron trabajo por todos los pueblos y ciudades de la geografía española. En 1930  actuaría en la Plaza de Toros de la Pañoleta con la compañía de Torres-Palacios.  

El Barrio de la Macarena ha sido fetiche para Pepe Pinto, en el nació, allí tenía a su familia, su mejores amigos y allí en 1933 contraería  matrimonio con  una de las más grandes del flamenco: Pastora Pavón “la  Niña de los Peines”.

Juntos recorrerían toda España contratados por el empresario Vedrines y haciendo honor a la Ópera Flamenca.  Además de llevar a escena  comedias cantadas con letras flamenca del escritor Pedro Moreno. Llevando  a los escenarios obras como  “La fragua del Sacromonte”, “Manolo Reyes”, “La honradez gitana” y “Er brillante del queré”. Todo esto acontecía en  plena República (1931-1936), etapa en la que el teatro  flamenco alcanzó una gran fuerza y arrastraba a los teatros y plazas de toros a miles de personas. Más tarde se unirían a Pepe Marchena, El Sevillano, Canalejas de Puerto Real y muchos de los mejores artistas del flamenco del momento, hasta el comienzo de la Guerra Civil.  

En su bar con Mairena y Chocholate 

Terminada la Guerra,  a partir de 1939 continuó actuando con diversas compañías. En 1940 se enrolaría en la compañía de Concha Piquer con la función andaluza “Las calles de Cádiz”. A continuación presenta durante varios años su espectáculo “Solera de España”, en los principales teatros. En 1949, por su admiración a su mujer estrena “España y su Cantaora”, en el que reaparece La Niña de los Peines; sin embargo no tendría el éxito esperado (Pastora tiene ya 60 años, lleva toda una vida cantando y quiere descansar y dedicarse a su hija Tolita). El Pinto debe continuar con sus giras solo y seguir regentando el local que había comprado en la Campana de Sevilla, el bar “Pinto”.

A partir de los años 50 siguió con otros espectáculos: “Del Corazón a los Labios”, “Escalera de Canciones” y “Así Canta Andalucía”; a los que siguieron nuevos títulos en los años sesenta: “Ronda de domingo”, “¡Tele y ele!” y “Coplas y toros”, etc., junto a La Niña de Antequera y Juanito Valderrama, en la mayoría de ellos.  

La mayoría del público solo conoce de Pepe Pinto sus fandangos, sus creaciones recitadas como aquella que se hizo famosa a su madre, o las canciones aflamencadas que grabó. Y es cierto que se hizo famoso por ese repertorio, no en vano, por los años cincuenta, era un rio de canciones suyas las que siempre se escuchaban en las radios de todos los hogares españoles y en todo el Rif del Marruecos español. 

Esta fue para él una etapa muy comercial en la que  grabaría  canciones flamencas, fandango-tangos…, que llegarían a todos los públicos: “Noches de Reyes”, “Toito te lo consiento”, “Trigo limpio”... 

Pepe  fue n cantaor con amplio repertorio flamenco y de magníficas facultades vocales. Para él no existían cantes chicos ni cantes grandes, sólo poner su alma  en todos los cantes. Cantando por  soleá, malagueña y seguiriya,  había veces que ponía tanto énfasis y sentimiento en el escenario que producía una catarsis entre él y el público. 

 El 5 de Octubre  de 1969, el cantaor, que ya estaba aquejado,  se sintió enfermo y comenzó a vomitar sangre. Ingresado en el antiguo hospital García Morato (hoy Virgen del Rocío) moriría al día siguiente, el 6 de Octubre. Pastora estaba muy enferma, padecía una especie de demencia senil, sin embargo y según sus familiares,  intuyó la muerte de su esposo y compañero. Pastora moriría cincuenta días después.