La herencia del Sr. Manuel Molina

Eduardo Ternero - domingo, 2 de abril de 2023

A estas alturas no vamos a descubrir la capacidad creadora y la impronta que ha tenido Jerez en el flamenco. De sus barrios de San Miguel y Santiago han salido y siguen saliendo los mejores intérpretes de flamenco de la historia; Sordera de Jerez lo explicita en una soleá por bulerías: “Los puntales que sostienen el flamenco de Jerez, Santiago y la Plazuela y el barrio de San Miguel…” Desde aquel mítico Tío Luis, el de la Juliana, hasta hoy, han pasado más de doscientos años. Han sido más de dos siglos de creaciones, modulaciones, recreaciones… aportando artistas del cante, el toque y el baile para el desarrollo del flamenco.

En cualquier rincón de Cádiz-Jerez, cualquier saga familiar, ha tenido y tiene, en casi todos sus miembros, un aporte flamenco que irradia por sí solo y llegar a todos ocuparía una ingente cantidad de datos muy difícil de digerir y tratar. Recordemos que muchos de los cantes subieron de los Puertos hacia Triana y Sevilla por el padre río y se fueron atrincherando y pausando. Fueron sus grandes intérpretes, sagas como los Ortega, los Monge y un largo etcétera de creadores, quienes insuflaron en Frasco el Colorao, Silverio, y la pléyade que le sucedería, el valor del flamenco de mediados del XIX. 

Barrio de San Miguel (Jerez) 

Ya hablamos del Marrurro, de María Borrico, de Tío José de Paula. Conocemos al Loco Mateo, Paco la Luz, El Guanté, Frijones… todos ellos tuvieron mucho que ver en la conformación de la Edad de Oro del Flamenco que arbitraron los Pavones, Chacón, Torre, Fosforito el Viejo, los Medina, los Pena… Nosotros, hemos recurrido a los más significativos o aquellos que han hecho más historia, han tenido más renombre, se han promocionado más… aunque sabemos de muchos que, dado su carácter huidizo o raro, se han llevado a la tumba parte de sus saberes.

Nos llama la atención un cantaor, nacido en el barrio jerezano de San Miguel en 1822, llamado Manuel Ortega Vargas, conocido por Manuel Molina por ser nieto de Curro Molina; pero, a Manuel, todos le conocerían, a lo largo de su vida, por el “Señor Manuel Molina”, dada su posición económica, sostenida con la trata de ganado, el negocio de la carne… y sobre todo por el mecenazgo que derrochó en ayudar y encumbrar a quienes pudieran desarrollar un buen flamenco. Era hijo de los jerezanos Bartolomé José Ortega Jiménez y María Vargas Jiménez. Por su apellido Ortega y por sus abuelos, que eran oriundos de Puerto Real, pudiera ser descendiente del Fillo, aunque no está confirmado.

 Fernando el Herrero

De su niñez sabemos muy poco, seguramente su familia estaría bien económicamente y Manolito se criaría en un ambiente acomodado. Desde pequeño amó el flamenco y según Demófilo, aconsejado por Juanelo (coetáneo y vecino suyo), se manejaba perfectamente por seguiriyas, tonás, soleares y livianas, amén de ser uno de los primeros en desarrollar el cante por martinetes. En su labor de mecenas, muchos de los grandes artistas de la época acudirían a sus fiestas privadas como Frasco el Colorao, el Mellizo, el Marrurro, etc.

Quienes estuvieron cerca de él, seguramente Silverio, Frasco el Colorao, el Nitri…, pudieron ser testigos de su enorme capacidad, como excelente creador y cantaor de seguiriyas (al menos de 5 estilos), todas impresionantes que después harían Torre, Pastora, Chacón y una hornada de artistas que continuarían con su genuina herencia; una de sus letras han llegado hasta nosotros después de siglo y medio, gracias a la memoria y fervor de sus continuadores: Dicen que duermes sola/mienten como hay Dios/porque de noche, con el pensamiento/dormimos los dos.

Suponemos que Manuel tendría una larga trayectoria como cantaor, sin tener que mendigar en garitos, ni entretener a pseudo ‘cabales’ – reuniones de señoritos –, por unas copas y unas monedas. Suponemos, igualmente, que actuaría en lugares que él priorizaba, dada su situación económica, aunque tengamos pocas reseñas de espectáculos en los que participara. Sí salió a la luz que, el 4 de mayo de 1876, el periódico “La Correspondencia de España”,  lo anunciaba en sus páginas: El sábado a las diez de la noche tendrá lugar en el teatro de la Bolsa, calle del Barquillo, el concierto de estilo flamenco que dará en dicho coliseo el tan célebre en el género andaluz Manuel Molina, de Jerez de la Frontera. Efectivamente, los días 6 y 25 de mayo de 1876, actuaría Molina en dicho café. Algo que corroborarían más tarde José Blas Vega y Alberto Rodríguez Peñafuerte en su libro “Cafés cantantes de Madrid”.  También se apunta que actuaría en aquellas fechas junto a él su hijo natural José, nacido en 1853, guitarrista y cantaor y de madre desconocida, de la que no  tenemos referencia alguna. Actuarían junto a ellos Paco el Sevillano y Francisco Rodríguez “el Malagueño”. 

