La guitarra en la historia del flamenco

Eduardo Ternero - 29 de diciembre de 2019

 Musicólogos,  expertos en la guitarra, coinciden en estimar que fue,  a inicios del siglo XIX, el momento en el que se introdujo la guitarra para acompañar en el flamenco. De hecho, aún existen algunos palos que se interpretan sin guitarra, conocidos como cantes “a palo seco”, es decir que se conformaron antes del acompañamiento musical de la sonanta. 

Guitarrista del XVIII

Empecemos por decir que la vihuela era el instrumento anterior a la guitarra. Que,  a finales del XVI, se sabe que era un instrumento parecido  de 5 cuerdas y que las había sencillas y dobles. Llegado el XVII, se   empezó a conocer como “guitarra española”,  ya se usa la técnica del rasgueado incluso en principales países europeos, para acompañar danzas españolas. Esta estética continuará a lo largo del siglo XVIII, donde destacará Cádiz como lugar clave en la actividad musical alrededor de este instrumento. Además, continúa habiendo esa conexión entre la guitarra académica y la popular, especialmente con la aparición de nuevos géneros como el fandango (que aportará algo fundamental para el toque flamenco como es la llamada cadencia andaluza) o la jota. Pero no será hasta principios del XVIII cuando se le pongan las 6 cuerda y donde se produzcan los  cambios musicales explicando esta transformación hacia la guitarra andaluza: la tonalidad con polaridad más acusada entre tónica y dominante, la preponderancia de la melodía acompañada, un  aumento de los registros graves...

La primera mitad del siglo XIX será la consolidación de la guitarra de seis cuerdas simples, con la afinación que sigue hoy vigente. Pompeyo Pérez no apunta que la guitarra de seis cuerdas simples empezó a imponerse en España, de manera definitiva en algún momento anterior a 1820. Es en este momento cuando ya se establecen definitivamente dos grandes escuelas: la guitarra culta punteada (que será la futura guitarra “clásica” de concierto) y la guitarra popular de acompañamiento y rasgueado (que se convertirá posteriormente en la guitarra flamenca). Esta tendencia se confirmará en la primera mitad del siglo XIX (surgiendo así en el flamenco el “toque por arriba”).

Otras modificaciones  será el número de trastes quedará establecido en hasta llegar a 19 y poco a poco se adoptó la implantación de trastes metálicos fijos en el mástil y la tapa armónica. Este tipo de instrumento de seis cuerdas simples fabricado durante la primera mitad del siglo XIX, parecido a la guitarra actual, pero con forma de ocho,  una plantilla inferior y por consiguiente más pequeña; comúnmente conocida como guitarra clásico-romántica. A mediados del siglo XIX Antonio de Torres Jurado, considerado el “Stradivarius” de la guitarra por los de su gremio, le dará la forma definitiva actual. Poco a poco, con el devenir de los tiempos cambiara sus formas, modelos, tipos de madera, complementos etc. a lo largo de estos dos siglos.

Ramón Montoya 

 Sabemos que la presencia de guitarras en las barberías fue muy importante como complemento de este oficio y como escuela de futuros tocaores.

 Es hora pues que hablemos de los grandes intérpretes de la guitarra. Tal vez el primer guitarrista conocido sea Francisco Rodríguez “El Murciano”, nacido en Granada en 1795. Desde  niño dio muestras de su talento especial para tocar la guitarra, que aprendió en la puerta de alguna barbería. Fue alabado por eminentes compositores que de todo el continente acudían a oír aquel raudal de armonías nuevas de Rondeñas, Fandangos, Jotas….

Si famoso se fueron haciendo los cantaores, la guitarra tampoco se quedaría atrás y  nombres como Ramón Montoya, empezaron a desfilar por los escenarios poniéndole música a Juan Breva, Chacón, Marchena  y muchos otros. Mientras que paralelamente, Borrul,  Paco de Lucena, Patiño… lo hacían en la guitarra clásica. Montoya desarrolló el tono de rondeña y el de minera, diseñados expresamente no para acompañar sino para los toques de concierto correspondientes. 

Después de Montoya vendrían otros grandes como Miguel Borrull hijo (acompañante habitual de Manuel Torre)  y dos ilustres: Niño Ricardo o Melchor de Marchena maestros a caballo entre las dos épocas, además de Diego del Gastor o  Esteban de Sanlúcar, autor de piezas ya clásicas de la guitarra flamenca o el gran Manolo de Huelva. Pero será  “Sabicas” quien marcará la pauta de la guitarra flamenca de concierto y señalará el camino a las jóvenes generaciones. 

Paco de Lucía

La segunda mitad del XX y lo que llevamos del XXI ha sido una efervescencia de guitarristas vinculados al flamenco. Desde la cuna de los grandes de Sanlúcar,  “Los Moraos” de  Jerez, “Los Habichuelas” de  Granada,   “Los Peñas” lebrijanos o “Los Melchores” de Marchena, son sagas de tocaores que han hecho historia con su saber hacer en conciertos y acompañando a los mejores cantaores de la historia.

La sabiduría y el arte de Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar romperían, en el último tercio del XX,  los moldes de la guitarra flamenca e hicieron que surgiera una nueva forma de acompañar y hacer hablar a la sonanta. Ni que decir tiene que han sido muchos los que han seguido a estos  maestros. Hoy, por toda la geografía española y mundial, podemos ver una galería de artistas, una ristra de nombres importantes, en el acompañamiento y en conciertos en todos los escenarios del orbe como:  Tomatito, Vicente Amigo, Rafael Riqueni, Niño Ricardo, Gerardo Núñez, Niño Miguel, Ricardo Miño y un largo etcétera de guitarristas noveles que poseen una cultura flamenca, un manejo musical y una destreza tal,  imposible de pensar en tiempos pretéritos.