El Polo, un cante oscuro

Eduardo Ternero - 18 de marzo de 2020

Según muchos eruditos  del flamenco, el polo es uno de los palos flamencos  más primitivos, muy emparentado con la caña y con la soleá. Historiadores han encontrado la palabra “polo” utilizada para nombrar un baile de salón, muy típico del siglo XVIII, posiblemente pudiera ser una canción bailable de carácter lírico originaria de Andalucía o tal vez viniese de América. Hay quien ve letras del Romancero y residuos de otras letras de boleros  que se han utilizado en el polo flamenco de Tobalo. 

José Cadalso lo nombra al decir  en sus “Cartas Marruecas” (1773) unas palabras en boca de un  joven: “…sabiendo leer un romance y tocar un polo”.  

¿Debemos pensar pues que el polo nació como un género músico-instrumental? No se sabe, pero se entiende que el Polo flamenco, como tal, debió tener su cuna por estos pagos.  Ya en la ciudad de Cádiz se nombra, allá por el 1805, en algún periódico en el que se dice: “…acompañado de guitarra se cantó un polo”. También en 1824 en el Diario Mercantil de Cádiz se nombra que: “…en el mismo espectáculo, un cantaor, acompañado de guitarra cantará el Polo de Tobalo”. (Tobalo es diminutivo de Cristóbal en muchos lugares de nuestra tierra; aquí es alusivo,  con casi total seguridad, a un cantaor afamado muy antiguo de Ronda).  

 ¿Estamos  hablando entonces  de cantes flamencos? Nosotros creemos que si, aunque Manuel Molina y Antonio Mairena,  dos de los grandes estudiosos del origen de los cantes, lo nieguen. Sean elucubraciones o no,  todos los indicios apuntan a que el polo deriva de la caña. Aunque muchos se hacen eco de otras formas de pensar y apuntan que proviene de Ronda y que pudiera ser una variante de la rondeña.

 Incluso Caballero Bonald se pringa y dice que deriva de la primitiva soleá y por eso se llama soleá apolá. La opinión más generalizada de todos los musicólogos y estudiosos de los cantes es que polo y caña comparten mucho. 

Si deriva uno de otro va a ser difícil dilucidarlo a estas alturas, cuando no existen registros, ni nadie que pueda ya confirmar nada. Se sabe  que, entre 1826 y 1829 “El Planeta” (Antonio Monge) al que apodaban “Rey de los polos”, interpretaba polos de Cádiz, de Jerez y el de Tobalo. Ya por esas fechas, se tienen noticias de un polo sevillano, un polo de Ronda…que seguramente también  cantaría el propio “Planeta”. Podemos aseverar, según los indicios, que en el primer tercio del XIX se cantaba a continuación de la caña o como remate de esta. 

Hoy, lo que conservamos como polo es un cante parecido a la caña, que tiene dos modalidades: “El Polo Natural” que está muy cercano a la rondeña y otro el “Polo de Tobalo”  más parecido a la caña. El de Tobalo no espera la entrada que tiene la caña, sino que entra con la letra directamente, tras la introducción de la guitarra (una creación de Perico el del Lunar) que se ha mantenido hasta ahora. Esta forma es la que se practicaba,  generalmente, durante todo el XIX por el Fillo, Curro Durse y otros cantaores. La musicalidad que tiene el polo, la medida que nos ha llegado a nuestros días, como en otros tantos cantes, se lo debemos a D. Antonio Chacón pues sería él quien le diera la cuadratura definitiva que hoy conocemos.

Pero ¿Qué  parecidos y diferencias apreciamos entre un Polo y una Caña? Ambos son familiares de la soleá, tienen la misma cadencia y parecida melodía. Los dos cantes comparten el mismo compás; ambos se rigen por  la misma estrofa de cuatro versos de ocho sílabas, rimando el segundo con el cuarto y los dos mantienen letras escogidas del romancero. 

También suelen, ambos cantes,  terminar en una estrofa por soleá. Sin embargo tienen diferencias entre sí: Si nos paramos en la entrada,  en lo que se llama el paseíllo (esas ayes que se cantan ente los versos), son distintos, tienen musicalidad diferente, al igual que su estructura: la caña se compone de temple, caña, macho y soleá corta. En  el polo no se hace el macho y la soleá es apolá. También se puede apreciar que el polo tiene un estilo más vigoroso que la caña, va más por libre, mientras la caña es más pausada, se recrea y se recoge más. Ahora (dentro de lo que conocemos) la caña suele bailarse mucho más que el polo. Muchos afirman también  que fue a partir del cante de Curro Durse cuando se empezó a rematar el polo con una soleá de Triana.

Antes de los años cincuenta del XX se hablaba mucho del Polo,  pero pocos sabían cómo se cantaba. Existían grabaciones del “Mochuelo”, y poco más.  Sería gracias a la Antología del Cante flamenco (1954), dirigida por el guitarrista Perico “El del Lunar” y la voz de Jacinto Almadén  cuando se pudo resucitar este cante.

Como en todos los cantes, el polo tuvo  sus grandes intérpretes; que coincidiría con  aquellos artistas considerados como largos por su conocimiento de todo el abanico flamenco: El Planeta,  Tobalo, Silverio, Frijones “El Guanté”, Enrique Ortega, Curro Durse, El Fillo, El Gordo Viejo, Antonio Chacón, El Mochuelo, Pepe Marchena, Jacinto Almadén, Pepe de la Matrona, Antonio Mairena, Rafael Romero, José Menese, Fosforito o Enrique Morente, entre otros. ¡Casi na!

Imágenes: (José Cadalso, Caballero Bonald y Jacinto Almadén).