Libro de G. Núñez de Prado 

Qué duda cabe que el Señor Manuel Molina tuvo que ser muy conocido y reconocido en el mundo del espectáculo y por todos los que por entonces tuvieran alguna relación con el flamenco. Demófilo, el padre de los Machado, en su libro “Colección de cantes flamencos”, que vería la luz en 1881(dos años después de la muerte del cantaor), sería el primero en hacer referencias sobre su forma de cantar describiéndola con una frase definitoria: “… fue un cantaor generalísimo”; desde entonces hasta hoy muchos escritores, estudiosos del flamenco, que han hecho alusión a la forma de cantar de Manuel, de su aportación al mundo del flamenco tanto en las creaciones como en su empeño por dignificar el flamenco apoyando, de su propia pecunia, a muchos de los intérpretes que necesitaban exteriorizar su forma de cantar.

También el montillano, ensayista y periodista, Guillermo Núñez de Prado, en su libro “Cantaores andaluces”, que vio la luz en 1904, hablaría muy bien de Manuel Molina o el Sr. Curro Molina como él le llama en su libro; aunque en sus páginas, como norma, exagera muchos los hechos que relata y los personajes que retrata. Sin embargo, nos revela algo que no sabíamos: “… esto fue lo que sucedió al señor Curro Molina; atrofiados sus nervios auditivos por la influencia excesiva que su canto predilecto ejerció en su organismo, á pesar de parecer éste como hecho de bronce por su increíble resistencia, quedó sordo por completo é imposibilitado de continuar su camino victorioso… esa caída llevó aparejada la miseria. El que había sido un ídolo llegó á verse convertido en un andrajo.” Este comentario que se nos antoja difícil de comprender, pues sabemos que, Núñez de Prado, utiliza en sus escritos infinidad de metáforas e hipérboles.

 Diego Clavel

El estilo, la impronta que impuso Molina a sus seguiriyas, tuvo una continuidad en los grandes cantaores de la generación siguiente, hablamos de Chacón, Torre, Pastora, Tomás, Vallejo, Fernando el Herrero… incluso de los que nacieron iniciado ya el XX, como Centeno, Marchena, El Gloria… y posteriormente influiría con el macho de su seguiriya en artistas sevillanos de la talla de Diego Clavel, Pepe el de la Matrona, …, ya que, gracias a su capacidad económica y su inquietud por conocer y extrapolar el flamenco, proliferarían sus desplazamientos a Sevilla, a partir de los años 70 del XIX. Estas fechas coinciden con el auge de los cafés cantantes en la Alameda de la ciudad hispalense, pues, en este barrio tan emblemático para el flamenco, sería (a partir de 1871), cuando se abrirían los primeros cafés cantantes, coincidiendo con paisanos suyos que se habían asentado en la Alameda como Paco la Luz, Frijones. Por desgracia parece ser que este apogeo fue decayendo a finales del XIX, cuando el personal busca lugares de ocio en los Jardines del Cristina y el barrio se empobrece. Serían casi cuarenta años de abandono y no recuperaría su esplendor flamenco hasta la década de los años 30 del XX coincidiendo con los últimos años de Chacón, Torre, y por ser el lugar de residencia de los Pavones, y el auge que le dieran los jóvenes Caracol, Mairena…

Sea como fuere, la forma de cantar el Sr. Manuel Molina, uno de los seguiriyeros más notables que ha dado el flamenco de Jerez, tendría mucha repercusión en las generaciones venideras que siguieron sus enseñanzas y aún hoy, continúa en la memoria de los cantaores. Qué mejor ejemplo de su legado que, el saber que, a pesar de ser un cantaor que jamás grabaría nada, después de dos siglos que se han cumplido desde su nacimiento, aún sigue en valor su forma de expresar el flamenco. 

El Señor Manuel Molina murió en 1879, como consecuencia de la malaria o paludismo, cuando tenía 58 años, una enfermedad infecciosa transmitida por la picadura del mosquito Anopheles. 

El Chocolate seguiriyas de Manuel Molina ,Marruro,Curro Durse y Manuel Torre - 1968

Diego Clavel y Manolo Brenes - Seguiriyas de cambio de Manuel Molina - 1972